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Psicoauditación - María R.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión del 31/08/2018 Sol III Thule, Fiona

Sesión del 25/11/2020 Gaela, Amalita


Sesión 31/08/2018
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de María R. (Dibersel)

Era reina en Thule. El rey se vio traicionado por sus amigos cercanos y marchó con su familia para evitar una guerra. El príncipe Arturo mostraba gran conocimiento.

Sesión en MP3 (2.102 KB)

 

Sesione relacionada

 

Entidad: Recuerdo cuando era joven, mis padres eran humildes pero cariñosos, afectivos, quizá no me colmaban de riquezas puesto que eran humildes pero me llenaban de caricias, de abrazos. Entonces yo me sentía rica de afecto, afortunada de amor. Y me llevé la sorpresa cuando un joven tan atractivo llamado Sigur se fijó en mí y le pidió permiso a mi padre para cortejarme. Padre titubeaba. Pensaba que se iba a negar pero más tarde me di cuenta que no titubeaba por el hecho de dudar. Obviamente dijo que sí y el joven Sigur comenzó a cortejarme.

 

Era una época muy antigua y la caballerosidad que conocéis hoy no existía pero Sigur era distinto. Cuando hablé con madre y le pregunté por qué padre titubeaba, dudaba.

-Hija, ¿no sabes quien Sigur?

-No.

-Es el príncipe. -Sentí como una especie de vacío en el pecho y me senté rápidamente en un banco apoyando mi espalda contra la pared.

-No, madre, me desilusiono.

-¡Hija, es el príncipe de Thule!

-Pero madre, no se va a fijar en mí en serio.

-Fiona, eres hermosa, cómo no se va a fijar en ti.

 

Y madre tenía razón, el príncipe Sigur se había enamorado de mí tanto como yo de él y en el mismo año tuvimos una de las más grandes alegrías, nos casamos y una de las más grandes tristezas, en el término de dos meses murieron sus padres y el príncipe fue como el rey Sigur de Thule.

Al comenzar el año siguiente, en un invierno tan tan feroz con una semana de diferencia fallecieron mis padres. Vivíamos en la zona que se conoce como Oslo, Noruega, que en aquel entonces se denominaba Thule, en la Escandinavia.

El rey era accesible, amable, conmigo era el mejor esposo, no me sentía la reina Fiona de Thule, me sentía solamente la amada esposa, conversaba conmigo y también con sus amigos, amigos que conocía de pequeño. Siempre fue un príncipe humilde, dado. Ahora, como rey, ¿por qué habría que cambiar? Sus amigos Ibar, Aren y Esven a veces lo contradecían: "Aumentar los impuestos, no darle tanta importancia a las aldeas".

Sigur decía:

-Yo no voy a matar de hambre a mi pueblo.

Ibar no me gustaba porque le discutía de igual a igual y se olvidaba que mi esposo era el rey.

 

Al poco tiempo tuve una enorme alegría. Le dije a Sigur:

-Estoy embarazada. -Me miró con un rostro perplejo y una sonrisa y luminoso rostro.

-Lo llamaremos Arturo. ¿Estás de acuerdo?

-Sí, mi amor. Sí, mi amor. ¿Y si es mujer?

-No, va a ser varón. -Y mi esposo no se equivocó, tuvimos un niño al que llamamos Arturo.

 

¿Qué puedo decir de Sigur? No hay que confundirse, era una persona amable, accesible, dada, permisiva pero tenía su carácter, un carácter firme. No acordaba con el error y eso le molestaba a Ibar. Recuerdo que una tarde en el salón discutían, discutían mal hasta que mi esposo le dijo:

-¡Basta! No te abuses de tu amistad, sigo siendo el rey.

-Por ahora. -Dio meda vuelta y se fue.

-¡Ibar! -gritó mi esposo-, ¡alto! -Los guardias le pusieron lanzas en el pecho-. No te he dado órdenes de irte todavía.

Ibar se dio vuelta con ojos de fuego. Luego ablandó el rostro y dijo:

-Lo que tú digas, mi rey. -Sigur hizo un gesto con la mano y lo dejó ir. Pero ese fue el comienzo.

 

Ibar y sus dos secuaces que habían sido amigos de mi esposo, Aren y Esven, fueron a espaldas del rey intentando armar una revuelta prometiendo oro, riquezas, poder a quienes lo apoyen, y recuerdo que hubo un levantamiento.

Si tuviera que decir algo negativo de mi esposo es que no quería demarrar sangre, y a veces era necesario.

Escapamos de Oslo con las tropas leales para evitar derramamiento de sangre. Nos emboscaron a mitad de camino, hubo una feroz batalla, la tropa de Sigur venció provisoriamente y seguimos hacia el oeste. Nos radicamos en una zona que hoy se conoce como Stavanger, a la entrada de una bahía. Ibar se había apoderado de Oslo y se había autodenominado el rey.

La población amaba a mi esposo Sigur pero más podía el miedo que tenía por Ibar.

 

No nos molestaron por un tiempo. Mi hijo Arturo siguió creciendo, tratábamos de no darle noticias negativas pero el niño era muy inteligente. Recuerdo que teniendo cuatro años, sólo cuatro años, le dijo a su padre:

-Esos eran tus amigos, los tendrías que haber ejecutado.

-¡Arturo!, debemos tener piedad -le respondió mi esposo-. Un rey sin piedad no sirve para reinar.

Y Arturo, con cuatro, años le respondió:

-Y un rey con mucha piedad puede ser destronado fácilmente. -El rey no se enojó con el príncipe, al contrario, sonrió por la sorpresa que le causaban las respuestas de alguien tan pequeño. No digo que hablara como un adulto pero sí como un adolescente, con sólo cuatro años.

 

Pero Sigur tenía informantes. Recuerdo que me tomó de los hombros y me dijo:

-Mi amor, Fiona, vamos a preparar varios barcos. Ibar sigue juntando tropas.

Le respondí:

-Si te aman ¿por qué son leales a él?

-Por miedo. Porque ha cortado las cabezas de muchos que él llamó traidores que eran leales a mí. ¡Ah! El miedo puede más que el amor.

-No debería ser así -exclamé acongojada, totalmente acongojada. Pero fuimos preparando los barcos, víveres y todo lo que hiciera falta.

 

Uno de nuestros espías nos dijo:

-Están a pocos kilómetros. Debemos marcharnos, majestad.

Y subimos con las tropas leales a las embarcaciones que estaban preparadas. Llevamos caballos, bastante agua, alimento y partimos de Stavanger, a la entrada de la bahía.

-Vamos para el sur -dijo el rey-, para Bretaña.

-Mi amor -argumenté-, no nos van a recibir bien, odian a la gente de Escandinavia, ha habido invasiones anteriormente de nuestros vecinos.

-No nos podemos hacer responsables de todo -respondió mi amado Sigur.

 

Levanté la vista y en la proa de nuestra nave estaba Arturo mirando fijo hacia adelante lo poco que podía ver, porque la niebla prácticamente ocultaba casi todo. Nos esperaba un futuro en Bretaña y el pasado quedaba atrás.

Sentí un brazo sobre mi hombro. Sigur, como leyendo mis pensamientos me dijo:

-Querida Fiona, lo más inteligente es dejar atrás lo que duele, y en este caso lo que duele es el pasado. -Asentí con la cabeza. Ambos miramos a nuestro niño, el príncipe Arturo.

 

Gracias por escucharme.


Sesión 25/11/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Interlocutor: Karina
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de María R. (Dibersel)

No habían tenido mucha relación. Después de muchos años se reencontraron, la comunicación se restableció cálidamente. Deseaban un mundo mejor.

Sesión en MP3 (3.895 KB)

 

Entidad: Me enteré de que mi sobrino Hernán viajó a Plena, de Beta. Ese tema de la informática, un tema tan nuevo, tan raro. ¿Qué carrera puede hacer en Plena?, dice que va a hacer ordenadores personales.

 

Le dejé a mi hija la función de la administración del periódico, estoy un poco hastiada. Voy a reservar un vuelo y voy a Plena.

Mi hija me dice:

-Ma...

-No me digas ma delante de la gente, decidme directamente Amalita, no importa que tenga sesenta y cinco años, vos me decís Amalita. -A mi hija era imposible sacarle esos humos de grandeza, se pensaba que era la reina.

-Ma, vivimos en Coverself, la capital de Ámber y te vas ir a juntar con la plebe.

-¿Qué te pensás hija, que en los demás países no tienen cultura? ¡Por favor!

 

Al día siguiente estaba viajando en avión. Y en el viaje pensaba "Cuántas cosas me han pasado a lo largo de sesenta y cinco años".

A Hernán lo había visitado en Beta cuando era pequeño. Nunca estuve en buenas relaciones con mi hermano, el papá de Hernán, pero no por culpa mía, ¿eh? Yo siempre, a pesar de tener fortuna, a pesar de haber fundado un periódico, siempre es como que quería más cosas. Quería ayudar a la gente, las notas que publicaba no eran a favor de ningún político de turno, buscaba ayudar. Claro, la imagen no me representaba cómo era por dentro, se me veía como una persona de fortuna que iba a fiestas, a desfiles de moda. Pero lo hacía de verdad, lo hacía a propósito para tener más relaciones e indagar la intimidad de cada político, cada actor, cada actriz. Pero no publicábamos difamaciones ni nada por el estilo, nunca tuvimos que desmentir ninguna noticia. Pero ya a esta edad estaba cansada con el periódico. Y mi hija encantada, es como que le hubiera dado el tesoro más grande.

Obviamente que no le dejé el poder absoluto; todo cambio, toda resolución me la tenía que consultar, o directamente lo consultaba con la junta y la junta me respondía a mí, a Amalita.

 

Aterrizamos en el campus, a seis kilómetros de Ciudad del Plata. Cogí un taxi y fui para Plena. Del centro lo llamo por teléfono a Hernán, al trabajo.

-¿Quién habla?

-¿Ya no conoces la voz de tu tía, Hernán?

-¿De dónde me llamas?

-De acá, del centro.

-¿Cómo conseguiste mi teléfono?

-¡Ay, Hernán, Hernán, Hernán, qué pasa contigo! ¿Tengo tantos contactos en todos los países y no voy a conseguir un teléfono laboral tuyo? ¡Por favor! Sé que trabajas con el señor Franco, conozco de nombre a tus amigos. Sé que te han llevado al club hípico, ¿cómo lo has conseguido?

-Tía, sabes que tengo tarjeta internacional.

-¡Cómo has crecido! No sales a tu padre, tu padre no tenía ese tipo de ambiciones.

-Tía, te vi cuando tenía seis años. Qué... ¿Vienes a pasear, vienes a qué?

-Le dejé a tu prima el cargo del periódico y vine a pasear, a estar unas semanas contigo. No te preocupes, no voy a estar encima tuyo, me alquilé una suite en el mejor hotel. ¿Y tú dónde estás?

-En un apartamento.

-Bien, bien. ¿Y te pagan bien?

-Me pagan bien, tía. Lo digo por las dudas, porque no voy a precisar nada.

-¡Qué orgulloso, sobrino! Quién dijo que iba a ofrecerte algo. ¿Vamos a la tarde a tomar un té? Quiero prácticamente ver cómo estás de crecido.

 

Y nos encontramos por la tarde. Era un hombre, no lo habría podido reconocer si él no me veía a mí.

-Tía, estás igual.

-No creo en los elogios, no estoy igual, ya estoy... no digo vieja pero estoy un poco madurita, todavía atraigo a los hombres maduros. ¿O te piensas que porque quedé viuda ya estoy para el retiro? No no no, Hernán, no es así.

-Tengo recuerdos de ti.

-A ver. Cuéntame, Hernán.

-Ayudabas mucho a la gente. Tenía seis años pero veía que ayudabas mucho a la gente. Pero luego me llevabas a uno de esos clubes raros donde había estatuas, cuadros, cosas así.

-Hernán, no eran clubes, eran museos.

-Y ahí te comportabas como una persona fina, delicada. Pero yo te conozco.

-¡Mira este niño!, no me ves hace dos décadas y me conoces más que mi propia hija. Bueno. A ver, vamos a ese club hípico que me habías nombrado. -Y me llevó.

-Menos mal que no está Jorge.

-¿Quién es Jorge?

-Es una historia larga.

-Te escucho. Ahí viene el camarero, ¿qué vas a tomar?

-Voy a tomar un whisky.

-¿No eres joven para whisky?

-Tía, no soy joven, no soy un hombre pero ya soy mayor de edad. -Lo miré al camarero.

-A mí un té con limón, por favor. Cuéntame de ese Jorge, a ver qué pasa.

-Es el duque de Wynot.

-El duque de Wynot... Conozco a sus padres, han viajado a Ámber. ¿Sabes que en Plena no hay título de duque ni nada de eso?

-Sí, me lo contó.

-Y entonces, Hernán, no entiendo.

-El nombre de él es Jorge Clayton, pero del viejo continente la familia heredó el título. Y tiene muchísimo dinero.

-Ya lo sé, ya lo sé, conozco la historia. Sé que los padres son muy agarrados.

-¿Qué significa, tía Amalita, agarrado?

-¿Agarrado? Significa que como para sacarle dinero, pero tienes que hacer más fuerza que una grúa. En cambio, por lo que sé del hijo, que supongo es amigo tuyo...

-Sí.

-Bueno, sé que él ayuda a fundaciones y a todo eso. ¿Pero cuál es el misterio, qué es lo que pasa con él?

-Pasa que siente como que la gente que viene aquí es muy artificial.

-Me gusta, me gusta Jorge, piensa como yo.

-Tía, tú también impostas. Cuando vas a un lugar así te portas como si fueras la primera dama de algún país importante.

-Son poses.

-Bueno, Jorge Clayton también tiene poses, pero yo lo conocí como es él.

-¿Y cómo es él?

-Eeeh... Sabe que las chicas del club hípico andan atrás de él por su fortuna. Entonces se alejó, consiguió un trabajo en una oficina, tiene otros amigos. Uno de Mágar que se llama Nándor Ferenc, otro Alberto Tabares, que vive en las afuera de Ciudad del Plata, en Boig, y se hace pasar por una persona trabajadora, pobre.

-¿Para qué hace esa tontería?

-Para conseguir una chica que lo quiera por él.

-¡Qué chiquilín!

-¿Por qué chiquilín?

-No hace falta que haga esa tontería. ¿La chica sabe... o sea, está saliendo con esa chica ahora?

-Sí, conoció a una chica.

-¿Y la chica sabe que él es de fortuna?

-No.

-Cuando se entere y sepa que le mintió lo va a dejar.

-Entonces, tía Amalita, cómo tendría que haber hecho.

-Nada. ¿Por qué mostrarse lo que no es? ¿Es de plata? Bueno, él tiene que filtrar.

-Tradúceme, tía Amalita, filtrar.

-Claro. Él dice, y yo lo comparto, como que aquí en el club hípico hay mucha gente que vive de apariencia, y otros son cazafortunas, tanto varones como mujeres, o directamente se casan por arreglo, como si estuviéramos en una época medieval. Pero saber filtrar significa olfatear quien verdaderamente es genuino y quien no. Lo que hizo es una actuación infantil y lo va a pagar, lamentablemente lo a pagar.

 

-Cuéntame de ti, tía.

-Bueno, ya sabes que quedé viuda. Le mandé una carta a tu padre, aunque no me llevo tan bien, te habrás enterado. Y bueno, mi hija tiene un montón de títulos de periodismo, de filosofía, de economía, pero es una tremenda creída.

-Bueno, quién la crió, tú.

-Me parece que eres muy atrevido, Hernán. Pero está bien, me gusta que seas atrevido. Pero ojo, no me faltes al respeto.

-No tía. Si mi prima salió así, por algo será.

-¿Y qué sabes si no fue el padre que la consintió? Él no vivía de apariencias, él era tan creído como mi nena.

-¡Tu nena! Debe tener mi edad o un año mayor que yo. Y la dejaste a cargo del periódico, espero que no haga lío.

-Hernancito, ella, para tomar decisiones no tiene poder completo, tiene que recurrir a la Junta. La Junta me llama por teléfono al hotel inmediatamente, me dejan el mensaje y yo me comunico con la Junta.

-Mira que hay una diferencia horaria de cinco horas.

-¡Qué importa! Aunque sean las cinco de la mañana de allá alguien me va atender. Tengo el teléfono de todos.

-Tía, pero no me hables del periódico, ya sé cómo funciona el periódico, háblame de ti.

-¿Y de mí qué puedo decirte?, si se aparece algún candidato como la gente...

-Tía, tienes sesenta y cinco años.

-¿Te estás burlando de mí? Soy delgada, peso cincuenta y ocho kilos y aparte, mira, parezco menos de sesenta. Aparte, no me interesa un hombre de estos creídos, quiero alguien humilde, alguien que... No quiero estar sola.

-Me estás contando de lo que quieres, pero cuéntame de ti.

-¿De mí? Y de mí qué te puedo decir... Ayudo mucho. En Coverself, la capital de Ámber, ayudé a mucha gente, a orfanatos, a escuelas, siempre a nivel anónimo. Pero sabes cómo es, me han sacado fotos y en otros periódicos rivales del mío me han hecho buena propaganda: "La señora Amalita ha donado esto, ha donado aquello".

-¡Ah! Te tienen por una filántropa, te tienen por una persona que da, una persona caritativa.

-Sí, pero no me gusta que piensen que lo hago para mostrarme. "¡Ay! Miren Amalita, da porque tiene dinero". ¿Sabes cuánta gente conozco que tiene diez veces más dinero que yo y son reamarretes?

-¿Qué significa la palabra amarrete?

-¡Me extraña! ¿Cuánto hace que estás en Plena y no conoces la jerga de Plena?, amarrete significa avaro. Y vaya si son avaros, cuanto más plata tienen más avaros son. Yo no digo que sea una desprendida pero he ayudado a muchos. Y ese amigo tuyo, Jorge, el duque de Wynot, es una persona que quisiera conocer porque es tan parecido a mí... Lástima que sea tan joven, si no lo enganchaba yo.

-¿Qué significa enganchar?

-Hernán, Hernán, no conoces la jerga de Plena. ¿Cuánto hace que estás aquí? ¡Por Dios! Enganchar significa conquistarlo para una.

-Es un niño para ti.

-Por eso te digo. Por eso te digo, es apenas un par de años más grande que tú. Si tuviera un poco más de cincuenta no sé si no le tiraría un lance todavía.

-Tía, eres incorregible. ¿Siempre hablas así?

-Me siento bien, me siento joven.

-Tía, me estás mostrando tu parte externa, muéstrame la parte de adentro tuyo.

-Hernán, eres insufrible, no te soporto. ¿Qué quieres saber, a ver?

-Qué piensas, qué anhelos tienes, qué cosas te gustaría hacer.

-Lo que me gustaría hacer ya lo sabes: Pasear, que es lo que acabo de hacer. Conocer a alguien que me guste y que yo le guste. Me gustaría cambiar el mundo, pero el mundo no se puede cambiar. Hay un sabio que dice: "Para cambiar el mundo primero tienes que empezar a cambiarte tú primero". Pero no me basta con eso, a veces sufro por la desigualdad, a veces sufro porque la gente no entiende, a veces sufro por la indiferencia.

-¿En qué sentido?

-Hernán, ¿qué es lo contrario al amor?

-Tía, eso lo sabe cualquiera, el odio.

-No, primero piensas que es un antónimo. El amor es un sentimiento, el odio es una emoción, por lo tanto no puede ser lo contrario al amor.

-Ilústrame.

-Lo contrario al amor, mi querido Hernán, es la indiferencia. ¿Y sabes cuánta gente indiferente conozco? ¿Sabes cómo me duele ver indiferencia? ¿Sabes cómo me duele en Ámber, en Plena, en Beta, en Mágar, en Porísido, en Amarís, en Saeta adónde sea niños que de repente apenas tienen para comer, familias pobres?

-Pero tía, hay bastante trabajo.

-Pagan una miseria. Hay oficios que no pagan prácticamente nada.

-Pero tú ayudas, no tienes una conciencia negativa.

-No, pero lo que yo ayudo es nada. Lo mismo que tu amigo Jorge, lo que él ayuda es nada, hay miles de millones de personas. No.

-Tía, tú que eres tan conocedora del mundo...

-Bueno, tampoco es para tanto, ¿eh?

-Sabes que impera el machismo en esta sociedad. Un hombre de mundo es un hombre que conoce mundo, conoce la sociedad, que conoce gente importante, pero cuando hablan de una mujer de mundo, ¿de qué hablan?, de una mujer que conoce muchos hombres, porque esta es una sociedad enferma, en contra de la mujer. Y todavía estamos tan atrasados con el tema del feminismo, tan atrasados, tan atrasados... Estamos en los años setenta del siglo XX y estamos tan atrasados...

-Quisiera... quisiera hacer tantas cosas, pero me duele la indiferencia, me duele el no poder hacer más.

-Pero tía, has hecho muchas cosas y las seguirás haciendo. Peor es esa gente que menciones, que tiene tanta fortuna y son tan avaros y no les importa nada, y así crían a sus hijos, a sus sobrinos pedantes, neuróticos.

-Eso es verdad. Por eso estoy preocupada por tu prima porque es muy creída. Yo creo que cuando vuelva a Ámber voy a recuperar el mando del periódico y le voy a dar un puesto bajo, para que se gane la vida.

-Se va a enojar.

-Que se enoje, y si no que se busque otro trabajo en otro periódico. Me va a tomar por mala, por mala madre. ¡Pero fíjate tú!

-¿Qué?

-Fíjate tú, Hernán, te has venido a otro país que no conoces, a miles de kilómetros de Beta a trabajar en un emprendimiento para hacer ordenadores pequeños para que cada uno tenga el suyo, con pantalla. Eres un luchador, eres chico. Me gustaría que mi hija fuera así y no lo es. ¿Se entiende lo que quiero? Tal vez mi error es aparentar ante la gente, pero bueno, es una manera de respeto, si no te llevan por delante. Espero que el día de mañana me presentes a Jorge. Si va a estar en el papel de pobre yo le voy a seguir la corriente.

-¿Qué es seguirle la corriente, tía?

-Otra vez. Tienes que aprender la jerga de Plena. Seguirle la corriente es fingir como él, como que él representa el papel de pobre y yo haré el mismo rol, como que soy una trabajadora social que no conozco otra cosa que Plena, que vengo del interior. Eso es seguirle la corriente.

-Entiendo, entiendo.

-Pero no a solas, ¿eh?, si vienen otras personas. Tampoco lo voy a quemar delante de esa chica que conoce.

-Tía, me hablas en difícil. Qué es quemar, ¿prenderle fuego?

-No, no puede ser que hace veinticuatro horas que estoy en Plena y ya conozco la jerga mejor que tú. Quemar significa ponerlo en evidencia. No lo voy a poner en evidencia.

-¡Je, je! Te felicito lo rápida que eres mentalmente.

-¡Va!, y todavía no me conoces. Hace más de dos décadas que no nos vemos. Y lamento mucho todo eso.

-¿Por qué te has peleado con padre?

-No nos peleamos. Él tiene otra forma de pensar, es muy materialista, y cuando yo se lo dije mil veces que era materialista me dice: "Mira quién habla, Amalita, la dueña de un diario, y me dice a mí que soy materialista". Claro, él ve mi exterior, y tú que no me veías hace dos décadas ya estás hurgando en mi interior. Y tu padre nunca se tomó la molestia de hacer esto. ¿Se entiende ahora?

-Se entiende.

-Bueno, mi amor, me voy a ir a descansar al hotel. Me voy a dar un baño de inmersión, luego bajaré a comer...

-¿Quieres que vaya contigo?

-No, Hernán, ocúpate de tus cosas, tranquilo. Llama por teléfono a tus amigos... Y bueno, mañana nos veremos. Y combina con Jorge para vernos, quiero conocer a ese alma gemela. Qué lástima que es un niño.

-Tía, no seas tan atrevida, adelante de él no se te ocurra decirle eso.

-¿Qué no? No me conoces, no soy atrevida, soy atrevidísima.

-A ver si se lo toma en serio.

-Si es como yo pienso que él es, te aseguro que se va a reír y va a captar mi broma. Sólo la persona inteligente capta cuando uno es irónico.

 

Me abracé con mi sobrino, no lo dejé pagar la cuenta. Y él se fue caminando y yo cogí un taxi para el centro.

 

Gracias por escucharme.