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Psicoauditación - Evert H. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión del 06/07/2025 Gaela, Armand Basaldo
Sesión 06/07/2025 La entidad relata haber encarnado por primera vez en Gaela, un mundo gemelo a Sol III. Estudió e hizo amistades, que le llevaron a conocer a una excelente persona.
Entidad: Mi primera encarnación fue hace cien mil años en un mundo gemelo de La Tierra, a la cual llamamos Sol III. Gaela sólo se diferenciaba por los nombres de sus países.
Me crié en el viejo continente, en un país llamado Liziana cuya capital era Lizia, muy similar al país que en Sol III se llama Italia, cuya capital es Roma.
Si bien fui un chico, un niño al que de pequeño le gustaba jugar, tenía mucha imaginación, soñaba que iba a ser abogado o detective. A los quince años por un intercambio estudiantil, con una orden firmada por notario, mis padres me permitieron viajar a Plena, un país del nuevo continente similar a lo que en Sol III sería Argentina. La capital de Plena se llamaba Ciudad del Plata. Me asombraba de ver infinidad de transito, infinidad de avenidas.
Y finalmente cuando terminé mis estudios secundarios le pedí a mis padres de visitarlos una vez por año, había hecho muchísimos amigos en Ciudad del Plata. Mis padres me permitieron quedar. Hasta que finalmente a mis veinticuatro años, en 1970, conocí el club Hípico, lo más grandioso que pudiera haber conocido.
Estaba estudiando leyes con mi amigo de Plena, Sebastián Solís. (A propósito, mi nombre en esa encarnación era Armand Basaldo). Sebastián Solís estudiaba para abogado penalista y pensaba también, en forma independiente, trabajar como investigador privado. Mi anhelo era recibirme de fiscal en lo penal, me incomodaba mucho la delincuencia de los años setenta en prácticamente todo el mundo.
Pero había hecho muchos amigos en el club Hípico, era un lugar donde la mensualidad era carísima pero teníamos la suerte de que Sebastián Solís, mi gran amigo, era conocido de uno de los concurrentes, un joven algo tímido pero muy empático, muy agradable en su trato. De sobrenombre le decíamos Pocho. Su nombre verdadero era Paulino pero no le gustaba que lo llamaran así: "Preferiría que me digan Pocho", nos contaba. Y así quedó. Era un joven muy muy tímido con las chicas que iban al club Hípico.
Recuerdo que estábamos sentados los tres, con Sebastián y Pocho a una mesa, sentí en ese momento un aroma que invadía el lugar, una loción cara de Amarís. Amarís era un país equivalente al que en la Tierra es Francia. Me invadió un aroma a perfume y a tabaco rubio, nos dimos vuelta, un joven de traje que venía con una bandeja: -¿Qué os vais a servir? Recuerdo que Pocho rió, y dijo: -Bueno, para merendar un capuchino y dos croissants. -¿Y vosotros? Sebastián dijo: -Lo mismo. El camarero me miró a mí: -¿Tú qué te vas a servir? -Igual que ellos. -Enseguida estoy con vosotros.
Le dije a Pocho: -Qué elegante que es ese camarero. -Pocho sonrió-. ¿De qué te ríes? -Lo que pasa, querido Armand, que ese camarero no es un camarero, es el dueño del club Hípico. -Disculpa, ¿y cómo está sirviendo la mesa? -Porque el otro camarero está ocupado porque hoy vino mucha gente, también hay gente en los jardines. -¡Qué humilde! -No sólo humilde, es una excelente persona. -Y sonreí, tenía tanto por conocer...
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