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Psicoauditación - Luís G.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 06/05/2021

Sesión del 24/06/2021


Sesión 06/05/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Luís G.

La entidad relata que en Gaela por su falta de tacto o por su poca cortesía alejaba los demás de él. Su hermana, más joven pero más madura, se esforzaba por hacerle entender que debía cambiar su manera de ser.

 

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Entidad: Muchos maestros de Luz dicen que para erradicar engramas tenemos que ir a la base. Y es lo que voy a hacer como thetán, voy a ir a mi primera vida, cien mil años atrás, en un mundo muy similar a Sol III, a cien mil años luz de distancia, llamado Gaela, del otro lado de la galaxia.

 

Mi nombre era Salvador Orozco. Vivía en Monte Hermoso, prácticamente en el centro del nuevo continente. Trabajaba como periodista político en el diario Noticias Gráficas.

No era tímido, en realidad nunca lo fui, podía hablar perfectamente con mis amigos o con alguna joven que me interesara, pero me fui dando cuenta que de alguna manera, tal vez inconscientemente, buscaba la aprobación de los demás.

 

Con mis padres, eran mayores, hablaba muy poco. Tenía una hermana bastante más joven, Chiara, que también trabajaba en Noticias Gráficas en la parte de sociedad. Nuestros caracteres eran distintos, a ella la veía más segura. Y muchas veces discutíamos, ella argumentaba que a veces mi trauma con mis amistados o mis relaciones afectivas era porque me empecinaba en el afuera y no en el adentro. Yo me molestaba muchísimo, muchísimo.

Y le decía:

-No me hables con filosofía barata, dime las cosas directamente, de frente.

 

Recuerdo que tuve una relación afectiva con una joven, Eliana, pero al poco tiempo me decía:

-Mira, Salvador, eres un buen hombre -Palabra que desde ya la rechazaba, porque buen hombre es como que así se trata a un amigo, a un primo pero no a una relación afectiva-, ¿por qué no te fijas en Gonzalo?, mira su seguridad, su forma de encarar las noticias. -Y era algo que me hacía doler el hígado, de los nervios. Primero que no me gustaban las comparaciones.

Le digo:

-Salvador, Josefo, Marito..., para ti todos son excelentes periodistas, buenas personas. Entonces no entiendo para qué has empezado a salir conmigo-

La joven me decía:

-¿Piensas que la gente te menosprecia?

-Sí, empezando por ti, que me haces comparaciones.

-¿Y no será que te menosprecias a ti mismo? Y a mí no me sirve una relación así.

-Claro. -Yo le respondía de una manera irónica-. Así que como pierdo en las comparaciones, la señorita se aleja.

-No, tú alejas a la gente.

-¡Je, je, je! ¿Yo alejo a la gente? Primero que yo no critico a nadie, eres tú la que haces comparaciones: "¡Ay!, fíjate en Josefo, fíjate en Salvador". Por algo se publican mis noticias a veces en tercera página. ¿Te quedas callada?, respóndeme.

-Si te respondo te vas a ofender.

-No, no... ¡Je, je! No, no... A ver, ¿cuál es tu argumento?

-El editor conoció a tu padre, por eso te contrató.

-Ajá. O sea, que me contrataron de favor y me publican en tercera página de favor. Y a mi hermana Chiara también.

-De tu hermana no tengo nada que decir -argumentó la joven-, tu hermana es mucho más joven que tú y se desenvuelve excelentemente en sociedad. Al contrario; a diferencia tuya ella piensa dejar porque dice que lo que le pagan es poco.

-¿Y a dónde va a ir, a Beta?

-No, va a ir al sur, a Plena.

-Plena... ¿A dónde queda Plena?

-¿Eres un analista político y no sabes a donde queda Plena?: Al sur del continente.

-¡Ah! Sí, ya sé, donde está Ciudad del Plata.

-Sí.

 

La cuestión que nos distanciamos de la joven y me sentí como despreciado, marginado. Con mis compañeros lo mismo, con Salvador, con Josefo. Me hablaban pero al mediodía no comían en la editorial, bajaban a un bar en la esquina y nunca me decían "Salvador ven con nosotros". Mi hermana Chiara no bajaba, se traía la vianda y comía ahí, y a la tarde salía a hacer reportajes de sociedad.

Tuvimos con mi hermana varios encontronazos. Le digo:

-¿Así que para ti ganas poco?

-Sí, claro que gano poco.

-¿Y a tu edad qué quieres, ganar como yo? Hace años que estoy en el diario.

-No estamos hablando de ti. Siempre hablas de ti, siempre haces rol de víctima.

-¿De víctima, yo de víctima?

-Me enteré que acabas de romper con...

-Eso es cosa mía, me criticaba. Dice que Salvador, Josefo son mejores que yo. Seguro que tú piensas lo mismo.

Mi hermana me dijo:

-No, yo digo que son más carismáticos, como que son más entradores con la gente, como que tienen más simpatía.

-¿Qué, estoy en un diario o en un circo que tengo que estar riéndome a cada rato para quedar bien?

-No, pero a veces tienes como cara de rencor si algo no te sale bien.

-¿Y qué quieres, que si algo me sale mal me ponga a bailar?

-No se puede hablar contigo, Salvador, exageras en todo, o es blanco o es negro.

-¡Ah! Eso me pasa por hablar con niñas.

-No me hables, tú me viniste a buscar. -Y siguió haciendo sus cosas. Y eso me molestaba horrores, que cortaba la conversación y seguía trabajando en lo suyo. Me di media vuelta y me marché.

 

Al día siguiente me llama el editor:

-Mire, don Orozco, en el país vecino, en Agua Brava, hubo un problema entre lo legislativo y lo judicial, esperaba una nota sobre ese tema.

-Señor, me pareció más importante hablar de la política de Beta, que para mí es el país más interesante del continente.

-Claro. Lo que pasa que tenemos de país vecino, de país hermano a Agua Brava, y la nota hubiera pegado.

-La puedo investigar ahora.

-Ya lo hizo Salvador.

-O sea, ¿que mi noticia de Beta no va a ir en la página tres?

-No.

-¿En contratapa?

-No, la dejamos en la página veintidós.

-¡Veintidós!

 

Pasaron los días y fui perdiendo mi famosa página tres, como que mis reportajes y mis novedades no eran tan picantes. Se hacía un ranking de lectores, de los temas que les gustaban.

No me molestaba pero me sentía como dejado de lado, que mi hermana mucho más joven con notas de sociedad tuviera más lectores que yo que estaba en política nacional e internacional. Y encima ella quería aumento.

Recuerdo que habló firme con el editor y el editor le dijo que la situación económica en Monte Hermoso no estaba tan buena y era imposible aumentarle.

Por lo menos tuvo la dedicación de decirme:

-El mes que viene me marcho a Plena. Hablé con un diario de allí, El Pregón, que es lo más leído en la parte sur del continente.

-¡Vaya, qué bueno!

-¿Lo dices de verdad, Salvador, o eres irónico como siempre?

-No, no, qué bueno.

-Es más, hay un puesto en El Pregón para periodistas políticos.

-¿Me estás diciendo que renuncie a este trabajo de tanto tiempo?

-En Plena pagan más, yo ganaría casi el doble de lo que gano aquí pero yo no puedo hablar por ti. Yo sé que hay vacantes en periodismo político. Habla tú.

 

Me entró curiosidad y hablé. Tenía razón mi hermana Chiara, y ganaría de verdad casi el doble. Le conté mi currículum, me dijo que le mandara un facsímil.

Y le dije a mi hermana:

-Viajaré contigo.

-Está bien, me alegro, lo único que quiero que no discutamos. Tú haz tu trabajo, yo hago el mío. Tú tienes tus amigos, yo tendré los míos.

-¿Me estás segregando, me estás dejando de lado, hermana?

-¿Por qué siempre te persigues con todo? -argumentó Chiara-, somos de distintas edades, yo tengo veinticuatro, tú tienes cuarenta ya. No podemos tener los mismos amigos. En realidad podemos tenerlos, pero no tendríamos por qué.

 

Finalmente viajamos a Plena. Cuando viajamos del aeropuerto y llegamos al centro de Ciudad del Plata me sentí apabullado, era enorme, con calles empedradas, un centro lleno de bares, de restaurantes, de librerías, ¡vaya!

Le dije a Chiara:

-¿Qué te parece si alquilamos un piso?

-No, yo ya hablé con la editorial y me consiguieron un piso cerca, de un ambiente. Me alcanza perfectamente para el alquiler y para dejar el depósito. Pero quiero ser independiente.

-Me dejas de lado.

-Hermano, te persigues, te persigues, nadie te deja de lado. Puedo llegar a la hora que quiero, no tengo porque rendir explicaciones a nadie. Haz tu vida. Eso no significa que no podamos cenar juntos en algún restaurant, pero tú vive tu vida, yo vivo la mía.

 

Tenía razón. Pero en el fondo lo sentía como un desprecio, como me había despreciado mi exnovia en Noticia Gráficas, como me había despreciado Salvador y Josefo, mis excompañeros, que nunca me invitaban a comer con ellos, como si yo les quemara, como si yo tuviera algo que les contagiara.

Y sí, quizá me perseguía. A veces hablaban murmurando, así en secreto, y largaban la carcajada, y yo sentía como que me miraban y pensaba "Están hablando de mí, estos desgraciados están hablando de mí". Y me perseguía.

 

Un día se lo dije a mi hermana. Me respondió:

-Salvador, no eres tan importante para que todo el tiempo estén hablando de ti.

-Claro, porque me ignoran, porque no valgo nada. ¿No es cierto?

-¡Quién te entiende hermano, quién te entiende! Si hablan de ti, supuestamente, te molesta. Si te ignoran te molesta. Si se ríen te molesta. Si los ves con cara seria te molesta. ¿Qué quieres de la vida, te gustaría que todo el mundo te alabe?

-Yo no estoy pidiendo eso, yo solo pido aceptación.

-¿Y entonces por qué no dejas de criticar a los demás?

-¿Criticarlos? Mi ex los vivía alabando.

-Bueno, en su opinión de ella. ¿Qué te importa?

-¿Cómo no me va a importar si ella salía conmigo?

-Es un problema de ella. ¿Por qué todo lo tomas tan a pecho?, ¿por qué todo lo tomas tan... como si tú fueras un mártir? Deja que los demás hagan la suya, haz tú la tuya. -Mi hermana era bastante madura, bastante bastante madura.

 

Cuando llegamos a Ciudad del Plata, en Plena, me dijo:

-El Pregón es diez veces más grande que Noticias Gráficas, donde trabajábamos en Monte Hermoso. No tienes que sonreír con esa sonrisa fingida para agradar a los demás, simplemente sé cortés, saluda a todos.

-¡Je, je! ¿Ahora una niña de veinte y cuatro años me dice a mí lo que yo tengo que hacer para agradar a los demás? ¡Ja, ja, ja!

-Entonces no te quejes ni me preguntes.

 

Pude conseguir un piso también cerca de la editorial. Me costaría adaptarme. Una ciudad enorme, una editorial enorme, gente nueva a la que no conocía. Y eso me apabullaba.

 

Mi hermana, con veinte y cuatro años, me dijo una frase que me quedó grabada:

-Para caer bien a los demás no hace falta hacer bromas.

-¿Entonces?

-Recuerda este refrán: "No es lo mismo ser gracioso que caer en gracia". -Me quedé pensando toda la tarde.

 

Mañana empezaríamos en El Pregón, el corazón me latía a cien por minuto, estaba con una tremenda ansiedad, un mundo nuevo, una ciudad nueva, un país nuevo, una editorial nueva, amigos nuevos.

"No es lo mismo ser gracioso que caer en gracia". Se trataba de cambiar por dentro para luego mostrar la imagen de afuera. ¿Pero cómo llevaba eso a cabo?, ¿qué tenía que hacer con mi persona? ¿Qué tenía que modificar si yo trataba de hacer todo bien, si eran los demás que me daban la espalda, si eran los demás que hablaban detrás mío, si eran los demás los que querían sobresalir tapándote, dejándote de lado como si fueras un miserable?

 

Pero bueno, trataría de utilizar la cortesía, de trabajar... La política interior y exterior de Plena era abrumadora.

Pero bueno era un desafío que tenía que aceptar o sucumbir, y sucumbir no me estaba permitido.

 

Gracias por escucharme.

 

 


Sesión 24/06/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Luís G.

Ayuda mucho escuchar, por comentarios genuinos, que confían en uno. Tanto profesionalmente como socialmente como humanamente. La entidad recuerda situaciones en que se sintió reconfortado, aun en circunstancias adversas.

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Entidad: A veces es muy difícil conocer la inquietud, las apetencias de cada ser humano, empezando por uno mismo.

 

En El Pregón ganaba casi el doble que en Noticias Gráficas cuando vivía en Monte Hermoso. Plena tenía una capital, Ciudad del Plata, seis veces más grande que la capital de Monte Hermoso. Estaba más cómodo y sin embargo es como que tenía cierta añoranza, como que extrañaba. Y decía: "Pero será posible", -en mi mente-, "¿Será posible?, tengo que estar mejor de ánimo, de carácter. ¿Qué tengo que extrañar?, o es costumbre, si aquí estoy mejor".

El jefe me interrumpió:

-Salvador Orozco...

-Sí.

-En Borguese, uno de los países de...

-Dígame, por favor.

-Espere... Ya se lo puedo confirmar. Hubo un golpe de estado en Borguese, uno de los países de Arbus. Me llegó un fax.

-Dígame que hago.

-Quédese tranquilo, no lo voy a enviar a Arbus. Pero averigüe todo lo que pueda, cómo se presentó el golpe de estado, si ya lo venían planificando.

 

Hablé con distintos periodistas, con contactos, con periodistas del viejo continente: ninguno sabía nada. Me corrijo, ninguno quería comentar, cada uno quería tener su exclusiva.

Le dije a mi jefe:

-Déjeme viajar.

-Es un suicidio.

-No no no, a Burguín, al país vecino. -Esa misma tarde tomé un avión y me fui para Burguín.

 

A las cuarenta y ocho horas estaba de vuelta en Ciudad del Plata con diez páginas de documentos.

-Orozco, lo felicito -dijo mi jefe-, las novedades que tenemos aquí son muy pocas. El Pregón se lo agradece. Vamos a ir publicando noticia tras noticia, día tras día. Lo que trajo es un tesoro.

 

Yo no pensaba lo mismo. No pensaba lo mismo, me sentía asqueado, mal. Me habían pasado, en Burguín, que en el país vecino hubo una cifra de ocho mil muertos, ocho mil muertos por el golpe de estado. Murieron civiles inocentes, niños, bombardearon micros escolares. Y todo por el apetito de poder de tres o cuatro retorcidos. Y me freno para no decir palabras que luego me arrepentiría.

 

Cuando salí del diario me fui a tomar algo al club hípico. El hecho de estar en El Pregón, y si bien yo no estaba en sociedad sino en política, pude hacerme socio del club.

Me senté a una mesa y me pedí un whisky. Yo no era de tomar pero... Levanté la vista, estaba el joven Jorge Clayton.

-Veo que no estás bien.

-Qué te parece, habrás visto las noticias de hoy.

-Sí.

-Pues tengo muchas más que aún no han sido publicadas. Cerca de ocho mil muertos del golpe de estado en ese pequeño país de Arbus. Mi jefe me estaba por comentar, se frenó como quince segundos hasta que le llegó un nuevo fax comprobando el golpe de estado. Viajé al país vecino.

Clayton me preguntó:

-¿Fue hasta Arbus?

-Sí, he podido conseguir fotos gracias a los periodistas del país vecino. Hubo corresponsales que han ido directamente al lugar del hecho y los han dado por desaparecidos. ¿Qué les dirán a sus familias, que murieron en cumplimento del deber? ¡Pero si ni siquiera era soldados, eran periodistas! ¡Je! Y a veces veo que aquí en Plena la gente se queja del gobierno, de la inflación, de que los precios suben.

Clayton me dijo:

-Sabes lo que pasa, Salvador, que cada uno ve su propio problema, nunca ve el problema del otro.

Lo miré.

-Ibas a decir algo más.

-Sí. Yo no soy devoto de la Orden del Rombo, pero tiene una asistencia mundial a los países con problemas, y he donado una fuerte suma.

-Con todo respeto, Clayton -le comenté-, pero es una pérdida de dinero. Mientras estén esos malnacidos en el poder toda ayuda que se le pueda prestar la van a usar para ellos. -Me miró.

-Salvador, la Orden del Rombo no es tonta, tiene poder en todo el planeta y va a esperar a que las cosas se tranquilicen antes de dar ayuda sanitaria.

-¡Je! -Sonreí-. No me tomes por hipócrita, Clayton, pero hasta que las cosas se calmen hay cientos y cientos de heridos, mutilados que necesitan ayuda ya.

-Lo entiendo perfectamente, Salvador -me dijo Clayton-, pero lo mismo que pasó con los corresponsales del país vecino pasaría con cualquiera que viniera a prestar ayuda sanitaria. Da impotencia, ¿no?, pero no hay otra.

-Disculpa que en este momento parezca un descreído, Clayton, ¿pero cómo sabes que la Orden del Rombo no se quedará con ese dinero que les has donado?

El joven me dijo:

-Mire, que uno no esté de acuerdo con la historia de la Orden del Rombo, las inquisiciones en el nombre de Axxón y hasta hoy de hoy en pleno siglo XX, siguen pasando cosas en distintos países Pero independientemente de su problema religioso no son deshonestos, tienen auditores, llevan cuentas.

Lo miré como con desgano y le digo:

-Bueno, te has ganado el favor de ellos.

-¡Ja, ja! No, Salvador, a mí no me interesa ningún favor, hago lo que puedo.

Lo miré y me disculpé:

-Estoy mal, por eso a veces mis palabras suenan ácidas.

-Lo entiendo, Salvador, lo entiendo perfectamente -dijo el joven.

Le pregunté:

-Sé que aquí has donado en distintos lugares fundaciones, hospitales, clínicas, lugares para gente desamparada, ¿no tienes temor de quedarte sin fortuna?

-No. Tengo muchas inversiones, mis cuentas no descienden. Pero no soy una persona que vivo en vano, estoy todo el día ocupado. He inaugurado clínicas, he inaugurado bufetes para que trabajen abogados, fábricas... Ahora están armando computadoras personales que en poco tiempo van a salir a la venta. Y muchos negocios más de medicamentos. Digamos como que estoy todo el día ocupado y por la tarde me tomo un descanso.

Lo miré.

-Supongo que no te quejarás, ¿no?

-No, claro, que no me quejo. Pero a veces mi prometida, Ana María, me reclama diciendo que tengo muy poco tiempo para ella. Y tiene razón, pero el amor no debe ser egoísta si no no es amor, es querer.

-Explícate -le pedí- porque es un tema que me interesa.

-Claro, Salvador. Me costó conquistar a mi prometida, incluso hubo un mal entendido. Ella tenía cierto trauma con la gente de dinero porque decía que usaban a los demás y después los dejaba o explotaba a la gente. Bueno no es mi caso, pero ella sabía con quién iba a estar.

Le pregunté:

-¿Lo sabía, lo sabía de verdad?

El joven me dijo:

-No. Se encontró con que la apabullaba con tantas obligaciones que tenía. Aparte, una vez contraté a unos ingenieros para hacer un lugar para gente desamparada de un barrio del sur. He invertido dinero y lo he perdido. Hubo un derrumbe porque ahorraron en vigas y en lugar de poner hierro del doce pusieron hierro del ocho.

-No entiendo.

-Son varillas más finas que no soportan vigas, que no soportan columnas. Lo hicieron para ahorrar plata. Plata que no era de ellos, plata que era mía. En el derrumbe murieron tres personas inocentes. Esa noche teníamos una gala con mi prometida, ni siquiera tuve tiempo de hablarle por teléfono. Al día siguiente la llamé, me estuvo reclamando como quince minutos sin permitirme hablar:

-Me has dejado esperando. Se largó a llover. Se arruinó mi ropa. ¿Dónde has estado?

-Lo que pasa es que...

-No, no me digas nada, parece que te está afectando la gente de club hípico y su superficialidad.

-¿Y qué le respondiste?

-Colgué el teléfono, Salvador. Estaba muy reactivo, muy molesto. Cuando fui a la casa le comenté lo que pasó.

Se largó a llorar. Me pidió disculpas.

-A mí no, -le dije-, a las personas que han muerto en el derrumbe. Los ingenieros están presos. Encima han hecho malversación de fondos, han puesto parte del dinero que les di en cuentas de afuera, que ya han sido intervenidas. -Y agregué-: Y tú preocupada porque te perdiste la gala de teatro y se mojó tu ropa que te compré.

 

Estuvimos como diez días en hablarnos, en realidad era yo el que esquivaba.

Lo miré al joven y le dije:

-Recuerdo que conversamos un par de veces y tú me hay dicho que el que se ofende es el ego.

-En este caso no se trataba de ego -me dijo el joven-, se trataba de dignidad. Yo la amo a mi prometida, pero no puedo permitir esos arrebatos, aparte injustos. Está bien que me pida explicaciones, pero que me escuche, no que directamente me reclame y no me permita hacer el descargo. Una, una sola vida, vale más que cien galas de teatro. Entonces no entiende mi trabajo, mi forma de pensar, lo que yo hago por los demás.

-¿Lo tomas como un sacrificio?

-No, Salvador no, lo hago gozoso. Jamás va a ser un sacrificio para mí tender una mano. Pero soy un ser humano, necesito que me comprendan, necesito que me apoyen por lo menos poniéndome una mano en el hombro, no todo es dinero. Y si mi propia prometida no me entiendo, ¿qué puedo esperar entonces? -El joven me miró y me dijo-: Salvador, discúlpame, tanta lata.

-No no no, te agradezco, porque días atrás me estaba quejando.

El joven me prestó atención:

-Sí.

-Salí de Monte Hermoso. Ganaba poco en Noticias Gráficas, en El Pregón gano casi el doble. Ahora traje de Arbus una nota que va a ser premiada y sin embargo tengo como cierta nostalgia por... por mi gente. Le llamo mi gente a los conocidos de Monte Hermoso. Y yo mismo me enojaba por mi propio ser diciéndome "¿Qué quiero?, estoy mejor, tengo un buen apartamento, me tratan bien en El Pregón. ¿Qué más quiero, qué más preciso?". Y de repente te escucho a ti que has querido hacer un refugio para desamparados, malversan el dinero y ocasionan un derrumbe donde muere gente, y tus seres cercanos no te entienden.

El joven me miró y me dijo:

-A eso voy. En este momento me estoy haciendo problemas por esas muertes y luego escucho lo de Arbus, donde el golpe de estado causó ocho mil muertes y cientos de heridos y mutilados, y nos preocupamos por una gala en un teatro. ¿Se entiende, Salvador? ¡¿Se entiende lo egoístas que somos, Salvador?!

-Espera, espera, Clayton, nunca te vi exaltado de esa manera. Tú tienes un aplomo tremendo, tienes un aplomo tremendo, nunca te vi tan reactivo.

-No es para menos. Es como que se juntó todo, lo del derrumbe, la noticia que tú has traído. Es un mundo muy egoísta. Es un mundo muy muy egoísta, a veces te dan ganas de tirar todo por la borda.

Le dije:

-Pero no lo haces.

-No, no lo hago porque está en mi naturaleza seguir brindando.

Lo miré y le dije:

-Eres muy valioso como ser humano.

Me devolvió la mirada y me dijo:

-Salvador, no te menosprecies, lo que has hecho tú de ir hasta Arbus y traer esas noticias, pésimas obviamente... Pero bueno, tú has elegido el periodismo político. Lamentablemente vas a traer a tu diario siempre más cosas negativas que positivas.

Le dije:

-Gracias.

El joven no entendió.

-¿Gracias?

-Te estoy agradecido por la conversación. No es un consuelo, por supuesto, pero el hecho de poder conversar con alguien que me entiende y que yo intento entenderlo, para mí es un premio grande. -Se paró impulsivamente, Clayton, y me abrazó.

-Salvador Orozco: eres valioso, pero no como periodista solamente, como ser humano.

 

Me fui reconfortado del club con ganas de seguir trabajando y con ganas de seguir haciendo. No iba a dejar de extrañar a la gente de Monte Hermoso, pero es como que tenía más ganas de hacer cosas.

Tenía razón Clayton, en política siempre iba a haber más notas negativas que positivas. Pero era mi trabajo y era lo que yo quería.

 

Hasta todo momento.