Índice
Jack el saltarín
Grupo Elron

 


En Inglaterra se dio el nombre de "Jack el Saltarín" a quien se creía un extraño ser que se presentaba sorpresivamente, como surgido de la nada, y que luego desaparecía dando grandes saltos. Sus apariciones se registraron desde principios del siglo XIX y se extendieron durante varias décadas hasta desaparecer definitivamente. En realidad se trataba de extraterrestres, obviamente de moral muy baja, que desaprensivamente estudiaban las reacciones que producían sus espeluznantes apariciones.



Las personas antes quienes se presentaron sorpresivamente nunca conocieron su verdadero rostro ni su estructura física porque se disfrazaban de la manera más horripilante posible, justamente para estudiar las reacciones de sus víctimas.


No agredían a sus víctimas porque su propósito era solamente estudiar la forma en que reaccionaban, pero muchas veces, al ser agredidos, entraban en pánico y se defendían ferozmente para no ser atrapados.

 

 

Jack el...Saltarín

Publicado el 23 de Julio de 2005 en "El Mundo Paranoico" ( http://mundoparanoico.blogspot.com/


shjack
Originally uploaded by sethc. .

Casi cincuenta años antes de que Jack el Destripador aterrorizara a sus habitantes, otro Jack sembró el pánico en las calles del Londres decimonónico. Hablamos de Jack el Saltarín, un siniestro personaje de gran estatura y delgado cuerpo, con una prominente nariz, orejas puntiagudas y unos dedos extremadamente huesudos según los testigos, quienes también describieron sus extraños ropajes: un casco metálico y una oscura armadura cubierta por una enorme capa que, sin embargo, no llegaba a ocultar una especie de lámpara que portaba a la altura del pecho
Springhell Jack, como le llamaban los asustados habitantes de la época, apareció por primera vez de manera oficial en 1837, cuando atacó a la hija de un granjero de Kent, tras lo cual huyó dando grandes saltos que le permitieron desaparecer antes de que nadie pudiera acudir a socorrer a la pobre muchacha.
Pero sus sobrehumanas capacidades no quedaban limitadas a los grandes saltos que le convirtieron en una leyenda, al parecer el misterioso personaje también contaba con la facultad de lanzar bocanadas de fuego por la boca y de cegar a sus víctimas con unos fogonazos emitidos con la luz que portaba en el pecho. De hecho, cuando las numerosas denuncias convencieron a la policía de que el problema era real, varios policías que le atacaron fueron repelidos por las citadas bocanadas, de las que destacaron un intenso olor a ozono.
Pero, de entre las numerosas historias que se conservan sobre Jack el Saltarín, nos gustaría destacar una que le retrata más como un pervertido que como un asesino, y es que, en cierta ocasión, llegó a introducirse en la casa de otra pobre muchacha gracias a una pícara estratagema. Oculto en la penumbra, llamó a la puerta y se hizo pasar por un oficial de policía que decía haber capturado al Saltarín Cuando la chica abrió inocentemente la puerta, Jack saltó sobre ella y le desgarró el vestido para, a continuación, comenzar a acariciar su cuerpo desnudo. Por suerte para la joven, un familiar tuvo tiempo de acudir al rescate pero, una vez más, nuestro excitado amigo pudo escapar incólume. No obstante, con las prisas y, suponemos, el calentón, perdió su capa, que, sin embargo, fue recogida por una veloz sombra antes de que la aterrada víctima pudiera hacerse con ella.
Con el tiempo, el área de acción de Springhell Jack aumentó hasta convertir al país entero en su particular campo de juegos, sin que la policía pudiera hacer nada por evitarlo, hasta que finalmente desapareció en 1904, siendo visto por última vez en Liverpool.
Cómo su tocayo el Destripador, aún hoy nadie sabe quién o que se escondía tras la máscara de Jack el Saltarín, pero sus llameantes ojos rojos aún atemorizan a buena parte de los británicos.

 

¿MITO O REALIDAD?

La verdad sobre Jack el Saltarín.

Estimado profesor: Recorriendo la Red me encontré sorpresivamente con este artículo publicado por el Grupo Editorial Bitácora que me causó bastante extrañeza. En el momento en que lo leía me vino a la cabeza el experimento extraterrestre que se dio en llamar la Bestia de Gévaudan y que ya fuera aclarado por el Grupo Elron. ¿Se trató de un experimento extraterrestre similar?

Le transcribo la página para su conocimiento:

Aparecía en la noche, dando saltos; sus ojos brillaban como bolas de fuego, sus manos eran garras heladas y su boca escupía llamaradas.

Durante más de 60 años, esta espantosa criatura, a la que se atribuía la capacidad de saltar por encima de altos muros o alcanzar de un salto los tejados con una facilidad sobrehumana, tuvo a Inglaterra sometida al tenor.

En los primeros años de la década de 1830, las historias acerca de una espantosa demoníaca figura que daba enormes señales se difundieron por todo el país. La opinión británica las consideraba insensatas, productos de la histeria colectiva. Pero los informes sobre el monstruo continuaron llegando a Londres; provenían principalmente de personas que atravesaban Bames Comman, al sudeste de la capital británica.

En enero de 1838, la existencia del extraño ser saltarín fue oficialmente reconocida. En la sede del ayuntamiento, el lord mayor de Londres, sir John Cawan, leyó en público la carta que al respecto le habían enviado unos atentos y asustados ciudadanos de Peckham; en ella se describían algunas de las proezas; algunos de los fenomenales saltos del demoníaco ser. La revelación del lord mayor produjo un considerable revuelo en Londres.

Entonces comenzaron a fluir a raudales las denuncias, formuladas por personas que hasta ese momento habían temido caer en el ridículo si informaban sobre sus encuentros con esa criatura, a la que comenzó a llamarse Jack el Saltarín.

Polly Adams, la bella hija de un granjero de Kent trabajaba en una taberna del sur de Londres; fue atacada por el monstruo a fines de 1837, mientras caminaba por Blackheath. Su atacante huyó, salvando grandes distancias mediante saltos prodigiosos.

Una joven criada, Mary Stevens, sufrió un ataque del Saltarín en Bames Cammon. Una mujer que, después de visitar a unos amigos, volvía a su casa atravesando el cementerio de Clapham, también tuvo que enfrentarse con la misteriosa criatura.

Lucy Scales y su hermana, hijas de un carnicero londinense, paseaban a orillas del Támesis; regresaban a su hogar después de haber visitado a un hermano de ambas cuando, al atravesar Green Dragon Alley, en Leinehouse, sufrieron una extraña agresión. Una figura cubierta por un capote surgió de la oscuridad y escupió llamas sobre Lucy, lo que le provocó una ceguera momentánea. Luego desapareció dando enormes saltos.

La siguiente victima fue Jane Alsoph, que junto con su padre y dos hermanas ocupaba una casa alquilada en Bearhind Lane, Bow. Una noche de febrero, Jane oyó que alguien llamaba frenéticamente a la puerta; la muchacha se apresuró a abrir: se encontró con una figura envuelta en una capa larga y negra que permanecía en la penumbra y que le dijo bruscamente: "Soy policía; por Dios, tráigame una lámpara, que hemos cogido a Jack el Saltarín en esta calle".

El corazón de Jane dio un salto; la noticia la llenó de aturdimiento y excitación. Pensó: "Entonces, después de todo, las extrañas historias del hombre duende eran reales". Entró corriendo a su casa, cogió una vela y se la dio a su interlocutor. Pero en lugar de hacer lo que se esperaba, el falso policía se despojó del capote y mostró su terrorífica figura: iba vestido con un casco ajustado, del que sobresalían dos cuernos, y un traje blanco ceñido.

El agresor cogió a Jane por el cuello y colocó la cabeza de la muchacha baja una de sus axilas, mientras le desgarraba el vestido y palpaba su carne desnuda. La muchacha consiguió desasirse y dio gritos aterrorizados. El hombre la persiguió y le dio nuevamente caza, la aferró por los largos cabellos. Pero la hermana de Jane había oído los gritos y dio la alarma; antes de que los alarmados salvadores pudieran capturar al agresor, la extraña criatura abandonó a su presa y, con un salto increíble, se perdió en la oscuridad.

Más tarde, Jane dio a las autoridades una descripción de su atacante: "Su rostro era horrible; sus ojos parecían bolas de fuego, sus manos eran grandes garras heladas y vomitaba llamas azules y blancas".

La colorida descripción fue repetida una y otra vez por otras mujeres a quienes el monstruo había agredido y de las que siempre se sospechó que estaban histéricas. Se trataba de una descripción que en poco podía ayudar a la policía en su persecución del fantástico agresor.

Se organizaron pelotones de vigilantes voluntarios, se ofrecieron recompensas; la policía se esforzó en vano por descubrir el paradero del monstruo. Incluso el duque de Wellington, a pesar de sus casi 60 años, cogió las armas y montó a caballo para participar en la persecución.

Durante los siguientes años, Jack el Saltarín extendió su radio de acción a todo el país. Las denuncias sobre sus ataques provenían tanto de los barrios bajos de Londres como de aldeas remotas.

En febrero de 1855, el misterio se extendió hasta el West Country. Los habitantes de cinco localidades de South Devon se despertaron un día y advirtieron que durante la noche había caído una intensa nevada. Al mismo tiempo descubrieron que sobre la nieve virgen se destacaban unas misteriosas huellas, que trepaban por las paredes hasta los tejados y atravesaban pasos que durante la noche habían estado cerrados. Presas del terror, los habitantes de South Devon llamaron a esos rastros "Las huellas del demonio". Hubo quien las atribuyó al fantasma de algún animal; otros a Jack el Saltarín.

Jack el Saltarín anduvo dando saltos por todo el país en 1870. El ejército se tomó el caso en serio y organizó un plan para atraparlo. Las autoridades militares no tuvieron más remedio que adoptar esa actitud, porque muchos centinelas -algunos de ellos curtidos veteranos de la guerra de Crimea- habían sido aterrorizados por el monstruo. Una figura fantástica atacaba a los soldados de guardia; el extraño ser surgía de pronto de entre las sombras y saltaba hasta el techo de las casetas, o abofeteaba a los centinelas con sus garras heladas.

En Lincoln, fuera de sí por una mezcla de terror y de furia, los lugareños se armaron y persiguieron al monstruo. Como siempre, éste desapareció en la noche, después de soltar una carcajada histérica.

La última vez que alguien vio la diabólica cara de Jack fue en 1904, en Liverpool. El extraño ser aterrorizó a los pobladores del área de Everton dando saltos enormes por las calles, brincando desde el pavimento hasta los tejados y bajando de un salto otra vez. Cuando algunos temerarios perseguidores trataron de cercarlo, el monstruo se desvaneció en la noche.

En la Gran Bretaña victoriana abundaban los ricos excéntricos; tal vez -se piensa- alguno de ellos haya encontrado divertido gastar su tiempo y su dinero en sembrar el terror a lo largo del país. Algunos sospecharon del Mad Marquis -el Marqués Loco- de Watedord. Sin embargo, por lo que se sabe, el marqués era violento e irresponsable, pero nunca fue un depravado.

El misterio de Jack el Saltarín permanece todavía sin explicación. Después de su actuación en Liverpool, desapareció, aparentemente para siempre.

Espero que los Maestros de Luz puedan develar el misterio.

Judd C.

RESPUESTA

Apreciada Judd: Estás en lo cierto cuando mencionas a los extraterrestres, pero no era un experimento de ellos sino que Jack el Saltarín fue un apodo que se dio en Inglaterra a este ser, pero que en realidad no era uno solo sino que se trataba de muchos.

El origen del nombre es algo similar al del Chupacabras, animal que en realidad no existe, que involucra a muchas razas de extraterrestres que vienen a experimentar con nuestros animales.

En el caso de Jack el Saltarín se trató en realidad de dos contingentes extraterrestres, de 100 miembros cada uno, que aparecieron en el planeta Tierra alrededor de 1815 y se quedaron aquí casi un siglo.

A pesar de que solamente se han registrado sus apariciones en Inglaterra, ellos estuvieron diseminados en casi todos los países de Europa, España, Francia, Italia, Alemania, etc., e incluso en América.

Su propósito era de tipo psicológico, es decir estudiaban las reacciones de los seres humanos, y para producirlas en mayor escala se disfrazaban grotescamente, se pintarrajeaban el rostro o directamente se lo cubrían con máscaras horripilantes. Todo, como te dije, con la finalidad de causar mayor impacto y poder así estudiar mejor las reacciones de sus víctimas.

Debido a que por su consistencia física no podían mantenerse sobre el suelo terrestre, a causa de la diferencia de gravedad entre su planeta y el nuestro, llevaban consigo un aparatito antigravitatorio insertado debajo de la piel que les permitía dar esos enormes saltos de los que tanto hablaban con asombro quienes tuvieron la mala suerte de ser sus víctimas.

Como norma no agredían a sus "conejillos de Indias", pero sí lo hacían a veces para obtener mayores reacciones.

De más está decir que en las ocasiones en que quisieron capturarlos ellos entraron en pánico y se defendieron agrediendo a su vez, pero esto hay que catalogarlo más bien como excepcional.

¿Por qué nunca pudieron atraparlos? Simplemente porque estaban controlados desde la nave espacial a través de monitores que incluso registraban las variaciones del calor corporal producido por el miedo, y en cuanto percibían algún peligro simplemente los teletransportaban.

Es decir que en realidad no siempre escapaban dando saltos, sino que lisa y llanamente desaparecían en el aire. ¿Quién podía imaginar la verdad?

Para concluir, hay que aclarar que no tenían ningún asentamiento en la superficie terrestre, pues su base estaba directamente en la nave espacial.

El planeta del que proveían, que ellos llamaban Tax y que no figura en nuestras cartas astronómicas, se encuentra situado aproximadamente a 60 ó 70 años luz, es decir, a poca distancia, relativamente hablando.

En cuanto a su morfología, es completamente distinta de la nuestra, incluso tienen sus pies y manos espatuladas, muy parecidas a la de los patos.

Su cuerpo es más pequeño que el de los terrestres y también más débil. Su alimentación es omnívora como la nuestra (comen de todo).

Desde ya que su ética deja mucho que desear, porque no puede considerarse ética la forma en que estudian a sus víctimas causándoles pánico para observar sus reacciones.

Todos estos datos los extraje de la sesión que celebramos con Jorge Olguín el 26/7/05 (se presentó Ruanel), pero lamentablemente falló la grabadora y los diálogos se perdieron.

De cualquier manera te aclaro, para tu tranquilidad, que lo expuesto es prácticamente todo lo que nos dijo sobre el tema, quedando tan sólo algunos datos astronómicos que no he podido recordar, pero que en definitiva no son tan importantes.

Bienvenido al club. Un fuerte abrazo.