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Psicoauditación - Harvey

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 30/08/12

Sesión 29/11/12


Sesión 30/8/12
Médium: Jorge Raúl Olguín
Interlocutor: Karina
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Harvey.

Relató que vivió en un mundo muy adelantado pero que la religión cercenaba toda espiritualidad. Fue un científico que ayudó a mucha gente necesitada hasta que lo descubrieron. Manifestó que en la presente encarnación su misión es aprender y transmitir lo aprendido a aquellas personas que estén abiertas de criterio para poder luego aprender y aplicar esas enseñanzas a otros.

Sesión en MP3 (2.943 KB)

 

Interlocutor: Bienvenido...

 

Entidad: Muchísimas gracias hermana. Es un placer estar hablando contigo a través de este receptáculo que capta fielmente mi concepto.

 

Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?

 

Entidad: Me encuentro bien, con deseos de poder compartir contigo mis pensamientos, mi paquete conceptual de ideas, por así llamarlo. Antes de comentarte mis experiencias voy a comentar algo que quizá no haya sido dicho.

 

Interlocutor: Dime.

 

Entidad: Tú sabes que en esta galaxia hay millones de mundos habitados.

 

Interlocutor: Así es. A pesar de que no los hemos visto, es lo que suponemos.

 

Entidad: No toda la vida orgánica es igual a la de Sol III. Incluso hay inteligencias en unidades biológicas imposibles de comprender para lo que es la biología de vuestro mundo; organizaciones distintas, matemáticas distintas.

 

Interlocutor: ¿Has encarnado en uno de esos mundos?

 

Entidad: He encarnado en muchísimos mundos, donde he tenido experiencias extrañas para lo que sería Sol III. No es momento ahora de interiorizar en esas vivencias. Simplemente decir que lo que el ser humano de Sol III ha aprendido a veces es inaplicable para otros mundos. Tenemos sistemas binarios con los que podemos, o creemos poder, contactarnos con otros sistemas estelares, pero no es cierto que todo se maneje con el mismo patrón.

 

Interlocutor: ¿Cuál es el patrón que usaríamos?

 

Entidad: Mira, normalmente hay mundos que se manejan con el patrón del hidrógeno. A partir del hidrógeno se pueden contactar con otras civilizaciones y hay mundos que utilizan otro tipo de patrones, patrones matemáticos a través de la luz. Sería difícil de explicar incluso conceptualmente para que pueda ser decodificado y vuelto a codificar por este receptáculo.

 

Interlocutor: ¿Has tenido contacto con algún tipo de estos mecanismos que tú mencionas?

 

Entidad: Sí, totalmente, y te puedo decir que, así como vosotros tenéis ordenadores o computadoras, estas computadores tienen límites.

 

Interlocutor: ¿Qué tipo de límites?

 

Entidad: Los límites sois vosotros.

 

Interlocutor: Bien.

 

Entidad: ¿Por qué? Porque esos ordenadores van a procesar...

 

Interlocutor: La información que nosotros les damos.

 

Entidad: Y nada más que eso. Mientras no tengan una nueva información no van a poder procesar más nada que ello. Entonces, en otros mundos quizá -quizá para vosotros, seguro para mí- hay otro tipo de ordenadores a nivel cuántico que...

 

Interlocutor: ¿Sintetizan la información de otros mundos también?

 

Entidad: Claro. Y llevan tal información que pueden procesar tal capacidad de información en nanosegundos, que aquí con ordenadores de Sol III se tardarían horas. Y fíjate que tenemos superordenadores que se utilizan, incluso, para este juego llamado ajedrez o chess.

He tenido experiencias en un mundo de una raza muy similar al homo sapiens de Sol III, en un mundo muy, muy avanzado, absolutamente avanzado pero con una tremenda cultura religiosa.

 

Interlocutor: Dogmatismo, ¿podríamos decir?

 

Entidad: Claro, pero un dogmatismo que cercenaba la creencia de que hubiera vida en otros mundos.

 

Interlocutor: Entonces, podríamos cambiar la palabra "cultura religiosa" -porque la palabra cultura nos recuerda cosas buenas- por "dogmatismo religioso", ¿verdad?

 

Entidad: Totalmente. Fíjate, querida hermana, que teníamos desde el microscopio más potente, que podíamos ver más allá de un virus. Hasta un telescopio orbital, que podíamos ver las galaxias más lejanas.

 

Interlocutor: Y ese mundo que tú mencionas, ¿aún existe? ¿Aún hay vida en este mundo?

 

Entidad: Sí, aún hay vida en ese mundo y está, de acuerdo a medidas astronómicas, relativamente lejos, a diez mil años luz de este sistema estelar.

 

Interlocutor: ¿De qué sistema?

 

Entidad: Es un sistema que se llama Mao. Entonces, sus mundos serían Mao 1, Mao 2, Mao 3, y así sucesivamente. La estrella...

 

Interlocutor: ¿Es un sistema desconocido para nosotros aún?

 

Entidad: Claro, para vuestros aparatos, diez mil años luz es bastante distancia para captar planetas orbitales.

 

Interlocutor: ¿Hay alguna referencia, alguna constelación cercana que conozcamos para acercarnos a dilucidar cuál sería este lugar?

 

Entidad: Si tú dirigieras desde la Tierra un telescopio, la constelación de Orión. Pero no son estrellas conocidas las que rodean a nuestro sistema estelar porque la mayoría de las estrellas de la constelación de Orión están a menos de mil años luz y estamos hablando de diez mil años luz. No es una estrella que pueda captarse por un telescopio común. Aparte es una estrella amarilla, pequeña como vuestro Sol, y tiene catorce planetas. Si fueran los astrónomos terrestres diríais que solo tiene siete planetas y los demás serían llamados planetas enanos.

 

Interlocutor: Bien. Muy interesante.

 

Entidad: Por ejemplo, a Plutón lo sacaron de la categoría de planeta y, sin embargo, tiene media docena de satélites a su alrededor que todavía algunos no han sido descubiertos por telescopios de vuestro mundo.

 

Interlocutor: Es muy interesante lo que comentas. ¿Puedo hacerte una pregunta?

 

Entidad: Dime.

 

Interlocutor: Tú, como thetán, que puedes ver, percibir con un ángulo más amplio tus engramas en encarnaciones anteriores, en tu encarnación actual, ¿cuál dirías o crees que es tu misión en esta vida?

 

Entidad: Aprender y transmitir lo aprendido a aquellas personas que estén abiertas de criterio para poder luego aprender y aplicar esas enseñanzas a otros.

 

Interlocutor: ¿Qué sugerencia le harías a tú 10%, a tu parte encarnada, para que pueda, efectivamente, realizar este objetivo que tú mencionas?

 

Entidad: Principalmente que la paciencia, la perseverancia y la voluntad de no desanimarse si no todo el mundo -lo digo en un idioma mundano- habla su idioma, porque muchas personas -y esto también lo capta este receptáculo y tú, querida interlocutora, lo captas- hablan muy bonito, se expresan de forma muy interesante, pero la gran mayoría -y esto no es prejuicio, esto directamente es obvio porque uno lo percibe- lo hacen de manera automática como los niños que estudian de memoria en la escuela primaria. No es que no lo sientan pero no lo captan en profundidad. Es como que esa enseñanza les queda...

 

Interlocutor: No la terminaron de percibir en profundidad.

 

Entidad: ...les queda a flor de piel. Entonces, seguramente aplican muchas cosas bonitas y seguramente en sus vidas hacen cosas buenas pero ante la menor contrariedad es como que zozobran o que se ahogan porque no lo han profundizado. De todas maneras, quiero aclarar que, aun profundizando las enseñanzas, cuando tú pasas por una situación llamémosle grave, obviamente, por más clear que estés a nivel engrámico, por más que puedas tener sujetos tus roles del ego nada va a impedir que bajes tu escala tonal porque como dijo un excelso maestro: "El plano físico es un gigantesco agujero negro, es un pozo gravitatorio". Y en él estamos habitando, ya sea aquí en Sol III o en cualquier planeta del universo. Entonces, no se trata de impedir que bajemos de escala tonal porque aquí en Sol III somos seres humanos; se trata de -y aquí voy a utilizar una frase mística- resurgir de las cenizas. Mira, te doy un pequeño ejemplo en forma de anécdota.

 

Interlocutor: Bien.

 

Entidad: En aquel mundo tan avanzado pero tan atrapado religiosamente teníamos los mejores instrumentos de medición. No se trabajaba con dinero, se trabajaba con algo llamado crédito -que eso se utiliza en muchos mundos avanzados- y teníamos una vida muy cómoda, si se puede decir. Pero, como pasa en cada mundo, había megapolis, grandes ciudades que estaban aisladas del resto del planeta mediante cúpulas porque el mismo ser de ese mundo durante siglos había provocado un efecto invernadero y, si bien la atmósfera seguía siendo pura, estaba contaminada. Entonces, en las grandes ciudades había como una especie de cúpula donde se filtraba y éramos -me incluyo- tan egoístas que no nos preocupábamos de los habitantes de afuera de las mega ciudades.

En ese mundo -me da cierta tristeza evocarlo- yo era una especie de científico rebelde. Me llamaba Harni. Sentía que todo era muy bonito pero todo era muy artificial. Era artificial el amor, era artificial la propaganda religiosa, porque se hablaba de un dios.

La religión era monoteísta. Se hablaba del amor de ese dios pero se hablaba también de castigos. Eso me hace recordar a vosotros que conocéis mediante escritos al Eloah Jehová. Digamos que el dios que se representaba en ese mundo ultramoderno era muy similar al Eloah Jehová: "Adórenme o les castigaré de por vida".

 

Interlocutor: Un mundo lleno de tecnología pero una cultura basada en premios y castigos.

 

Entidad: Sí. Logré reunirme con un grupo de gente que traté bastante tiempo. El año de nuestro mundo era muy similar al año del planeta Tierra -aproximadamente 360 días- porque era muy similar la rotación y muy similar la revolución alrededor de la estrella. Tardé cerca de un año en ganarme la confianza de esa gente.

Había compuertas para irse de la ciudad. Todos nosotros éramos vigilados pero tú podías ir en pequeños vehículos aislados con una campana protectora para ir de una ciudad a la otra y a su vez yo tenía una especie de traje protector. Entonces aprovechaba cuando iba de una megaciudad a otra megaciudad y llevaba medicinas, llevaba alimentos, llevaba tecnología a esa gente que habitaba en ciudades expuestas. Esa gente era como una nueva civilización porque si bien eran espirituales no eran religiosos, creían en un Dios pero lo veían de otra manera, veían un Dios de misericordia, de amor, de filantropía, de crecimiento interno, y yo avalaba esa idea y no la que enseñaban en las megaciudades.

 

Interlocutor: ¿Y esa idea estuvo basada en algún hombre o mujer nacido en ese lugar?

 

Entidad: Había una pareja: el hombre se llamaba Exel y la mujer se llamaba Marga. Exel y Marga era una pareja de maestros que enseñaban. Muchas veces estuve hasta tentado de dejar la megaciudad e irme con ellos pero nosotros teníamos lo que aquí llamaríais "código de barras" en la muñeca, que era lo que te permitía pagar lo que tú comprabas pero a su vez era como una especie de escáner donde te podían localizar.

 

Interlocutor: Un sistema para controlarte.

 

Entidad: Totalmente. Había naves voladoras que atrapaban y directamente volatilizaban a los individuos de las megaciudades que se escapaban. No se metían con aquellos que vivían afuera porque no les interesaba pero los que estaban dentro y se escapaban eran penados de muerte. Iban con naves y donde lo veían, con un visor interno que tenía la nave, un ordenador, directamente mediante ese escáner que tenían en la muñeca iba un rayo y los volatilizaba.

 

Interlocutor: Los desintegraba. ¿Tú nunca lograste, o sí, escapar de esto?

 

Entidad: No. Pero sí, periódicamente, cada seis de vuestros meses, con la excusa de ir a otra megapolis, daba alimentos, medicinas.

Urden, que era un hombre mayor, sería el jefe de mi departamento de estudios, no era una persona tonta ni necia. Si bien él no vigilaba la carga que yo llevaba en mi vehículo él sabía lo que salía y lo que entraba y fue sumar uno más uno, dos. Un día me llamó a su departamento y me dijo que él sabía que desde hace años yo entregaba algo a la gente del exterior -como él los llamaba- y obviamente que no lo negué pero tuve la fortuna de que ese hombre era muy amplio de criterio, y si bien no compartía totalmente mis ideas, tenía un hijo de mi edad que sí lo compartía y me dijo: -Amenacé a mi hijo con denunciarlo y mi hijo ya no sale más de la ciudad a llevar eso, así que tú tampoco puedes hacerlo.

Yo ya tenía 45 de vuestros años y entendí que estaba atrapado, no podía hacer otra cosa. Pero me sentí satisfecho de que durante mucho tiempo pude ayudar a esa gente, a la que amé impersonalmente, a Exel, a Marga -que para mí eran maestros de Luz, como decís vosotros aquí en Sol III- y me sentí sanamente orgulloso de poder colaborar con esa gente.

 

Interlocutor: Entiendo.

 

Entidad: No tuve una pareja estable. Si bien en ese mundo no éramos polígamos a nivel de pareja de vez en cuando uno tenía una relación afectiva pero no tuve una pareja estable por una razón.

 

Interlocutor: ¿Cuál es?

 

Entidad: Las dos o tres parejas de las que me enamoré eran estrictamente religiosas y no hubiera podido convivir. Envidiaba sanamente a Exel, lo envidiaba sanamente.

 

Interlocutor: ¿Dentro de esa metrópolis encontraste otras personas que pensaran como tú?

 

Entidad: He encontrado pero no para tener una pareja estable.

 

Interlocutor: ¿Pudiste hacer amigos con los que compartieras pensamientos similares?

 

Entidad: El hijo del que sería mi jefe, ese sí. Yo no sabía que él compartía, me lo dijo su padre. Entonces, yo le busqué y le comenté, pero ya ni él ni yo podíamos salir más a ayudar a la gente del exterior.

 

Interlocutor: ¿Cuál consideras, en caso que lo tengas, que sería alguna lección a aprender pendiente?

 

Entidad: El no bajar nunca los brazos, el seguir intentando. Yo no sé si en ese mundo hubiera podido seguir intentando, creo que no, me hubieran volatilizado. Y voy a decir una frase muy terrenal: "Muertos no le servimos a nadie en el plano físico". En el plano físico venimos a ser útiles, y muertos no le servimos a nadie. Pero no desesperanzarnos; a veces no podemos y a veces podemos.

 

Interlocutor: Entiendes que mientras podamos, tratar de hacerlo.

 

Entidad: Sí, hermana, ese es el secreto. Te agradezco mucho, muchísimo el haberme permitido explayar, y desde mi plano 5 subnivel 1, toda la Luz para ti, toda la Luz para este receptáculo y su thetán Johnakan y toda la Luz para tu thetán Kar-El.

 

Interlocutor: Muchas gracias por estar aquí. Ha sido un placer. Te envío toda la Luz a ti y a tu 10%.

Hasta todo momento.

 


Sesión 29/11/12
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Harvey.

Fue en Umbro. Él era todo lo contrario que su hermano mellizo, que era duro, hosco. Cuando tuvo oportunidad aprendió lectura, escritura y música cuando en el entorno estaban sólo interesados en el arte de las armas. A pesar de su tranquilo carácter era tan hábil en esas artes como su hermano mellizo. Se ausentaron al pueblo y unos cuatreros arrasaron la hacienda acabando con su familia y los empleados y se llevaron el ganado. Salieron los dos a perseguir a los asaltantes.

Sesión en MP3 (3.068 KB)

 

Entidad: No siempre podemos explicar cómo nos formamos como seres humanos en cuanto a carácter, a personalidad, a forma de ser, gustos, apetencias, temores inconscientes.

 

Pasé muchos siglos en otro mundo. Crecí en una tierra muy hostil, diría yo. Me pusieron como nombre Ícono y tuve un hermano mellizo, Grimán. Como diríais vosotros aquí en la Tierra, éramos el día y la noche.

 

Crecí en esa tierra hosca como cualquier niño, jugando a ser guerrero con espadas de madera. De pequeño, igual que Grimán, cabalgábamos en hoyumans, practicábamos bastante tiempo en los juegos con espadas y me consideraba tan bueno como Grimán. Entonces, ¿por qué éramos el día y la noche? Por el carácter, y no tiene que ver la crianza ni los padres puesto que éramos mellizos. Seguramente tiene que ver con el espíritu que cada uno lleva en su interior, seguramente tiene que ver con eso. Tiene que ver con cómo elucubramos, cómo manejamos nuestros pensamientos.

 

Yo era más bien pasivo pero no pasivo en el sentido de como dice aquel gran Maestro que encarnó en la Tierra "Si os golpean poned la otra mejilla" porque eso también fue mal interpretado. Os aseguro que aquel gran Maestro no era de poner la otra mejilla dos veces, era pasivo en el sentido de que detestaba la guerra. Y si bien nosotros vivíamos al sur de la zona ecuatorial en una región bastante tranquila teníamos novedades de los correos que venían del norte, no sólo de las batallas sino de los saqueos, de poblados enteros incendiados y eso me ponía en muy mal estado mental. Grimán, por el contrario -y como dice otro excelso Maestro "El lenguaje es tan pobre…"- es como que se excitaba cuando escuchaba hablar de batallas. Es más, "Cuando crezca voy a ser un gran guerrero", comentaba.

 

-Y tú, Ícono, ¿qué deseas para ti?

-Deseo ser alguien que recorra caminos. Quiero conocer Umbro, quiero conocer este mundo, quiero vivir, conocer costumbres de la gente, aprender a leer, aprender a tocar algún instrumento musical que veo mucho en las obras de teatro allí en la plazoleta, cómo tocan un instrumento de cuerdas.

Grimán me miraba con rostro extrañado y decía:

-Es increíble. Somos hermanos mellizos y yo quiero ser guerrero y tú quieres ser trovador.

-No -le corregí-, no, no quiero ser trovador. Dije que me gustaría aprender a leer porque sé que en la zona ecuatorial hay muchos pergaminos de grandes sabios.

-¿Y tú qué sabes? -me interrumpió Grimán-. ¿Quién te lo ha dicho? El único que sabe todo es aquel que está más allá de las estrellas.

-Sí, Grimán -le respondí- pero hay sabios en la zona ecuatorial que lo interpretan a aquel que está más allá de las estrellas.

Me miró como burlón y me dijo:

-Ícono, ¿cómo un hombre puede interpretar el pensamiento de aquel que está más allá de las estrellas?

-Es cierto -contesté- tal vez no lo interprete, tal vez crea que lo interpreta pero a mí me bastaría.

 

Pasaron los amaneceres. Ayudábamos a padre con las tareas del campo, hacíamos trabajos pesados. Nuestros cuerpos se iban fortaleciendo pero sin embargo mi rostro demostraba como cierta armonía, como cierta paz. El rostro de Grimán era más duro, más hosco, más curtido. No puedo decir templado porque lo que se templa es el interior, no el exterior.

Recuerdo que una tarde padre se dirigió a nuestra madre y le dijo:

-Dira, es hora que hablemos.

Mamá Dira se extrañó y le dijo a nuestro padre:

-Uncar, ¿qué sucede?

-Mira a nuestros hijos. Mira a Ícono, mira a Grimán. ¿Qué notas?

-No entiendo, Uncar.

-Pero mira, Dira, mira su aspecto.

-Sí, lo veo a Grimán como más morrudo, con un físico más potente. Ícono lo veo más con un cuerpo más delgado pero no por eso menos fuerte.

-Sí, Dira, pero mira sus rostros. A Ícono le gusta la música, quiere aprender eso que se llama escritura. Tengo temor de que sea débil y que el día de mañana, cuando nosotros no estemos, cualquier asaltante de los caminos lo mate.

-Pero, Uncar, es cierto eso que dices que le gusta la música y le gusta eso de la escritura pero cuando practica con Grimán están a la par en la espada.

-Sí, es cierto Dira, pero no tiene el gesto fiero.

Y mamá Dira dijo sabiamente:

-Con el gesto fiero no se conquista ni se gana un combate, Uncar. Cientos de amaneceres has cultivado el campo, has cogido el arado. ¿Cuánto hace que no te veo coger una espada? Desde que eras joven, y eres un hombre de bien.

 

Padre se calmó. Siempre pensé como que Grimán era su favorito porque hablaba mucho tiempo con él y le contaba cuentos de batallas, no sé si reales o batallas inventadas en su mente. Le hablaba de conquistas de territorios, de lo que habían hecho los antiguos en Umbro y que en el norte todavía quedaban guerreros, verdaderos guerreros.

Yo no compartía eso. Hablaba con los distintos correos que venían del norte cabalgando amaneceres y amaneceres y contaban que había hordas que saqueaban aldeas, secuestraban mujeres. Eso no es algo de que estar orgulloso; al contrario, despreciaba ese tipo de actitudes.

 

Un día papá fue al poblado cercano y vino con una señora mayor -se comentaba que era viuda, era maestra de lectura- y le comentó que su hijo, Ícono, quería aprender la lectura y la escritura. La señora, muy educada, hizo una reverencia, siendo yo todavía un niño casi adolescente. Se presentó como Amira. Le dije: -Mi nombre es Ícono.

Y cada tarde tomaba clases con ella luego que terminaba de trabajar en el campo. Grimán decía que eso era perder el tiempo y mientras yo estudiaba él seguía practicando con la espada.

 

Y pasó el tiempo. Cuando cumplimos 20 de vuestros años -porque en Umbro la edad se mide distinta- sabía leer y escribir perfectamente. Y aquel que está más allá de las estrellas, al poco tiempo, se llevó a la maestra Amira.

Una tarde, algunos amaneceres después, terminamos de trabajar y fuimos al poblado a buscar unas provisiones. Grimán se burlaba jocosamente y me decía:

-Bueno, querido hermano, por lo menos no te has olvidado de cabalgar.

-Hermano Grimán -le decía yo-, la mayoría de los hoyumans que tenemos en el corral los he domado yo, no tú. Así que te aseguro que sé cabalgar.

-¿Ah, sí? Estamos cerca del poblado y el camino está llano. Hagamos una carrera.

Azuzamos nuestras cabalgaduras y partimos al galope. Llegamos casi juntos.

Pagamos con metales de cobre algunas provisiones y cuando volvíamos al trote miro el rostro de Grimán.

-¿Qué sucede?-Grimán movía su nariz-.

-¿No hueles nada?

-No. Sí, ahora sí, humo, como a quemado.

Nos miramos y los dos a la vez, como acto reflejo, golpeamos en las ancas a nuestros hoyumans y partimos al galope. Nuestro hogar estaba incendiado. Dejamos las cabalgaduras y corrimos. Allí, entre las cenizas, yacía el cuerpo de mamá Dira y de papá Uncar y de cinco de los trabajadores.

Uno de ellos todavía estaba con vida y le pregunté qué pasó.

-Joven Ícono, vinieron unos cuatreros y rompieron la puerta del corral y se llevaron los hoyumans. Entraron en la casa buscando metales y como no encontraron mataron sin piedad al señor Uncar y a la señora Dira.

 

El hombre murió en mis brazos. Me di vuelta y Grimán estaba arrodillado ante los cadáveres de nuestros padres. Su rostro no decía nada, un rostro imperturbable. No sé cuánto tiempo estuvo callado. Se paró y me dijo:

-Ícono, vamos a enterrarlos y luego ven conmigo. Vamos a seguir las huellas, alguien nos va a decir cómo eran, cuántos eran. Sé que se dirigieron hacia el norte por un camino distinto al que veníamos nosotros. Te juro que los encontraré y acabaré con ellos, uno por uno.

Mis lágrimas no dejaban que tuviera una clara visión.

-No es hora de llorar, Ícono.

Le respondí de mala manera:

-Tampoco es hora de tragarse la emoción. Hagamos paso por paso. Enterremos a mamá Dira y a papá Uncar y luego haremos lo que tú digas porque tenemos todo el tiempo por delante para hacerlo.

 

 

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