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Psicoauditación - Rosalinda |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión del 12/09/2025 Gaela, Josefina Giménez Sesión 12/09/2025 La entidad relata que en su país natal ya no le ataba nada y fue a Plena, Gaela. Dominaba el oficio y confeccionaba vestidos. Un día le encargaron uno que iba a cambiarle la vida.
Entidad: Les comento que mi primera encarnación fue hace cien mil años en un mundo llamado Gaela, que es similar, prácticamente un mundo gemelo, a lo que es La Tierra, pero que a cien mil años luz de distancia.
En ese mundo mi rol era Josefina Giménez, había nacido en Valedor, en un país central del nuevo continente. De pequeña era muy traumada, me sentía traumatizada porque mis sueños, mis anhelos, mis deseos eran distintos a las demás amistades que tenía, al punto tal de que no me llevaba bien con la mayoría de compañeras y compañeros, incluso en la misma escuela también me sentía incómoda. Pero tenía algo que se llamaba convicción, tenía algo que se llamaba temperamento, voluntad. Pero con mi familia no tenía una buena relación, en Gaela imperaba una religión llamada la Orden del Rombo y mi familia era muy religiosa de esa basura fundamentalista, por así llamarlo.
Y ya siendo más grande estaba en pareja con Severino Ahumada. Al comienzo era un hombre comprensivo que entendía mi manera de pensar, mi manera de ser, pero con el tiempo se fue alejando, yo iba notando su indiferencia. Hasta que un día él me dijo: -Mira, Josefina, me tengo que ir a trabajar al interior, en carpintería, en una zona rural que vamos a construir casas de madera y voy a pasar mese sin verte.
Que no fueron meses pasaron dos años. Yo en mi mundo, porque mi país era lo único que conocía de Gaela, Valedor, aprendí a trabajar con confección textil, pude juntar algo de dinero y dije, "Me voy al sur del continente, hay un país llamado Plena que tiene una de las ciudades más grandes, Ciudad del Plata". Y alejándome de mis seres queridos, de todo lo conocido me aventuré y me fui a Ciudad del Plata en Plena. Cuando bajé del avión lo primero que vi es todo campo. Recuerdo que tomé un auto en el aeropuerto y le digo: -¿Dónde está la ciudad? -No no no, le explico, le explico, señora Giménez, la ciudad está más o menos a unos cuarenta y cinco minutos. -¡Ah! Entiendo, entiendo.
Había traído dos maletas y nada más. Por supuesto el dinero. Y cuando llegamos a la ciudad me sorprendió la cantidad de tránsito, impresionante. -¿Dónde tengo la reservación? -En el hotel Dos Reyes, en zona céntrica.
Y yo veía que no llegaba nunca. -Discúlpeme -le digo al conductor del coche-, ¿tan grande es la ciudad? -Mire, señora, Ciudad del Plata es la segunda ciudad más grande del continente, la única que le gana es la del norte, esa que está llena de rascacielos, de edificios de sesenta, ochenta pisos. Aunque aquí en Ciudad del Plata también hay edificios de hasta doscientos metros de altura. -Vaya.
Alquilé una habitación y me puse a buscar en "Avisos clasificados", y había una pequeña fábrica que precisaban personas. Me presenté: -Mi nombre es Josefina Giménez, vengo de Valedor, pero soy muy buena trabajando en confección textil.
La fábrica era pequeña, pero el trabajo lo dominaba a la perfección al punto tal que había chicas que trabajaban hace años y la terminación de mis prendas era superior. Obviamente me tomé la tarea de ayudar a otras chicas que recién iban aprendiendo, de manera que granjeé la amistad de la mayoría de las obreras. Y la supervisora al ver que yo trabajaba, a los seis meses me aumentó el sueldo. Un día vino una clienta y dijo: -Tengo un cumpleaños... La supervisora le dijo: -Hable con la señorita Giménez.
La chica vino a verme, era una belleza de joven, cabellos rubios, ojos claros. Me dijo: -¿Usted es la señorita Josefina Giménez? -Correcto. -¡Qué acento raro que tiene! -Sí, vine de Valedor. -Hermosa ciudad, estuve allí de vacaciones. Le dije: -Dígame en qué le puedo ser útil. -Bueno, tengo un cumpleaños, quiero un vestido de color azul pero no chillón, un azul pálido, no muy entallado tampoco, que tenga volado. -Le hice un par de croquis con tiza. Le digo: -¿Algo así? -Sí. -¿Me permite tomarle las medidas, si no lo toma como abuso de confianza? -Para nada -dijo la chica-, para nada. -¿Cuándo es la fiesta? -En quince días, pero necesito probar, ver si está bien la talla... -Se lo puedo tener listo en seis días. -¿De verdad? -dijo la joven asombrada. -De verdad. -¿Qué tipo de tela? -Venga, por favor. -Le mostré seis o siete tipos de tela. -Esta me encanta, pero me parece que va a ser muy traslúcida, muy transparente. Y ésta es muy rústica. -Le mostré la tercera-. Ésta, este tipo de tela. ¿Seis días? -Sí, señorita. -Me estrechó la mano.
Habló con la supervisora. -Tiene una joya con esta chica, Giménez, una joya. Le voy a decir la verdad, estuve en varias tiendas del centro buscando un vestido así y no encontré, y ahora me lo va a hacer a medida. En seis días vuelvo. De todas maneras le dejo mi tarjeta, también se la dejé a su empleada, Josefina Giménez.
Volvió a los seis días se probó la ropa. Me miró y dijo: -No, no puedo creerlo... -¿Hay algo que está mal? -Todo lo contrario, me imaginé que habría que hacer algunos ajustes, algo más largo el vestido. No, está impecable. -La supervisora le dará el precio. Y, bueno, espero tenerla de clienta. -¿Le puedo hacer una pregunta? -Por supuesto -le respondí. -¿Usted no se hace ropa de este tipo? -No, honestamente no, soy un poquito más alta que usted, señorita, pero es ropa de confección y cara. -Mi tez era más morena que el de ella y mi cabello oscuro, que a veces lo tenía entreteñido, con claritos. Y me dijo: -Quizás a usted le venga bien un vestido similar al mío de color beige. -Sí, pero prácticamente no salgo. -No, no me entiende, la invito a mi fiesta. -¡No!... -La chica frunció el ceño. -¿Se va a sentir incómoda? -No, todo lo contrario, para mí sería un honor señorita. Pero, cómo explicarlo, no estoy acostumbrada a tratar con gente de dinero, me parece que me iba a sentir... -¿Qué tipo de calzado tiene? -Bueno, aquí en ciudad del Plata sería número treinta y siete, pero quizá el treinta y siete me ajuste un poco, número treinta y ocho. -Sí, está bien, porque yo calzo treinta y siete -dijo la joven-. Voy a venir mañana y le voy a traer de muestra cuatro pares de calzados de color beige o tirando a naranja para que hagan juego con su vestido. ¿Cuánto le puede llevar? usted conoce su medida. -En tres días puedo hacer un vestido para mí, similar al suyo, pero tirando a beige, tirando a color crema. -Perfecto. Mañana mismo vengo con los zapatos. Y un día antes, tengo una peluquera amorosa... -¿Pero cuánto cobra? -No, no, todo corre por mi cuenta, este vestido también. -¿No tendré problemas con la supervisora? -¿Por qué?, yo voy a seguir comprando aquí, en esta fábrica.
La joven habló con la supervisora, la cual no puso ningún 'pero'. A los tres días tenía el vestido, la joven lo vino a ver. -Mira -Me tuteó, me trató de tú-, Josefina, te queda de maravilla. Pruébate los zapatos. -¿Ya están? -Sí. -Me calzaban los tres a la perfección. -Elije dos que te gusten más. -¿Dos? -Elije dos. -Elegí dos-. Te quedas con los dos. -¿Pero no es un abuso? -No. Es un placer para mí serte útil. Y te encargaré más ropa, eres muy buena en lo que haces, muy muy buena, y esto que es una pequeña fábrica de confección textil. ¿Te tratan bien? -Sí, sí, tengo muchas amigas. -Bien. El día de mañana conversaremos sobre el tema. -¿Por ejemplo? -No no no, el día de mañana. -¿Y dónde sería la dirección del cumpleaños? -Yo te paso a buscar. -¿Por aquí? -No no no, pásame la dirección de dónde vives. -Es una pequeña pensión, me da como cierto pudor. -¿Pudor por qué?, eres una excelente trabajadora. -Le pasé la dirección-. A las cuatro de la tarde te paso a buscar con mi coche, pero un día antes vamos a mi peluquera.
Fuimos a la peluquera, me miré al espejo y no podía creer lo que veía. Es más, me había maquillado el rostro, me había pintado los ojos, parecía otra persona, parecía una mujer de las más bellas del planeta. Y la joven me lo dijo: -Mírate, pareces otra persona, eres bellísima. -Gracias. -Bueno, duerme con una red para que no se te desarme el cabello. Mañana te paso a buscar. -¿Dónde es el cumpleaños? -En el Club Náutico. -¿Náutico? El único Club Náutico que conozco queda en las afueras de Ciudad del Plata, pero es de gente de muchísimo dinero. -Sí, ¿y qué tiene? -Pero yo soy una humilde empleada. -Pues con ese peinado hermoso, con esos zapatos, con este vestido de color beige vas a parecer una princesa. -No..., me da vergüenza retribuir esa galantería, pero tú con esos ojos claros y ese cabello rubio eres una reina. -¡Je, je, je!, nunca me habían dicho eso. Ya sabes, te paso a buscar a las cuatro y conocerás el Náutico, hay muchos chicos y chicas amistosos. -¿De verdad?, porque siempre pensé, por los menos donde yo vivía, en Valedor, en mi país de origen, la gente de dinero era creída, vanidosa... ¿Aquí no? La chica me miró frunciendo el ceño y me dijo: -Mira, Josefina, hay de todo. Es más, el dueño del club se llama Clayton, es el que más fortuna tiene en Ciudad del Plata y sin embargo es el más humilde de las personas, te aseguro que te vas a sentir cómoda. ¿Te gusta la música? -Sí, sí, depende de qué música. -Bueno, a la noche hay un grupo musical muy muy bueno que toca todo tipo de temas, lentos, rápidos, del centro del continente, de Valedor también y también puedes bailar si lo deseas. -No, soy un poco tímida para eso, tengo que vencer mi timidez. -Y lo harás, y lo harás. Sé que nos conocimos hace nada de tiempo, pensar que vine a por un vestido y en este momento te tengo un tremendo aprecio. Me atreví a tratarla de tú: -Yo también a ti. -Bien, te haré sentir cómoda. -Le iba a estrechar la mano y me dio un beso en la mejilla-. Acuérdate, somos amigas. No contemos cómo nos conocimos, tú eres de mi pandilla. -¿Pandilla?, porque no entiendo... -Le expliqué a la joven-: En mi país, en Valedor, pandilla se le llama a los jóvenes que van de diez o de quince y roban a la gente. -¡Ah, ja, ja, ja! No no no, aquí pandilla se le llama a los chicos y a las chicas que se juntan para divertirse, para pasarla bien, para escuchar música, es el lenguaje coloquial de Plena es distinto al de otros países. No tengas miedo, ¡je, je, je!, son pandillas para divertirse, o sea, grupos de diversión. -¡Ah!, me quedo más tranquila. Te estaré esperando el sábado con todas las ganas, y espero poder vencer esa timidez que tengo y esa baja estima, quiero seguir creciendo en todos los aspectos. -Y lo harás, confía en mí.
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