Índice

Psicoauditación - Beto

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 09/01/2021

Sesión 26/01/2021


Sesión 09/01/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Beto

La entidad relata una vida en Gaela, donde componía música y letra, letra antigua coloquial. Estaba muy en desventaja respecto a otros, pero se decidió a competir.

Sesión en MP3 (3.798 KB)

 

Entidad: Siempre me gustó la música. Recuerdo que vivía en el nuevo continente, en un país central, pero me interesaba el lenguaje coloquial de Plena, por lo cual a mis veinticinco años me trasladé allí, al sur del continente.

Y estudiaba, estudiaba, estudiaba el leguaje coloquial de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Había palabras inentendibles pero que los mayores en Plena las conocían perfectamente. Y me gustaba mucho tocar la guitarra.

 

Habían salido en el viejo continente, incluso en Beta, guitarras eléctricas, pero el ruido me hacía mal a los oídos, yo tocaba la guitarra común, la que emitía sonido por el propio eco de la caja. Y me había anotado en varios teatros donde hacían torneos de poemas, versos, prosa acompañados por música, algo nuevo, algo distinto.

 

La gente estaba acostumbrada al cine, al teatro, obviamente a los lugares de baile, pero esto era algo nuevo y por alguna razón inexplicable atraía y los teatros se llenaban de gente para beneficio de los organizadores.

 

Recuerdo que conocí un grupo de gente muy buena, un tal Jorge Clayton, que era una persona de mucho dinero. Se cruzó conmigo y me dice:

-¿Vos sos Tonio Lepera?

-Sí, mi nombre es Tonio Lepera. -Se presentó como Jorge Clayton.

-Es raro lo que haces, una música con poemas de lenguaje coloquial.

-Soy compositor coloquial, el tema es que no todos conocen, y menos los jóvenes, el lenguaje coloquial antiguo.

-Y te vas a encontrar con poetas de primer nivel. De todas maneras voy a invitar a todos mis amigos.

 

 Recuerdo que antes de la función me invitaron a tomar algo, estaba Clayton con su novia, Ana María, estaba Nándor Ferenc, Hernán, otro joven llamado Pocho y varios más. Otra chica llamada Betty.

Y me dijeron:

-Suerte. Pero primero actuará uno de los mejores en poesía, un tal René Delón. -Me encogí de hombros.

-Que el haga lo suyo, yo haré lo mío.

 

René Delón subió al escenario. Yo estaba al costado, en un palco con el resto de los competidores. Su tema se llamaba "Amor mutuo y egoísmo ciego. Hijo ajeno". Lo acompañaba un piano y él hablaba.

 

Cuando yo miro tus ojos fijamente con fervor

con ellos mi alma mojo con el zumo del amor.

un amor tan lindo y puro que por más que otros intenten poner entre nos un muro, no apagarán el querer latente.

Tenemos un enemigo peor que enfurecido potro

y ahora yo te lo digo, el egoísmo del otros.

Muchas veces yo lo pienso

¿qué ganan con terminar un cariño tan inmenso que volvería a germinar?

nada ni nadie en el mundo nos logrará separar

pues no hay abismo profundo si el corazón sabe amar.

Un cariño como el nuestro no se acaba sino más

y ante el egoísmo vuestro todavía crece más

y no alcanzo a comprender la actitud de los demás

es imposible entender por qué no viven en paz.

Nos molestan a nosotros no nos dejan respirar

también persiguen a otros, nada bueno hay de esperar.

Lo mejor es ignorar ese tremendo egoísmo

nada nos va a separar ni aún un terrible sismo.

Podremos vivir unidos, felices y sin dolor.

en nuestro pecho hará nido un modesto y puro amor.

Y si surgieran problemas difíciles de resolver

saldríamos del dilema con paciencia y con querer.

Nada más hay por decir

espero que se realice el sueño de convivir.

Y que seamos felices.

 

Muchas gracias.

Resonó un fuerte aplauso en la sala, un fuerte fuerte aplauso.

 

Me tocaba a mí, pero le hicieron pasar a otro, a un tal Vargas que venía del país vecino, de la cordillera. Presentó el tema "Qué tarde que he llegado". Acompañado por violines.

 

Amada, qué destino, Dios sabe que he pecado

al ver por un momento la luz de tu querer

violar el mandamiento que Dios ha proclamado

qué horrible pesadilla, qué horrible padecer.

Supremo mandamiento que todos respetamos

qué muro intransitable nos quiere aprisionar

ser hombres sin pecados y ser lo que soñamos, perdidos en las tinieblas borrosas del ayer

qué horrible padecer.

Yo he sido un amargado sin sueños ni alegría

la vida me ha quitado la luz que inundaría con su bello reflejo mis sobras del ayer

y hoy sé que mi pecado fue sólo ambicionarte, qué tarde he llegado, qué tarde

para darte con todo el sentimiento, la luz de mi querer.

Qué lindo hubiera sido que todo nos uniera

sin nada que empañara la luz de nuestro amor

si el mundo indiferente mestena comprendiera

que horrible torbellino me envuelve su amor.

Qué cosas que pretendo con tal de no perderte

qué cosas, vida mía, que me perdone Dios

me iré sufriendo solo la angustia de no verte

llevando tu recuerdo conmigo hasta morir.

 

Un aplauso más fuerte que el anterior.

 

En primera fila estaba Clayton con sus amigos, miraban para el palco, me hacen señal de aprobación y con el dedo pulgar levantado que no pierda la fe, que no pierda la esperanza.

 

Pero yo sabía que fe y esperanza no son reales, lo real es la confianza. Es cierto que es un tema muy difícil triunfar con composición coloquial.

 

Subí al escenario, me puse la correa de la guitarra al hombro, empecé a puntear una música del interior de Plena y comencé:

 

No te hagás la mina rara, que te tengo bien junada, ¡je!

si pareces más rayada que una gran y enorme calecita

sacudite mascarita, no me vendás la novela

que yo no tengo la vela pa que te hagas la fiestita.

No te me hagas la fruncida, que te saqué en un momento

dejáte ya de lamentos y de decir más pavadas, ¡je!

descubrí el juego de entrada.

No jodás haciendo el cuento pues una vez estés adentro, ¡ja, ja, ja!, vas a pedir por mamita.

No vengás con fulerías, a mí batíme la justa

los embrollos no me asustan, yo no caigo al primer vuelo

quitáte pebeta el velo, mostrá la jeta de frente

no te me hagás la inocente, que andás revoleando el pelo.

 

Me quedé tieso, duro, la gente en silencio.

En primera fila Clayton y sus amigos empezaron a aplaudir y los demás tímidamente empezaron a aplaudir hasta que finalmente fue un estruendo el teatro. Me pidieron "Otra otra otra", le tocaba a otro poeta.

Y habló el otro poeta:

-Mi tema es "Dos extraños". -Otra vez fui al palco.

 

Solo somos dos extraños que se encuentran por azar

aprendimos a hacer daño y creíamos amar

tú y yo nos equivocamos viviendo esa relación

sí fue mucho lo que amamos fue más error que pasión.

Por eso nos separamos en aquella madrugada

y si algo juntos soñamos, hoy de eso no queda nada

te fuiste y quedó un vacío en mi oscura y triste pieza

perdí algo que era mío, me quedé sin tu fidieza.

¿Cómo estás?, me preguntás en ese encuentro casual

sufriendo, pues me dejaste, pensé, sintiéndome mal

entramos en aquel bar, fue allí que nos despedimos

y jamás pude borrar los momentos que vivimos.

Conversamos como amigos de temas más bien triviales

y pensar que yo contigo desbordé amor a raudales

ahora te marchas de nuevo igual que pasó hace dos años

en nosotros ya no hay fuego, solo somos dos extraños.

 

La gente aplaudió tremendamente.

 

Yo me tomaba la cabeza, eran eximios poetas, eximios poetas acompañados por violín, por piano, por contrabajo. Y yo con mi guitarra.

 

Pedían de vuelta "Lepera Lepera". El mánager me dio la orden de que vaya de vuelta al escenario.

Me aplaudieron a rabiar. ¡Pero si no entendían lo coloquial!

El tema se llamaba "Sos una mina sonata". Comencé a tocar:

 

Vení, Vení, no escapés

que para vos también tengo

yo te bato porque vengo

así que no te gastés.

¡Je! No hagás el fato al revés que te tengo bien manchada

sos una mina sonada y tenés prontor de tres

yo te canto las cuarenta o sino la veinte en copas

tenés montones de ropa perdidos en el ropero

también tenés un trasero con el que forjás tu gloria

si vos tenés más historia que el serrucho de carpintero.

 

Otra vez la gente como tildada, mirando.

 

Clayton y los amigos aplaudiendo y los demás de a poco se fueron contagiando. Hasta que otra vez fue un estruendo de aplausos: "Lepera Lepera Lepera". Yo digo, ¿cómo pueden entender lo coloquial, cómo pueden entender lo coloquial?

 

Tuvimos un intervalo, fuimos a tomar algo. La mayoría de los amigos de Clayton no entendía.

-Me tienes que explicar -dijo Nándor Ferenc-, qué significa cada una de las palabras que no entendí.

-Me llevó años entenderlas.

Clayton dijo:

-Yo las entendí. Muy bueno.

Me encogí de hombros y le dije:

-Seguramente van a ganar los otros competidores, los poemas son extraordinarios.

Jorge Clayton me dijo:

-Tonio, lo tuyo es distinto, es nuevo.

-¡Je, je! ¿Nuevo?, tiene setenta años el lenguaje coloquial, es nuevo para esta época, en los años setenta casi llegando a los ochenta. ¡Je, je!

-No, es nuevo.

 

Vino un joven del norte cuando terminó el intervalo.

 

A la ardiente escena tu piel tibia y húmeda absorbe mis besos

tu manos tan tersas acarician mi cuello

el viento templado levemente sopla

y a la ardiente escena le pone su sello.

Tu boca jadeante me busca en la sobra

tu fino cabello esparcido en la almohada

tu voz en susurros despacio me nombra

fuera de nosotros ya no queda nada.

Tu rostro tan suave se pega a mi cara

tus mojados labios recorren mi pecho

y siento que tiemblas como frágil vara

tendida a mi lado en el firme lecho.

Somos dos actores haciendo una escena

fingimos querernos con amor ardiente

Todo ya termina, vuelve la condena

de la realidad de este gris presente.

 

Impresionantes los aplausos, impresionantes.

 

Le tocó a una persona de Ciudad del Plata, un local.

-Lo mío es pequeño -dijo-. Es corto, espero les guste. Se llama "Sabré". Un pequeño piano lo acompañó.

 

Sabré al final si te quiero

si es tan grande mi amor

si me lleno de dolor al saber que no me amas

o si no hago ningún drama y no extraño tu calor.

 

La gente esperaba más, por eso no aplaudió. Vio que él terminó y empezaron a aplaudir.

Me tocaba a mí. No, le tocaba al que había ganado el torneo del año pasado, uno que se llamaba Laceras: "Tu pobre mentira".

 

Respiraste jadeante y vencida

vibrando en mis brazos la primera vez

en instantes entraste a mi vida

cambiando mis sueños por tu candidez.

Me dijiste palabras hermosas

dando a mis oídos música de amor

te adoré sabiamente cual diosa

ofrendando a tu cuerpo todo mi calor.

Concluimos así esa partida

y juntos vivimos la felicidad

más mi alma quedó confundida

¡je!, tu pobre mentira mató mi verdad.

 

Un tremendo estruendo al favorito.

 

Y ahora sí, para cerrar me tocaba a mí. Estaba más nervioso que nunca.

Clayton, de la primera fila me hacía gestos cerrando el puño, como diciendo 'Fuerza'.

-El tema es "Sos una mina completa". -Empecé con los rasgueos de mi guitarra.

 

No me tomés por un logi si me callo los reproches

yo sé que salís de noche a barearte por la ruta.

Si hasta salís con la yuta con tal de pasear en coche

te has venido tan abajo que tenés por techo el piso.

Te vieron con un petiso en un carro de novela

que otro te tenga la vela yo me rajo sin aviso.

¡Je! Y encima tocas el piano, pobre aprendiz de mechera

hasta sos patín sin cera, todos te hacen la boleta

tocás tan bien la trompeta que sos vos la orquesta entera.

 

Esta vez sí aplaudieron todos al unísono.

 

No gané, ganó el joven de Plena. Salí desconsolado y dije:

-Yo sabía que lo mío no iba a pegar, a mí me gusta mucho la música, pero lo coloquial no es para esta época.

-Espera, espera -me dijo Clayton.

Su novia, Ana María, dice:

-Algunas frases se me escapan, pero algo entiendo de lo que me enseñó mi novio. Pero lo tuyo es distinto, lo tuyo es distinto, Tonio.

 

El tema fue al día siguiente. En dos o tres diarios, en la sección de espectáculos decía: "La revelación de la noche, Tonio Lepera, ganador moral con composición coloquial". En uno de los diarios salía en la tapa recitando con mi guitarra, el ganador no figuraba. Me llamaron de tres radios para hacerme entrevistas. Estaba humilde, modesto.

 

Jorge Clayton dice:

-Ven a casa, te prestaré un buen traje. -Admiraba su cordialidad. El traje me quedaba pero como si fuera hecho a medida, yo era un poquito más gordo que Jorge Clayton.

Me dijo:

-No te preocupes, este no es mío, lo tenía de mi padre y lo tengo impecable.

-¿Tú padre vive?

-Sí, sí, pero es una persona tan creída que se compra trajes cada seis meses.

-Gracias por el préstamo.

-No, quédatelo. -Me dio también una camisa y una corbata y me acompañó a las radios. Al poco tiempo me contrataban de distintos teatros.

Pero me decían:

-Señor Lepera, solamente queremos poemas coloquiales, con esa letra coloquial de Plena. -No lo podía creer, no lo podía creer.

-¿Y cuánto me darán? -Me extendieron un cheque con una cifra que en mi vida había ganado. ¿Esto es mensual?

-No, esto es por participación en la radio, puedes venir todas las semanas.

En la segunda lo mismo. En la tercera radio lo mismo.

 

Clayton me dijo:

-No firmes contrato de exclusividad porque no te dejarán participar en las otras radios. -Así que lo que ganaba en un mes no lo había ganado en un año.

-Gracias por el apoyo -le dije a Jorge Clayton-. Me encanta la música, me encantan los poemas. Ahora, estos poemas coloquiales no tengo más, tendré que... tendré que volver a componer.

-¿Y te resulta difícil?

-No.

-Pues manos a la obra. ¿Tienes un lugar donde componer?

-Tengo una pequeña alcoba, pero tengo vecinos ruidosos.

-Quédate tranquilo, yo te conseguiré un lugar.

-Está bien que gané plata, pero no tengo para alquilar.

-No no no, déjalo en mis manos.

 

Y me di cuenta de que Jorge Clayton era más que magnánimo, era una persona inusual, rara, carente de egoísmos, alegrándose con el triunfo del otro.

Esto fue bueno porque hasta ese momento había tenido tantos..., lo que vosotros llamáis engramas, por fracasos, por idas y vueltas. En mi país era un ilustre desconocido, tuve que venir a Plena, al sur del continente nuevo para poder triunfar.

 

Jorge Clayton me dijo:

-Querido Tonio Lepera, el merito es absolutamente tuyo. Estuviste años no viviendo en Plena, estudiando nuestro lenguaje antiguo, el coloquial, y a la gente le cayó bien. En el teatro cuando participaste saliste segundo, pero al día siguiente los periodistas que estaban en el teatro te han hecho una tremenda propaganda, y ahora estarás en tres radios.

-¡Vaya! ¡Vaya!

 

Nos abrazamos. Y es como que parte de mis engramas se fueron disolviendo.

Además, donde vivía antes se escuchaban gritos y había gente mal encarada, vivía en la zona sur, una zona que había habido varios robos, y me sentía muy angustiado. Ahora me había trasladado a un lugar más céntrico.

 

Clayton me dejó su teléfono y me dijo:

-Me llamas cuando quieres.

-¡Pero yo no tengo línea!

-Mañana te instalan una línea.

-¡Tan rápido!, sé que demoran meses.

-No conmigo, tengo contactos.

De nuevo me abracé con Clayton y le dije:

-Será mérito mío, pero el empuje fue tuyo. Gracias por todo.

 

 


Sesión 26/01/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Beto

Aprovechó que su amigo estaba disponible para comentarle por qué acortó la actuación en el escenario: Tenía miedo. Y otras cosas le afectaban en su interior.

Sesión en MP3 (3.899 KB)

 

Entidad: Recuerdo que esa tarde me invitaron los demás jóvenes al bar a tomar algo, un grupo bastante grande. Se encontraba Hernán, se encontraba Jorge, se encontraba Ferenc, Alberto y otros más. Y había una joven que me interesaba, Ana, que era prima de Hernán.

Recuerdo que Jorge me felicitó, me dijo:

-La pegaste -le digo.

-¿He triunfado?

-Absolutamente. No pensábamos que eras un compositor distinto tan impresionante en el lenguaje coloquial, y te acompañas bien con la guitarra. Pero hoy noté que terminaste antes, es como que todavía te faltaba un tema.

Lo miré a Jorge Clayton y le dije:

-Me sentí como hacía mucho que no me sentía.

-Explícate.

-Claro, me sentía ansioso, como con miedo escénico.

Habló Hernán:

-¿Miedo escénico? Pero esos versos, como diría..., tan agresivos a nivel coloquial hablan de un patrón de carácter fuerte.

-Los versos son impostados -expliqué.

-¿Cómo?

-Claro, en el escenario estoy actuando, y entonces cuando actúo es como que no soy yo. Pero ese verdadero yo mío me está afectando de nuevo.

-Continúa -pidió Jorge.

-Claro. Es como que en mi vida personal esto lo oculto siempre, estoy muy ansioso por cualquier cosa. De repente tengo un proyecto, aunque sea lindo, y espero que llegue el momento y me desespero al punto tal de descomponerme.

-¿Descomponerte, cómo? -preguntó Jorge.

-Claro, me siento como débil, como mareado. O de repente estoy con una especie de ataque de pánico, como que me siento con una sensación de muerte, como que estoy al límite de la paranoia.

Jorge me dijo:

-Tonio, a ver, en el escenario no se te notaba.

-Aguanté hasta el último momento pero tuve que suspender antes de la última pieza del último tema. Voy a rescindir el contrato, no puedo más hacer eso.

Jorge me miró y me dijo:

-Es una pena porque a la gente le encantaba, pero obviamente tienes que cuidar tu salud mental.

Hernán objetó:

-No quiero inmiscuirme, Jorge, pero hablas de salud mental y Tonio Lepera está bien.

Lo miré a Hernán y le dije:

-No, no estoy bien. Aquí con ustedes me siento relajado, no me presionan, no tengo que impostar, soy quien soy y punto.

Ana me dijo:

-Mira, Tonio, yo te conocí hace poco, pero pareces ser una buena persona.

-He tenido mis cosas, he salido con una joven, hace como tres años atrás, y bueno, he cometido errores.

-¿Qué errores? -preguntó Ana.

-Errores personales. -Y no comenté más nada. Terminamos de tomar algo y comimos una pequeña picada y nos marchamos.

Jorge me dijo:

-Hoy no vino Ana María, así que estoy con todo el tiempo que quieras. ¿Te llevo con el coche? -Asentí con la cabeza-. Entiendo que te daría como pudor hablar con Ana. Pero coméntame a mí, Tonio, si no te molesta, de qué error hablas.

-Hace años salí con una joven y ella estaba, supongo, que enamorada de mí.

-¿Y vos?

-Y a mí me gustaba, yo me sentía cómodo, pero sentía como que me presionaba.

-¿En qué sentido, Tonio?

-¡Je! "Hace rato que salimos, no hablas de compromiso, no sé si soy tu novia o solo una amiga que de vez en cuando intimamos".

-Bueno -exclamó Jorge-, no hay un tiempo para comprometerse, eso depende de cada uno. Yo la conocí a Ana María y es como que de entrada sentí como que éramos afines, pero muy afines muy afines, muy pero muy al extremo afines, pero muy. -Lo miré a Jorge y me dijo-: No te estoy exagerando.

Le respondí:

-Yo entiendo lo que quieres decir, como que de entrada tuviste un enamoramiento y después surgió el amor.

-Sí -respondió Clayton-, pero casi instantáneo.

-En mi caso no fue así -argumenté.

-Te entiendo -dijo Jorge-, porque el amor no se fuerza. Pero no veo dónde está el error, ¿la engañaste?

-¡No!

-¿Le dijiste que la amabas y después postergabas el compromiso?

-Tampoco. Le dije que nos sentíamos bien, y nada más.

-¿Entonces?

-Entonces quedó embarazada y me cogió un ataque de pánico, pero un ataque de pánico mal, peor que en el escenario. No le dije nada, hice una mueca de sonrisa y nada más. Y cuando llegué a casa no podía dormir, incluso lloré de la desesperación.

-¿Tanto?

-Tanto, Jorge, tanto. Me había cogido taquicardia, me tomaba el pulso, tenía ciento diez latidos por minuto y sentía que me faltaba el aire, que no podía respirar.

-¿Y al día siguiente?

-Al día siguiente la vi y le dije que me sentía mal. Y me molestó porqué hizo rol de víctima:

            -¿Entonces no me quieres?

            Le dije:

            -No pasa por ti, pasa por mí, es algo para lo que no estaba preparado.

-¿Y qué pasó?

-Me dijo:

            -Pero no me quieres.

            Le dije:

            -Pero no me presiones por favor, no me presiones, en este momento estoy descompuesto, si me paro del asiento me caigo, estoy mareado. De vuelta, tengo taquicardia, anoche no pude dormir.

Y me respondió:

            -No me quieres, y no te quieres hacer responsable.

-Me sacó de quicio. Le dije:

            -¿Es que no entiendes, es que eres necia?, es que no pasa por ti y no pasa por quererme escapar de ningún compromiso, pasa que estoy descompuesto del pánico, pasa por que estoy al límite de la paranoia.

-¿Qué te respondió?

            -Me lo hago sacar.

Jorge dijo:

-O sea, habló de hacerse un aborto.

-Sí.

-¿Qué le respondiste?

-Nada, me encogí de hombros. En ese momento no razonaba, en ese momento no pensaba. En ese momento me sentía mal, estaba descompuesto, no tenía la capacidad de razonamiento. Yo pienso que tú sí me puedes entender Jorge. A ver, no estaba escapando de nada, la situación me superaba.

-¿Qué pasó después de eso?

-La llamé varias veces por teléfono y no me atendía. Una vez me atendió la madre y me cortó el teléfono. Después me enteré de que había ido con un profesional y se había hecho suspender el embarazo.

-¿Y después, cuando la viste, qué?

-Es que después no la vi más. Fui hasta la casa, de verdad que fui hasta la casa, me atendió la madre, me dijo que se había ido a casa de una tía, que no soportaba vivir ahí y que no me iba a dar la dirección. Y que yo era un monstruo. Le expliqué: "Señora, pero yo me siento...", y me cerró la puerta en la cara, no me dejó hablar. Me sentí mortificado y me sentí molesto. ¿Y quieres que te cuente algo más cómico?: Me sentí como que yo era una víctima. Pero obviamente que no lo era, la víctima era ella, pero yo no era el malo de la película, yo no era el tipo que se abusó y que después se lavó las manos. La situación me superó, no sé cómo explicarlo mejor.

-Te entiendo.

-¿Me entiendes y me apoyas?

-Voy a ser sincero -dijo Jorge-. A ver, ¿qué es para vos apoyarte, que te dé la razón, que te diga está todo bien? No. Honestamente no está todo bien, pero tampoco eres el malo de la película.

-Entonces, ¿todo lo que pasó está bien, no cometí un error?

-Sí, lo cometiste, lo cometiste porque, ¿de dónde vino ese ataque de pánico?, porque la situación te superó

-¡Je, je! Pero Jorge, te estás burlando.

-No, no, ¿por qué la situación te superó? Vamos, Tonio, ¿por qué?

-Porque nunca había pasado por una cosa así.

-¿Por qué no te tomaste un tranquilizante y al día siguiente hablabas con esta chica y le decías...?

-Pero si es lo que hice, y ella no me escuchaba. Le dije cómo me sentía, que estaba con ataque de pánico, nunca dije: "No me voy a hacer cargo".

-No, lo dijiste con gestos, cuando ella te habló del aborto te encogiste de hombros.

-Estaba paralizado, Jorge, estaba paralizado. ¿De verdad que me entendés?, porque parece que no.

-Y después no te quiso atender el teléfono. ¿Pero cuánto tiempo pasó desde esa noche hasta que fue al médico a eso?

-Supongo que un par de semanas.

-¿Y la llamaste al día siguiente y al otro día y al otro día?

-No, pero no me imaginé que iba a tomar una decisión tan rápida sin consultarme.

-No será, Tonio, como que inconscientemente esperabas que ella lo decidiera por su cuenta y tú después pensaras "Bueno, yo no tuve nada que ver, yo no la forcé". -Hice un gesto encogiéndome de hombros.

-Tal vez. Por eso dije que me quedó como una especie de trauma. Pero no es por la única situación que me cogió pánico, donde vivía antes tenía un par de vecinos, eran dos hermanos, que... ¿Lo puedo contar en confianza?

-Estás conmigo -dijo Jorge.

-Parece que andaban en cosas raras.

-Explicáte, ¿qué son cosas raras?

-Como que vendían cosas ilegales, droga o algo así.

-Y te molestaba.

-En realidad, en realidad yo tenía un comportamiento egoísta.

-Explícalo, porque no te estoy entendiendo -pidió Jorge.

-Claro. A mí me importaba tres pepinos lo que hicieran y a quién le vendieran o la gente que viniera, no me importaba nada, era un problema de ellos.

-Entonces lo del ataque de pánico no lo entiendo.

-¡Uf! Tenía miedo de que vinieran maleantes, que vinieran delincuentes y quisieran también entrar a casa y robarme a mí, no sé, porque andaban en cosas raras. ¿Qué opinas?

Jorge me dijo:

-Sí, sí, eso es egoísta, porque no te importaba que le vendieran a gente que pudiera enfermar o morir sino que no te molestaran a ti.

-¿Me lo dices como reproche?

-No -dijo Jorge-, te digo lo que pienso. Me estás confesando algo y te doy mi opinión. Yo no puedo juzgarte, ¿por qué voy a juzgarte?, soy un ser humano, también he cometido errores.

-¿Qué errores has cometido, engañaste a alguien?

-No.

-¿Saliste con alguna niña que le has prometido un amor y después la has dejado?

-No, no. Jamás jugué con nadie en ese sentido. Es más, ayudé a cientos de personas.

-Y entonces por qué dices "Yo también he cometido errores".

-Bueno, una vez me maltrataron, tendría dieciséis, diecisiete años. Un señor que era amigo de un juez, y hubo un mal entendido y me dijo un insulto.

-¿Y lo has golpeado? -pregunté.

-¡No, cómo voy a golpear! No soy un salvaje, pero le dije de todo.

-Lo has insultado.

-No, no utilizo malas palabras. Le dije que era un necio. Bueno, si imbécil es una mala palabra, sí, le dije imbécil.

-Pero no has cometido un error -dije-, no te has dejado pasar por encima. Actuaste con dignidad porque el hombre se pensaba que era amigo de jueces y que podía hacer lo que quería, y como tú eras un chico y él era un hombre pensaba que podía insultarte. -Lo miré a Jorge y le dije-. Finalmente me mudé de esa casa y no quise saber más nada.

-¿No has hecho una llamada anónima a la policía para denunciarlos?

-No, la policía a las llamadas anónimas no las tiene en cuenta. Y yo no tenía pruebas.

-¿Y no serían cosas que estaba en tu cabeza y era gente que venía de visita?

-No. Uno se da cuenta del aspecto de la gente, cómo venían, cómo miraban para todos lados, como si... como si fueran a asaltar a alguien, miraban así sospechosamente. Uno se da cuenta. Pero no iba a hacer una llamada a mi nombre dando mi apellido; me llamaban a declarar, se enteraban ellos y después me veían tirado en el río. No, no, no tengo el espíritu de héroe.

Jorge me dijo:

-Mira, ya llegamos a tu casa.

-Sí, gracias por traerme.

-Tonio, no terminé. Mira, tengo un médico amigo.

-No quiero psicólogos ni nada por el estilo.

-No, no es un psicólogo, es un médico, puede medicarte y tratarte ese ataque de pánico que me cuentas, que te lleva al límite de la paranoia.

-Hay que ver cuánto cobra.

-Por eso no te preocupes, es amigo mío y me debe favores, te puede atender sin cargo.

-De todas maneras aunque me saque esta tremenda ansiedad que me embarga, no, no me interesa volver al teatro.

-¿Qué otra cosa sabes hacer?

-Bueno, desde joven trabajaba armando guitarras, pero sé que ahora las épocas cambian, hay otro tipo de música, se usa otro tipo de guitarra, de esas que se enchufan en la electricidad, y las guitarras viejas, estas que yo tengo, no, no...

-No te creas, no te creas, la música de nuestros mayores se sigue escuchando. Además, hay música que se llama coloquial, de distintos países, de Saeta por ejemplo, no usan esas guitarras nuevas, y tienes una música que te agrada, que te cae bien a tus oídos.

-Es que ahora no tengo un taller.

-Yo tengo varios lugares donde se puede montar un taller.

-¿Harías eso por mí Jorge?

-Tonio, es una tontería, un taller de esos se monta enseguida. Tengo incluso materia prima para que puedas hacer los trastes, para que puedas... Te puedo conseguir cuerdas especiales para armar las guitarras y las puedes vender a buen precio.

-Si son caras no me las va a comprar nadie.

-No, al revés, un buen precio le llamo a precio económico, y te las sacan de las manos. Y te juro que te quedaría ganancia. Y nadie te presionaría, serías tu propio dueño.

-¿Y tú qué ganas con eso, Jorge?

-¿Qué gano? Sentirme bien, gano. -Lo miré.

-Vaya que eres raro.

Jorge me dijo:

-¡Ah! Quisiera que hubiera tanta gente rara en el mundo...

-¿No me condenas por lo que te conté? -pregunté.

-Lo que pasó, pasó, qué puedo decirte. ¿Estás arrepentido?

-No sé si arrepentido, estoy molesto conmigo por lo que pasó con esa chica. Nunca más la vi. Ana me gusta, pero tengo miedo de meter la pata.

-¿En qué sentido?

-Bueno, ella no es de aquí, entiendo que es de Ámber, y no sé, por ahí se vuelve a su país y a mí de qué me sirve salir con alguien para que después se vaya.

-Hay una cosa que tienes que aprender, Tonio, no adelantarte a los acontecimientos.

-Es una lección a aprender.

 

Nos estrechamos las manos y fui a casa. Tenía mucho para pensar y una esperanza de poder ser mi propio patrón y trabajar en lo que me gustaba: construir guitarras. Y el día de mañana quizá algo más.

 

Gracias por escucharme.