|   Sesión 29/12/2015Médium: Jorge Raúl    Olguín
 Entidad que se    presentó a dialogar: Thetán de Rafael B.
 No comulgaba con los  dogmas religiosos de la España de la Inquisición hasta el punto que puso su  vida en peligro. Fue no entendido y perseguido. Desencarnó con engramas de incomunicación  y falta de lugar de pertenencia.  Sesión   en MP3 (2.184 KB)    Entidad: Tuve una  vida pasada, una vida pasada en la España de la Inquisición. No fue la única  pero en esta vida me metí en bastantes problemas.   Era religioso, por  lo cual no debería tener inconvenientes. Era amigo del padre Juanes. Mi nombre  era Álvaro, Álvaro Zapiola. Me interesaba tanto  la religión que empecé a profundizar en ella y me atraparon los temas muy  antiguos. Estudié la Torre de Babel, cuando Nimrod, rey de Babilonia construyó  esa torre para llegar al cielo y querer compararse con Dios. Se dice que Dios  envió setenta ángeles para confundir las lenguas, que por eso la gente habla  distintos idiomas y que finalmente la torre se derrumbó cuando los obreros ya  no podían entenderse.   Y ahí es cuando  empecé a dudar, a entender que la religión no era religar, reunir, sino separar,  porque los mitos confunden. Cuando lo conversé con el padre, por un lado me  tranquilizó. Cuando le conté otros mitos, Perséfone y Hades, hablaba de los  egipcios, de los griegos que vinculaban la idea de otra vida con la muerte y la  resurrección anual, que Perséfone era hija de la Diosa de la agricultura,  Deméter rey de los muertos me avisaron del obispado. Como yo ya era mayor, tenía  veintiún años, me censuraron, me dijeron que estaba en el filo de traicionar la  fe. Con todo el respeto  les decía -no les preguntaba, les decía- que buscaba indagar, que amaba a Dios  pero me interesaban las culturas antiguas. Si el mundo tenía  poco más de seis mil años, ¿cómo se encontraron imágenes de Exu, un dios  africano, que se calculaba que fue hecho hace diez mil años? Y hace casi cinco  mil un toro alado sumerio. Guandía, el dios de la guerra china, era anterior a  la historia bíblica de Adán y Eva.   Directamente una  noche vinieron tres hombres, me pusieron una bolsa en la cabeza y me llevaron.  Escuchaba los llantos de madre y la impotencia de padre. Me golpearon, me  lastimaron. Uno de ellos me dijo "Te salva que creemos que eres un fiel creyente  pero lo que hablas, lo que estudias va en contra de nuestras creencias". Sin  embargo yo seguí estudiando.   Me había mudado. Trabajaba  con el señor Casas, Manuel Casas, en una tienda alejado de mis padres para no  ponerlos en riesgo. El señor Casas era un poco escéptico de lo religioso, con  lo cual conmigo se llevaba bien. Le explicaba que  había mitos sobre Nun, el dios del primigenio océano egipcio. Le explicaba que  en el ártico había un pueblo llamado Tikigak, donde decían que Raben creó la  Tierra al arponear una gran ballena. Manuel me preguntaba: -¿Pero tú crees en  eso? -No, estudio,  separo lo que es mito de lo que es realidad pero los religiosos no lo  entienden, lo toman como que yo soy un traidor a mi religión. Creo en un único  Dios pero ¿cuál es el problema de que estudie?   Y seguía  profundizando los mitos griegos donde de la primera en nacer del Caos primitivo  fue Gea, la Tierra, que era un disco que flotaba sobre el agua. Gea dio luz a  Urano, el Cielo y a Cronos el tiempo. Siempre se ha seguido relacionando a  Cronos con el tiempo hasta en la encarnación mía actual.   Estudié los nativos  americanos del norte, donde decían que el mundo se apoyaba en el lomo de una  tortuga. Según la tribu seneca, al caer de otro mundo en el cielo la primera  mujer, el sapo que vivía en las aguas primigenias se sumergió, sacó lodo y lo  puso en el lomo de la tortuga, el lodo se convirtió en la Tierra y sirvió de  sostén a la primera mujer. Son incongruencias, se tienen que tomar como tales,  como mitos.   Estudiaba Japón  donde decían que tenían un Dios Izanagi y su esposa Izanami, ambos se posaron  en el puente flotante del cielo, un puente que cruzaba todo el cielo, y  agitaron el océano con una lanza enjoyada hasta que se espesó y formaron la  primera isla, Onokoro. Allí construyeron una casa con un pilar central de  piedra, que fue la espina dorsal del mundo.   Un día fui con unos  amigos a un campo cercano, cuando vuelvo la tienda de Manuel Casas estaba  destruida, incendiada y en las pocas paredes que quedaban en pie, letras  "X" en rojo con un círculo, señal de advertencia. Quizá me dieron por  muerto a mí también. Me quedaron muchos  engramas; engramas de persecución, engramas de que la gente no me entienda,  engramas de que todo lo que decía, todo lo que pensaba debería guardarlo, y me  corroía el no poder decir las cosas, me corroía mi interior. Me enfermé del  estómago, llegué a escupir sangre. En esa vida desencarné joven, a los cuarenta  y dos años.   Había una joven,  ambos gustábamos uno del otro pero me aparté, no quise comprometerla. Todo  aquel que se acercaba a mí resultaba lastimado o muerto. Odié a la religión,  odié a los religiosos y entendí que Dios no tenía nada que ver, Dios era todo  amor, es todo amor. Su esencia estaría con dolor al ver que en este mundo los  hombres eran irracionales, la religión, el fundamentalismo los había vuelto  irracionales. Y ese engrama me condicionó en muchas cosas: el sentir que a  veces no tenía un lugar de pertenencia, el sentir que a veces mis pensamientos  íntimos no los podía contar a todo el mundo porque podían desprestigiarme o  directamente burlarse o no prestarme atención, y no es que yo buscara la  aprobación de los demás no, no pasaba por ahí, no tenía ese tipo de ego pero sí  el poder abrirme a alguien.   En esta vida como  Rafael, mi rol, mi 10% es absolutamente distinto, mi entorno es absolutamente  distinto al de esa vida pasada. Pero a veces es como que hay un inconsciente  muy, muy profundo que es como que hay cosas que no te animas a soltar, no te  animas a expresar y no, como dije antes, por buscar la aprobación de los demás  sino porque hasta resulta irritante y molesto el que te miren como diciendo  "¿De qué habla esta persona?", como si ellos fueran eruditos. Sí, por  supuesto, que debo integrar muchos roles del ego, si no las cosas no me  afectarían tanto pero es como que entre los engramas que te condicionan, el ego  que te ata se potencian unos con los otros y es cierto que uno al repasar una  vivencia pasada descarga, hace catarsis, como decís vosotros hoy, pero a veces  me da la impresión como que los roles del ego estimulan esos condicionamientos.  ¿Y a quién no le ha pasado a veces que uno disfruta y se revuelca como porcino  en el fango gozando ese rencor? ¿Hacia qué? No hay un punto, es algo interno como  diciendo "Hay tantas cosas que son injustas y no tenemos brazos tan largos  como para abarcar todo".    Un gran Maestro, un  excelso Maestro dice que yo, como thetán, tengo el conocimiento, pero entre  tener el conocimiento y aplicarlo a uno mismo puede haber un abismo de  distancia, o como decís vosotros de una manera mucho más fácil y simplista,  entre la teoría y la práctica hay un gran trecho. Lo que pasa que es muy fácil  hablar y es muy difícil llevar a la acción determinadas palabras, determinados  pensamientos, determinados conceptos. Pero difícil... nunca, jamás significa  imposible. Así que esa es la tarea que tengo por delante, aplicar lo que sé, lo  que aprendí y seguir intentando.     |