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Psicoauditación - Ifra-El

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión del 07/10/2021


Sesión 07/10/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Ifra-El

La entidad relata una vida en Sol III, siglo XIX, Providence, EE.UU. Escribía sus sueños, soñaba y se comunicaba con las entidades obscuras del Demiurgo. Desde pequeño se comunicó con ellas al punto de que esas percepciones guiaron su vida.

 

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Entidad: Mi nombre es Ifra-El, plano 3 subnivel 9. En muchísimas vidas, como Ifra-El, en distintos mundos he percibido entidades que pueden enloquecer a cualquier persona. Siempre me consideré un ser dentro de otro ser, metido en lo más profundo de mí mismo para que lo externo no me dañe, empezando por mi propia madre:

-Howard, Howard, tú eres un niño de clase, observa tu familia, nos dicen burgueses por envidia, esos niños a los que les diriges la palabra tendrían que estar agradecidos de qué tú te fijes en ellos. Pero no es así, Howard. El problema es contigo, tú te mereces amigos de otro nivel, y si no los consigues quédate en tu cuarto.

 

En 1893 ya contaba con tres años, me gustaba mucho los libros con imágenes especialmente con imágenes oscuras, densas. Y por la noche, cuando soñaba, aún siendo tan pequeño, por mi mente desfilaban figuras informes, pegajosas. Recuerdo que vi una foto de un calamar y se parecía tanto a una de las imágenes de mis sueños...

 

Y aprendí a estar solo para no contrariar a madre, pero a su vez me escapaba, me escapaba de casa y me iba a lugares apartados, me recostaba contra un árbol y pensaba en... en esos seres, esos seres que aparecían en mis sueños, pero... pero no les tenía miedo más bien curiosidad.

Tenía amigos que me decían "No vayas a los bosques, que hay hadas malignas". ¡Ja, ja, ja! ¿Hadas?, dejadme de hadas, las hadas son infantiles, yo no soy infantil, yo creo en algo más grande.

 

Mi primer golpe lo sufrí meses después, padre estaba en Chicago y tuvo una tremenda crisis. Ya de más grande entendí que era un problema psiquiátrico, pero no lo entendía, no lo entendía.

 

Pasaron años hasta que... hasta que padre falleció. Madre es como que me sujetó más a su control. Junto con mis dos tías es como que eran el sinónimo de la perversión.

Pero el abuelo era... era distinto, rígido pero distinto. Fui creciendo y con él podía hablar, incluso no le decía abuelo, le decía Whipple, que era su nombre.

Él me decía:

-Eso que tú me has contado que tienes en tu mente, ¿crees en ello o piensas que son fantasías? Tú tienes que creer en Dios.

-Claro, claro, Whipple -le decía. Pero en el fondo es como que yo rechazaba todo tipo de religión. Y cada vez percibía más esas figuras oscuras.

 

Cuando cumplí seis años escribía con una facilidad y el abuelo me dejaba entrar a su biblioteca y leía y leía y entendía más el mundo, pero también entendía la familia y me daba cuenta de que no había tanto dinero como ellos decían tener. Pero con ocho años entendía que el dinero no era un fin, era un medio para lograr metas.

Pero de alguna manera madre me había contaminado, por un lado es como que me hacía un ser débil sobreprotegiéndome, como esas madres de... de mentes tan densas, de mentes tan bajas, de mentes tan oscuras.

Y yo me refugiaba en las imágines, es eso que visualizaba, porque incluso despierto con los ojos cerrados visualizaba. Y entonces, a medida que iba creciendo iba razonando y me daba cuenta de que el universo era algo matemático y que tenía un sentido, y que esas figuras que yo veía existían y me hablaban a nivel mental.

Y me decían:

-Nos alimentamos del terror mental de todas las especies del universo.

Mentalmente les respondía:

-No me causáis terror ni pánico ni el menor miedo, me dais curiosidad.

 

¿Y qué pasó? Que yo también les despertaba curiosidad. Ellos me decían humano y se presentaban como primordiales.

-¿En qué parte del universo estáis?

-En todo el universo. Podemos llegar a todos los confines pero habitamos fuera de él con nuestro modelador, el Demiurgo.

-¡Ah, ja, ja, ja! ¡Me queréis confundir! He leído filosofía, muchos hablan del Demiurgo como el Creador.

-¿Y tú qué piensas?

-Creo en vosotros, creo mucho en vosotros.

 

Pero a partir de allí dejé de despertarles curiosidad y dejaron de comunicarse.

Yo digo "No me voy a quedar solo sin la compañía de los primordiales, yo voy a ser el Demiurgo. Yo, Howard, voy a ser el modelador de los primordiales".

 

Mi madre ya no tenía tanto control sobre mi persona y cuando cumplí treinta y un años, en el 21, su muerte es como que me produjo un vacío y a su vez una liberación. Estaba acompañado por mi imaginación y empezaba a escribir historias.

 

Conocí a una escritora, Sonia, Sonia Greene.

-¿Qué escribes?

-¡Ah! Lo que escribo me llena, y lo voy a dar a conocer.

 

Sonia era una mujer normal, no estaba tan interesada en mis historias, sus escritos era más comunes, más mundanos para mí. Tenía como cierto afecto pero cuando estábamos solos es como que los abrazos los hacía por compromiso, como que mi líbido no era tan desarrollada, la líbido me la despertaba la escritura. Pero contrajimos nupcias, nos mudamos a Nueva York.

¡Oh, Dios! ¿Por qué te menciono? Pero no fue Dios, no fue Dios, fue Sonia la que me apartó de Providence.

Sonia me decía:

-Yo necesito un hombre más material, más apasionado por mí no por sus escritos. No tenemos nada en común.

-¡Ja, ja! ¡Ay, Sonia, Sonia, nunca estuve más de acuerdo contigo!

Ella me decía:

-Fracasamos.

-No, no fracasamos, sumé una experiencia. -Y me alejé como pude de Nueva York para otra vez acercarme a Providence. Mis tías me respetaban, ya no trataban de manejar mi vida para nada, para nada.

 

De Nueva York tengo buenos recuerdos.

"¿Qué? ¿Pero cómo, Howard?".

Claro, conocí a otros autores, uno de los que más interpretó mi escritura fue Robert, el primer Robert Howard. El segundo Robert, Bloch, es como que la interpretaba, pero es como que tenía avidez de mi aprobación. Y August se sentía autosuficiente.

Y yo le decía:

-Espera, espera, espera, espera, no te apresures, no te apresures, antes de publicar nada déjame leer. Clark hace lo mismo, me muestra sus escritos y le digo "Esto va. Esto no. Esto sí".

 

Pero siempre intercambié correspondencia, esto me hacía bien. Tenía contacto con todos: con Clark, con August y con los dos Robert.

Los autores me decían:

-Vamos a hacer un círculo de escritores.

-Está bien, pero antes de publicar nada pasadme vuestros escritos, quiero verlos.

August es uno de los que creía en mis visiones pero a su vez me preguntaba:

-Querido Lovecraft, cuéntame de tus visiones.

-¡Ah! Son reales, son seres que viven más allá del universo, en un Caos, en una tenebrosa oscuridad, pero ellos pueden captarnos. Tened cuidado.

-¿En qué sentido?

-August, August, en no tenerles miedo. Pero si no te sientes seguro no los dejes entrar a tu mente. A mí me alimentan, en cambio a los demás los debilitan, se alimentan de su tremendo terror. La gente es débil.

 

Y empecé a escribir, a escribir y a escribir. Cthulhu era mi favorito, un ser amorfo, ¡ah!, era lo supremo, era lo mejor.

 

Recuerdo que el segundo Robert, Bloch, me decía:

-¿Tú piensas que Cthulhu es una obra de Dios?

-¿Quién habló de Dios?, es una obra del Demiurgo. No habléis de Dios, no habléis de religión conmigo para nada.

 

Pero claro, la correspondencia con ellos no me llenaba. Por las noches salía a dar largos... largos paseos, largas caminatas. Pensaba, pensaba, pero a su vez me sentía frustrado, frustrado de una humanidad tan... tan carente de profundidad.

Leí filosofía, la nueva filosofía que hablaba de la profundidad del alma. ¿De qué profundidad me habláis? En la verdadera profundidad están estos seres, estos seres que si tú no tienes con ellos esa consideración de considerarlos tus iguales te terminan dominando. Y a mí no, a mí no. Lo quiso hacer mi madre cuando yo era chico, me conformó, me daba todo lo que yo quería y me debilitó. Fueron esos seres, esos primordiales los que me dieron la fuerza, ellos me compensaron, y jamás lo voy a olvidar.

Eso me frenaba la frustración y empecé a escribir, a escribir, a escribir, y triunfé con los Mitos de Cthulhu y todas las otras obras.

 

Recuerdo que Howard me decía:

-Esto es distinto a los relatos de terror tradicionales.

-Por supuesto, porque no son relatos de terror. Esto es la realidad, esto es la realidad que nos invade de una manera que la gente no lo nota, es como ese prana que entra por poros y los llevas dentro tuyo y no lo sabes porque no lo percibes. Y esos que llamáis monstruos, esas figuras informes están dentro de vosotros pero no las percibís, ¡ja, ja, ja! Por eso son fuertes. Pero no conmigo, a mí me han dado mucho.

 

Pero no me llenaban mi soledad y ellos se ponían contentos. Por momentos es como que me enojé:

-¡Conmigo no, conmigo no! ¿Queréis divertiros? Tenéis a toda la humanidad del universo. Conmigo no. No.

Y entonces entendí que no solamente se alimentaban del miedo, se alimentaban también de la frustración, de la soledad.

 

Prácticamente no comía. Empecé a enfermarme, empecé a tener frío, empecé a sentirme, ¡ah!, empecé a sentirme mal. Me sentía como que no estaba bien templado, como que tenía que abrigarme en demasía, y cuando dormía me ponía varias mantas porque tiritaba.

Y quería desahogarme en mis cartas contando mis malestares, mis molestias.

 

En Febrero de 1937 tuve que internarme, no me sentía bien de los riñones, apenas podía sentarme, la parte baja del estómago era como un calambre permanente, algo que me comía por dentro. ¡Ah!

Hasta que finalmente desencarné, cuarenta y seis años en el plano físico.

 

Y lo primero que... lo primero que hice al desencarnar, al sentirme completo, libre de las dolencias quería conocer más de ellos y los buscaba. Pero claro, ahí comprendí lo de los planos suprafísicos, ahí comprendí mis limitaciones, ahí me di cuenta, como Ifra-El en un plano 3.9, no podía desplazarme suprafísicamente a la velocidad que necesitaba, como en un plano superior, porque quería llegar a los confines de la Creación, quería volver a contactarme con ellos. Y paradójicamente, como una burla, como una tremenda burla, ahora que tenía la mente plena, que era un núcleo conceptual mental, no se contactaban. Había un vacío total.

Y no me interesaba contactarme con otras entidades suprafísicas, bajaba mi cortina conceptual y me imaginaba a los primordiales: "Habéis llenado mi vida, ¿qué pasa, qué pasa que ahora estáis en ausencia? ¿Me castigáis porque nunca os tuve miedo o qué? ¿O sois mentira, o sois una creación de mi imaginación? No, sé que estáis porque he atisbado otras mentes conceptuales y sé que han tenido un tremendo pánico estando encarnados. Eso es prueba de que existís y volveré a encontraros. Yo os perseguiré, quiero seguir abrevando de vosotros".

 

¡Mmm! ¿Terror? No, no es terror, es incomprensión humana. Y la incomprensión es lo que da pánico.

 

Sí, es cierto que me sentí contento porque otros autores continuaron mi obra, algunos sin pena ni gloria, otros exaltando mi trabajo.

Y si tengo un recuerdo de mi vida terrenal fue Providence.

 

Gracias por escucharme.