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Psicoauditación - Saúl R.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión del 02/12/2022

Sesión del 26/12/2022

Sesión del 05/01/2023


Sesión 02/12/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Interlocutora: Maestra Karina
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Saúl R. (Sarmandel)

Tierna conversación entre un joven espíritu y un milenario ángel. La entidad recuerda momentos que le siguen reprimiendo en su relación con los demás, por engramas pasados. La interlocutora, Maestra Kar-El, desentraña los porqués de los miedos y allana a la entidad el camino para liberarse de los hábitos no positivos y aumentar su autoestima.

Sesión en MP3 (3.218 KB)

 

Sesión para Saúl. Voy a canalizar a su thetán. Y como interlocutora tengo a la Maestra Karina, cuyo thetán es la entidad angélica del plano 6, Kar-El, quien va a conceptuar con el thetán de Saúl.

 

Jorge Olguín: Bienvenida Maestra Karina.

 

Maestra Karina: Bienvenido.

 

Voy a canalizar ahora al thetán de Saúl, que se llama Sarmandel, del plano 3 subnivel 6.

 

Entidad: Estoy aquí comunicado contigo, estimada Maestra.

 

Maestra Karina: ¿Qué tal, cómo estás? Bienvenido. Es un gusto estar aquí para ti.

 

Entidad: El tema es lo siguiente. En más de una vida, estimada Maestra angélica Kar-El, me han pasado situaciones similares, no significa idénticas pero se parecen, se asemejan en detalles de vida, en situaciones. Por ejemplo: Encarné en Gaela, un mundo gemelo de Sol III que está del otro lado de la galaxia, y mi nombre también era Saúl como aquí en Sol III. Mi apellido Ibáñez, Saúl Ibáñez. Tuve muchos conflictos conmigo mismo.

 

Maestra Karina: ¿Y estos conflictos te recuerdan a alguna situación actual?

 

Entidad: Mira, sé que me puedes ayudar, como Saúl Ibáñez tenía conflictos de inseguridad, tenía conflictos de baja estima. ¿Has visto que en los análisis de Sol III siempre dicen, estos terapeutas, que hay a miles, "Claro, algo ha pasado en tu niñez, de alguna manera te ha quedado alguna marca y entonces por eso la baja estima, por eso la inseguridad"? Pero Maestra, ¿siempre es así?

 

Maestra Karina: Tú notas que esas situaciones se vuelven a repetir en tu parte física encarnada, ¿verdad?

 

Entidad: Noto que hay situaciones que son similares, no exactas porque...

 

Maestra Karina: Son distintas vidas, obviamente.

 

Entidad: Como Saúl Ibáñez no tenía una familia similar a la actual, no tenía una actividad tampoco parecida a este presente. Pero al igual que hoy, como Ibáñez me cuestionaba muchas cosas.

 

Maestra Karina: Dime, por ejemplo.

 

Entidad: Me costaba entrar en conversación con otras personas, ¿Me aceptarán, qué pensaran de mí?, espero no decir una torpeza, espero que no se burlen. Está bien, el que me lleva es un gran amigo.

 

Maestra Karina: Pero tú puedes comprender que eso es necesitar la aprobación de los demás, ¿verdad?

 

Entidad: Sí. Tú sabes, querida Maestra y entidad angélica, que analíticamente yo puedo comprender todo. Llevarlo a cabo después lo que uno comprende y lo que uno tendría que hacer, cómo comportarse, cómo conversar, ¡je, je!, es como que ya dependiera de la mente reactiva. Y la mente reactiva la gente piensa que es todo impulso, impulso, impulso. No, a veces es un pedal de freno que te frena, que te impide, que te cohíbe a hacer cosas.

 

Maestra Karina: Digamos que es una respuesta automática.

 

Entidad: ¿Y eso como lo... De ser así, ¿cómo lo superaría?

 

Maestra Karina: Comprendiendo. Y luego viendo en cada situación qué es lo más conveniente, inhibir una acción o frenarla, o frenar ese impulso.

 

Entidad: Yo quisiera vencer la frustración que tuve como Saúl Ibáñez, en Gaela, en muchos aspectos, en el aspecto personal, con amistades, en la parte afectiva. Como esa fue mi primera vida, hace cien mil años, he tenido muchísimas encarnaciones, pero yo como thetán, como Sarmandel, obvio que no lo hago a propósito, qué más quiero yo que mi 10%, que es parte de mí estando encarnado sufra, se frustre. Obvio que no quiero esto, pero por el hecho de yo portar, por así llamarlo, en mi concepto, en el núcleo de mi concepto esos engramas, los arrastro vida tras vida tras vida tras vida. Y hoy el Saúl actual también los tiene. Entonces...

 

Maestra Karina: Entonces es hora de poder superarlos para no seguir repitiendo.

 

Entidad: Sí, sí, sí. Obviamente hay una técnica que creó este receptáculo que me alberga, el profesor Olguín, que se llama Psicoauditación, pero necesitaba que tú desde un plano tan elevado, desde un plano 6º, pudieras guiarme a mí que estoy en un plano 3 como para evitar, no solamente en el futuro, en el presente seguir cargando tintas a Saúl, porque de nada sirve cerrar la página de una vida mientras hay otras que también fueron cargando engramas y engramas y engramas. Mi idea es barrer con toda la línea temporal engrámica a través de las sesiones.

 

Maestra Karina: Bien. Tenemos que comenzar con un engrama en particular. Necesito que me lo comentes y podamos hablar de eso.

 

Entidad: Yo sé que aquel Saúl, el de Gaela, ha tomado decisiones que en su momento quizá fueron impulsivas, porque hay impulsos que la gente no entiende. Cuando tú tomas, por ejemplo, Maestra, decisiones por euforia, ¡cuidado!, a veces también pueden ser decisiones que las has tomado, si me permites el lenguaje, ciegamente.

 

Maestra Karina: Impulsos, nuevamente el tema de los impulsos.

 

Entidad: Claro. Pero no son impulsos desde una emoción negativa...

 

Maestra Karina: No necesariamente han de ser desde una emoción negativa, los impulsos pueden ser, como tú dices, desde una euforia o un entusiasmo.

 

Entidad: Bueno, eso yo lo presentía, pero mi parte encarnada actual no lo sabía. Él pensaba que siempre los impulsos son negativos. A ver, en realidad sí son negativos, pero no pensaba que podían ser por un rapto de euforia.

 

Maestra Karina: Claro, no necesariamente deben ser producidos por una emoción negativa, sino que una emoción positiva también puede provocar un impulso que en definitiva no sea tan exitoso, no te lleve a algo exitoso. Entonces el tema es poder, según cada situación que te toque vivir, primero de todo analizar la situación, o sea, que tu mente analítica sea la que tome la decisión y no que tomes la decisión a partir de una emoción.

 

Entidad: Lo entiendo muy bien. Ahora, yo me pongo en lugar de cualquiera de los roles y digo: ¿Cómo hago para estar alerta, a no sucumbir a esas emociones, ya sea por una ira o por una euforia?

 

Maestra Karina: Es la práctica de poder ser capaces de reconocer nuestras emociones.

 

Entidad: ¿Pero no te desgasta el vivir atento permanentemente?, ¿no te desgasta, no te desintegra tu interior el decir "me cuido de esto, me cuido de aquello"?

 

Maestra Karina: Bueno, yo no lo viviría o lo experimentaría de esa forma sino que estaría... trataría de estar relajado pero con la atención enfocada en el presente, en cada momento. Entonces cuando te toca vivir determinada situación tú debes ser capaz de reconocer cuál es la emoción y analizar si resulta conveniente o no seguir un impulso o tomar determinada decisión. ¿Puedes comprenderlo?

 

Entidad: Perfectamente. Mira, mi primer rol en Gaela, Saúl Ibáñez, le gustaba la psicología social, estudiaba el ser humano, estudiaba las familias. Y conversando con su amigo Jorge, en Gaela, se pusieron a hablar de espiritualidad. ¡Ay!, no sabes lo que me pasó.

 

Maestra Karina: ¿Qué te sucedió?

 

Entidad: En Gaela, dos mil años atrás, habían clavado en un rombo a aquel ser tan excepcional que nos mostró a Dios en su verdadera imagen. ¿Pero qué sucedió después? Cuando fueron cambiando las épocas, un país del viejo continente, llamado Amarís, se apoderó de las enseñanzas del Maestro, pero las hizo dogmáticas. Entonces creó, al poco tiempo que el maestro ya no estuviera más con nosotros, la Orden del Rombo, u Orden de Amarís, por el país en que fue creada. Bien. La Orden del Rombo fue una inquisición donde hubo miles y miles y miles de muertes. En la época de Saúl a la que me refiero, en 1970, él se trasladó a Plena, en el nuevo continente, donde conoció a su amigo Jorge. Era un país mucho más abierto y la Orden del Rombo no tenía tanto poder, pero cuando nos pusimos a hablar con Jorge sobre la psicología social, sobre psicología humanística, que tanto le encantaba a Jorge, en un momento dado Jorge toca la espiritualidad y yo me espanté. Me espanté porque pienso que la espiritualidad tiene que ver con la religión. Y me agarró un ataque de pánico porque yo no quiero saber nada con la Orden del Rombo, los que clavaron al maestro en esos maderos. Entonces cuando Jorge me habló de espiritualidad dije "No quiero saber nada". ¿No tengo razón que espiritualidad es religión?

 

Maestra Karina: No necesariamente espiritualidad y religión van de la mano.

 

Entidad: Defínemelas, por favor, Maestra.

 

Maestra Karina: Bueno, cada religión tiene su estructura, sus dogmas, sus creencias, pero puede haber espiritualidad. Pero no necesariamente para ser espirituales tenemos que ser seguidores de alguna religión en particular. Podemos o no.

 

Entidad: ¿Pero en qué se diferencian la espiritualidad de cualquiera de las religiones?

 

Maestra Karina: La espiritualidad es innata a cada ser, tiene que ver con el poder de autodescubrirse, autodescubrir la Luz que hay dentro de cada uno de nosotros, tiene que ver en creer en Dios independientemente de un dogma o una religión, de tener una filosofía de vida sana, sin dogmas.

 

Entidad: Claro. Eso es lo que me tranquiliza porque yo no quiero entrar a un centro donde hay un rombo dibujado y adentro están los feligreses que parecen ovejas llevadas por el pastor, como si fueran seres domesticados.

 

Maestra Karina: Es que a veces sucede que determinadas palabras se gravan en nuestro inconsciente y las relacionamos con determinadas experiencias, es por eso que nos producen cierto... nos pueden producir cierto escozor.

 

Entidad: Bueno, mis engramas originales de baja estima, de no atreverme a hacer algo, de frustrarme ante determinadas cosas que quiero proyectar se deben a ese clic que hizo en mi ser como thetán, como espíritu estando desencarnado, el saber de la Orden del Rombo. Y luego, en cada mundo que he encarnado, donde había creencias, yo trataba de escaparme, trataba de que... He roto relaciones afectivas porque eran creyentes. Y me dicen: "Tú vas a ser un paria porque si no crees en nada...". Y yo me enojaba y les decía: "No, jamás voy a ser un paria porque a mí me basta con creer en Dios". Yo no necesito que un pastor, que un sacerdote o que un centro místico me señale algo, me basta simplemente, sencillamente saber que esa entidad absoluta está también en mí.

 

Maestra Karina: ¿Tú lo puedes sentir así?

 

Entidad: Sí. Pero lo que pasa que en cada vida, salvo con mi primer amigo Jorge en Gaela, los demás nunca entendieron, siempre la relacionaban a Dios, al Eterno...

 

Maestra Karina: Con una religión en particular.

 

Entidad: Absolutamente. Con una religión. Nunca lo relacionaban con lo espiritual, decían "Lo espiritual es algo ambiguo". ¿Cómo ambiguo, Maestra, cómo ambiguo? Tú me has abierto los ojos conceptuales como thetán y yo me voy a prestar con las sesiones a que también mi rol encarnado, como Saúl, pueda abrir los ojos e ir erradicando los engramas, pero no barriendo la tierra debajo del felpudo, debajo de la alfombra, sino directamente desactivando todos los botones para que no puedan reactivarse nuevamente.

 

Maestra Karina: Desactivar los mandatos, desactivar aquellas creencias que no te hacen bien.

 

Entidad: Claro. A mí la palabra mandatos no me gusta. La rechazo como rechazo la palabra dogma, como rechazo la palabra doctrina. ¡Por favor! Es como que te llevaran con un bozal, es como que te llevaran atado o con cadenas en las manos.

 

Maestra Karina: Es como que te indicaran cómo debes de sentir.

 

Entidad: ¿Sabes que en cada vida, desde la primera de Gaela, Saúl Ibáñez hasta la actual que causalmente también se llama Saúl, siempre me consideré un libre pensador? Ahora, esto no fue desde el comienzo, lo fui gestando en mi mente a lo largo del tiempo. Incluso tengo gente actualmente, en esta vida, en mi entorno, ya sea familiar, de amistades que no entienden qué significa un libre pensador, piensan que un libre pensador es un bohemio, alguien que se desinteresa por todo y no se interesa por nada. Yo creo que es al revés.

 

Maestra Karina: Es todo lo contrario.

 

Entidad: Es todo lo contrario, ¿no, Maestra? Así que me voy abocar a eso.

 

Maestra Karina: Lo importante es que puedas buscar dentro de ti y encontrar esa Luz y todo lo que a ti te hace bien y te lleva a ser mejor persona. Trata de encontrar esa manera de sentir tuya particular, que esa Luz te ayude a fomentarla, a hacerla crecer. Y en definitiva, siempre somos buscadores, buscadores de la verdad, buscadores de la Luz y buscadores en nosotros mismos, porque si no nos encontramos con nosotros mismos, ¿cómo podemos encontrarnos con los demás?

 

Entidad: Me hacen muy bien tus palabras. Me voy a abocar a eso, me voy a abocar a que mi rol se encuentre con sí mismo. Y a pesar de que yo tengo bastante más de cien mil años de edad como espíritu, quizá también deba ahondar en mi núcleo conceptual, porque cuanto más fuerte -fuerte espiritualmente, ¿sí?-, sea yo también lo va a ser mi parte encarnada en cualquiera de las vidas.

 

Maestra Karina: Has de aprender a cuando decir que sí y a cuando decir que no, y poder orientar a tu parte física para poder seguir adelante con las decisiones que tomes.

 

Entidad: ¡Uf! Lo que más me cuesta es el aprender a decir que no, es un trabajo también a realizar.

 

Maestra Karina: Pero es todo una práctica, es una manera de vivir porque a medida que uno lo puede ir practicando luego se torna como algo natural.

 

Entidad: Tú dices cómo tener un autoconvencimiento positivo, porque no siempre decir no, está mal.

 

Maestra Karina: No, obviamente.

 

Entidad: Podemos decir no al error, podemos decir no a lo dramático, podemos decir no a lo injusto...

 

Maestra Karina: Podemos decir no a "En este momento no puedo hacerlo porque no es el mejor momento para mí". Respetar tus tiempos.

 

Entidad: ¡Pero gracias por decirme eso! Y supón que alguien te hace una propuesta en la cual tú estás dubitativo y no sabes...

 

Maestra Karina: Hasta que no te sientas seguro.

 

Entidad: ¿Pero no quedas mal con la otra persona?

 

Maestra Karina: Pues puedes decirle "lo voy a pensar y luego te respondo". No debes tener miedo a analizar, a decir que no y no sentirte obligado a decir siempre que sí para quedar bien con los demás.

 

Entidad: ¡Qué brava que es la cosa! Eso lo tengo que practicar, ¡je, je!, Maestra. Pero es maravilloso lo que hemos conceptuado. Y en estos instantes, que para mí fueron tan valiosos, me has hecho recapacitar. Te lo agradezco infinitamente.

 

Maestra Karina: Toda la Luz para ti. Y espero que tú 10% encarnado pueda encontrarse más cerca de ti para poder estar más iluminado.

 

Entidad: Si me permites una palabra terrenal, yo, como thetán, ser suprafísico me voy a poner en campaña para que así sea.

 

Maestra Karina: Y toda la Luz para ti. Hasta todo momento.

 


Sesión 26/12/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Saúl R.

Viajó a plena, por estudios y también para alejarse de la Orden religiosa que imperaba allí. Un compañero de clase le ponía al corriente de lo que encontraría en la facutad, y en aquella sociedad.

Sesión en MP3 (2.797 KB)

 

Entidad: Nací en 1945, el único hijo de la familia Ibáñez. Me pusieron Saúl.

 

Saeta era un país del viejo continente, bastante adelantado. Justo al norte lindábamos con Amarís, que era prácticamente un país democrático, pero sus autoridades dependían del aparato religioso que siglos atrás, este mismo país, había endiosado, por así llamarlo, la Orden de Amarís.

Leí historia y vi la enorme inquisición que había en Amarís, en Saeta, en Mágar y en otros países del viejo continente. Pero no podía ser que en pleno siglo XX todavía aquellos que no creían o que no eran fundamentalistas fueran perseguidos.

 

Papá y mamá eran devotos de la Orden de Amarís. Yo a medida que fui creciendo, ya tenía doce años, y obviamente cuando iban al templo yo me callaba la boca y no decía nada, pero en casa más me atrevía hablarle a mamá.

Le decía:

-Yo sé que Axxón fue un cambio radical, pero él fue quien nos pintó, y disculpad la expresión 'pintó', el que nos enseñó que Dios es amor y que no era un dios menor vengativo, como se decía en Nebrón hace dos milenios. Pero la Orden de Amarís desvirtuó todo lo que enseñó Axxón.

-Hijo, no digas eso. No, Saúl, nunca más. ¿En la escuela hablas algo con tus compañeros?

-Por supuesto que no, hablo de mil cosas pero no de religión. Además, son muy... se burlan de todo, se ríen de todo, no prestan atención a lo que enseñan los maestros. Yo me siento como apartado de todo eso.

-¿Te sientes distinto?

-Madre, ellos son los distintos, los que se toman todo a broma. Y sin embargo les dejan pasar todo.

 

Saeta era un país adelantado, pero ¡uf!, su gobierno era demasiado religioso. Cuando empecé la escuela secundaria pasaba lo mismo, había muchos profesores fanáticos de la Orden de Amarís.

Y un día es como que cambió mi destino. Había, llamémosle becas para poder hacer intercambios estudiantiles durante un año en Plena, en el nuevo continente, en un país del sur. Me sorprendió que mis padres no se opusieron.

-Te va a hacer bien, Saúl, honestamente, te va hacer bien. Conocerás a gente nueva, un pueblo nuevo.

 

Pero yo había leído que en Plena había más libertad de expresión. Y si bien estaba la Orden de Amarís, prácticamente sus raíces eran débiles, la genta era lo que se llama laica, creyente, pero no religiosa. Y eso era lo que me gustaba. La palabra religión me causaba urticaria.

Y finalmente a mis dieciséis años pude viajar a Plena.

Mis padres me decían:

-Puedes llamar tranquilamente una vez por semana por larga distancia.

 

Me dejaron dinero. Y en el intercambio estudiantil había una habitación muy pequeña, pero me servía. Una cama, un placar, una mesa, un par de sillas y un baño, no necesitaba más nada. Pero cuando fui del aeropuerto a la ciudad me encontré con una ciudad enorme, Ciudad del Plata. Una ciudad de calles asfaltadas, el centro lleno de librerías, lleno de restaurantes, de bares. Yo digo ¿qué pasa en Ciudad del Plata, la capital de Plena?, la gente lee y come. ¡Je, je, je! Disculpad mi risa, pero lo decía de manera irónica.

Lo primero que vi que los estudiantes ya estaban en cuarto año de la secundaria y ya eran más adultos, ya no hacían tantas bromas, pero eran muy parecidos a los de mi país natal, Saeta. Hablaban de chicas, hablaban de sexo, algo normal.

Yo tenía perfil bajo, trataba de pasar desapercibido. Me invitaron varias veces a distintos lugares, pero prefería quedarme en mi apartamento, tranquilo.

 

Me gustaba mucho escribir notas y me anoté en un pequeño diario, donde podía escribir en la última página algunas notas, algunos aforismos. Me tomaron como si fuera un becario, el sueldo que me pagaban era mínimo, primero por ser menor de edad.

 

Terminé la secundaria y me anoté en la facultad. El año, obviamente, se había vencido, el joven que había viajado a Saeta por el intercambio volvió a Plena. Yo no quise regresar. Les hablé por teléfono a larga distancia a mis padres y les dije que me quedaba.

Me sentí gratificado y a la vez deprimido. Gratificado porque mis padres no insistieron, "Bueno, si quieres quedarte, quédate". Gratificado porque no me presionaron. Pero a la vez deprimido porque no extrañaban mi ausencia, yo sí los extrañaba a ellos, horrores. Me sentía solo, quería volver. Pero por otro lado me sentía como que aquí tenía más futuro, en Ciudad del Plata.

Y en la misma facultad había clases de periodismo y me encantaba. Les comenté a mis profesores que trabajaba en un diario, me felicitaron.

-Eres uno de los pocos estudiantes que estudia y trabaja.

 

Y en la clase de periodismo me hice amigo de un joven. Me asombró su vestimenta, venía de traje, un traje que se notaba que era de marca. Clayton se llamaba, Jorge Clayton. Decía que su familia era de nobleza.

Recuerdo que me acerqué y le pregunté:

-¿Cómo de nobleza?

El muchacho me miró y me dijo:

-¡Je! No, eso lo dicen los profesores porque mi padre les habrá dicho, pero tú sabes muy bien que en Plena no hay títulos de nobleza, alguna vez mis bisabuelos o vaya a saber quien, fueron nobles en el viejo continente.

-Sin embargo estuve mirando tu libreta dice que eres Jorge Clayton, el duque de Wynot.

-¡Je, je, je! No, Raúl, eso es por mi padre. No, nada de duque, aquí no existe la nobleza, repito. No, no... ¿Tú de dónde vienes?

Le digo:

-De Saeta.

-Bueno, allí hay nobleza, allí tienen rey. Aquí no. Allí tienen primer ministro, aquí tenemos presidente.

-¡Eh!, ¿pero eres de dinero? -pregunté.

-Sí.

-¿Y por qué estudias?

-No entiendo la pregunta, Saúl.

-Claro, tienes dinero. Pienso que estudiamos para tener un trabajo el día de mañana, una profesión.

-Saúl -dijo Jorge Clayton-, ¿me hablas en serio? Sabes que la fortuna no hace al crecimiento espiritual. -Me puse pálido.

-¿Tú eres religioso?

-No. ¿Por qué preguntas eso, Saúl?

-Has hablado de crecimiento espiritual.

-Sí, por supuesto, es un crecimiento interior.

-Pero eso tiene que ver con la religión.

-Insisto, ¿por qué dices eso?

-Porque lo espiritual es religioso.

-No, Saúl no. Lo espiritual es algo interno, es algo que te impulsa a ayudar, es algo que te impulsa a tender una mano al otro. La religión es dogma, doctrina, mandato. -Me quedé aliviado.

-O sea, que tú no estás de acuerdo con la religión, especialmente con la Orden del Rombo.

-Por supuesto que no, por supuesto que no.

-¿Y tus padres?

-No le dan importancia.

-¿Ves?, esa es la ventaja que tienes. Por eso me vine acá. Y te juro que extraño a mis padres, pero ellos sí son religiosos. Y yo pienso que la religión es un atraso. ¿Te has quedado pensando, Jorge?

-Me quedé pensando en lo que has dicho. Tienes valor en haber venido aquí solo, por un intercambio, y haberte quedado.

Lo miré y le dije:

-Tienes una mala opinión de mi persona...

-¡Saúl, estoy diciendo que tienes valor! ¿Cómo mala opinión?

-Quise decir que tienes una opinión equivocada de mí. No soy valiente, soy una persona más bien temerosa que le cuesta reunirse en grupo, que le cuesta expresas sus ideas, que le cuesta la vida.

-¿Te refieres a que te cuesta estar en sociedad?

-Digamos que sí.

-Sin embargo me enteré de que trabajas en un periódico.

-Es un periódico pequeño, no me pagan casi nada.

-Bueno, pero te sirve. Está bien que la universidad es gratuita, pero tienes que comprar libros.

-A veces no, a veces pido prestado y hago fotocopias.

-Vale. Por lo menos te das maña.

-¿Qué significa te das maña?

-Saúl, significa como que tienes ideas como para lograr hacer cosas gastando menos.

-Bueno, tú no tienes ese problema, tus padres tienen fortuna.

-Yo tengo fortuna. Tengo fortuna propia, no preciso de mis padres.

-Vaya. Sin embargo no te veo que presumas. He conocido alguno en otros cursos que también tienen fortuna y van por los pasillos como si fueran reyes. Hasta incluso sus profesores se inclinan ante ellos.

-Pobres profesores -dijo Clayton-, piensan que inclinándose ante esos alumnos de fortuna van a ser recomendados por los padres de esos alumnos. Eso se llama ser servil.

-Explícate, por favor.

-Es muy simple, Saúl. Una persona servicial es una persona que siempre ayuda, es gentil, puede tender una mano al otro. Y eso es noble, eso es noble. Pero una persona servil es una persona que besa los pies de su superior o de quien tiene poder, pero a sus compañeros les puede clavar un puñal en la espalda. La persona servil no es confiable. Y esos profesores que halagan a esos alumnos cuyos padres tienen fortuna, no son confiables.

-¡Je, je! Jorge, los tenemos en nuestro mismo curso, ¿cómo a ti no te halagan?

-Porque yo no digo nada.

-Sin embargo mira tu traje, hay gente que trabajaría un mes para tener ese traje.

-No me halagan porque yo, al igual que tú, también tengo perfil bajo.

-¿Por timidez?

-No, Saúl, yo no soy tímido, no me gusta aparentar, no me gusta vivir de apariencias, soy quien soy.

-Qué fácil, qué fácil lo dices -exclamé.

-¿Por qué, Saúl? ¿Tú te piensas acaso que la fortuna te da superioridad?

-No sé si te da superioridades, Clayton, pero te da poder.

-Qué feo.

-Pero qué, ¿estoy equivocado?

-No. Pero qué feo que la gente tenga apetitos de poder.

-¿Tú no los tienes?

-No. No me interesa, no me interesa, Saúl. Me interesa poder ser servicial, me dan náuseas las personas serviles. Ser servicial es lo opuesto, es poder tender una mano. Y no hace falta fortuna para poder tender una mano.

 

Pasó el tiempo. Cuando cumplí diecinueve años dejé de verlo a Jorge, y hoy en 1970, ya cumplidos veinticinco años, me volví a encontrar con Jorge Clayton. Él tenía un año menos, tenía veinticuatro. Había pasado tiempo y se acordó de mí.

Y pasaron cosas.

 

Pero eso es otra historia.

 


Sesión 05/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Saúl R.

Se habló del Servicio, del libre albedrío y de cómo es usado este para ayudar a que los demás puedan cumplir con el suyo, con su libre albedrío, propiciando uno mismo que los demás puedan cumplir con su tarea deseada, su proyecto. También se comentó una frase, que muestra cuál es el grado de compromiso, de Servicio que cada uno da, o puede dar.

Sesión en MP3 (2.426 KB)

 

Entidad: Mi nombre como thetán es Sarmandel, plano 3 subnivel 6.

 

Recuerdo mi primera vida. Nací en Saeta en el viejo continente de Gaela, a mis dieciséis años viajé al nuevo continente, al país del sur, Plena, por un intercambio estudiantil y me terminé quedando.

En 1970 cuando cumplí veinticinco años había hecho algunos amigos y me había reencontrado con un compañero que conocí en la facultad, Jorge Clayton. Ahora tenía veinticuatro años y tenía conocimiento de muchos temas, aproveché para esta vez no hablar de mí sino de mis... de mis dudas.

 

Me gustaba el humanismo, me gustaba la filosofía, pero había algo que siempre me cuestioné, ¿qué función cumplimos?

Clayton me preguntó:

-Mi apreciado Saúl Ibáñez, quieres saber qué función cumplimos. Primero, tender una mano a los demás.

-Eso es muy genérico -le respondí.

-Disfrutar el mientras tanto.

-Eso también es muy genérico. Entiendo que todos los que tenemos buen corazón le tendemos una mano al otro, ¿pero cómo sabemos que el otro va a aceptar esa mano? ¿Tienes idea, Jorge, cuántas veces me han ignorado?... Te quedaste pensando.

-No -respondió Jorge-. A mí también me han ignorado muchas veces, pero no lo tomo como algo personal.

-Quien te conoce no te ignora, saben que eres dueño de una gran fortuna.

-No tienes idea, Saúl, las veces que he pasado por un trabajador de oficina y era invisible ante los ojos de los demás. Invisible figurativamente hablando. Pero no es mi problema.

-Bien. Volviendo al tema, Jorge, si la gente está sumida en su propio mundo, si la gente no ve más allá de sus apetencias, sus deseos, ¿qué fin cumple esa gente?

-Te explico, Saúl, cual es el problema de tus dudas. Tú piensas que todo tiene un fin, y a veces no es así.

-Jorge, existe un dios, Dios nos creó para que cumplamos determinado fin.

-Lo que no tienes en cuenta, Saúl, y es muy importante, es el libre albedrío.

-Explícate.

-Claro. Yo sigo tu idea, Dios nos creó para un fin.

-Es lo que dije.

-Bien. Y Él también nos dio libre albedrío.

-Bien. Continúa.

-Ese libre albedrío hace que cualquier persona pueda elegir; elegir una pareja, una profesión, un oficio...

Lo interrumpí:

-Eso a veces depende del entorno. Tú estudias, buscas un trabajo y de repente toman a alguien que es familiar, y aunque no sepa nada entra igual. O de repente te interesa una persona, te acercas y esa persona te ignora. Entonces tu libre albedrío termina donde empieza el libre albedrío del otro. O sea, que no siempre decides. Entonces si es así, Jorge, ¿cuál es el fin si la mayoría de veces dependemos de acciones de los demás o reacciones de los otros?... Te quedaste callado.

-No, quiero tratar de responderte con las palabras correctas. A ver. Tú vivías en Saeta, aprovechaste un intercambio estudiantil y elegiste quedarte porque el intercambio era por un año. Has elegido tú.

-Está bien. ¿Y cuál era mi fin, quedarme aquí, vivir aquí, tener una relación aquí?

-Supongamos que sí. Supongamos que el día de mañana haces algo y produces un efecto dominó favorable.

-Explícate mejor, profundízalo más, por favor.

-Claro. Tienes un empleo... Invento: Ayudas a una persona nueva en ese empleo. Gracias a tu ayuda esa persona prospera, mejora. Estaba rentando un pequeño apartamento con su pareja. Con el tiempo van pagando una propiedad, pueden tener familia y saben que no se van ahorcar económicamente. ¿Qué has hecho tú?, un pequeño favor. Has volteado la pieza de un dominó, esa pieza volteó otra, otra, otra. Pero en este caso no es que has tirado todas las piezas, has hecho un efecto dominó reverso, has levantado pieza tras pieza con un favor.

-Ajá.

-Pero eso no es todo. Encuentras una persona en la calle que está perdida porque viene del interior del país y tú le indicas cómo viajar. Pero la persona tiene poco dinero, no es que tú tengas dinero en abundancia, pero le das para viajar y le indicas para donde tiene que ir. Esa persona se encuentra con gente conocida gracias a tu favor y a tu ayuda, esa persona con esa gente conocida tal vez tengan un proyecto que individualmente no lo podían haber hecho. Has creado otro efecto dominó.

-Claro -respondí-, hipotéticamente.

-Bueno, eso es el fin para lo que nos creó Dios.

-¿Me permites disentir?

-Es tu libre albedrío, ¡je, je! ¿Qué vas a decir Saúl?

-Lo que tú ya sabes. El mundo está sumido en la indiferencia, quizá lo exagero. Pero de repente ven gente tirada en la acera y alargan el paso para no pisarlos, pero siguen de largo. Quizá lo esté exagerando el tema. Pero cuántas veces hemos visto personas no videntes que están con su bastón blanco en una esquina esperando, esperando, pasan niños de edad escolar, estudiantes de facultad...

Jorge me miró y dijo:

-¿Sabes las veces que he conversado con otros conocidos del tema? ¿Sabes las veces que me he preguntado, Saúl, quién es el ciego, el que está con anteojos oscuros con un bastón blanco o todos aquellos que no lo ven?

-¿Y qué conclusión sacas, Jorge?

-Que el ciego puede percibir lo que el egocéntrico no.

-Lo anoto. Lo anoto porque eso es un aforismo. Que si tú tienes un alma, ese alma lo va a grabar a fuego.

-¡Je, je, je! Eres demasiado, cómo diríamos, extremista.

-No, no, Jorge, a mí me ha sacudido ese aforismo. Y entiendo lo del fin, ahora. Lo entiendo, lo entiendo perfectamente.

-Lo que tienes que entender, Saúl -me dijo Jorge-, es que hay gente que se detiene aun en su prisa para cruzar al ciego y hasta le pregunta a dónde va, "Tengo que tomar un bus porque tengo que ir a la Sexta avenida", así que al ciego lo coge del brazo y lo lleva hasta la parada del bus, espera a que llegue el bus, le hace una seña, le da una palmada en la espalada al ciego y lo ayuda a subir al bus. Tú te preguntarás, Saúl, esa persona perdió como diez minutos... Yo te respondería ganó diez minutos, porque le fue útil a otra persona, porque quizás ese joven no vidente tenía una tarea importante que hacer y llegó a tiempo para hacerla. Eso es el efecto dominó reverso también. Quizás entre cien indiferentes, ese uno que no lo es, logra el efecto dominó reverso.

Me quedé pensando y le dije a Jorge:

-Pero si como dije al comienzo, Dios nos crea para un fin, estamos de acuerdo que ese fin lo logra uno cada cien, porque los otros noventa y nueve siguen hundidos en su indiferencia.

-Tendrán que aprender o se darán contra la pared, porque la indiferencia también produce un efecto dominó pero para mal; porque tiene una relación de pareja y va a ser indiferente a la pareja, a sus hijos, a sus empleados, a su familia, a sus amigos, y eso no ayuda a nadie. ¿Pero sabes lo qué es lo peor Saúl? Que ni siquiera se ayudan a sí mismos. Entonces, Saúl, el ayudar a otros no tiene que ver con el dinero, tiene que ver con la intención de poder hacer cosas. Ya sé, tú pensarás que para Jorge Clayton está fácil, viaja e inaugura una fundación... Lo que tienes que tener en cuenta es que si yo tengo cien millones de créditos y dono mil créditos, que capaz que es todo lo que tú tienes, pero tú donas cien, para los ojos conceptuales de Dios tú has hecho más que yo. Espero que se entienda el concepto.

-Lo entiendo, lo entiendo perfectamente. Y te agradezco tus palabras.