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Psicoauditación - Rágnar - Ra-El-Dan

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión 05/12/2013

Sesión 07/06/2018

 


Sesión 05/12/2013
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

Relata un tiempo vikingo en que desea proceder a la iniciación de su hijo pero también quiere explorar nuevas tierras aunque le han prohibido hacerlo. Piensa enfrentarse a la autoridad del conde.

Sesión en MP3 (2.897 KB)

 

Entidad: ¡Aaah! Es muy difícil creer que los dioses me van a indicar un camino equivocado. Ni Odín ni sus valkirias me van a señalar algo que vaya en contra de mi destino. He tenido muchos enemigos, muchísimos enemigos. ¿Y cuántas veces mi espada ha quedado manchada de sangre? ¿O acaso los dioses preferían que la espada de mis enemigos quedara manchada con "mi" sangre?

 

A veces lo miro a mi hermano Royo y siento como que me admira, siento como que me envidia. Es casi media cabeza más alto que yo, un físico que muchos envidian pero le ha faltado siempre el carácter para liderar. Es mi hermano, lo amo. Soy muy frío de carácter pero a veces me hierve la sangre cuando veo su mirada a Ladgerda. Ladgerda lo ignora, es mi mujer, es incondicional conmigo pero más de una vez se me ha cruzado la cabeza si alguna vez, alguna vez...

 

Björn ya ha crecido, ya no es un niño, es un adolescente. Mientras volvemos con mis hombres de regreso pienso que lo tengo que llevar a su ritual de iniciación. Recuerdo cuando yo era adolescente y mi padre me llevó a mi ritual de iniciación. Me vendaron, me ataron de pies y manos, me dejaron en una cueva un día y una noche completos sin agua, sin comida. Podían haberme devorado las alimañas y los sacerdotes hubieran dicho que era voluntad del dios Odín. Pero no eres hombre, no eres guerrero, no eres nada si no haces la iniciación. Mueres y renaces como un hombre nuevo, como un guerrero, como parte de Odín. Te contactas más fácilmente con las valkirias.

 

Ladgerda ya sé que piensa que Björn es todavía pequeño, que no lo puedo llevar a Kattegat. Ya no es un niño y Ladgerda no puede oponerse a MI voluntad.

Siento una mano pesada en el hombro y mi hermano Royo me pregunta, limpiando su espada de sangre de los enemigos tendidos en el camino:

-¿Sigues con esa obsesión?

 

Lo miro con mi rostro enigmático. Siempre estoy con un cuarto de sonrisa pero con los ojos helados, unos ojos de color gris helado, como la nieve de enero. No tengo ninguna obsesión. Sé que hay otras tierras al Oeste. Podemos construir una nave y traer riquezas.

Lo miro a mi hermano y le pregunto:

 

-¿Acaso tienes dudas de mí?

-No, de ti no.

-Pues dime entonces. Dime, como vikingo, de qué tienes dudas. ¿Acaso piensas que nuestro dios Odín nos miente? ¿Que las valkirias nos señalan un camino equivocado? ¿Que nos vamos a ir al precipicio? ¿Qué? ¡Dime!

-Rágnar -me dice-, es algo más sencillo. El conde Haraldson, él es que decide en la aldea.

 

Me quedo pensativo. A veces quisiera empuñar mi espada y si bien mis hombres son leales a mí somos una especie de súbditos del conde Haraldson. No es sencillo, no es sencillo.

Tengo muchas ideas en la cabeza, el viaje al Oeste... Quizás Royo no pero muchos de mis hombres dudan de que hubiera algo más allá. Hay un mar insondable con bestias de las profundidades que se pueden tragar de un bocado una barca. Que no es Odín el que me habla sino algún demonio que se ha metido en mi cabeza pero nadie se atreve a decírmelo, nadie porque el mayor demonio soy yo.

 

Regresamos a la casa. La veo a Ladgerda: cabello claro, rostro feroz por ser mujer cómo maneja la espada, cómo maneja el hacha y no para cortar leña. Tranquilamente puede cortar la garganta de cualquier hombre. Ella sabe defenderse cuando yo no estoy, ella sabe proteger a mis hijos.

 

Entro a la casa y lo saludo a Björn y a la niña. Les hago una seña que vayan afuera y, metiéndome en el camastro con Ladgerda, hace días que no estoy y mi acometida para con ella es brutal, mis ansias son brutales y las descargo enseguida. Después me pongo a pensar en ese pequeño instante de humanidad que me invade. Mi mujer también me estaría esperando ansiosa y solo se queda pasiva satisfaciendo mis ansias y mi egoísmo no satisface las suyas.

Me prepara un guisado que lo devoro y pido un segundo, un segundo tazón.

Me alcanza un recipiente con agua y me enjuago las manos, me tiendo un rato. Cuando abro los ojos ya es media tarde, enojado conmigo mismo por haber dormido tanto.

 

Le digo a Ladgerda que me voy a ver al conde y me llevo a Björn. Me pregunta si sigo con la idea de la iniciación. La miro con ese rostro, con un cuarto de sonrisa. Ella baja la vista. Le hago una inclinación de cabeza a mi hijo y le digo:

-Vamos.

 

Es una aldea bastante grande, lujosa para mi gusto, donde está el conde Haraldson. Me inclino ante él y me hace pasar a su tienda. El niño queda fuera. Le explico que podemos obtener riquezas. Se niega.

 

-Tenemos infinidad de aldeas -me dice- en el mar Báltico. ¿Para qué ir a una aventura estéril? ¿Para perder hombres quizás en esos mares que no conocemos?

 

-Es que sé que hay una tierra al sur oeste, sé que la hay. Veo aves que van y vuelven. Odín me lo dice.

 

Quizás al conde es al único que no lo miro con ese cuarto de sonrisa pero él puede ver mis ojos y percibe lo helado de mi espíritu.

 

-¿Qué me has traído?

 

Le alcanzo una bolsa con algunos trofeos de nuestros enemigos, entre ellos hay una pulsera de mujer que me la arroja. Con rapidez la cojo con mi mano derecha y lo miro interrogante.

 

-Para tu mujer.

 

Me inclino, camino lentamente y antes de retirar, antes de retirarme de la tienda me dice:

-No hagas lo que piensas, obedéceme.

 

En los bosques conocí varios inviernos atrás a un personaje tan extraño pero que es un excelente carpintero y armador de naves. No sé si se comunica con Odín o con sus propios demonios ayudado por esas hierbas que fuma pero mi plan es viajar al Oeste y no voy a hacer caso del conde Haraldson. Puedo hacer las dos cosas a la vez. Mañana voy a llevar a mi hijo Björn a Kattegat, al santuario para que comience la iniciación de investidura y luego lleven al proyecto de guerrero a la cueva. Las valkirias lo van a proteger de las alimañas.

 

Cuando me decido a algo ese algo se hace contra viento y marea pero se hace… ¡Como que me llamo Rágnar se hace!

 

Sesione relacionadas:

 

Sesión con la entidad que fue el rol de su esposa, Ladgerda.

Sesión con la entidad que fue el rol de su hijo, Björn

 

 


Sesión 07/06/2018
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

La entidad narra sus últimos pensamientos como Ragnar.

Sesión en MP3 (1.746 KB)

 

Entidad: Yo sabía ya de tiempo atrás que mi vida era algo provisorio. Por un lado me sentía tranquilo, preparado para dejar este mundo, pero por otro lado sentía como ira, rabia, impotencia porque quería seguir siendo protagonista.

-¡Ay! Ivar, Ivar, no me imites, tienes que ser tú, tú vas a conducir ahora a nuestro pueblo y te van a temer tanto como a mí. Sí, Ivar el deshuesado.

 

Pero claro, claro, yo honestamente no me sentía... ¡Ay! No me sentía preparado para dejar este plano, pero si pensáis que tenía temor... ¡Ja, ja, ja! He recibido heridas, he soportado dolores humillantes. No era un problema de dolor, ¡oh!, ¿no podéis entender que era un problema de humillación? El dolor nunca podía humillarme porque podía sentir las punzadas más grandes y a su vez estar sonriendo con una mirada de desprecio.

Pero mi final era un final humillante. ¿Pensaban que iba a gritar? ¡Ja, ja, ja, ja! No, jamás gritaría.

 

Recuerdo cuando hablé con el rey Ecgberht.

-Tú no, déjame que me entregue a Aelle, con él se van a desquitar mis... ¡Ahhh! Voy a llegar al Valhalla sin postrarme ante nadie. Sí. ¡Ahhh!

 

Me siento tranquilo, enojado, sonriente, furioso, feliz, enojado. ¡Ja, ja, ja, ja! Me diréis ambivalente. ¿Os pensáis que me interesa vuestra opinión? ¿Os pensáis que me interesa lo que pensáis de mí? Yo estoy por encima de eso. ¡Ahhh!

¿Ambivalente? ¡Ja, ja, ja, ja! También me han dicho impredecible, también me han dicho que tenía ira. Y eso se lo dije a Ivar: "Esa ira y esa forma impredecible de manejarse no son defectos, son dones". ¡Ay! Pero no me vas a entender, Ivar, no me vas a entender porqué son dones.

 

Se quejaba porque decía que vivía furioso, enojado, como yo, igual que yo, pero sin ese carácter, ¿quién sería Ivar? Débil. Se quejaba: "Me hubiera gustado una vida más tranquila, ser feliz. ¡Ja, ja, ja, ja! ¿Qué es la felicidad? Nada, con la felicidad no haces historia. ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ah!

-¿Quieres ser impredecible?, ¿quieres de verdad ser impredecible? No, no te desquites con el rey Aelle no; acaba con Ecgberht, él es el traidor, él es el traidor de los vikingos. Él. Nadie más que él. Vete a Wessex, vete, vete. Tampoco confíes en Alfred, hazme caso, hazme caso. Yo me voy a Northumbria. ¡Ja, ja, ja, ja!

 

Te preguntas porqué le dejo un crucifijo a Alfred. ¡Ja, ja, ja! Nadie entiende a Ragnar, por qué hago todos esos movimientos desconcertantes para los demás, nadie. ¿Me equivoqué? ¿Me dejé apresar? Nadie, nadie sabe la verdad. ¡Ja, ja, ja!

¿Pensáis que mi risa es de satisfacción? Ignorantes, ¿no sabéis que la ira también se disfraza de risa? El rencor, porque quería lograr más cosas.

¿Que he vivido demasiado? Nunca es demasiado.

¿Me preguntáis de vuelta si tengo miedo? ¿Yo, miedo? ¡Je! Al ridículo quizás, una horca, un hacha sobre mi cuello.

Puedo morir sonriendo. Podéis tener la cabeza mía en vuestras manos y mi rostro va a estar sonriendo, ¿pero muerte humillante? ¿A mí? ¿A Ragnar? ¡Ja, ja, ja!

No, no lo soporto. Y no soporto que Ecgberht lamente mi suerte ¡Ja, ja, ja! No, no, no, no. No me gustan los falsos. No me gustan los falsos.

 

Yo no creía en el vidente, no creía, no. No creía porque no creo que puedan ver el futuro, pero muchas cosas que he visto me las anticipó. Pero yo soy el amo de mi destino, yo manejé el curso de mi vida, yo. Yo estoy a la altura de los dioses porque yo soy otro dios, sí, sí. Y voy sereno.

 

¡Ahhh! No me molestan los golpes, no me molesta el fuego, no me molesta que me corten, no me molesta estar encerrado en una jaula, ¡ja, ja, ja!, no me molesta. Me molesta la multitud esa, esa, esa; esa que ora alrededor mío. ¡Ja, ja, ja, ja! Para qué vais a orar, yo soy inmortal, mi ser va a seguir estando.

Me miráis asombrados porque no me comprendéis. ¿Qué es la muerte? Es un pasaje. ¿Qué es el dolor? Una circunstancia. ¡Ja, ja, ja! ¡Ay! Más vale que no lamento mi muerte, más vale, ¡ah! ¿A dónde están las Valkirias, a dónde están? Llévenme, llévenme.

 

El pozo. El pozo de las serpientes venenosas. Caigo, me golpeo la cabeza levemente. Siento las mordeduras. Mi cara no es de dolor, mi cara no es de sufrimiento; ¡mi cara es de odio!, pero a su vez de satisfacción. ¡Miradme! No, no, no, no; no cierren las puertas de la fosa, mírenme, ¡mírenme!, no me hacen mella las serpientes, miren mi sonrisa, miren mis dientes de sonrisa, ¡soy capaz de arrancar con mis dientes el brazo de mis enemigos!

 

Siento el adormecimiento del veneno. ¡Ja, ja, ja!

Pero me sigo riendo porque soy mejor que ustedes.

Soy mucho mejor que ustedes.

Soy mucho mejor que ustedes.

Soy mucho mejor que ustedes.