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Psicoauditación - Kevin

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión del 07/03/2022

 


Sesión 07/03/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán Kevin

La entidad nació de manera complicada en Umbro, unos medicamentos le ayudaron a seguir con vida. Pero además le confirieron la facultad mental de influir positivamente en el bienestar de las personas.

 

Sesión en MP3 (3.108 KB)

 

 

Entidad: Mi nombre como thetán es Soma-El, plano 3 subnivel 9. Voy a relatar una vivencia en Umbro, un mundo salvaje donde tienes que estar alerta cada amanecer para seguir sobreviviendo. Lo sé por experiencia. Lo viví al nacer.

 

Mi madre tuvo un parto extremadamente complicado, su pareja la subió a una carreta y no sabía si ella y yo sobreviviríamos.

Tomó un camino desconocido y llegó a un valle donde muy poca gente había conocido. Cuatro mujeres mayores atendieron a mi madre y a mí, dijeron que durante el parto mi cabeza había quedado comprometida quizá por la estrechez de salida. Me dieron a beber una leche de hierbas, hierbas sanadoras. Estuve siete amaneceres entre la vida y la muerte hasta que finalmente esas hierbas sanaron mi interior.

 

Pero eso no es todo. El valle donde habíamos llegado era un lugar muy peculiar, prácticamente no se tenía acceso a no ser por ese camino estrecho, extraño donde la pareja de mi madre guió la carreta tirada por un hoyuman bastante viejo que apenas tuvo fuerzas para llegar. Murió al amanecer siguiente.

Y las ancianas del lugar dijeron:

-Fue designio de aquel que está más allá de las estrellas que vuestro equino pudiera traer la carreta hasta aquí con sus últimas fuerzas.

 

Mi madre mejoró provisoriamente, su pareja la cuidaba y me aceptó como a su hijo. De mi padre nunca supe nada pues varios meses antes se había marchado. Mi madre me puso de nombre Bastián.

Una de las ancianas le dijo a mi madre:

-Tu hijo es un elegido, no hubiera sobrevivido si de causalidad no hubieran encontrado este valle. Se ha alimentado con una leche especial de plantas sanadoras que de alguna manera ha mejorado todo su cuerpo. Pero eso no es todo; el hecho de que tuviera, debido al dificultoso parto, problemas en su cabeza, allí justamente es donde más fue eficaz ese jugo de plantas que bebió vuestro hijo Bastián. -La anciana le dijo a mi madre luego-: Hemos logrado salvar a tu hijo pero si bien tú también te has alimentado de esas plantas, has perdido mucha sangre, y ya tenías dentro tuyo una masa informe que prácticamente se alimenta de tu cuerpo.

 

Tanto mi madre como su pareja no entendían a qué se refería la anciana, obviamente hablaba de un tumor, un tumor que ni siquiera esas plantas sanadoras podían eliminar. Así que al año de vida madre nos dejó y me quedé con su pareja, que me crió como si fuera un hijo.

 

Recuerdo que a mis cinco años, padre se dedicó a beber y beber y beber. Yo era pequeño y no entendía porque bebía tanto.

Él me decía:

-Bastián, quizá no entiendas pero seguramente tu madre extrañaba a quien fue tu padre y yo fui su segunda opción. Y eso siempre lo supe y quizá nunca dejé de estar dolido por ello, pero apenas nos conocimos me enamoré de ella. Y siempre lamenté que haya elegido a tu padre. Aunque no tuvo otra opción, no la tuvo.

 

Recuerdo que una tarde se puso a llorar y me sentí incómodo, nunca había visto llorar a un adulto. Deseaba que en ese momento no estuviera triste y de repente se empezó a sentir bien, quizá no alegre pero sí calmo, con armonía.

Y me miró, diciéndome:

-Gracias. -Mas no entendí.

-¿Por qué me agradeces?

-Porque tú has deseado que yo estuviera bien.

-¿Puedes saber lo que pienso?

-No, claro que no, Bastián, pero no es la primera vez que lo haces.

Obviamente yo era un niño y le pregunté:

-Que hago, ¿qué?

-Que deseas algo. La vez pasada nos cruzamos con un hombre que era cojo en otro poblado y en voz alta decía: "Para qué me deja vivir aquel que está más allá de las estrellas". Recuerdo que tú me miraste y lo miraste al hombre. A los pocos segundos el hombre dijo: "Pero claro, cómo no me va a dejar vivir si yo amo a mi pasión, que es la carpintería y puedo trabajar sentado y hacer todo tipo de maravillas como carpintero". Y vendía mucho. Recuerdo que te pregunté, quizá tú no te acuerdes, Bastián, si habías deseado algo y tú me respondiste "Sí, que tuviera de nuevo ganas de vivir". -Fruncí el ceño y respondí:

-No me acuerdo.

-Y no, eras muy pequeño. Pero quizá ese jugo de plantas cuando recién habías nacido te modificó de alguna manera tu mente para que pudieras modificar las emociones de la gente.

 

Y fui creciendo y aprendí distintos tipos de tareas, carpintería, herrería, aprendí labranza, y si bien quien fuera la pareja de mi madre, la pareja de mi madre fuera una persona sin instrucción, tuvo el acierto en un poblado hacerme estudiar. Y cada tanto me decía:

-Bastián, si me ves triste, si me ves mal de ánimo deséame lo mejor, tu mente me sanará.

 

Y aprendí a leer, aprendí las cuentas y aprendí qué era la vida.

No podría decir que extrañaba a madre porque prácticamente era muy pequeño cuando ella se marchó con aquel que está más allá de las estrellas, tampoco a mi verdadero padre porque directamente no lo conocí.

Y la pareja de mi madre era un hombre callado, introvertido, llevaba una espada pero evitaba meterse en problemas. Y estuvo conmigo hasta que tuve doce años, lo mató la bebida. Se quejaba siempre de que su hígado lo iba a matar. Y así fue.

 

Y con mis doce años trabajé de ayudante del carpintero cojo, aquel que de mucho más pequeño le di ganas de vivir. Y aprendí bien el oficio y me quedé con él hasta mis dieciocho años.

 

Recuerdo que conocí a una joven, Elvira. Ella era hija de la maestra que me había enseñado. Pero no nos llevábamos bien, todo lo que yo afirmaba, para ella estaba mal.

-Al fin y al cabo, ¿qué eres?, un ayudante de carpintero. No tienes futuro.

 

Yo había aprendido que con mi mente podía modificar las emociones. Es más, podía incluso mejorar el organismo enfermo de las personas. No lo pude hacer con el hombre que me crió, pues su hígado estaba muy deteriorado por la bebida. Y con esta joven, la hija de quien fuera mi maestra, no quise modificar sus emociones con mi mente porque pensaría que si me aceptaba como su amigo lo haría de manera forzada, y yo necesitaba de alguna manera una amistad auténtica, que hasta ese momento salvo el carpintero cojo no había nadie más que me viera como un amigo.

 

A los dieciocho años sufrí una nueva pérdida, el carpintero falleció y dejó un papel escrito. Como no tenía ni familia ni hijos me dejó la carpintería.

Pero no quería quedarme en un poblado que no me traía buenos recuerdos. Me ofrecieron comprar la carpintería, y me dieron muy buenos metales por ella.

 

Me compré una nueva vestimenta, botas nuevas, y en la caballeriza elegí un buen hoyuman y me marché del poblado en busca de nuevos rumbos.