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Psicoauditación - Mario A.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión del 14/10/2016

Sesión del 31/10/2016

Sesión del 16/11/2016

Sesión del 03/02/2017

Sesión del 06/02/2017


Sesión 14/10/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mario A.

Términus, un mundo al borde de la Creación estaba -quizá sigue estando- atacado conceptualmente por entidades negativas que explotan las debilidades de los humanos que allí habitan desde tiempos remotos. Aunque sabían cómo protegerse no era suficiente y muchos sucumbían a los ataques. El resultado era locura, terror, engramas... La entidad lo relata con cruda dureza.

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Entidad: Recuerdo, como thetán, con todos los roles del ego que llevo sobre mis hombros conceptuales, tengo un sentido innato de la bondad, mas el peso de esos roles hacen que aún esté en el plano 3 sub nivel 9, no permitiéndome llegar al plano 4 Maestro. De todos modos el plano 3 es un nivel de superación donde se busca crecer, ilustrarse conceptualmente. Los engramas no "pesan" como los roles del ego, se puede estar en un plano 4, en un plano 5 con engramas, doy fe de eso.

 

Y sí, arrastro engramas de una vida muy peculiar, en Términus, un mundo al borde de una galaxia en espiral que contenía como mínimo trescientos mil millones de soles, pero lo peculiar era también que esa galaxia estaba en el borde del Universo y si bien la galaxia va girando, el brazo donde estaba nuestro mundo estaba en el borde y nuestro sistema solar apuntaba directamente a la nada. Tú mirabas por la noche el espacio con un telescopio y veías el cielo absolutamente estrellado hasta la mitad, la otra mitad era un vacío insondable, oscuro, misterioso.

 

En la época que encarné en Términus, como Rómulo, los adelantos eran similares a los del siglo XXI de Sol III. Habíamos explorado nuestras dos lunas, enviado sondas no tripuladas al resto del sistema estelar, teníamos un gigante gaseoso como vuestro Júpiter y un gigante con pequeños anillos, más pequeños que los de vuestro Saturno. Yo era arqueólogo y me había interesado también, más que por la historia por la prehistoria, estudiando restos arqueológicos en países como Liscaia, Acerna, Doverco, Endoura y Marcove. Y si bien la arqueología te va diciendo, te va mostrando o enseñando como fue evolucionando el humano -porque en Términus éramos homo sapiens, como hoy mi 10% encarnado lo es en Sol III-, pero a diferencia de Sol III donde os empapáis tanto de religión, como de mitología y simbolismo, los distintos dioses, las distintas culturas, las ofrendas, los sacrificios rituales, en Términus..., en Términus, desde viejos ancestros, siempre hubo un miedo inconsciente colectivo donde seres incorpóreos se metían literalmente en tu cabeza generándote terror, te volvían vulnerable; estabas en un lugar a solas y tenías visiones, visiones reales, no holográficas, reales. Hasta podías extender tu mano y tocar a esa persona, una persona que quizás era un familiar tuyo que había muerto hace años. Y no entendías nada y tenías miedo de volverte loco.

 

Éramos una civilización racional y aceptamos que con nosotros convivieran unos seres a los que llamamos etéreos que se alimentaban de nuestros temores, de nuestras dudas, de lo que vosotros llamáis roles de ego. Y había muchos nosocomios, diez veces más, sí diez veces más de los que hay en Sol III con gente internada que había perdido la razón, que te miraba y no te veía, que te oía pero no te escuchaba, gente que había quedado absolutamente tildada con la mirada en el vacío. Y cuando yo, por la noche, con mi telescopio de aficionado apuntaba hacia esa oscuridad donde no había estrellas ni galaxias ni nada, trataba de percibir y sentía como voces en mi cabeza, que en realidad no eran voces, eran conceptos.

 

No éramos un mundo religioso, no tuvimos un mesías ni un guía espiritual que nos marque el camino pero la gran mayoría creía que había algo más allá de la vida física. Pero nunca relacionamos a los etéreos con esa alma que tenemos y que sigue estando después de nuestra muerte física, porque los etéreos eran otra cosa, eran seres malignos, perversos.

Insisto, nuestra civilización estaba avanzada. La población, en todos los países, en todas las regiones estaba advertida de que cuando escucháramos o viéramos algo fuera de lo normal, algo fuera de lo coherente no hiciéramos caso. Pero ¿cómo lo logras?, ¿cómo lo haces?, ¿cómo lo manejas?, ¿cómo...? -Siento una impotencia tremenda-. ¿Cómo lo vives? ¿Cómo lo interpretas?...

 

Mi abuela era una persona amorosa, adorable, hace más de veinte años que la había perdido. Y tú llegas a tu trabajo, aún no ha llegado nadie, tu sillón está dado vuelta y...

-Hola -dices-, ¿quién anda ahí?

La persona del sillón gira el mismo y ves a tu abuela tal cual como era veinte años atrás, con lágrimas en los ojos, diciéndote:

-Rómulo, ¿por qué me has olvidado?

Yo era racional:

-No eres mi abuela, tú estás muerta. Tú eres un etéreo que está manipulando mi mente.

-¿Por qué me odias? Tenías veinticinco años, ahora tienes cuarenta y cinco y te has endurecido. Tú me amabas, ¿te acuerdas cuando te llevaba de paseo al parque?, había un pequeño zoológico, veías los animales.

-No, no, no, no, tú puedes ver mi mente, tú buscas manipularme, no eres mi abuela.

 

Su rostro se transformó, su cara era monstruosa. Sentí como una punzada en el cerebro. Cerré los ojos, me recosté en un sofá. Abrí los ojos y no había nada. Lo conversé con mis colegas cuando vinieron. Todos, todos, todos me dijeron que les había sucedido algo parecido y son tan racionales como yo. Sabes que no es tu familiar porque eres fuerte, razonas, entiendes pero te implantan ese terror, hasta puedes tocar a ese supuesto familiar y acariciarle la cara. Claro, los engramas son implantes hipnóticos y cuanto más vulnerable eres por el miedo, por las dudas, por la ansiedad más fácil eres de manipular, que no. Te puede manipular un ser humano, un compañero, una pareja con rol de víctima, como enseñan los Maestros, con rol de inquisidor, como enseñan los Maestros. Y estamos hablando de una persona como tú, sin poderes... ¿Cómo no te va a manipular una entidad como los etéreos?

 

Había un gran analista llamado Máximo. Su hipótesis era que los etéreos no habitaban realmente en Términus, venían de ese vacío, de esa oscuridad y como Términus era el mundo habitado que estaba más al alcance se alimentaban de nosotros, de nuestra energía y cuanto más vulnerable éramos, más fácil era para ellos. ¿Necesitaban alimentarse? Seguro que no, directamente lo disfrutaban, como diríais vosotros en Sol III. Nosotros éramos sus conejillos de indias, su experimento. Hacíamos juntas con analistas, con informáticos, con matemáticos, con historiadores... Yo, arqueólogo, también integraba la junta. ¿Cómo inmunizarnos ante los etéreos?, Practicábamos lo que vosotros llamáis control mental para cerrar nuestra mente pero ellos te sorprendían cuanto tú menos lo esperabas, no te daban tiempo a protegerte, no te podías blindar, no tenías ese blindaje y penetraban en todo tu ser. Es más; de noche, durmiendo podías sentir que te tocaban. ¿Cómo te proteges ante eso?

 

Le estoy transmitiendo toda esa angustia al receptáculo que me alberga y le estoy causando un fuerte, fortísimo dolor de pecho por la ansiedad y por la angustia que me corroe. Lo voy a dejar descansar.


Sesión 31/10/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mario A.

En Términus conoció un grupo de personas que estaban estudiando por qué desde los tiempos más antiguos aquel mundo estaba afectado por seres etéreos que influían en la mente del ser humano. Colaboró con ellos y encontraron una solución que salvaría a aquella humanidad de sufrimientos.

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Entidad: Me ha sucedido muchas veces que estando al borde del precipicio encuentras un puente salvador que te hace cruzar al otro lado o bien algo que te indica "No sigas, es peligroso".

 

Mi nombre era Rómulo, tenía cuarenta y cinco años. Me interesaba mucho la arqueología y la prehistoria. Por distintas cosas de la vida conocí a personas que cambiaron mi interior permitiéndome ser útil de acuerdo a mis conocimientos. Puedo sonar grandilocuente pero se trataba de salvar a la raza humana de todo Términus. Cada uno era distinto al otro: Séptimo había sufrido pérdidas familiares, que no tiene sentido extenderme sobre el tema porque toda pérdida es tremenda, pero cuando pierdes toda tu familia es inenarrable porque el sufrimiento no hay manera de transcribirlo con palabras. Sotela también conocía la historia, parecía tímida, sí pero en el fondo tenía un empuje tan grande... En su interior tenía una fuerza tan importante que quizá ni ella misma lo llegaba a entender. Irdino era un matemático meticuloso, encerrado en sí mismo. Tenía una coraza... ¿pero quién no tiene coraza en Términus? Justo era un informático predispuesto, atento. Y lo más importante, que sabía escuchar y quien sabe escuchar sabe entender, sabe comprender lo que cada uno sufre y también lo que cada uno puede aportar. Y de Máximo, ¿qué puedo decir?, un analista humano comprende hasta tus debilidades más ocultas.

 

Luchábamos contra los etéreos, esos seres que venían de más allá del Universo, que invadían nuestra mente con imágenes, supuestamente con palabras, se alimentaban de nuestros miedos e inseguridades.

Nos reunimos todos y les comenté:

-Vosotros sabéis que en la prehistoria hubo razas, incluso anteriores a los humanos. Se han encontrado huesos que demostraban que hubo, supuestamente, grandes batallas -casi todos asintieron, y les dije-, pero no fue así, no podemos saber cómo eran los primeros humanos pero viendo los primates actuales podemos entender que pueden luchar por un territorio, o de repente dos machos luchan para ver quién es el que manda. Pero si os fijáis los huesos, aquí tengo bastantes fotos, tengo vídeos, hay huesos más pequeños hay muchísimas más mujeres con el cráneo destrozado, niños con el cráneo destrozado y no me imagino a esos primitivos humanos invadiendo otros territorios y matando mujeres y niños. Generalmente, porque he estudiado mucho, arqueología, antropología y entiendo cómo se comportaban. Buscaban expandirse, entonces se llevaban a las mujeres para ellos y al tener también con ellos a los niños era más poderoso su clan, no tenía sentido matarlos.

-¿Y cuál es tú idea, Rómulo? -inquirió Sotela.

Le digo: -Bueno, tú conoces la historia también. Mi idea es que estos seres, etéreos, ya desde la prehistoria venían fomentando el terror en nuestros ancestros y de la misma manera que a nosotros se nos pueden aparecer seres queridos que fallecieron hace meses o años y los vemos tan nítidos que hasta los podemos tocar, a ellos seguramente se les aparecían estos felinos prehistóricos, los ocelontes o estos de piel muy dura, los rinocéfalos, o esos seres del doble del tamaño de un oso actual, los agotérios. Entonces ponte en la situación de hace miles y miles y miles de años atrás, un guerrero de un clan ve por el llano a una mujer de otro clan con su niño: los etéreos se apoderan de su mente y en lugar de ver a la mujer y al niño ve un ocelonte, un agotério, un rinocéfalo; puede huir o puede atacar con su garrote. Ahora vamos más allá. Había clanes nómadas, llegan a una aldea y en lugar de ver a sus pobladores ven un grupo de ocelontes que está por atacarlos. El terror que los invade hace que no puedan retroceder, cogen sus garrotes y atacan y atacan y matan. De repente la visión desaparece y recobran la cordura y ven infinidad de cadáveres de hombres, mujeres y niños. Hace doscientos mil años no tenían nuestra comprensión esos seres y no entienden, no saben qué fue lo que pasó, estaban luchando contra los ocelontes y de repente son seres como ellos, que ellos mataron creyendo que eran gigantescos felinos.

-Comparto plenamente tu idea, Rómulo -me dijo Máximo-, cierra perfectamente tu hipótesis. Estoy de acuerdo que es así porque no tiene sentido las muertes tan brutales de esa época.

 

Todos se quedaron pensando. Justo dijo:

-Estamos avanzando con el casco, ya está casi terminado. Falta ensamblar unas piezas con nanotecnología. Han trabajado arduamente estos últimos veinte días, Séptimo e Irdino, con mi humilde ayuda.

-Nada es humilde, Justo, todo suma -comenté-. Quizá mi aporte no sirva para el presente, solamente para saber qué sucedió.

-No, no, no; es importante -exclamó Máximo-, porque de acuerdo a ese comportamiento de la prehistoria puedo analizar mejor el comportamiento actual.

 

Días después los cascos estaban terminados. Nuevamente se ofrecieron voluntarios. Incluso los cascos se ajustaban perfectamente, pues el metal tenía infinidad de juntas que calzaba perfectamente en cada cráneo y no molestaba que la persona tuviera cabello.

Justo comentó: -Mi única duda es: protegemos el cerebro pero ¿cómo sabemos que los etéreos no pueden invadir nuestros pensamientos de otra manera?

Máximo le dijo: -No, no es así hermano. El concepto de los etéreos no es una gotera de agua; si no filtro por aquí filtro por allí, si no puedo entrar por la parte superior del cráneo el concepto entra por el mentón, porque lo que el casco produce es una vibración particular que de alguna manera no anula, protege, hace simbiosis con la amígdala cerebral no para que suprima las emociones como en las crueles operaciones que se han efectuado sino mantiene las emociones equilibradas y de esa manera seríamos inmunes a los conceptos de los etéreos evitando que manifestemos temor, ira, cólera, ansiedad, angustia y todo sentimiento pernicioso que les alimente.

 

Y sí, dio resultado, dio un total y absoluto resultado. Nos sentíamos sanamente orgullosos Séptimo, Sotela, Irdino, Justo, Máximo y yo, Rómulo. Ninguno de los cien sufrió un solo problema. Logramos que muchos cooperaran económicamente, se levantaron muy rápidamente fábricas en casi todas las regiones de Términus y se hicieron millones de cascos masivamente, lo usaban desde los bebés recién nacidos hasta los ancianos y por primera vez en miles y miles y miles de años, Términus descansó del terror. Nuestra civilización floreció en paz, en felicidad. Como el casco estaba hecho con nanotecnología, para higienizarte la cabeza, el agua, los jabones no lo perjudicaban, podías incluso sumergirte en un lago, en el mar con el casco puesto.

 

Nuestra vida cambió. Y sí, repito, arrastro engramas de distintas vidas. Como thetán estoy en el plano 3 subnivel 9 por distintos roles de ego que aún me siguen afectando pero tengo el sano orgullo de que fui uno de los que ha cooperado para salvar una raza de miles de millones de seres humanos. Y cada uno fue importante, desde el líder, Máximo, hasta el supuestamente más minúsculo de los ayudantes.

 

Y esa es toda la historia. Tengo aún diversos engramas pero por lo menos puedo contar un, un final feliz. Y vaya, que no es poco. Vaya, que no es poco.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 16/11/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mario A.

La entidad relata cómo en un ambiente profesional y de gran empatía desarrollaron una solución para que los habitantes de Términus quedaran a salvo por generaciones de las energías etéreas que tenían tomado al planeta desde la antigüedad y de ellos mismos.

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Entidad: Me sentía totalmente mortificado por vivir en una sociedad que no entendía los conceptos, una sociedad avanzada que había conquistado ambos satélites, una sociedad difícil.

 

Tuve la fortuna, como arqueólogo, de encontrarme con un grupo de gente tan maravillosa en un mundo caótico, nuestro mundo. Desde Liscaia, Acerna, Doverco, Endoura, Marcobe y distintas regiones, desde la más remota antigüedad la raza era presa de los etéreos que nos implantaban pensamientos en forma de voces o en forma de visiones, volviéndonos locos. Los seres humanos se mataban los unos a los otros desde la más remota antigüedad hasta que los hermanos Justo y Máximo, con otro grupo de gente, crearon un famoso casco mental hecho con nanotecnología avanzada apoyado por la más avanzada informática para que estos seres que venían de más allá de la Creación dejaran de torturar a la raza de Términus, nuestro tan sufrido mundo. Un mundo que había pasado un millón de catástrofes, por decirlo de alguna manera.

 

Cooperé como arqueólogo, como historiador, entendiendo la antropología y cooperando, dando explicaciones de cómo era la conducta humana para que se conformara ese casco de protección ante los conceptos de los etéreos, esos seres del Caos. La necedad de la raza hizo que muchos quisieran experimentar otra vez esa sensación de impotencia sin darse cuenta que los llevaba a la muerte, porque apenas un etéreo tenía un resquicio en la mente de ese ser humano inconsciente lo manipulaba haciéndolo suicidarse o matar a quien fuera. Y lo más grave fue cuando las fuerzas de seguridad empezaron a tomar represalias matando fríamente a quienes se sacaban el caso para evitar que ellos a su vez mataran a otros. Entonces el casco se mejoró sujetándolo directamente al cráneo de los bebés, niños, adolescentes y adultos. Y ahí nos sentimos humillados, despreciados, desmerecidos por la sociedad acusándonos de manipulación, de cortar la libertad, de obligar a la raza a usar un casco sin entender que los estábamos salvando, nos estábamos salvando.

 

Llamé por holoconferencia a uno por uno a Séptimo, a Sotela, a Irdino. Irdino estaba en un estado catastrófico en cuanto a su autoestima porque tuvo que abandonar el trabajo por las acusaciones falsas. Y me dijo:

-¿Cuál es tu idea, Rómulo?

Le dije: -Juntémonos otra vez con Justo y Máximo.

Y planificamos encontrarnos todos.

 

Nos juntamos en un gran laboratorio, no en el laboratorio original, un laboratorio privado lejos de los periodistas, de las cámaras de televisión, lejos de todo.

-¿Cuál es la idea?

 

Máximo estaba conversando con Irdino, consolándolo, retándolo cariñosamente para que levante su estima, explicándole que cuando nos condecoraron no éramos los mejores, ahora que la sociedad nos rechaza porque piensan que les cortamos su libertad tampoco somos los peores. Con lamentarnos no vamos a hallar soluciones. Tomé la palabra y dije:

-La solución ya está.

-No -exclamó Justo, el hermano menor de Máximo-, no. Sé de matrimonios que quieren que sus bebés sean libres, no les ponen los cascos.

-Respondí:

-Pero en los sanatorios, directamente es una ley que apenas el bebé nace le ponen el casco.

-Hay gente que para evitar los sanatorios contrata parteras particulares y tienen sus bebés en su domicilio, le pagan a la partera para que guarde silencio y no le implantan el casco al bebé. El problema es que ese bebé aún no razona pero eso no impide que los etéreos se metan en su mente en formación y capaz que cuando ese bebé tiene cuatro, cinco, seis años -perdonad lo que voy a decir, es muy crudo-, apenas pueden caminar, se babean, tienen la mirada perdida, su cerebro ya fue destruido.

Máximo tomó la palabra.

-Prestad atención. Hablé con un joven llamado Lotvar, trabaja con microordenadores, sabe muchísimo de nanotecnología y tiene un amigo, que se llama Zumor, que es experto en tecnología espacial y tiene contactos con las empresas satelitales.

Fruncí el ceño y le pedí, por favor, a Máximo, que siga expresándose.

-Es sencillo, Lotvar comenzó a trabajar con grandes amplificadores.

-Sí, ¿y entonces?

-Entonces la idea es llevar al espacio más satélites artificiales que cubran cada área del planeta, que sigan utilizando la tecnología para holovisión, televisión, telefonía y la web, pero le vamos a aplicar a esos satélites una red que interfiera desde el espacio el concepto de los etéreos para que aun quienes se saquen el casco no sean víctima de esos seres. A ver si me explico -dijo Lotvar-, desde siempre me encerré en una habitación con un tejido de nanotecnología para que antes de que vosotros crearais el casco yo estaba protegido. Tú hablas, Máximo, de hacer una red invisible.

-Así es -dijo Máximo. Cortó la comunicación con Lotvar invitándolo a venir.

 

Al día siguiente Lotvar se reunió con nosotros. Nos presentamos todos.

Máximo me dijo:

-Rómulo, pon a Lotvar al tanto de los acontecimientos.

 

Volví a sentirme útil porque mi lucha era esa, tratar de que mi vida sea útil, porque sé que si tú eres útil a los demás, eres útil a ti mismo. El problema que en Términus -o en la vida actual de mi 10% en Sol III-, los seres humanos pensamos solamente en nosotros; cuando nos va bien nos invade el protagonismo, cuando nos va mal nos posee el rol de víctima. Nunca estamos armonizados, siempre para arriba o para abajo, esos benditos roles del ego que en Términus los etéreos aprovechaban tan bien para potenciarlos y dominarlos y someternos. Por eso me sentí útil sin que me invada el protagonismo.

 

En aproximadamente tres meses logramos poner una red satelital.

Irdino comentó:

-Pero no podremos salir del planeta. Fuera de las redes satelitales, esa caja de resonancia que tiene ahora el planeta es como un gigantesco casco invisible formado por los satélites, impide que los etéreos nos esclavicen.

-Máximo comentó:

-Quienes salgan del planeta saldrán con sus cascos pero ahora ya no tendrá la humanidad esa excusa de acusarnos de tiranos, o sea, que podremos estar libres de cascos, el que lo tiene implantado se lo deja, no molesta. Las nuevas generaciones volverán a estar sin cascos, simplemente hay que cuidar periódicamente que los satélites se mantengan en órbita y a medida que vayan "envejeciendo" se pondrán en órbita nuevos satélites con la misma tecnología, enviando esas ondas interceptoras.

 

Volví a sentirme útil, nuevamente nos llamaron de Doverco para nuevas condecoraciones.

Máximo nos dijo:

-No, no tiene sentido. Conversemos por holovisión, agradeciendo.

-Irdino comentó:

-Sí, no hay que caer más en la vanidad porque una vez terminan los aplausos el silencio es abrumador. Y hay una frase genial que dijo Máximo, "Es preferible un silencio abrumador, supuestamente, que ese murmullo trágico, dañino, penetrante que hemos sufrido generaciones y generaciones y generaciones a lo largo de milenios por los etéreos". Pero ahora podemos decir Términus está salvado de los etéreos y de la necedad humana.

 

Sonreí, asentí, no respondí nada. Respiré felicidad, porque la verdadera felicidad está en la armonía, en la camaradería y en la empatía. Y en el sentimiento más grande y más hermoso, el único sentimiento que está lo más alejado posible del ego, el Amor.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 03/02/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mario A.

En Ran II, donde no se permitía tener más de dos hijos y no había dinero físico, un amigo suyo desapareció por hablar demasiado de unas sospechas que tenía. Los militares estaban atentos.

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Entidad: Estoy aquí comunicado con vosotros tratando de que mi rol tenga la lucidez necesaria para relatar una vivencia distinta.

 

Primero de todo, había encarnado en un mundo que orbitaba su estrella en ciento veintidós días, por lo cual nuestro año duraba la tercera parte del de Sol III. Mi nombre era Tadeo Armani, en el momento del relato tenía ciento dieciocho años, equivalente a treinta y seis años de Sol III. Contento, orgulloso, trabajaba hace años en las fuerzas de paz de mi país y había sido ascendido de clase C1 a clase B3. Al igual que mi compañero Irineo, ambos estábamos en clase B3.

 

Nuestra sociedad era distinta en muchos aspectos. Mi rol actual, al escuchar este relato hará comparaciones con su vida actual, pero es imposible. Nuestro mundo no era religioso, es cierto que había mitos, es cierto que había leyendas pero vivíamos en una sociedad pragmática, responsable; cuidábamos la fauna, la flora, nuestros arroyos estaban limpios con agua cristalina, no se talaban indiscriminadamente bosques, selvas. Sí había tierras de cultivo pero todo equilibrado, todo prudente. Quizá el mayor conflicto de la sociedad -porque siempre hay conflictos, lo que a unos les viene bien a otros no-, era que no se permitía tener más de dos hijos por pareja, quienes por accidente o por descuido la mujer quedaba embarazada por tercera vez, la sociedad, el estado le permitía tener ese hijo y se lo sacaban de inmediato al nacer, no lo podían ver nunca más y si lo buscaban por la red virtual y el estado se daba cuenta había una pena para ello. Tampoco se manejaba dinero en papel moneda, era todo dinero electrónico.

 

Yo estaba casado, me llevaba excelentemente bien con mi mujer, dialogábamos sobre todo. Conversábamos muchas veces sobre mi preocupación por mi compañero Irineo, veía hipótesis de conflicto por todos lados, y estamos hablando que perteneciendo a las fuerzas de paz y ya ascendidos a clase B3, teníamos que ser prudentes en lo que comentábamos, especialmente con civiles, no en nuestra familia pero sí con terceros. Él había notado comportamientos extraños en superiores de la clase A3, A2, hasta incluso en la clase más alta, la A1. Lo comentaba incluso con periodistas que en diarios electrónicos llegaron a comentar los reportes que tenían de parte de mi compañero Irineo.

 

Recuerdo el día que comenzó la semana y faltó al trabajo. A veces podemos tener un problema de salud y llamamos al médico; obviamente si es un problema grave te trasladan a una clínica. No pregunté y fui discreto.

Pero ya faltó un segundo día. Le pregunté a otro compañero de mi clase: no sabía nada. Al tercer día -no me gustaba invadir privacidades-, pero llamo por el teléfono de la red a su domicilio. Atiende el contestador. Fui prudente, no pregunté nada. Por la tarde, antes de ir a casa llamé a mi esposa y le dije que pasaría por el domicilio de Irineo. No atendía nadie. Y me pareció -y no quiero caer ahora en una hipótesis o un delirio de persecución-, pero me pareció que en ambas esquinas había dos personas de civil que en mi trabajo las identificaba plenamente como agentes encubiertos del estado. Subí a mi coche eléctrico y marché para casa.

Dejé pasar al día siguiente y recién al otro día, que sería el quinto. Le pregunté a mi superior, de clase B2, por Irineo.

-Ha sido transferido.

-¡Ah! Tengo entendido que tenía familia.

-Ha sido transferido él y su familia -muy secamente.

 

Normalmente mi superior no era terminante en sus frases para conmigo, pero yo era ducho en mi experiencia en las fuerzas de paz y sabía cuando tenía que dejar de preguntar. Le hice un saludo -lo que vosotros llamáis la venia-, y me retiré. No me arriesgué a averiguar en la web pero tenía un amigo de muchísima, muchísima confianza, Alexis Anasio, que trabajaba con computadores cuyos chips eran de grafeno y tenía un conocimiento muy grande de la web aparte de ser un excelente genetista.

 

Irineo Carballo, de ciento diecinueve años. Anasio me dijo:

-Querido Armani, no figura. No figura en ningún registro.

 

Le agradecí. Y le comenté como advertencia:

-Mira, a Irineo lo conozco de joven, nos alistamos casi juntos, ambos ascendimos a la clase B3 en fuerzas de paz. Y no me parece normal el traslado y que no figure en ningún lado, por lo tanto esto queda entre nosotros. Y aparte, por tu seguridad, coméntalo únicamente con seres que sean de tu íntima confianza, digamos... Me estoy expresando mal: de tu máxima confianza... Estoy nervioso.

-Cálmate -me dijo Alexis Anasio-, cálmate, cálmate, cálmate. ¿Quieres tomar un té antes de irte?

Me senté en un sillón mullido y Anasio me preparó un té de hierbas:

-Te relaja pero no te atonta. Sé que tienes que manejar bastante en tu carro eléctrico.

Tomé el brebaje y nos estrechamos la mano. Y me marché.

 

Hay un excelso Maestro que dice que hay una palabra más fea que el 'no', que es el 'ni'. El 'ni' significa la incertidumbre, el no saber, el no tener una respuesta. Estaba tranquilo en el sentido de que me había sacado la duda, pero valga el juego de palabras -que eso en el concepto no se da, sí en el lenguaje hablado-, el sacarme la duda me profundizó la duda.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 06/02/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Mario A.

En Ran II visitó a dos investigadores, les contó sus temores acerca de la desaparición de su amigo. Quedaron todos en no hablar con nadie del tema, no había seguridad de que no le espiaran.

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Entidad: A veces la incertidumbre te puede provocar engramas quizá en forma más profunda que un incidente doloroso puntual. Me diréis "El engrama es un implante provocado por un hecho que te ha dejado un recuerdo negativo. La incertidumbre no, es un hecho puntual". Sí, pero va trabajando por dentro, carcomiendo, te corroe como el ácido al metal.

 

Mi nombre era Tadeo Armani, había nacido en una región pequeña de Ran II. Tenía ciento dieciocho años, el equivalente a treinta y seis años terrestres. Trabajaba en las fuerzas de paz de mi región y había ascendido hace poco a clase B3 junto con mi compañero Irineo, el cual había desaparecido. Mis superiores decían que lo habían trasladado, pero sé que no, sé que no.

Tenía un hombre de confianza, Alexis Anasio, que había averiguado por la web profunda que su nombre ya no figuraba, y todo eso porque Irineo había expandido el rumor de que en las altas esferas de las fuerzas de paz se estaba tejiendo algo siniestro, y lo desaparecieron.

 

Recordaba a mi abuelo Paulo. Paulo trabajaba en la milicia, en aquella época no se llamaba fuerzas de paz, incluso había participado de una guerra porque si bien Ran II era una sociedad pragmática que respetaba la flora, la fauna, a veces había problemas.

En la época de mi abuelo Paulo, en mi región hubo una dictadura, un militar de clase A1, la clase más alta, que en la época de mi abuelo se llamaban generales, había tomado el control del gobierno afirmando, o excusándose, de que el gobierno civil era débil y el país se estaba derrumbando en lo económico y en lo social. Mi abuelo Paulo había llegado a clase B1, dos por encima de la mía actual, y había desaparecido hace sesenta años, veinte años de Sol III.

 

Papá había fallecido hace tres años. Papá, a diferencia del abuelo y mía no había sido militar y nunca quiso hablar del tema, siempre estuvo depresivo al punto tal que le amargó la vida a mamá, que falleció antes que él.

Yo era chico, yo era chico. Tenía apenas cuarenta y ocho años, dieciséis años terrestres cuando desapareció el abuelo. Pero a veces conversaba conmigo y me decía:

-Mira Tadeo, mi hermoso nieto, el general que está a cargo del gobierno nunca fue una persona de tomar medidas extremas. Fue un instructor mío muchos años atrás, era una persona noble, una persona honesta, una persona si bien pragmática pero de criterio amplio, abierta, razonable en su manera de ser, de pensar, de actuar, de hablar. No es la misma persona, cambió, algo lo hizo cambiar.

 

¿Porqué me acordaba del abuelo Paulo? Porque mi compañero Irineo habló con periodistas que publicaron sospechas, sin pruebas, en los diarios electrónicos de que algo se tejía en las altas esferas. El abuelo -todavía había diarios de papel-, compartió con periodistas la hipótesis de que al general le habían lavado el cerebro, literalmente lo dijo así. Y un fin de semana desapareció.

No había web profunda como hay en el presente pero había otros medios de averiguar. El hecho de que hubiera una dictadura tampoco podían decir si lo trasladaron o no, directamente había que tener cuidado porque desaparecías tú también.

Nunca más se supo de él. Años más tarde el general tuvo un derrame cerebral, un accidente severo vascular hemorrágico, y falleció. Se llamó a elecciones, hubo de vuelta un gobierno democrático, pero nunca más se supo nada del abuelo Paulo.

 

Años más tarde conocí a la que hoy es mi esposa, nos casamos. Me alisté, obviamente, en las fuerzas de paz, como se llaman actualmente. Somos absolutamente felices pero nunca dejé de relacionar las dos desapariciones, la del abuelo Paulo, la de mi compañero Irineo. Y actualmente yo mismo pensaba que había conductas en los altos mandos que no eran acordes a las personas que yo había conocido. Superiores de la clase B2 y B1 incluso algunos superiores de la clase A3 con los cuales yo había compartido almuerzos me miraban como no reconociéndome. Yo sé distinguir cuando un militar su ego se apodera de él y, como decís vosotros, ni te registra, porque tú no significas nada para él. Yo sé reconocer eso a cuando no te reconoce, literalmente. El abuelo tenía razón, algo se estaba gestando.

 

Aproveché que me mandaron en comisión a otra región para un intercambio cultural y lo visité a mi conocido, Alexis Anasio, a quien ya había visto anteriormente. Era un excelente genetista pero a su vez un tremendo informático que estaba trabajando con supermicrochips de grafeno, con máquinas que podían alojar peta bytes de información.

Hablamos sobre el tema, él me comento que en su región no había visto nada extraño. Lo comentó con su compañero, Raúl Iruti.

Le comenté:

-¿Iruti es de confianza?

-Absolutamente, es como un hermano. De alguna manera es como que él ayuda a personas con problemas de todo tipo.

-¿Pero no es genetista como tú?

-Sí, pero su interior le dicta ayudar a las personas.

-Quisiera tener una pequeña entrevista con él.

 

Me la dio de inmediato, para ese mismo día. Volví a relatar todo, desde que fui ascendido a clase B3, lo de Irineo, lo de mi abuelo Paulo, su desaparición hace sesenta años. Su hipótesis fue que dentro de la genética y dentro de lo que es el electromagnetismo hay una rama de electromagnetismo muy sutil, muy fino que de alguna manera puede llegar a modificar los contactos neuronales al punto tal de que la persona puede cambiar su conducta y hasta implantarle recuerdos falsos y borrarle recuerdos auténticos.

 

Le respondí.

-Si bien trabajo en la fuerza de paz tengo amplia cultura general y sé que en todo lo que es neurología se trabaja con la parte del hipocampo y de la amígdala, pero no tenía conocimiento de que externamente...

-Es un trabajo extracorpóreo, extra cerebral, se trabaja desde afuera.

-¿Pero la persona se tiene que prestar a eso? ¿Ponerle algún casco o algo?

-No, basta que estés en una habitación y tengan tu electroencefalograma. Emiten una vibración que afecta tu hipocampo y no el de quien está a lado tuyo. De la misma manera que tenemos unas huellas digitales únicas, un iris único tenemos también una huella mental única.

 

Eso era nuevo para mí, era una eminencia este Raúl Iruti.

-Cómo sigo -le pregunté.

-Mira, con lo que me has comentado de tu compañero Irineo y de tu desaparecido abuelo Paulo, haz una vida normal. Fuera de tu esposa no comentes esto con nadie aparte de nosotros. Y dile a tu esposa, por el bien vuestro, que tampoco lo comente con sus compañeras.

-Ya sabe -afirmé-, ya sabe. Al contrario, ella tiene más miedo que yo. Y una gran incertidumbre, porque no sabemos los porqués.

-Es cierto -me dijo Iruti-, que la incertidumbre desgasta, pero no sirve de nada que te siga carcomiendo por dentro esa ansiedad. Espera, espera a ver qué sucede, y no perdamos el contacto. Acá, mi compañero, mi hermano Alexis, trabaja con una web profunda que es imposible de detectar, hasta, incluso por las más altas esferas. Podemos contactarnos por medio de esa web. No por el móvil, sí por el ordenador.

 

Estreché la mano a ambos. Alexis Anasio me convidó con un brebaje caliente, calmante de la ansiedad pero que no me perturbaba la conciencia para poder viajar.

Y me marché. Nuevas capas de dudas se fueron deshaciendo en mí. Pero cuando peláis capas de la cebolla, debajo se descubre el núcleo y ese núcleo era la gran duda, las pequeñas dudas que había despejado se habían transformado en una gran duda que no debía permitirme que se transforme en una gran incertidumbre porque tenía que seguir trabajando con una conducta normal, con un carácter normal.

 

Volví a mi región habiendo cumplido con la comisión. Mi superior me felicitó, llevé todo bien a cabo.

 

Iruti y Anasio me dijeron: -No ocultes que has estado con nosotros, di la verdad, obvio no lo que hablamos. Nuestro laboratorio está blindado por un tejido magnético que no permite escuchar la más mínima conversación externa y anula cualquier micrófono oculto que hipotéticamente se hubiera filtrado, pero no ocultes que has estado.

 

Y no lo oculté, e hice bien.

Les pregunté:

-¿Algún problema que haya ido a ver a dos conocidos?

-No, Armani, simplemente nos interesaba el motivo.

-El motivo, que Iruti, el genetista mayor, aparte es un asesor interno, por así llamarlo. Tenía algunos conflictos de convivencia con mi esposa y me orientó.

-Bien, bien. Eso está bien, Armani. Marche, siga con lo suyo.

-A la orden.

 

Le hice el saludo, lo que vosotros llamáis la venia, y me marché con mi duda a cuestas, con mi incertidumbre a cuestas. Porque me dirán "No, eso desgasta, eso corroe". Lo que queráis, pero una cosa es decirlo, hablarlo es fácil; la cosa es llevar a cabo todo lo que se aprende, no se hace de un día para el otro. Lo sé, no se hace de un día para el otro, hay un trabajo interno tremendo. Ahora bien, si encima esa incertidumbre sigue siendo alimentada por cosas que sigues viendo a diario, bueno, tienes que vivir a brebaje caliente con calmante porque si no, no tienes como seguir. Y te desgasta, te desgasta enormemente. Entonces, el que dice que la incertidumbre y la ansiedad no trae engramas, honestamente no conoce del tema, para nada.

 

Gracias por escucharme.