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Sesión 6/09 Con el thetán de quien fue Isis

Grupo Elron

 

Médium: Jorge Olguín.

Entidad que se presentó a dialogar: Espíritu de quien fue Isis.

 

Explicó su forma de ser, algunas circunstancias de su vida, vivencias con el faraón, restricciones por ser mujer... Tenía ideas que chocaban con las existentes pero no las podía compartir hasta que conoció a Osiris, con quien se casó. Si bien juntos hicieron muchas cosas por Egipto desmitificó sus imágenes deificadas.

 

 

Sesión en MP3 (1.735 KB)

 

Es bueno estar como espíritu comunicado con el plano físico y poder transmitir a mi 10 % encarnado este conocimiento de la antigüedad, el conocimiento de Egipto.

Encarné como femenino hace milenios. Mi nombre era "Haset" y si bien nosotras las mujeres teníamos una posición menor a la del varón nunca fui sumisa pero sí inteligente como para saber mi lugar.

Mis padres era cercanos al faraón; por lo tanto, yo tenía un lugar preponderante cerca del trono. De pequeña, con la anuencia del faraón -que tenía por mí una enorme simpatía- me permitía sentarme en el trono, al punto tal de que muchos me decían: -Ahí va la niña del trono, la niña que se sienta en el trono-. Nunca fui altiva -si bien algo rebelde- y a veces me molestaba la postura de superioridad de algunos varones.

Siendo mujer pude aprender el idioma jeroglífico, que estaba destinado solamente a aquellos que adoraban a los dioses y no al común denominador del pueblo, que tenía un idioma más básico. Por supuesto que agradezco a la familia donde encarné de haber tenido aquella posibilidad de aprendizaje, de conocer la religión, del culto a los muertos.

Me interesaba toda la historia de Egipto y, así y todo, no estaba conforme con mi vida, pues sentía como que había algo más allá en el cielo y entendía que el sol a quien adorábamos no era el único sol.

Por la noche veía esos luceros esos puntitos luminosos y pensaba que eran soles pero que debido a su gran distancia se veían tan pequeños. Y allí entendía la beneficencia, lo tremendo de lo que es el universo, un universo tan vasto que no podíamos entender su infinitud.

Pensaba muchas más cosas pero obviamente me cuidaba de decirlas en voz alta para no granjearme enemigos. Bastante que tenía el favor del faraón que me permitirá incluso hasta dirigirle la palabra, algo imposible para la época, pues solamente algunos pocos varones privilegiados -la mayoría religiosos- podían acercarse y alejarse mirándolo de frente pero jamás dándole la espalda porque era un falta de respeto que se pagaba hasta con la muerte.

A veces el faraón, imperturbable, dulcificaba su mirada cuando yo me acercaba y me decía: -¡Haset! ¡Ven!- Y me sentaba en sus rodillas y me contaba cuentos que no sabía si eran realidades o fantasías de viejas dinastías... Más de una vez le pregunté en qué momento se construyeron las pirámides y él, mirando hacia el cielo, me respondía: "Haset, eres muy pequeña para entender". Entonces tenía la sagacidad para no seguir preguntando.

Y fui creciendo. Cuando tenía 14 años conocí a Usir. Era alto, rubio, un rostro perfecto, como tallado a piedra, unos ojos rebeldes, una mirada desafiante... Cuando se acercaba a mí sonreía con sus dientes claros, sus ojos se alegraban pero con los demás era altivo, incluso con el propio faraón, a quien hacía una reverencia pero no veía en él ese rostro de temor o de incomodidad como veía en otros hombres que se acercaban. Lo trataba, por supuesto, con sumo respeto pero le hablaba con voz firme y cuando se alejaba retrocedía  mirándolo y, a una distancia prudencial, hacía un giro y se alejaba. Admiraba su gallardía.

Finalmente, como tanto la familia de Usir como la mía misma eran favoritas del faraón, le pedimos que sea él quien nos dé el permiso para estar en pareja. El faraón organizó una ceremonia similar a las actuales bodas y dijo: -Ahora que vais a estar juntos y tenéis un gran futuro aquí en Egipto me tomaré el atrevimiento, como dios en la tierra que soy, de cambiaros vuestro nombre. Tú, Usir, a partir de ahora te llamarás Osiris y tu niña, Haset, a partir de ahora se llamará Isis. Y sé que en el futuro ambos seréis reconocidos.

No contaré ahora los  pormenores de lo que hemos vivido. Fuimos felices pero a veces la historia se distorsiona. Tanto yo -Haset o Isis- o mi pareja -Osiris, y originalmente Usir- éramos simples seres humanos que, con el tiempo, fuimos confundidos con dioses. Hicimos mucho por Egipto pero eso es otra historia...

Quería contar la primera parte de mi vida, cómo conocí a Usir, los diálogos que teníamos. Él también compartía conmigo que esos luceros nocturnos eran soles alejados a distancias inconcebibles para nuestro entendimiento y él también tenía una forma de pensar distinta, como que lo que conocíamos era poco o nada comparado con lo que había.

Esta es la historia de como la pequeña Haset se trasformó en la diosa Isis.

Nunca tuvimos uno orgullo elevado que nos dominara -como dicen los grandes maestros ahora: roles del ego-, que nos montaran en vanidad. Tampoco voy a ser hipócrita de decir que éramos extremadamente humildes porque no lo éramos, pero teníamos una dignidad quizás más allá de la humildad.

Gracias por escucharme.

 

Información complementaria

Pirámides de Egipto