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Psicoauditación - Guillermo G.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 16/09/2025 Sargón, Ergondo


Sesión 16/09/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Guillermo G.

Era sacerdote de la Orden religiosa y su mundo tenía una Reina y su imperio constaba de trescientos sistemas estelares. Se sentía despreciado por la Reina y por su consejera, que sólo pensaban en conquistar mundos para tener esclavos.

 

Sesión en MP3 (2.157 KB)

 

Entidad: Pertenecíamos a uno de los imperios más poderosos, la raza owab, pero no me sentía conforme, a diferencia de la consejera Saurana Dor, que no tenía apetitos de poder en el sentido de reemplazar a su reina Meurana.

 

Mi nombre es Ergondo, que junto con mi primo Lukarno éramos los sacerdotes de la Orden de Meurana, consejeros religiosos donde el gran Sol de nuestro mundo, el principal de los trescientos sistemas estelares conquistados, ese rey Sol era nuestro Dios. Pero teníamos preocupación, primero porque Saurana Dor la gran conquistadora de mundos puso en un aprieto a nuestra raza owab; una de las razas insectoides más poderosas de la galaxia.

¿Por qué en apuros? Porque tiempo atrás se encontró con una nave imperial diez veces más grande que la nuestra, que tenía varias capas de protección en su casco más el don de la invisibilidad, no se podía captar ni siquiera con visores infrarrojos para detectar calor de cuerpos o de motores, y esa misma nave hizo desaparecer a dos naves acompañantes del navío. ¿Desaparecer en dónde? En la nada. ¿Cómo? No lo sabemos. Y por primera vez la vimos dudando a nuestra gran reina Meurana, había un imperio más poderoso que nosotros.

 

Pero ahora había llegado una nueva preocupación, cuando Saurana visitó a un mundo conquistado por nosotros, todos los sistemas estelares conquistados a los humanoides de esos sistemas los teníamos como esclavos y poníamos un regente, o kurana, pero se encontró con un mundo desbastado. Un mundo desbastado donde no quedó ser vivo. Evidentemente estos seres se alimentaban de vegetales, habíamos escuchado comentarios sobre esa raza, se llamaba los harverster.

 

Bastante tiempo atrás había habido una historia que con el tiempo se hizo leyenda, los famosos langar que arrasaban mundos, como los insectos de nuestro mundo, los pequeñitos, los que tienen apenas una pulgada, y arrasaban con todos los campos y era difícil exterminarlos. Tenían nuestro mismo ADN, pero no eran conscientes, como los pequeñitos animalitos mamíferos de los mundos humanoides, sin conciencia.

 

Y un kurana llegó a traer un pequeño vídeo de esos harverster que habían acabado con uno de los mundos que nosotros habíamos conquistado, los owab.

Y le dije a Meurana:

-Mi reina, estos seres me hacen recordar a los supuestamente legendarios langar.

Habló con desprecio Saurana Dor, la consejera:

-¿Qué dices, Ergondo? Los langar fueron exterminados de la galaxia.

-¿Y si no fue así, consejera? -La reina me miró con gesto de desprecio.

-Dedícate a lo tuyo, escribe las crónicas del rey Sol nuestro Dios, no te metas en temas de batallas, de enemigos y otros seres, deja que se ocupe Saurana de ello. -Agaché la cabeza e hice una inclinación, y me fui.

 

Pero dentro mío me invadía el odio por el desprecio de la reina y por lo despectiva que se mostraba la consejera Saurana, se creía invencible por haber conquistado veinte sistemas estelares de los más de trescientos que tenemos en nuestro imperio. No éramos cualquier raza, éramos la raza insectoide owab, lo mejor. Pero éramos prácticos, los mundos que conquistábamos era para tener esclavos y para sacar riqueza de sus mundos. En cambio los harverster, los segadores, eliminaban todo. Y teníamos entendido que en el pasado arrasaron miles de mundos. ¿Quién nos garantizaba que no llegaran aquí? Pero por supuesto, nuestro armamento era cada día más perfeccionado, desde que Saurana Dor chocó con aquel navío gigante, con esas bombas que hacían desaparecer en el vacío a nuestras naves.

 

Hasta que finalmente llegó el día, una flota de cincuenta naves ya estaba a menos de cuatro días luz de nosotros.

-Saurana -ordenó la reina-, ve con otras ayudantes de consejo y vayan en veinte navíos imperiales y lleven treinta navíos más de escolta para interceptar a esos seres.

Me miró a mí, aproveché su mirada y le dije:

-Mi reina, no tengo dudas que son los segadores, los harverster, que intuyo que tienen que ser los langar que quedaron sobrevivientes y se han repuesto.

-Sean quien sean somos el gran imperio owab -dijo Meurana-. Saurana, ya partan a interceptar y destruyan todas las naves. No traten de comunicarse, blíndense, ahora tienen una segunda capa energética de rayo azul. Aunque ellos tuvieran bombas de protones como las nuestras no van a atravesar nuestra capa protectora. Al ataque.

 

De varios espaciopuertos del mundo central, mientras mi primo Lukarno y yo le orábamos al rey Sol, nuestro Dios, Saurana partía con la flota. Nos íbamos enterando por el ultravisor lumínico. Tuvimos algunas bajas en los navíos más pequeños, pero los navíos grandes ninguno fue golpeado y arrasamos por lo menos con la mitad de las naves invasoras harverster.

Las otras naves dieron media vuelta y la reina le ordenó a Saurana:

-¡Persíganlos! -Pero se marcharon a velocidad ultralumínica borrando su estela lumínica y no hubo manera de seguirlos.

 

Saurana vino vencedora:

-Mi reina, hemos perdido sólo dos navíos pequeños, ellos perdieron la mitad de su flota. Nadie puede con nosotros mi amada reina Meurana.

-Te felicito, mi estimada consejera Saurana Dor, y la mejor guerrera del imperio owab. Y vosotros dos -Me miró a mí-, ven Ergondo -Y a mi primo-, ven Lukarno, hoy tenéis un festín de comida con unos bichos de la tierra cocidos al carbón que va a ser apetitoso como recompensa por haber orado a nuestro Dios, quien fue el causante de que Saurana Dor ganara esta batalla. Pero cuidado, cuidado Ergondo, hoy comed, pero mañana seguid orando a nuestro señor Sol nuestro rey, nuestro Dios porque estos seres saben dónde estamos. Tú, Saurana, te quedarás, pero varias flotas pequeñas irán a nuestros sistemas estelares ya conquistados para darles más armamentos, esperaremos sesenta días, en ese lapso todas nuestras obreras, todas, van a trabajar en más armamentos y enviaran a todos los sistemas estelares conquistados para que estas bestias, los harverster, no vuelvan a invadir otros sistemas indefensos porque los hemos conquistado nosotros. Así que desde mañana poned todas vuestras garras a la obra.

Saurana dijo:

-Así se hará, mi amada reina. -Y nos miró a nosotros, a mí y a mi primo Lukarno-: Vosotros, hoy, como dijo la reina, comeréis bien, y mañana a primera hora seguiréis orando a ese rey que de noche se esconde para descansar y al amanecer sale de vuelta para iluminarnos. ¡Sí, somos los owab, nadie va a poder con nosotros! Mejoraremos los armamentos, mejoraremos la defensa y el día de mañana también venceremos a ese imperio que tiene naves invisibles. ¡Sí, lo haremos!