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Psicoauditación - Ana H.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 29/08/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ana H.

La entidad relata, de una vida, su vida personal, su familia y que su mundo, Helio 3, en su siglo XXI entró en guerra y quedó atrasado tres siglos y que cayó la mitad de la población. Compara aquella vida con la de ahora y se siente como en el paraíso.

Sesión en MP3 (1.035 KB)

 

 

Entidad: Lo que tiene el plano físico es que nos hace conocer algo que desde el plano espiritual desconocemos: qué es el apego, el tremendo apego.

 

Nací en 2068, mi nombre era Silvi Rapaport. Papá era comerciante, era hija única. Me crié con una mamá sobreprotectora. Era muy buen alumna. Papá y mamá siempre fueron buenos conmigo pero tenían una gran debilidad, envidiaban a las clases más altas de Oradea. Me hicieron estudiar otros idiomas, música, historia de las artes.

 

A mis veinte años, en 2088, conocí a Clodo. Clodo era de la gran familia Bazlis, una familia de muy buena posición de Oradea. Papá y mamá estaban asombrados de que haya conquistado a Clodo. Honestamente no me interesaba la posición económica, me interesaba el amor, que esto era lo que daba la felicidad, no lo otro, el amor no tiene precio. Al año nos casamos y en 2091 tuve un varón al que le pusimos Razo. Un varón al que adoraba, al que crié con absoluta libertad sin sobreprotegerlo, como mamá hizo conmigo. Le enseñaba lo que era el bien, lo que era el amor, lo que era la hermandad, la fraternidad. A los ocho años tenía conocimiento de ordenadores cuánticos, de estructura de las naves y cuando cumplió diez años estalló la gran guerra, una gran guerra que duró nueve años, hasta el 2110, dejando al mundo semi devastado. Por eso me reía irónicamente recordándome de cuando papá y mamá estaban exaltados de que Clodo se haya fijado en mí, un hombre de buena posición, ¡je, je, je! El dinero ya no servía para nada, se comía como podía, se vivía como se podía, las naves habían quedado inutilizadas, ni siquiera teníamos carros.

¡Qué irónico! Los gobernantes, antes de la guerra pensaban mandar super naves a un mundo que se había descubierto del otro lado del Sol que estaba un siglo atrasado con respecto al nuestro. Ahora ni siquiera podíamos llegar a nuestro satélite, ni siquiera teníamos aviones para volar. Del siglo XXII habíamos vuelto al siglo XIX.

 

Pero Razo estaba bien. En el presente, en 2115, había cumplido veinticuatro. Se sentía... no encuentro la palabra, desmoralizado, como que sus mayores le habían fallado. No había más escuelas, no había más facultades, se tardaría bastante tiempo en reorganizar todo.

Mi esposo Clodo debatía con mi hijo. Razo le decía:

-El conocimiento no se perdió, hay científicos. Esas naves oxidadas pueden volver a ser puestas en funcionamiento.

Y Clodo decía:

-¿Para qué? Para qué queremos la tecnología, ¿para que comencemos otra guerra?

-No, una tecnología de paz. Aislemos las zonas contaminadas, recuperemos el planeta. Dejemos de odiar al hemisferio austral, ambos hemisferios tenemos la culpa, una guerra sin sentido por diferencias políticas. Somos todos seres humanos, contaminamos un mundo, nos perjudicamos todos. Éramos diez mil quinientos millones de seres, ¿cuántos quedamos?

-La mitad.

-¿Y en qué estado? ¿Cuántos hay enfermos?

 

Admiraba el razonamiento maduro de Razo. Mi esposo me decía:

-Silvi, tú me das fuerza de seguir adelante.

-Lo vamos a lograr.

 

Como Silvi, desconocía que encarnábamos solamente en un 10%, sí lo sé como thetán de que el 100% de espíritu al encarnar sólo un 10% toma contacto con la unidad biológica y el 90% restante queda en el plano suprafísico que corresponde. Y qué causalidad; Silvi, mamá de Razo, esposa de Clodo, en esta encarnación soy Ana, mamá de Joaquín, pareja de Andrés. O sea, que los tres volvimos a encarnar en un planeta llamado Tierra al que los Maestros de Luz llaman Sol III por ser el tercer planeta a partir del Sol. Un mundo que está en el siglo XXI y que espero no caigamos en la barbarie que cayó ese mundo donde viví en una vida pasada llamado Helio 3, en una región norte llamada Oradea. Porque la paz, la armonía y el amor es lo que va a impedir que en cada vida, en lugar de ir eliminando engramas sumemos engramas, sumemos condicionamientos, porque el engrama condiciona de una manera tremenda, y como tenemos un velo del olvido que nos impide recordar experiencias de otras vidas podemos tener condicionamientos, miedos, temores, apegos a cosas inútiles sin saber por qué, y a veces por cosas pequeñas sin sentido discutimos como si fueran cosas de vida o muerte. Hay un refrán muy conocido de nuestros abuelos que dice: "A veces nos quejamos de lleno". No es que nos sobre pero comparado con ese mundo devastado, esto que estamos viviendo hoy es un paraíso.

 

Gracias por escucharme.