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Psicoauditación - Ana C.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 03/12/2020


Sesión 03/12/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ana C.

La entidad relata una vida en Gaela. Vivía con dolor, entristecida por la pobreza que presenciaba. Le dolía no poder ayudar con su economía a tantos necesitados. Viajó a la capital y le presentaron un millonario. La hizo reflexionar.

 

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Entidad: Estaba de muy mal humor, y eso que viajaba en clase turista Premium, era más económica que la clase Business pero era cómoda. Hacía doce horas que había salido del aeropuerto de Coverself y faltaba todavía para llegar a Ciudad del Plata.

De verdad que estaba con bastante mal humor, pensaba que conducir un diario era sencillo, fácil, pero los asesores que tenía, que me había puesto mamá Amalita, eran..., no digo un estorbo pero sí eran incapaces de solucionar problemas.

 

No suelo tener mal genio, madre piensa que soy malcriada, que soy caprichosa, que tengo humor cambiante, evidentemente que no me conoce ni ella ni nadie, pero tampoco voy a ser amable cuando veo que son incapaces, porque para eso son asesores.

Una nota importante que tiene que ir en primera página, dicen:

-No, no, no, esto no. Porque es preferible poner algo de política, y esto va para espectáculos.

 

Pero cuando de repente un actor y una actriz se separan en muy malos términos, tenencia de los hijos, reparto de fortuna, agresión de hecho, ¿por qué tiene que ir a la parte de espectáculo?

-Hagan lo que quieran, pónganlo de la mejor manera que deseen, yo me tomo veinte días y vuelvo.

 

Llegué cansada, molesta. Ya había reservado en el mismo hotel que mi madre, le había mandado un telegrama diciendo que viajaba.

Madre se molestó mucho.

-Me tomo unos días, te dejo a cargo y no puedes resolver nada.

Le respondí:

-No me eches la culpa a mí, tienes unos asesores que están de adorno, hubieras dejado maniquíes parlantes y era lo mismo.

Me respondió:

-No seas irónica, no sé porque no nos llevamos bien.

 

Encima me entero que el primo Hernán deja Beta y se viene a trabajar a Plena.

Nos juntamos los tres. Me abracé con madre y le digo:

-No peleemos. -Le conté lo del tema de espectáculos y me sorprendió, porque me dio la razón.

-Una noticia así, si es por tenencia de hijos, si es por fortuna, bueno, pero de repente está constatado con fotos y todo que hubo agresión de hecho. Y no, no tiene que ir a la parte de espectáculos, puede ir en primera plana, aunque no sea la primera noticia, aunque sea la segunda noticia de primera plana. -Me sentí bien que me diera la razón, pero como decís vosotros es una de cal y una de arena. Después me retó-. Viniendo yo a Plena, ¿quién ha quedado a cargo?

-Yo -le dije.

-¿Y por qué no te has impuesto? Te doy la razón, va a primera plana, quizá no sea la noticia más importante, quizá la posible renuncia del ministro sea la más importante, pero puede ir abajo en primera plana, una nota más pequeña.

-¿Pero para qué están los asesores?

-No importa, no importa, Yuri, no importa, no importa, te impones porque te dejé a cargo. Pero no tienes tolerancia.

-Hay muchas cosas que no tengo. Me molesta el mundo.

-¿Qué te molesta, qué te molesta de Gaela?

-La desigualdad.

-A mí también me molesta, a tu primo también le molesta la desigualdad.

 

Esa tarde me hicieron conocer el club hípico, no me gustó para nada, no me gustó para nada. Había un tal Jorge Clayton que decían que era millonario pero a su vez era filántropo, pero no me caía bien hasta que se acercó a la mesa y se puso a conversar con nosotros. A Amalita la trataba como si fuera otro sobrino. Me saludó con simpatía, y yo seca.

Me preguntó:

-¿Cuál es tu nombre?

-Yuri.

-Mi nombre es Jorge. ¿A qué se debe ese mal carácter, qué trance has pasado?

-¿Por qué debo contarte?, no te conozco.

-Lo pregunto por cortesía, no para que me lo cuentes.

-Yuri... -me dijo madre-, le conté lo del diario.

-¡Ah! Tú eres la hija rebelde. -No me enojé con él, la miré a madre.

-Así que me has descrito como la hija rebelde.

-Bueno, tienes tu modo, tienes tu carácter, quieres que todo salga como tú lo deseas.

-¿Y está mal que así sea? Me has dicho que acerté con la nota.

El primo Hernán dice:

-Me tengo que volver al trabajo.

-Tú con tu tema de ordenadores. Espero que te vaya bien -le dije. El primo Hernán trabajaba con ordenadores y pensaba hacerlos tipo portátiles. Le digo-: Me parece un sueño imposible. Estamos en 1972, ¿sabes lo que falta para que logres esto?

Hernán me contestó:

-Querida prima, ¿las cosas cómo se logran? -Me encogí de hombros.

-Haciéndolas.

-Antes.

-Ideándolas.

-Antes.

-No sé, no me vengas con acertijos. Por favor, dilo de una vez.

Hernán dijo:

-Soñándolas, proyectándolas en tu mente.

-No sé, eso me suena a delirante.

-Sin embargo estoy avanzando bastante.

-¿Y por qué aquí, porque no en Beta, que tienes más posibilidades?, te vienes a un país del sur subdesarrollado.

Jorge Clayton me dijo:

-¿Por qué el desprecio?

-No, no hay desprecio, estoy viendo Ciudad del Plata, que está bastante adelantada, pero económicamente veo que no están tan bien. Bueno -Fui irónica-, excepto tú.

-Tú eres otra de las personas que tiene rencor por la gente de dinero.

-No, no por todos -dije-. Tú tienes fama de que ayudas a fundaciones, ayudas a hospitales. No puedo decir nada.

 

Al día siguiente mamá Amalita quiso pasear por una zona del delta en lancha. Yo no tenía humos para ir, Hernán trabajaba y no tenía donde ir, así que marché para el club hípico. No conocía a nadie y tampoco quería tratar con nadie.

¿Con quién me encuentro?, con Jorge Clayton, el millonario.

-¿Qué haces por aquí, no trabajas?

-Estuve toda la mañana haciendo cosas. Es más, ayudé a un hospital a abrir una nueva planta. -Lo mire con desprecio, como diciendo:

-Bueno, tienes dinero, no le veo el mérito.

-Nadie dijo que fuera mérito, simplemente comenté lo que hice. Pero tu madre comentó que estás desconforme con la desigualdad.

-No me siento bien con la desigualdad -comenté.

-¿Por qué, Yuri? Cuéntame.

-Por ejemplo tú. ¿Tienes pareja?

-Sí, y la amo.

-¿Están casados?

-Todavía no, pero nos vamos a casar.

-¿Y ella también es de posición?

-Para nada, es muy humilde.

-Bueno, eso me sorprende.

-¿Por qué te sorprende? Nos haces una muestra de sangre, los dos somos seres humanos. Que uno tenga dinero y el otro no es una circunstancia. Cuando nos casemos ella va a tener mi dinero, va a poder decidir también. Pero dime, Yuri, qué te molesta de la vida, de la sociedad.

-A veces me siento culpable.

-No entiendo -dijo Jorge.

-Claro. A ver, cómo explicarlo. Ámber es próspero, sin embargo también hay pobreza. ¿O piensas que en el viejo continente no hay pobreza?

-No dije nada, te escucho.

-Bien. Su capital, Coverself, es un lujo, pero he recorrido otras ciudades y hay mucha pobreza, y me siento culpable.

-¿Por qué, la has provocado tú?

-No, me siento culpable porque yo tengo para comer, porque madre es dueña de un periódico, porque incluso tengo un apartamento propio, porque no me falta nada, tengo dos líneas de teléfono, y veo que hay gente que es carenciada. No soy como tú que me sobra para ayudar, pero a veces veo personas que piden limosna y les doy. Y también veo niños que piden plata.

-Ahí te equivocas, Yuri. -Y me molestó que me dijera eso.

-¿Por qué?, ¿tú ayudas a fundaciones y no ayudas a los niños?

-Si me prestas atención te lo explico.

-Explícate, ¿a ver?

-¿Te piensas que en Ciudad del Plata no hay niños carenciados? Los hay, y seguramente más que en Coverself.

-Continúa -pedí.

-Una mañana estaba desayunando en un bar, en un barrio cualquiera, y se acerca un niño de unos seis años:

            -¿No tiene algo de dinero?

            Le digo:

            -Mira, lo llamo al señor, al camarero, y te pido un sándwich y algo caliente para que comas. -No me respondió puso cara de enojado y se marchó.

-No entiendo -comenté.

-Te lo explico. Y entiendo que esto para en Coverself, entiendo que pasa en Ciudad del Plata y en distintos lugares. Hay niños que son explotados por mayores que pueden ser papás, pueden ser tíos o directamente son niños sin hogar que los mayores los explotan y los mandan a vender estampitas de la Orden del Rombo, estampitas religiosas, y la plata se la quedan los mayores y a los niños les dan unas monedas.

-Está bien. ¿Y por qué no le diste dinero?

-Porque no tenía hambre, porque si hubiera estado desnutrido hubiera aceptado mi sándwich, hubiera aceptado mi leche caliente y no la quiso.

-Estás midiendo a todos con la misma vara.

-No, no. Y te explico por qué no. Obviamente un niño no va a entrar en el club hípico porque no lo dejan entrar, pero yo te estoy hablando que voy, porque no me gusta el ambiente del club hípico, es muy artificial; entonces voy a bares comunes donde el café tiene mejor gusto, donde el ambiente me gusta más, donde la gente es más sencilla y donde siempre entran niños a pedir dinero, y no te hablo de que voy siempre voy al mismo bar, voy a uno, voy a otro, a otro y todos los niños me contestan lo mismo.

            -¿Quieres comer algo?

            Algunos se dan vuelta y ni me saludan. Otros me dicen:

            -No, quiero dinero.

            -No tengo -le digo.

Le dije a Jorge:

-¿Eso no es mezquindad?

-Yuri, no me estás entendiendo. Obviamente que tengo, pero si tiene hambre me tiene que aceptar, porque lo estoy invitando a comer, pero se molestan porque no tienen hambre, están trabajando para un adulto. ¿Lo entiendes?, porque ya no te lo voy a explicar por cuarta vez.

-Sí, lo entiendo. Y ahora recuerdo cuando era más chica, en Coverself, fui a tomar una bebida caliente y un niño me pidió plata. Le dije si quería tomar algo y me dijo que no. Me dio pena y le di plata. Y afuera se juntó con otro niño más grande, cruzaron la calle y había un adulto que supuse que sería el padre y le dieron el dinero y se fueron.

-¿Te das cuenta?, quizá no era el padre, quizás era un adulto que los explota, porque te rechazó la bebida.

-De todas maneras me siento con complejo de culpa porque en otras ciudades veo gente que apenas le alcanza para comer.

-Yuri, eso pasa en todas las ciudades. ¿Tú has provocado la pobreza?

-No.

-Entonces es incoherente lo que dices, tú te precias de inteligente.

-Creo serlo.

-¿Y entonces? Si te precias de ser inteligente y te sientes culpable por la pobreza del mundo... Vamos a hacer una especie de cuento.

-Te escucho -pedí.

-Supón que tú tienes un millón de monedas de oro.

Wow, una fortuna!

-Muy bien. Supón que la cargas en varias maletas y en la plaza principal de Coverself citas a un millón de personas.

-Es que no cabrían.

-Supón que también van por las arterias laterales y supón que tienes mil colaboradoras. Entonces haz esta cuenta: Tienes un millón de monedas de oro, citas a un millón de personas, le das una moneda de oro a cada una de las personas, ¿te alcanza justo?

-Sí, cada persona se lleva una moneda y el millón de personas se llevaron el millón de monedas de oro.

-Muy bien, Yuri. Ahora piénsalo bien: ¿es mucho una moneda de oro?

-Y sí, mucho.

-Perfecto, es mucho. Ahora, Yuri, ¿le va a solucionar la pobreza?

-No, porque la va a cambiar y luego va a comprar comida y al poco tiempo va a estar igual.

-¿Y qué has solucionado?

-Nada.

-Y tenías un millón de monedas de oro. Te estoy demostrando que el mundo no se soluciona repartiendo monedas de oro al azar a millones de personas.

-¿Y entonces qué hago?

-Invierte. Aparte del diario abre otro diario o pon otra empresa. Por ejemplo: Tu primo está con el tema de ordenadores, abre aquí mismo en Ciudad del Plata una empresa de ordenadores y pon a tu primo a cargo.

-Bueno, pero no tengo tanta plata.

-Te ayudo yo.

-¿A cambio de qué?

-A cambio de nada, tengo el dinero para hacerlo.

-¿Y cuántos empleados podremos contratar?

-Cien -me dijo Jorge Clayton.

-Pero hay miles que están en la pobreza y voy a seguir con mi complejo de culpa de que yo puedo comer todos los días y hay gente que no.

-Yuri, mírame a los ojos -Lo miré-, estoy dudando de tu inteligencia. Ni siquiera yo tengo el dinero para poner mil empresas y darle trabajo a un millón de personas, ni siquiera yo, pero puedo poner un grano de arena, abrir una empresa para que cien trabajadores que estaban desempleados tengan empleo, y quizá dentro de un año se pueda abrir otra empresa o tú puedas abrir otra sucursal del diario en Ámber. Pero no se puede solucionar todo de golpe, no somos Gobierno. A propósito, los impuestos que yo pago por mes por mi fortuna es más de lo que le pagas a todos los empleados o tu tía Amalita a todos los empleados del diario tuyo. Quiero decir, ¿qué hace el Gobierno con los impuestos, por qué no ayuda?, ellos tendrían que tener complejo de culpa, no tú, Yuri, no tú. En un país del norte del nuevo continente, más debajo de Beta, hay un hombre que es dueño de un canal de televisión, ¿te crees que ayuda a alguna fundación como hago yo? No. ¿Te crees que ayuda a algún hogar de niños? No. Ése tiene que tener complejo de culpa. ¿Y te piensas qué lo tiene? No, porque no le importa.

-Bueno, ese es un desalmado -exclamé.

-Exactamente. Pero no tú, tú haces lo que puedes dentro de tus posibilidades, yo hago lo que puedo dentro de mis posibilidades. Mayores. Mi propuesta está en pie. No tengo ningún problema en abrir una empresa de ordenadores y que Hernán deje de trabajar donde está trabajando y yo lo pongo a cargo aquí, sin ninguna restricción, con todos los materiales a disposición. ¿Se entiende, Yuri?

-Se entiende. Pero debo ser tonta porque a veces me caen las lágrimas porque estoy al mediodía comiendo y veo gente que está... miro la tele y veo que hay gente que no tiene para comer.

-Y eso va a pasar siempre. Pero no puedes hacer lo del millón de monedas de oro, en el caso que las tuvieras.

-¿Tú las tienes?

-Quizá, pero ya quedamos en que eso no sirve. Dar un millón de monedas a un millón de personas, cada persona se queda con una moneda, la gastó, ¿y qué solucionó? ¿No es mejor ayudar a fundaciones, a hospitales, a escuelas, a hogares de niños o abrir empresas? Dime si lo entiendes, porque ya no te lo voy a explicar más.

-Sí, ahora lo entendí.

-¿Y has entendido que no tienes por qué sentirte culpable, por qué no has hecho nada para que la gente sea pobre?

-Tampoco he hecho nada para que la gente mejore.

-Publicas notas en los diarios, das información. Vuestro diario se ocupa también de economía, dicen cómo invertir, donde invertir. Todo suma. No tienes una varita mágica para resolver todo, cada uno dentro de sus posibilidades puede hacer. El panadero va a esmerarse para hacer el mejor pan con el mejor sabor y a ti te va agradar comerlo.

-También me gustaría que el carenciado pueda comerlo.

-Yuri, no volvamos a lo mismo, si no es como si no me hubieras entendido. No podemos resolver todo, podemos resolver parte. A veces también me duele el pecho de ver injusticias, pero mi consciencia está tranquila porque puedo ayudar y he ayudado.

-¿Y el que no tiene dinero cómo ayuda? -pregunté.

-Yuri, el que no tiene dinero también puede ayudar. Tengo amigos en distintas esferas, tengo amigos que tienen muy pocas posibilidades pero de repente un primo tiene a su mamá enferma y el amigo va a visitarlo y va a visitar a su tía y se queda con él y lo abraza, y lo contiene, y lo consuela.

-Pero con eso no va a curar a la tía.

-No, Yuri, no la va a curar pero su pariente se va a sentir mejor. No todas las ayudan van con dinero Yuri; consolar al afligido, ayudar al desprotegido, escuchar al solitario..., si todo fuera dinero la gran mayoría del planeta no podría ayudar. ¿Se entiende?

-Sí, ahora me quedó claro.

-Bien, bien, Yuri, bien.

 

Jorge Clayton pagó la consumición, nos dimos la mano y me marché.

Estaba más tranquila, igual me quedó dolor en el pecho de nervios, seguramente de nervios, porque la injusticia iba a seguir. Pero entendí la lección, a veces se puede ayudar aún no teniendo dinero, basta con tender una mano.

 

Gracias por escucharme.