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Psicoauditación - Alexis

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 13/12/2021

 


Sesión 13/12/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Alexis (Ale-Mar)

La entidad relata una vida en Gaela. Sufría dependencia al alcohol al punto de tener deteriorado su estado físico y social. Visitó a un analista, el cual se esforzó en explicarle que debería aprender a quererse a sí mismo.

 

Sesión en MP3 (3.008 KB)

 

 

Entidad: Mi nombre como thetán es Ale-Mar, estoy en el plano 2 subnivel 9. No voy a mentiros, encarné para pasarla bien, encarné para disfrutar de la vida física. Pero en esta vida física tuve muchas traiciones, mucha gente que me ha dado vuelta a la espalda, gente que me desprecia, gente que me mira con lástima, y yo no necesito la lástima de nadie, en absoluto, me basto solo, no quiero caridad ni afectos. Para nada.

 

Pero no voy a hablar de esta vida como Alexis, voy a hablar de una vida en Gaela. Mi nombre era Herminio Álvez, de Arrebedo. Un país largo y angosto que está detrás de la cordillera. Del otro lado está Plena.

 

Recuerdo que fui a ver al doctor Soladi

Y me dijo:

-Mire, Álvez, su problema no es de salud, su problema es de dependencias.

-Doctor, yo me conozco más que nadie. La vida no me ha sido fácil en Arrebedo, mi misma familia me mira como un estorbo, no me sirve. Me agarra un tremendo dolor en el pecho. (Tos) Mire mi pañuelo, gotas de sangre.

El doctor Soladi me miró y me dijo:

-Álvez, descartamos tuberculosis, habría que hacerle más estudios. Pero tendría que dejar la bebida.

-¡Je, je! ¿Sabe lo que pasa, doc?, yo creo que la bebida es lo que me mantiene bien, el alcohol no miente.

Soladi, el doctor, me dijo:

-Herminio, lo voy a llamar por el nombre. El alcohol no miente ni deja de mentir, el alcohol lo que hace es destruir a la persona. Yo sé que usted ha juntado dinero, pues quiere viajar por el mundo. Yo le recomendaría que, no tiene más de dos horas de avión, de viajar a Ciudad del Plata, en Plena. El doctor Gálvez es una eminencia, lo he conocido, hemos sido colegas, hemos viajado incluso a Beta, en el norte, y reconozco que es mucho más capacitado que yo.

Me despedí, y le dije antes de irme:

-La verdad, doctor Soladi, yo esperaba más. Pero voy a hacer como usted dice, voy a viajar a Plena y voy a ver al doctor Gálvez.

 

En menos de cuarenta y ocho horas ya estaba viajando. Me alojé en un hotel tres estrellas, que por lo menos tenía baño privado la habitación y daban desayuno.

Tenía la dirección del doctor Gálvez, me daban turno para dentro de quince días.

 

Le dije a la señorita de mesa de entradas, mostrándole la tarjeta:

-Vengo de Arrebedo y me recomienda el doctor Soladi.

-¿Su nombre es?

-Álvez, Herminio Álvez.

-Aguárdeme, por favor, un instante. -Tardó como diez minutos-. Tome asiento, por favor, señor Álvez -me dijo la señorita-, tenga paciencia, el doctor Gálvez lo va a atender ahora, apenas se desocupe.

-¿Cuánto es la consulta?

-No, no, no se preocupe, lo recomienda el doctor Soladi. Lo va a mirar, después se verá.

 

Cuando lo vi, al doctor Gálvez, vi una persona bastante carismática, afán... tenía afán por atender a la gente. Verdaderamente es como que había empatía. De todos modos me vio de manera muy impersonal y me dijo lo mismo que Soladi:

-No le voy a mentir, sus pulmones no están bien. Es cierto, no tiene ninguna enfermedad infecciosa. Pero no ha tenido una vida muy buena, está bajo de peso. Le voy a recomendar ahora, se lo vamos a hacer aquí mismo en el laboratorio, análisis de sangre, análisis de orina. Va a venir mañana a primera hora.

-¿Cuánto me sale todo esto?

-Nada. Viene de parte del doctor Soladi, es como un hermano. -Por un lado me sentí incómodo. Por otro lado, agradecido.

 

Los análisis no me salieron bien, alto en glóbulos blancos, bajo en glóbulos rojos. No entiendo porque tenía tanto colesterol siendo delgado.

Le hice un chiste al doctor Gálvez:

-Si tengo demasiadas grasas en las arterias, qué raro que con tanto alcohol que he tomado no las...

Me interrumpió con la mano y me dijo:

-Álvez, no es para hacer bromas. Triglicéridos también altos, tuvo más de una vez infección en la vejiga, hay restos de una enfermedad bacteriana muy alta, de tiempo atrás, algún contagio. Y no fue muy bien tratado. También le voy a recetar antibióticos. Pero le voy a recomendar un analista, se llama Octavio.

-¿Para qué quiero un analista? -le pregunté de mal modo.

-Porque yo atiendo la parte física y lo suyo es una dependencia. Honestamente, tendría que estar internado.

-A mí no me internan salvo que me lleven por la fuerza. Prefiero volverme a Arrebedo.

-Nadie lo va a internar, es un diálogo nada más lo que estamos haciendo. -Me dio una tarjeta y me dijo-: Esta es la dirección de Octavio, el analista. Le voy a hablar por teléfono y que lo reciba.

-Es qué no sé cuánto cobra.

-Quédese tranquilo. Él también tiene una fundación que le han dado para personas con problemas de dependencia.

-Yo no quiero internarme.

-Yo no estoy hablando de internación, dije que eso sería lo ideal. Pero aquí nadie obliga a nadie a nada.

-Está bien. -Me dio la copia de los análisis y me dijo que vaya mañana temprano a ver al analista Octavio. Lo cual hice.

 

El hombre me recibió:

-Me habló el doctor Gálvez...

-A ver, no perdamos tiempo. ¿Qué es lo que hace usted? Discúlpeme si le falto al respeto.

-No, Herminio, no me falta al respeto. Para nada. Está bien que pregunte. Soy lo que dice el cartel, un analista.

-Está bien. ¿Y qué hace un analista?

-Conversa, orienta.

-¿Me va a ayudar?

-A ver. Veamos, Herminio, lo que yo hago es orientarlo, explicarle lo que está bien, lo que está mal, el camino a seguir, y es usted el que debe caminar ese sendero.

-Hay algo que no me cierra -exclamé-. Si yo tengo una dependencia, según el doctor Soladi de Arrebedo, según su conocido el doctor Gálvez, si es verdaderamente una dependencia, ¿cómo la manejo, si para ustedes, que son los profesionales, esa dependencia es más fuerte que yo? Y no me venga con internación y todo eso porque parece como que estuviera preso en una cárcel. Y no quiero, yo amo mi libertad.

El analista Octavio me dijo:

-Mire, mire, Herminio, todos amamos nuestra libertad, ¿pero de qué sirve su libertad si en este camino que usted está recorriendo puede... no vivir más de dos años?

-Mi hígado funciona bien.

-¿Estos son los análisis que le mando hacer Gálvez?

-Sí.

-Yo no soy médico, pero su hígado no funciona bien. Por gracia de Dios no tiene cirrosis hepática, pero si sigue en este camino, en menos de un año puede tenerla. Y en un porcentaje muy alto es mortal. -Me encogí de hombros.

-Pero mientras tanto quién me quita lo vivido…

-¿Lo vivido? -dijo el analista-, ¿qué es lo que ha vivido, Herminio, qué es lo que ha vivido? ¿Está trabajando?

-Ahora no. Falto a los trabajos y me dejan libre, me dejan cesante. Los que tienen tolerancia me suspenden y los que no tienen tolerancia directamente me echan.

-¿Y qué piensa, Herminio, que son mala gente o no están haciendo lo correcto con una persona irresponsable?

-¡Pero me está ofendiendo!

-No, no, no, estoy hablando a nivel genérico. Una persona que falta por beber, que no cumple, ¿no es irresponsable? Lo digo en general por cualquier persona que haga eso.

-La quiere arreglar, pero me dijo irresponsable.

-Estimado Herminio, ¿qué piensa de sí mismo, se ve responsable?

-Me veo con ganas de hacer cosas.

-Claro, pero después usted bebe y se gasta la plata de lo que ha trabajado en la bebida, y encima después está una semana sin ir. Y obviamente que lo van a despedir.

-Bueno, así es mi vida.

-No, no, no, es la vida que está eligiendo.

-¿Y qué hago, así como así dejo de beber? Las ganas me pueden.

-Y entonces por qué no... Yo sé que ama su libertad, Herminio, pero por qué no se interna un par de meses, hace un tratamiento.

-Porque sé como es. Tenía un amigo que bebía muchísimo y... pero bebida blanca, bebía muchísimo y lo internaron. Y era tal la dependencia que cuando no bebía, estando internado, le agarraban ataques de delirios y lo tenían que atar. Yo no quiero que me pase eso.

-Pero Herminio, me está hablando de un caso extremo de una persona que estaba muy avanzado. Pruebe, no va a firmar un contrato donde sean dueños de su vida.

-Yo sé cómo son esos centros. Una vez que firma después no lo dejan salir hasta que esté bien, está como preso. Yo eso no quiero.

-No, no, no, hay centros que se llaman blandos.

-No sé. En Arrebedo no existe esa palabra, blando es algo que no es duro. ¿Qué significa centro blando?

-Centros elásticos. Si la persona ve que no está cómoda se puede ir cuando quiere.

-¡Je, je! Me parece que eso es un engaño, eso lo dicen para que la persona se interne. Y después, adentro, una cárcel.

-Mire, Herminio, como dije antes yo no soy médico, el médico es Gálvez, yo soy sólo un analista. Yo estoy viendo sus análisis y no están nada bien. ¿Quiere disfrutar de su libertad? Sánese, cure esa dependencia, porque esa libertad, al paso que va, tiene una cirrosis en camino y no va a disfrutar mucho de esa libertad. Sea consciente con usted mismo. ¿Se quiere?

-¡Je, je! Analista Octavio, esa es una pregunta tonta, uno quiere a una persona pero no a sí mismo.

-¿Por qué no, tan poco se respeta?

-Más vale que me respeto. Me dicen algo, reacciono.

-No, no me refiero a eso, me refiero a si se acepta a sí mismo como es.

-No sé, soy lo que soy.

-No me está entendiendo.

-¡Je! Usted no se sabe explicar.

-Quiero decir... A ver, no sé cómo… ¿Usted respeta a otras personas?

-Si me respetan a mí, sí.

-Bien, encontré el modo. ¿Cómo quiere que lo respeten?

-Que me traten bien, con educación, con cortesía.

-A eso me refiero, por eso hablaba del respeto hacia uno mismo. ¿Usted, Herminio, se trata bien?

-Y sí.

-¿De verdad?

-Sí.

-¿Qué es tratarse bien?

-No sé, yo hablo de tratar bien a otra persona con educación, sin insultarla. Eso es tratarla bien, con respeto. A mí mismo no me iba a insultar, o sea, que me parece poco lógico lo que me dice.

-Si usted tiene un amigo que sabe que le hace mal la bebida, ¿le daría de beber?

-Y no.

-¿Por qué?

-Porque lo respetaría.

-Haga de cuenta que usted cuando se mira al espejo se está hablando a sí mismo y usted ve que tiene una dependencia, ¿a esa imagen del espejo le daría de beber?

-Y no, porque le estaría haciendo daño.

-Y ya me respondió. Si usted se respeta, usted no tomaría.

-¡Ah, ah! Ahora entendí, ahora entendí. O sea, que si yo me quiero me tengo que cuidar.

-Exacto. Me costó hacérselo entender. Pero sí.

-Y aquí, en... Lo que pasa que no quiero estar en otro país, o sea, que aquí en Plena puede haber centros de esos blandos, pero me gustaría probar de internarme aunque sea un poquito de tiempo en Arrebedo.

-Está bien, hablaré con el doctor Gálvez para que hable con quien lo recomendó, el doctor Soladi. Y seguramente Soladi le va a recomendar un par de centros de internación. Porque así por las suyas no va a salir, por más voluntad que tenga. -Me encogí de hombros.

-Yo pruebo. Si veo que después no me gusta me voy. Pero no me gusta que me engañen. Le voy a decir al doctor Soladi, no quiero un centro que me aten o que me tengan y que no me dejen salir, o que me quieran declarar insano y que me internen como si estuviera loco. No quiero que me traicionen.

-No -me dijo el analista Octavio-, se trata de hablar y de acordar.

-Si es así está bien. Hable con Gálvez, que hable él con Soladi, y después cuando vuelva a Arrebedo, que la semana que viene ya vuelvo, a ver, que Soladi hable y no me mienta.

 

Nos estrechamos la mano y le dije que iba a probar, pero yo no prometo nada. Honestamente, no prometo nada.