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Psicoauditación - Angiekitana

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 20/3/09
Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Ruanel y Amanerel, 90% de Angiekitana.

 

Inicialmente Ruanel habló sobre el estado de Angiekitana. Amanerel relató una vivencia de su 10% actual en una de las sesiones de bondage, detallando la tortura, su turbación, el dolor físico. Posteriormente relató una vida en el año 700 en Bretaña. De joven tenía fantasías eróticas y sádicas. Atacaron su aldea, asesinaron a su familia y fue apresada. El jefe quiso sexo con ella, y ella lo transformó en un encuentro sádico. Luego ocurrió algo similar con un subalterno. Tuvo encuentros con ambos por 8 meses, hasta que el jefe les descubrió y mató al subalterno. Ella mintió para protegerse. Continuó con el jefe por 10 años hasta morir por una enfermedad. Le quedaron engramas de soledad, de insatisfacción... Para finalizar Ruanel evaluó la descarga y el estado del thetán y del 10%.

 

 

.


Jorge Olguín: Vamos a hacer una sesión de psicoauditación con un preámbulo con el Maestro Ruanel.

 

...

 

Maestro Ruanel: ¿Qué tal?

 

Interlocutor: Hola, ¿qué tal, Maestro?, tanto tiempo...

 

Maestro Ruanel: ¿Cómo estás?

 

Interlocutor: Bien, bien, bien. Un poco ansioso con esta sesión. Usted ya sabe que vamos a hacer esto con el espíritu de Angie, que usted me dijo la vez pasada estaba bastante cargado y era una cosa que lo tenía pendiente.

 

Antes de empezar con la sesión, ¿usted me quiere decir alguna idea? O sea, la idea mía es empezar repasando desde el momento en que a la parte encarnada, Angie, la drogaron y después pasar al incidente anterior conectado con lo que le hicieron, con las torturas que padeció esta chica.

 

Maestro Ruanel: Lo ideal sería, en el caso de que ella te diera la oportunidad, trabajar con auditación a distancia en todo lo que sea de esta vida -porque en este momento está en el plano físico- y trabajar con su 10% y que este receptáculo trabaje con psicoauditación de vidas pasadas, que lo creo más conveniente porque sería una manera de complementar la auditación que tú has hecho con el 10% a distancia, lo que tú llamas el chat.

 

Interlocutor: Esto está claro y la sesión esta es por eso de psicoauditación. Parece que Angie en el plano físico tiene bastantes problemas para comunicarse por falta de privacidad. Creo que esto usted lo dijo la vez pasada también.

 

Maestro Ruanel: Sí, así es.

 

Interlocutor: Si no, supongo que ella tendría mucho interés en continuar, ¿no es cierto?

 

Maestro Ruanel: De todas maneras, por percibir los conceptos de su thetán me doy cuenta de que tuvo varias vidas donde tuvo situaciones similares...

 

Interlocutor: ¿Pasiva o activa?

 

Maestro Ruanel: Activa, activa.

 

Interlocutor: ¿O sea, que de alguna manera, lo que le pasó ahora a Angie, es karmático, se puede decir?

 

Maestro Ruanel: De alguna manera, sí; pero mira que en otro caso fue víctima hasta cierto punto. Pero que lo relate su thetán, esa vivencia.

 

Interlocutor: Esta bien. Entonces, ¿le parecería el plan de relatar la incidencia de esta vida a partir del momento en que ella es drogada -su parte encarnada- y luego pasar a  vidas anteriores o a incidentes anteriores de vidas pasadas elegidas por el espíritu de Angie? ¿Cómo se llama el espíritu de  Angie?

 

Maestro Ruanel: Amanerel.

 

Interlocutor: ¿Amanerel?

 

Maestro Ruanel: Sí.

 

Interlocutor: Perfecto. Bueno, si le parece, que se presente Amanerel y lo psicoauditamos.

 

Maestro Ruanel: Quedamos en contacto.

 

Interlocutor: Sí. Hasta luego.

 

...

 

Interlocutor: ¿Estás ahí, Amanerel?

 

Amanerel: Sí.

 

Interlocutor: ¿Lo estoy diciendo bien: Amanerel?

 

Amanerel: Sí.

 

Interlocutor: Bueno. ¿Antes de comenzar quieres decirme algo? Tú ya sabes lo que vamos a hacer, ¿no es así?

 

Amanerel: Sí, entiendo que vamos a trabajar mis engramas conceptuales y quisiera que no haya presiones sobre mi persona.

 

Interlocutor: Está bien. Actúa con libre albedrío en ese sentido.

 

Amanerel: Sí, por favor.

 

Interlocutor: Yo te diría que tú empieces a relatar desde el momento en que a Angie, tu parte encarnada, la drogan, que es un momento en que tu parte física no sabe lo que sucedió.

 

Amanerel: Entonces, voy a intentar personificar a mi 10% y relatar a través de su vivencia lo que sucede.

 

Interlocutor: Me parece correcto. Te escucho.

 

Amanerel: Hay una turbación mezclada de deseo. Hay una excitación tan grande pero a su vez una dejadez, una languidez... todo mezclado. Deseo experimentar. En este momento es como que tengo una doble descarga, es como que quiero lastimar, quiero lastimar gente, quiero, de alguna manera, sujetar a un varón y rasguñarlo, morderlo, sentirlo, y que me someta y que, de alguna manera, yo sienta como que estoy indefensa, el sentirme indefensa ante él me hace erotizar, me hace levantar la libido a extremos increíbles; pero a su vez es como que mi cabeza está embotada porque pierdo la voluntad... ¡Aaaah! ¡Pierdo la voluntad y siento como un tremendo dolor en los genitales!... ¡Ay, ay, ay!... No quiero pensarlo... ¡Aaah!

 

Interlocutor: Vamos a pasar sobre él para que se vaya. ¿En ese momento estás ya en la sesión de tortura?

 

Amanerel: ¡Ay!, sí, ¡Aaah!

 

Interlocutor: O sea, ¿que te estás despertando de la droga?

 

Amanerel: ¡Aaay!, tremendo... ¡Aaah! Hay una persona mayor, varón, que se sujeta el pecho; es como que le afectó... ¡Aaah!, que turbación que tengo, tengo una turbación tremenda.

 

Interlocutor: My bien. Vamos a continuar para que se vaya esa turbación.

 

Amanerel: Sí, pero me da temor rememorar porque el dolor era tan intenso, tan intenso, es como que veía como que había dos clips metálicos y circulaba una pequeña corriente. Y de repente esa corriente se hizo intensa, no, no quiero... fue muy fuerte, muy fuerte, me puso como entre nubes y casi pierdo, de vuelta, el conocimiento.

 

Interlocutor: O sea, en ese momento estás saliendo del sopor de la droga, ¿es así?

 

Amanerel: Sí, pero pasaron corriente eléctrica.

 

Interlocutor: Dime cómo estás atada.

 

Amanerel: En este momento tengo las manos sobre mi cabeza y atadas detrás y los pies también atados y apenas puedo coordinar. Me molesta la saliva que tengo en la boca y la lengua como hinchada, como pastosa y me cuesta hablar.

 

Interlocutor: ¿Tienes un aparato en la boca?

 

Amanerel: No, tengo la lengua inflamada. Veo como borroso. Me preocupaba ese señor mayor que se tomaba el pecho y ahora no está... ¿Le habrá pasado algo en el corazón?

 

Interlocutor: ¿Es un enfermero?

 

Amanerel: No lo veía con uniforme sino que tenía una camisa blanca y un pantalón. Creo que era obscuro.

 

Interlocutor: Sí, perfecto. ¿Estás percibiendo, como espíritu, otros hombres allí?

 

Amanerel: Sí, hay dos hombres más y una mujer.

 

Interlocutor: ¿Hay una mujer, también?

 

Amanerel: Sí, pero está pasiva; no participa.

 

Interlocutor: No participa; mira.

 

Amanerel: Sí.

 

Interlocutor: Está bien. Continua.

 

Amanerel: De repente es como que hay aparatos, juguetes. Eso me gusta pero no quiero más electricidad. Nadie me dijo eso, nadie me dijo. De repente siento un objeto anal y... No es así como yo quiero; yo quiero... no importa si hay uno o dos varones pero...

 

Interlocutor: ¿Sexo normal?

 

Amanerel: No normal...

 

Interlocutor: ¿Pero no tan doloroso?

 

Amanerel: ...que me sometan. Si me quieren cachetear, que me cacheteen, que me abofeteen, no importa; que me sometan por la fuerza, está bien; uno, dos, no importa, pero yo también quiero participar con mis manos y moverme. No quiero estar inmovilizada.

 

Interlocutor: ¿Tienes los ojos vendados?

 

Amanerel: No. Yo tengo los ojos abiertos y visualizo pero muy borroso.

 

Interlocutor: ¿No te vendaron, entonces?

 

Amanerel: No, ahora no.

 

Interlocutor: ¿Pero puedes percibir los rostros de las personas que están?

 

Amanerel: Veo muy borroso.

 

Interlocutor: ¿Porque tienes la droga encima, todavía?

 

Amanerel: Sí. Me gustaría que eso lo relate mi 10%. Yo quiero como entidad espiritual salir de este rol del 10% y relatar otras vidas.

 

Interlocutor: Está bien. Me parece bien. Vamos a una vida anterior que elijas vos.

 

Amanerel: Bueno. Hay una vida en el año 700...

 

Interlocutor: Ajá. Vamos a esa vida, entonces.

 

Amanerel: ...en lo que es la Bretaña. Siempre nuestros enemigos atacaban la mayoría de las aldeas y se llevaban mujeres, niñas y mujeres, incluso casadas y mataban a sus maridos y quemaban las aldeas, saqueaban... Yo me llamaba Joana, en esa vida.

 

Interlocutor: No recuerdo si dijiste la fecha.

 

Amanerel: Era para... exactamente el 711.

 

Interlocutor: Está bien. Adelante.

 

Amanerel: Y vinieron nuestros enemigos de Irlanda...

 

Interlocutor: ¿Estás encarnado como mujer o como hombre?

 

Amanerel: Como mujer. Me llamaba Joana y recuerdo que tenía 17 años y yo fantaseaba mucho con los jóvenes de la aldea; ya estaba incorporado en mí el fantasear. Fantaseaba en que me hacían suya entre tres o cuatro varones, entre Michael, entre John. Había un joven que se llamaba Esbarak, venía del continente y vivía en la aldea desde hacía dos años y era delgadito pero yo miraba su entrepierna y tenía muy marcado sus genitales y con Esbarak es como que soñaba todas las noches que él me tomaba y me hacía suya y me ponía boca abajo y yo sentía ese tremendo genital dentro de mi cuerpo mientras él me mordía el hombro derecho y me sacaba sangre. Mas yo con la mano izquierda, mientras gozaba, me tocaba el hombro y lamía en mi dedo mayor la propia sangre mía. Y de repente, él me daba vuelta y cuando me daba vueltas yo le pegaba una cachetada pero no porque me molestaba sino porque quería pegarle para que él me pegase. Y él me pegaba una cachetada y me sangraba el labio. Y yo lo desafiaba y le pegaba de vuelta y él me volvía a pegar. Pero todo esto era en mi sueño. No pasaba en la vida real.

 

Una noche me despierto de uno de mis sueños eróticos y me estaban jalando del cabello...

 

Interlocutor: ¿Realmente?

 

Amanerel: Realmente. Y veo que la aldea estaba en llamas. No tuve ni tiempo de llorar porque me pegaron una bofetada de verdad y me dejaron semi inconsciente y cuando recobro mis sentidos estaba en un carromato tipo jaula con barrotes de madera y me estaban llevando a mí y a cuatro niñas más y nos suben a una barcaza y nos llevan. Y después de algunas horas de navegación llegamos a tierra y nos sacan de la jaula y nos atan con una soga las manos a la espalda. Una de las niñas se puso a gritar, a gemir y la amordazaron y nos amenazaron que si gritábamos nos iban a hacer lo mismo y yo me quedé con los ojos bajos y no dije nada.

 

Y me llevaron a un palacete y se acerca un hombre muy, muy grande, delgado pero musculoso, pero muy, muy alto, muy, muy grande; delgado pero a su vez mostraba una energía tremenda; tenía el cabello rapado al ras y se presenta. Me dice: "Yo soy Igor, soy sirviente del patrono". No sé que título tendría, por el acento que tenía supuse que venía de Rusia...

 

Interlocutor: ¿Eras bonita, en esa encarnación, como mujer?

 

Amanerel: Tenía ojos verdes, un metro sesenta y ocho, casi un metro setenta, pesaría sesenta kilos. Tenía un cuerpo, para esa época, muy deseable. No era blanca, blanca, blanca; era...

 

Interlocutor: ¿Cetrino? ¿Algo así?

 

Amanerel: No; era de raza blanca pero de piel tostada, digamos así. Y ojos verdosos, cabello castaño obscuro...

 

Interlocutor: ¿Casi como ahora?

 

Amanerel: Era de menos pómulos, quizá, que ahora y una nariz más respingada, labios más finitos, pero atractiva.

 

Interlocutor: Está bien. Continua, entonces.

 

Amanerel: Y Igor me dice: "Tienes dos opciones: No resistirte y te quedas tranquila, aquí tienes un catre, te quedas aquí, hasta la visita de...

 

Interlocutor: Del patrono.

 

Amanerel: Y yo asentí. Me trajeron un caldo caliente en un tazón metálico y aún quemándome, pero tenía tanta hambre, que lo sorbí en menos de cinco minutos. Y de repente sentí ganas de hacer pis y no había ningún lugar. El piso no era de madera, era como de piedra, frío y al fondo había como un hueco, sin rejilla ni nada. Al lado había como un piletón, un piletón que había recipientes con agua y si bien por mis fantasías no suelo ser vergonzosa, pero no me gusta que me miren cuando hago mis necesidades, entonces me agaché e hice mis necesidades, ambas, y luego tomé un recipiente de agua y me higienizé como pude y el resto del agua lo volqué en este huequito, en ese agujero, porque estaba sucia. Y me enjuagué las manos y ya me quedé tranquila.

 

Interlocutor: Está bien. Adelante.

 

Amanerel: Aparece un señor bastante, bastante grande, de barba angulosa pero blanca, tendría como cincuenta años, ojos claros pero una mirada de acero, levanta una ceja y me dice: -¿Cómo te llamas?

 

-Joana, señor.

 

-Muy bien, tú vas a hacer tareas, limpiar mis habitaciones, servirme, en todos los aspectos.

 

Y de repente se me acerca y me toca. Primero hice un respingo pero no porque me molestara sino porque me asustó. Me toma del mentón fuertemente y me dice: -¿Te resistes? No contesté. Dije que no con el rostro y me empezó a tocar. Me empezó a tocar las nalgas, los pechos.

 

-Eres bastante rellenita. ¿Has tenido alguna experiencia?

 

Niego de vuelta con la cara.

 

-¿Y te gustaría tener una experiencia?

 

Me daba vergüenza el señor y yo me encojo de hombros, o sea, como que no estoy negando.

 

Entonces me toma de la mano y me lleva. Subimos unas escaleras que yo las veía como brillantes, como de mármol, no coincidía con el resto de la casa que era todo de piedra, rústico; en realidad no era mármol de verdad como el que se conoce hoy, era como una piedra labrada bien lustrada, bien pulida que daba esa sensación pero era muy obscuro para ser el mármol que conocéis.

 

Me lleva a una habitación y esa sí tenía un piso de madera, era bastante cálida y me tira en el lecho y me va desvistiendo y me empieza a besar. Pero no me excitaba, no me excitaba. Se subió encima mío y él no tenía la delicadeza... penetró bruscamente...

 

Interlocutor: ¿Analmente o vaginalmente?

 

Amanerel: Vaginalmente. En dos minutos es como que se corrió dentro de mí y...

 

Interlocutor: Fue desaborido.

 

Amanerel: No. No fue nada. Me preguntó si yo estaba bien y yo no le mentí, no le dije que sí, tampoco le dije que no; me encogí de hombros.

 

-¿Qué acaso te parezco poco hombre?

 

Me encogí de hombros de nuevo. Le molestó que me encogiera de hombros y me dio una cachetada. No sé cómo, no sé cómo, no sé cómo se la devolví.

 

-Parece que eres brava. Entonces toma unas cuerdas de uno de los cajones y me ata a una ventana, saca una especie de cuerda de cuero y me flagela la espalda: Una, dos, tres, cuatro, cinco veces.

 

-Eso es lo que les pasa a las que se ponen en contra mía. Me da vuelta y se descoloca porque no me ve cara de sufrimiento, me ve con una sonrisa. Entonces me tira de nuevo a la cama, boca arriba y me pega una, dos veces sobre los senos hasta que me sangran. Y yo río y me toco los senos y me llevo los dedos a la boca y siento mi sangre y me río. Y él se excita y me da vuelta.

 

Dice: -¿Te gusta el dolor?, esto es dolor. Y me penetra analmente.

 

Yo, con mi mano derecha le agarro sus pelos y tiro porque me prendo de su juego. Se levanta y me golpea la espalda con el puño. Le golpeo el pecho con el codo izquierdo y entonces deja de penetrarme y se para.

 

-¿Qué quieres?

 

Interlocutor: ¿Su pene era grande?

 

Amanerel: No.

 

Interlocutor: Continua.

 

Amanerel: Y me golpea. Y le doy una bofetada. Me toma de los pelos y me sacude. Lo tomo de los pelos; no era tan fuerte el hombre y luchamos en el piso y yo caigo de espaldas y me golpeo y ¡Ay! grito. Y me penetra vaginalmente en el piso. Y le tomo el pelo y lo acerco para mí y le muerdo por debajo de la oreja, por debajo de la oreja derecha. Me muerde los labios hasta sacarme sangre.

 

-¿Qué quieres?, te voy a terminar matando.

 

-No me importa, le grito. Es la primera vez que hablo. Y entonces es como que, como ya estaba su pasión mermada de la primera vez, ahora es como que duró mucho más, lo que pasa es que en medio de la relación me golpeaba y lo golpeaba y llegué a un orgasmo tan espectacular, y mientras llegaba el orgasmo llegaba las uñas en sus nalgas y de repente él se corre de nuevo dentro mío con unos espasmos en su pene tan grandes, tan grandes, que queda exausto, y yo también.

 

Interlocutor: O sea, eyaculó por segunda vez.

 

Amanerel: Sí, pero esta vez fue espectacular.

 

Interlocutor: ¿Y tú, cuántas veces tuviste orgasmos?

 

Amanerel: Dos veces, pero dos veces espectaculares.

 

Interlocutor: Está bien.

 

Amanerel: Quedé maltrecha, se podría decir, pero con una satisfacción tan grande... Estuvimos diez minutos, diez minutos de verdad sin hablar. Él jadeando encima mío mientras su pene se iba encogiendo. En un momento dado lo saca, fláccido, y se pone al lado mío en el piso y quedamos semi dormidos como veinte minutos. Luego se levanta i me dice: -¿Qué eres? ¿Quién eres? ¿Nunca habías tenido una relación?

 

-No, señor.

 

-¿Y qué es todo esto? ¿Dónde aprendiste todo esto?

 

-No lo aprendí, señor, pero siempre fantaseaba con chicos de mi aldea y fantaseaba con esto y con más cosas.

 

-¿Pero cómo? Yo, con mis cincuenta y dos años y con todas las doncellas y no doncellas que tuve aquí nunca vi algo similar, al contrario; se resistían, lloraban. Algunas les apreté el cuello hasta matarlas y muertas eyaculé dentro de ellas, pero lo tuyo... ¿Qué te gusta? ¿Te gusta que te penetre? ¿Te gusta que te abofetee? ¿Te gusta que te apriete el cuello?

 

-Señor, yo creo que usted es igual a mí pero es reprimido.

 

-¿Qué dices? ¿Reprimido? ¿En qué sentido?

 

-Yo le clavé mis uñas en sus nalgas y yo estoy segura que si yo hubiera sido hombre yo lo daba vuelta y lo penetraba.

 

En ese momento me toma del mentón y dice: -¡Te voy a matar! ¡Qué dices, yo no soy ningún afeminado!

 

-No, porque es reprimido.

 

-¿Tú dices que me gustan los varones?

 

-No, seguramente que no pero le gustaría que yo, como mujer, le hiciera cosas a usted.

 

Se quedó pensando y empezó a vestirse. Y me dijo: -Vístete, vístete, que te llevo de vuelta a tu lugar. Nos seguiremos viendo, pero si yo me entero que si alguna palabra de lo que pasó aquí se lo cuentas a alguien, te ejecuto, pero antes te corto la lengua. ¿Está claro?

 

-Sí, señor. Señor, a lo mejor es un atrevimiento de mi parte pero, ¿cual es su nombre?

-Me llamo William y soy el amo de esta comarca.

 

-¿El señor es soltero?, ¿es viudo?

 

-No. Tengo una mujer que es italiana, se llama Florencia, pero es fría como los escalones que has subido hace un rato. Me dio dos hijos, una hija que es mayor que tú y un hijo que quiere en el día de mañana heredar lo mío pero su mente es de un niño de seis años y tiene veintiséis. Tendría que haber muerto antes de haber vivido. No va a heredar nada de lo mío, lo mato antes. Bueno, ¡vete!, ¡vete!

 

Entonces me vestí como pude y tenía un chal que me abrigaba y me fui.

 

Interlocutor: ¿Cómo te sientes con respecto a este incidente?

 

Amanerel: Me siento bien, pero...

 

Interlocutor: ¿Tenía mucha carga?

 

Amanerel: No de la manera que tú piensas; tenía carga de insatisfacción porque a pesar de los juegos de golpes que hicimos y mordeduras y todo eso y a pesar de que tuve dos buenos orgasmos me pareció...

 

Interlocutor: ¿Que faltaba algo?

 

Amanerel: Sí. Me pareció muy pobre.

 

Interlocutor: Está bien. ¿Pero después, volvió a suceder, esto?

 

Amanerel: No. Después yo volví a mi lugar, que era bastante húmedo y el piso era muy frío. Y como si William me hubiera leído el pensamiento me mandó con Igor un calzado de abrigo muy, muy bueno. Parece como que tuviera una suela de madera que no dejaba pasar la humedad y me sentí muy confortable.

 

Interlocutor: Está bien.

 

Amanerel: E Igor me decía en su cuerpo fornido: -Cuando el patrón te quiera, yo te llevaré con él. Pero veo que tienes rostro de satisfacción. Y me encogí de hombros. -Parece que el patrón te hizo gozar. Puse un gesto como que no estaba tan satisfecha. -Así que la jovencita es bastante fogosa. De repente se pone a pensar y dice: -Ahora William no está. Y cierra la puerta.

 

Había un camastro duro y me tira en el camastro y me dice: -¿Quieres conocer un hombre? Y se empieza a sacar la ropa y muestra su cuerpo musculoso, trabajado; un cuerpo de gigante y cuando se saca la parte de abajo de la ropa lo primero que miro es su genital, que era el doble de lo de William...

 

Interlocutor: ¿Qué medida?

 

Amanerel: Grande. No importa la medida; el doble de lo de William. Y de repente me tira y quiero hacer el mismo juego de golpearlo. Me toma la mano y me da una cachetada con tan mala fortuna que me deja inconsciente y cuando me despierto, él ya se estaba poniendo la ropa. O sea, hubiera querido gozar ese cuerpo y me tomó inconsciente. Pero es como que yo era rebelde y no me callaba y antes de irse me dice: -¿Has visto?, esto es un hombre.

 

-Lamentablemente, Igor, no he visto nada ni he sentido nada porque estaba inconsciente, así que, salvo este ardor que siento, no puedo decir nada.

 

Era un hombre tan vigoroso que no tenía problemas en repetir y me dice: -¡Qué sorpresa, eres peor de lo que pensaba, pero veo que te gusta jugar! Me toma de los pelos y me abofetea, pero suave. Y lo abofeteo, trato de morderlo y no se deja. Entonces le muerdo la mano. Me vuelve a abofetear. -¿Qué quieres?

 

Y me da vuelta. Me penetra vaginalmente de nuevo pero yo boca abajo. Y me toma de los pelos mientras me penetra y dice: -¡Esto, esto y esto y esto y esto y así y así y así! Y me tiraba de los pelos y me dolía. De repente, se acuesta encima mío mientras seguía y seguía y me muerde el cuello y me muerde la oreja y me vuelve a salir sangre y con mis manos le araño las piernas y le clavo las uñas. Entonces me muerde que casi me saca un pedazo en la parte superior de la espalda. -¡Y esto! Y se corre y se corre y se corre. Y yo, de repente, hago contracciones, contracciones y tengo un orgasmo... ¡Ahhh!

 

Interlocutor: ¿Mejor o similar, este a los otros?

 

Amanerel: Estaba cansada, o sea, estaba cansada pero sí, sí, tuve contracciones orgásmicas... ¡Ahhh! Y quedé cansada pero tenía como cierta insatisfacción...

 

Interlocutor: ¿Todavía?

 

Amanerel: Sí. Me dice: -¿Y ahora qué te pareció?

 

Estuve a punto de decirle: -Te faltó el látigo, como a William. Pero William me amenazó que no puedo decir nada de lo que pasó allí. Entonces me callé la boca y le dije: -Sí, pero si este es todo el repertorio que tienes no te sirve de nada tu genital.

 

Largó una carcajada tan grande que me aturdió. -No te preocupes -me dice -¿Cómo te llamas?

 

-Joana.

 

-No te preocupes, Joana, esto no ha terminado.

 

Y estaba entre la casi pasividad de William, que prácticamente no sentía su penetración pero gozaba con sus golpes, con su látigo; prácticamente me producía más orgasmos sus ataques que su penetración porque me estaba acostumbrando a la penetración de Igor. Con Igor no precisaba tanto castigo porque era tan grande su genital que era casi insoportable.

 

Y me empezó a penetrar analmente. Y si bien muchas mujeres se quejan de la parte anal, yo soportaba más los genitales de Igor analmente que vaginalmente. Y muchos que desconocen el tema sexual ignoran eso, porque la vagina tiene ciertas limitaciones a pesar de que a ojos vista su cavidad es mayor pero no tienen idea de lo que es la penetración anal.

 

Y él, mientras tanto, me tocaba el clítoris, entonces yo tenía explosiones orgásmicas. Y también había aprendido a torturarme. Un día me dejó marcada porque tenía un brasero encendido y me lo pone en una nalga y me puse a llorar. Le digo: -¡No!

 

E Igor me dice: -Entonces no eres tan valiente. No soportas todo.

 

-No, no es por eso.

 

Igor se había equivocado. Me iba a ver William: -Y esa marca, ¿qué pasó?

 

Lo pude solucionar. Le dije que en un descuido tuve un pequeño vahído y sin querer me tropecé y caí sobre los braseros.

 

Interlocutor: ¿Igor te ataba o sin atarte?

 

Amanerel: No, no me ataba. No me ataba porque yo no me resistía.

 

Interlocutor: Entiendo.

 

Amanerel: Hubo otras encarnaciones pero iba a agotar esta. Encarnaciones en Francia.

 

Interlocutor: Está bien. Adelante.

 

Amanerel: Por un momento creí como que estaba prendada, no digo enamorada pero como que Igor era lo máximo. Y seguimos así durante ocho meses.

 

Interlocutor: ¿Con William y con Igor?

 

Amanerel: Sí.

 

Interlocutor: ¿Con los dos?

 

Amanerel: Con los dos, porque cada uno me daba un placer distinto. Hasta que...

 

Interlocutor: ¿William te ataba?

 

Amanerel: A veces me ataba, William. Ese suplemento de atarme, de flagelarme con el látigo -que en realidad no era un látigo, eran unas sogas de cuero pero hacía las veces de látigo- complementaba lo que no hacía Igor y Igor, con sus genitales y su rudeza complementaba lo que no hacía William y yo, con mi perversidad pensaba que si William se hubiera dejado penetrar por Igor hubiera sido el hombre más feliz porque en realidad era reprimido, era un bisexual reprimido.

 

Y una tarde William abre la puerta y ve que Igor me estaba sometiendo. El instinto de supervivencia, cuando veo de reojo que venía William, me pongo a gemir y a gritar -¡Oh! ¡No, no, no! ¡Por favor! ¡No, no!

 

Y William se acerca y le clava un estilete -prácticamente en la espalda, el lado izquierdo- y le atraviesa el corazón y queda inerte encima de mí. Yo, llorando, me abrazo a William y le digo: -¡Señor, señor, señor, no tenía como defenderme, siempre me tiraba indirectas de que quería estar conmigo y yo le digo que no, que yo era del señor y él se reía y se burlaba hasta que hoy no resistió más y me tomó por la fuerza!

 

Me acarició y habló con otros lacayos que tenía y se llevaron el cuerpo de Igor  previo a arrancar su estilete y limpiarlo. Nunca supo que yo estaba de acuerdo con Igor y que hacía meses que me venía sometiendo.

 

Y seguí así. Tuve la suerte de que...

 

Interlocutor: ¿Siempre después con William?

 

Amanerel: Sí. Tuve la suerte de que no podía quedar embarazada porque no sé lo que hubiera pasado.

 

Interlocutor: ¿Cuánto tiempo estuviste con William o en ese lugar?

 

Amanerel: Cerca de diez años.

 

Interlocutor: Ah, diez años.

 

Amanerel: Sí.

 

Interlocutor: O sea, hasta los veintisiete.

 

Amanerel: Me agarró un enfriamiento, porque siempre estaba en ese lugar. Era muy poco lo que salía. Los engramas eran de insatisfacción porque yo quería otro tipo de sexo con William y él no me lo daba; era limitado.

 

Interlocutor: ¿Esa insatisfacción la tiene también tu parte encarnada, Angie, ahora?

 

Amanerel: Sí. Por supuesto que sí. Yo era tan...

 

Interlocutor: ¿Te viene de vidas anteriores, diríamos?

 

Amanerel: Por supuesto. Yo era tan carnal -como Joana- que no siempre llegaba al orgasmo y entonces cuando después iba a mi recinto me masturbaba y un día no pude más y me masturbé delante de William.

 

-¿Qué haces?

 

Le digo: -Señor, esto no está mal, está bien, no va a impedir que usted goce... Pero me salivaba el dedo índice, el dedo mayor y el dedo anular y me tocaba y me tocaba y me tocaba...

 

Digo: -Señor, mire, mire, señor, mire señor y me tocaba y me tocaba y me tocaba más rápido, más rápido, más rápido hasta que me retorcía en el espasmo orgásmico. Y me tocaba y me salivaba y me seguía tocando y me salivaba y me seguía tocando. Y le enseñé a mi señor a que me masturbe.

 

Él trataba de salivarse, digo: -No, lo salivo yo, señor. Entonces tomaba sus tres dedos y yo los metía en mi boca. Le digo: -Tóqueme ahora, tóqueme. Y de alguna manera es como que la situación mejoró.

 

William era duro porque en el fondo yo sabía que estaba, no digo enamorado, yo no sé si él se enamoraba de alguien pero es como que estaba hechizado por mí y yo no iba a cometer la torpeza de salir con más nadie porque había posibilidad a veces; últimamente me daba libertad de estar en el palacete...

 

Interlocutor: ¿Qué era lo que hacías? ¿Qué tareas hacías?

 

Amanerel: Nada, prácticamente, porque en realidad tenía personas para la limpieza.

 

Interlocutor: Ahora; en esa encarnación, ¿qué es lo que sucedió, aparte de esto que pueda tener carga?, ¿o nada sucedió?

 

Amanerel: La carga era mi insatisfacción sexual. La carga era que soñaba con muchos mozalbetes de la aldea más jóvenes porque no es que no me gustara William pero me pareció que era grande y yo soñaba con mozalbetes jóvenes; había uno que traía recados y nunca supe su nombre pero medía un metro noventa, una cabellera negra, ojos negros, un cuerpo, unos pectorales y yo a veces a las noches soñaba con él y me tocaba...

 

Interlocutor: Está bien. ¿A qué edad desencarnaste?

 

Amanerel: A los veintiocho.

 

Interlocutor: O sea que prácticamente, esos diez años ahí estuviste. ¿O sea que no hay ninguna situación, ninguna circunstancia, ningún incidente como para relatarlo que tenga mucha carga? ¿Fue una vida así?

 

Amanerel: Había carga. Lo que pasa es que hablé del tema sexual y la pérdida de mis padres, el estar en un lugar extraño, yo extrañaba la aldea, extrañaba donde me había criado, donde jugaba de niña. Yo estaba prácticamente en un recinto aislada todo el día. A lo último, a los últimos años salía un par de horas, recorría la aldea... William me decía: -Yo te dejo ir porque te tengo confianza pero tú, apenas cae el sol tienes que venir. Y yo siempre cumplía. ¿Adónde me iba a fugar? ¿Adónde?

 

Interlocutor: ¿O sea que William te sobrevivió?

 

Amanerel: Sí, siendo mayor que yo. Tuvo una vida bastante, bastante longeva para la expectativa de vida de lo que era esa época. Estamos hablando de más de un milenio atrás...

 

Interlocutor: Está bien. ¿Cómo te sientes con respecto a...

 

Amanerel: ...como trece centurias... Tengo de esa vida engramas de soledad, de incomprensión, como que no tenía una pareja que me entendiera, me sentía muy sola, muy...

 

Quiero descansar ahora y quiero dejar descansar al receptáculo. No me siento bien todavía.

 

Había mucha soledad, mucha insatisfacción. Igor me hacía vibrar pero no me gustaba tampoco; era muy mecanizado; no improvisaba, yo lo guiaba, yo no tenía experiencia. A mí, cuando me llevaron secuestrada en esa jaula de madera, nunca había tenido ninguna iniciación con nadie; era todo mental lo mío. Yo improvisaba. William era bisexual, era amanerado, no me complacía. Yo, últimamente

tenía sueños con William como que sólo penetraba él pero nunca me atreví a decírselo desde aquella vez que él saltó que dijo que él no era amanerado, tenía temor de que reaccionara mal y que verdaderamente me ahorcara porque era tal el engrama que él tenía que él mismo no admitía esa debilidad. Era reprimido.

 

Ya seguimos en otro momento. Hasta pronto. Hasta pronto.

 

Interlocutor: Está bien, a ver si puede venir Ruanel.

 

Amanerel: Hasta pronto.

 

Interlocutor: ¿Está aquí, Maestro?

 

Maestro Ruanel: Estoy aquí. Conceptué todo lo que relató ese thetán. Aunque a tí te parezca que no ha descargado, te aseguro que en esta encarnación, la tremenda insatisfacción, la tremenda soledad, el estar de repente siendo adolescente alejada de su familia, saber que su familia había muerto. Nunca tuvo rencor contra sus opresores porque fueron sus opresores los que mataron a su familia, de alguna manera. Trató de rehacer su vida pero prácticamente estaba recluida entre cuatro paredes o si no iba a otras cuatro paredes del recinto de amoríos de William. En ese rol, esta Joana sabía que William aparte llevaba otras mujeres, porque William no es que era insaciable porque el hombre no tenía una gran sexualidad, pero subía otras mujeres de la aldea incluso casadas, las penetraba pero estaba tan cansado que no llegaba a eyacular; pero lo hacía por hacerlo, era un vicio y ella lo sabía pero como en realidad tenía insatisfacción hasta con su propia vida...

 

Interlocutor: Está bien. Ahora; ¿esto va a haber, otra vez, que psicoauditarlo, esta vida o ya no? ¿Está enganchada con algunos sucesos de vidas anteriores...?

 

Maestro Ruanel: No. Yo recomiendo otra vida. Tiene una vida en Francia con bastante más carga que esta porque hubo más violencia y todo y hasta muertes, pero si bien yo siempre me río del receptáculo verdaderamente lo voy a dejar descansar.

 

Interlocutor: ¿Puedo hacer una pregunta, nada más con respecto a Angie? ¿Hay algo que usted me quiera decir?

 

 

Maestro Ruanel: No, pero este rol de Angie es muy parecido al de Joana, hay insatisfacciones; y hay insatisfacciones que este rol actual, en esta vida, a veces puede ser que no lo quiera reconocer.

 

Dejo eso y no, no, no más preguntas. Hasta todo momento.

 

Interlocutor: Hasta todo momento.

 

 

 


Sesión 22/4/09
Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Maestro Ruanel y Amanerel, 90% de Angiekitana.

 

Inicialmente se habló con Ruanel sobre el dato estable. Amanerel inicialmente no quería descargar. Se habló sobre la importancia de confrontar, pero que era según su libre albedrío. Amanerel decide explicar una vida en París donde fue abandonada y vivía con una familia a quien llamaba tíos. Su tío se aprovechaba sexualmente de ella pero presentándolo como algo normal y sin lastimarla nunca, por lo que ella le dejaba. Ya un poco mayor tuvo un novio que le explicó que estaban abusando de ella. Al poco le mataron y ella continuó, ya consciente, con los juegos sexuales de bondage con su tío. A los años tuvo un novio con quien estaba muy bien y se fue con él. Este la respetaba y la quería mucho, y todo marchaba bien salvo que ella deseaba ser dominada, y él no quería. Se generaba engramas al punto de añorar el sexo con su tío. Al desencarnar quedó con apego a lo sexual. Ruanel resaltó la buena descarga conseguida pero todavía queda mucho.

 

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