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Psicoauditación - José Sa.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 25/06/2021


Sesión 25/06/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de José Sa. (Altar-El)

La entidad relata una vida en Gaela, donde a causa de su trabajo llegó a enfermar de la parte pulmonar, y la ciencia no estaba tan adelantada como aquí, ahora. Comenta que la vida presente, en Sol III, tiene cierto paralelismo con aquella, que a la edad de hoy se siente cansado físicamente. Y que muchas veces trabajamos para no tener una recompensa. Aunque a pesar de todo, desea seguir sembrando amor.

 

Sesión en MP3 (2.484 KB)

 

Entidad: Qué puedo decir. Había una canción que se sigue escuchando que decía: "A partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida". Pero mi parte encarnada ya está por las siete décadas, y como thetán Altar-El, plano 3 subnivel 8, sé que mi parte física, mi 10% encarnado tiene muchísimos problemas. Y ¡oh, vaya paradoja!, hace milenios y milenios y milenios en un mundo similar a Sol III, Gaela, pasé por situaciones similares.

 

Mi nombre era sencillo, también José, José Pérez. De pequeño era un alumno intrascendente hasta que llegué al último grado de la primaria, era brillante.

Pensaréis "Bueno, esto significa que tuvo un buen pasar, un buen futuro". No. No no no no. Mi padre tenía un almacén de ramos generales y me hizo trabajar con él. No era lo que yo ansiaba.

Yo quería ser arquitecto, de pequeño tenía un montón de proyectos pero a padre le faltaba gente, y conmigo tenía mano de obra gratis. Al fin y al cabo era su hijo, me daba casa y comida.

Y terminé siendo almacenero. Aclaro que no desprecio ningún oficio, ninguna profesión porque el trabajo dignifica. Jamás tuve la menor duda de ello.

 

Me casé, tuve dos hijos, un varón y una niña. Mi padre falleció medianamente joven.

Cuando yo cumplí cuarenta años remodelé el almacén, lo mejoré, pero es como que el trabajo pesado, hablar con los mayoristas, pelear los precios me agotaron, no solamente física sino mentalmente. A veces iba al campo donde se levantaba mucha ventisca y aspiraba mucho polvo y... Los médicos presumen, los médicos no sé si siempre saben, pero presumen que eso me fue afectando a los pulmones, llegué a escupir saliva oscura. Me hicieron radiografías y veían que tenía algo malo.

 

Tenía un amigo, Héctor, más joven que yo, sesenta y cinco años. Me dijo:

-¿Por qué no vas a la fundación de Clayton?

Digo:

-¿Quién es Clayton?

-Es un joven, tendrá veinticinco años.

-¡Je, je, je! -Atiné a reírme. Le digo-: Perdón, ¿pero me estás hablando en serio, Héctor?, ¿un joven de veinticinco años una fundación? -Me explicó que tenía fortuna y bla, bla, bla. Le digo-: No, no es para mí. Viví toda la vida como almacenero, ¿te piensas que tengo plata para pagar una investigación?

-No pagas nada, es gratis.

-No te burles de mí, Héctor.

-José, no me estoy burlando de ti. -Me pasó la dirección.

-¡Pero esto es en la avenida Central, edificios impresionantes! Y me dices que no tengo que pagar nada.

-No. Dices lo que tienes.

 

A diferencia de mi padre yo no... -y disculpad el término, ¿eh?-, no esclavicé a mis hijos trabajando en el almacén, tenía empleados. Mi hijo y mi hija eran independientes, tenían su propia profesión.

Dejé a mis empleados y fui a la fundación, me apabulló el edificio impresionante. Una señorita me atendió en recepción:

-¿En qué le puedo ser útil?

-Un amigo, Héctor, me dio los datos, me dijo que esto es la fundación Clayton. Mi nombre es José Pérez. Me hicieron radiografías y me detectaron algo malo en los pulmones. -Me dio un formulario, me dijo que lo llene. Le dije-: Ya está. -Se lo entregué-. ¿Cuándo me van a llamar? O sea, ¿cuándo tendría que volver?

-No, señor Pérez, espere aquí, no más que en un rato lo llaman.

-Gracias. -Sorprendido. Pensé que me darían cita y después no me llamarían.

 

Me atendió un médico neumólogo y me hizo otro tipo de radiografías más modernas que en el hospital donde había ido. Me dio una medicación.

Me dijo:

-Pérez, esto es un paliativo, en los años setenta hemos avanzado bastante pero su caso es delicado, no le quiero dar falsa expectativas.

Lo miré al médico y le digo:

-No me puedo quejar, he tenido una buena vida.

-No, Pérez, no hable en pasado, me imagino que a fines del siglo XX a comienzos del siglo XXI habrá técnicas que podrán mejoran lo suyo, ya se está experimentando. En la misma fundación ya se hacen ecografías.

-¿Qué es eso? No entiendo.

-Claro, es en base a estudios de ultrasonido.

-¡Vaya!

-Sí, incluso se puede saber en las futuras mamás si el embarazo está adelantado, si el hijo va a ser niño o niña.

-¿Y no se me podría hacer una ecografía de los pulmones? -Me dio cita para cuarenta y ocho horas, tenía que ir en ayunas.

 

Y me hicieron una ecografía.

-¿Y, doctor?

El médico me dijo:

-Siga con estas medicaciones, pero hablaré con otros médicos y veremos su caso. -Me marché. Vi semejante edificio, semejantes instalaciones, semejantes aparatos... Yo digo "Bueno, pero aquí sales nuevo".

 

Pero claro, estamos en los años setenta del siglo XX, se ha avanzado mucho pero todavía no tanto. Les comenté a mis hijos a grandes rasgos.

 

Como thetán puedo decir que encarnamos en el plano físico para disfrutar de todos los sentidos pero con ellos viene aparejado también lo vulnerable de los seres humanos, de los seres encarnados, de las situaciones penosas que pasamos, de que trabajamos toda la vida para no tener una recompensa luego.

 

Mi amigo Héctor -el amigo de mi rol José Pérez-, me decía:

-Yo siempre fui un agradecido a la vida, a Dios, a todo.

 

En ese momento me sentí egoísta, me sentí envidioso quizás. Él tenía un trabajo mejor que el mío, su salud era bastante buena, lo habían operado de piedras en los riñones pero fue una operación sencilla. Es cierto que se retorcía de dolor pero lo mío era bastante bastante más grave.

Incluso le planteé al médico de una operación, y me dijo:

-No, no, porque lo que usted tiene... tiene posibilidades de extenderse en otros órganos. Es preferible -y me lo dijo con palabras comunes para que entienda, no en términos médicos-, es preferible no meter mano.

-¡Vaya! ¡Je, je!

 

Como thetán puedo decir que nunca hay que resignarse. Pero a veces el luchar, a veces el luchar cansa y uno tiende a bajar los brazos, a no seguir, a no insistir.

La ventaja que tiene mi rol actual, José, es que a diferencia de ese rol anterior de milenios atrás ya no estamos en los años setenta del siglo XX, estamos en los años veinte del siglo XXI, aquí en Sol III, donde la medicina es infinitamente superior a la de aquella vida. Hay otras tecnologías: resonancia nuclear magnética, tomografía computada, medicaciones más efectivas... Y no, no hay que perder la esperanza.

 

Pero es como que mi parte física está cansada, mucha fatiga. A veces el cuerpo de mi rol encarnado se siente como si hubiera caminado cien calles, le cuesta mantener el ritmo de respiración, y eso también le quita el apetito. Los benditos pulmones, esos fuelles que te dan oxígeno son los que me causan la fatiga.

Y aquí, en el plano suprafísico, me contacto con otras entidades de planos superiores pidiendo que le manden Luz a mi parte encarnada para que pueda remontar su problema de salud.

 

Nosotros, como seres suprafísicos, no nos cansamos ni física ni mentalmente, pero tenemos otro tipo de cansancio, el cansancio de muchas vidas, de luchas estériles... No no no, no me toméis por pesimista, por favor, no me toméis por pesimista, pero sé que las cosas cuestan, sé que las cosas cuestan.

 

Y así como en aquella vida de José Pérez he sembrado amor, espero en esta vida también haberlo sembrado. Y no no no no no, no quiero hablar en pasado, quiero hablar en presente. Pero no voy a pensar en el mañana, voy a pensar en el hoy, en el aquí, en el ahora y en tratar de hacer todo lo posible para seguir ayudándome, por lo menos mentalmente, porque físicamente me cuesta muchísimo. Y cada día me cuesta más, cada día me cuesta más.