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Psicoauditación - JJPA

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

1ª parte.

Estoy comunicado con vosotros para dilucidar este misterio que llamáis engramas.

En una época anterior encarnado en Italia, en Roma, estudié la mente humana, mucho antes de que siquiera se descubriera la palabra engrama.

Mi forma de pensar era similar a la actual, mi 10% tenía una sabiduría extrema para entender los misterios de la mente. Quizás no entendía que los engramas eran implantes hipnóticos grabados en el cuerpo celular, o que esos mismos implantes podían grabarse a nivel conceptual en el espíritu, pero tenía otro tipo de conocimiento. Sabía que los engramas eran huellas, eran marcas, marcas que quedaban grabadas, y que traían consecuencias.

En aquel entonces mi 10% no entendía de neuronas, pero sabía que en el cerebro, lo que vosotros llamáis decodificador, tenía un grupo de células. Ese grupo de células componía lo que hoy llaman engrama. Ese grupo de células contenía mucha información, información que no venía del propio cerebro si no que venía de más allá, de un estado de conciencia que no existía en lo cotidiano. Yo lo llamaba alma.

Sabía que a mayor información negativa, mayor iba a ser el grupo de células cerebrales que contenían esa información, y mayor sería el conflicto, hoy llamado engrama. Sabía que el pensamiento podía elevar o devastar a la persona. Sabía que el aura del cuerpo estaba formada por energía que podía sanar o enfermar.

Un maestro de luz llamado Johnakan, me dijo que el ser humano era música en movimiento, pero que cada ser humano debía encontrar su propia sintonía, pensamiento muy sabio.

En esta pequeñísima comunicación quise dar a entender que en esa época, como Marcelo Regazzi, entendía mucho más del cerebro de lo que otros humanos de esa época, llamados sabios, podían entender. ¿Por qué no prosperó en aquel entonces lo mío, mis investigaciones?. Excéntrico, visionario, loco, esos eran adjetivos calificativos en contra mía.

¿Cuál era mi trabajo real en esa encarnación? Talabartero. ¿Qué tenía que ver con esas investigaciones? No todo tiene porque encajar. Era una inquietud de mi espíritu. Pero era muy diestro con las manos.

Eso quería comentar.

 

2ª parte.

Aquí estoy de nuevo reunido con vosotros para contar distintas experiencias de investigaciones que fui haciendo en vidas pasadas.

Les había comentado que en una vida anterior había sido talabartero pero investigaba la mente humana. En otra vida trabajaba con cueros, en Cádiz, España. Investigaba el mundo angélico. Sabía que los ángeles eran mensajeros entre Dios y los hombres. Entendía que un ángel era un emisario divino. Los relacionaba de distintas maneras. A Miguel lo tenía como guerrero, lo representaba con el elemento fuego. A Rafael como curador. Lo relacionaba con el elemento aire. A Gabriel como el mensajero del amor. Lo relacionaba con el agua. Y a Uriel como protector. Lo relacionaba con la tierra.

Miguel apuntaba más para la parte espiritual, Rafael para la parte mental, Gabriel para lo emocional, y Uriel para lo físico. Por eso más adelante muchos lo relacionaron con la parte de sanación. Otros relacionaron a Rafael con la parte de curación. Sin embargo Rafael apuntaba más para la parte mental.

Miles de millones están sobre este planeta. Miles de millones de ángeles guían a los seres que están sobre este planeta.

Nuestra misión es diferenciar lo que creemos de lo que es, y ese ángel nos conecta con el mundo de la vibración superior, y lo podemos encontrar dentro nuestro. Ese mundo interior está al alcance de todos, pero pocos lo transitan.

Otra vez el maestro Johnakan, como me dijo un mensaje anteriormente, esta vez me comentó que es como si el ser encarnado tuviera un inmenso tesoro y no lo explotara debidamente (suspiro).

Me diréis, ¿dónde están tus engramas, si vives investigando? Investigas el cerebro del ser encarnado, investigas los ángeles, en otra encarnación también investigué los misterios,animales misteriosos, algunos han existido, otros no. Me traía engramas el que no me prestaran atención. Mi avidez de comunicarme no era para figurar ni para aparentar. Era simplemente para tratar de ser útil a los demás. Pero vi cientos de personas pasando indiferentes a mi lado. Voy a ser irónico. Si en Cádiz, o si donde encarné en América, o en Francia, lo que hoy es Toulouse, hubiera sido actor de teatro callejero, hubiera llamado más la atención que con mis proclamas.

¿Que solamente se tiene engramas con vivencias dolorosas personales, familiares, afectivas? No, estáis equivocados. Hay muchas maneras de tener engramas.

¿Si no me gustaba mi trabajo cotidiano? Sí. Aprendí a querer lo que hacía. Una vez como diseñador, otra vez como pintor, otra vez trabajando en cueros, otra vez como talabartero. Siempre respeté lo que hacía. Era lo que me sustentaba, lo que me daba la comida.

Pero mis sueños estaban más altos, y mi idea era llevarlos a cabo. Pero había un muro llamado indiferencia. ¿Y saben qué? Hoy, en el presente, ese muro sigue estando en mucha de la gente que mi 10% conoce. Hoy.

Hasta todo momento.

 

3ª parte.

Me encuentro de nuevo con vosotros. Espero no cansaros con mis humildes disertaciones.

Me encontraba en Bretaña, hace algunos cientos de años. Trabajaba con cristales para la sanación. Era una especie de alquimista.

Nadie me conocía por mi nombre verdadero, Will Mc Millian. Me conocían como Ardon.

Sabía que la programación de los cristales no se realizaba solamente con la técnica, si no con la armonía del terapeuta. Sabía que esa piedra era un pedazo de Dios en manos de cada uno. Por lo menos eso era mi pensamiento.

Yo programaba las piedras, y sabía que no tenía que tener ningún pedazo de metal encima para hacerlo, porque el metal absorbía energías de distinto tipo. Tampoco usaba elementos que pudieran haber sido tocados por gente negativa.

Antes y después de tratar al paciente con las piedras, me lavaba las manos en un arrollo, desde el codo hacia abajo. De esa manera evitaba contaminaciones de negatividad hacia y desde el paciente.

Sabía que en el centro del pecho existía una glándula, que es el corazón de los ángeles, y es el canal que comunica con Dios. Eso me hacía empezar la programación de cada día.

Yo los cristales los escondía. No los tenía a la vista de nadie. La fuerza residía en el nacimiento de la piedra, esa base que se apoya en la frente y se proyecta en la punta de cristal con el pensamiento hacia el problema. Se piensa “Átomos de amor del padre Dios, les pido que solucionen este inconveniente sobre el que yo irradio mi amor y mi comprensión”. Obviamente tenía que haber una respiración de equilibrio. Ocho tiempos de inhalación, cuatro de retención, y ocho tiempos de exhalación.

Si tenía que desprogramar un cristal, lo sumergía en agua salada o agua de mar durante 24 horas. Después lo golpeaba levemente con la punta del dedo, y se debía tener la piedra guardada siete días antes de una nueva programación.

Nunca debía programar sobre otra programación, ni utilizar la piedra para pedidos laborales, afectivos o de sanación, simultáneamente. Cada programación era para un problema distinto. Siempre era más conveniente darle a la persona un cristal para cada función.

Yo me comunicaba con las piedras en esa encarnación. Me sentaba descalzo, apoyaba los pies sobre dos cristalitos. Sabía que si el amor invadía el corazón, ninguna entidad negativa podía tomar o confundir a la persona.

Conocía los chacras, los armonizaba. Sabía que cuando un chacra se desestabiliza no es por un problema, si no por un exceso de sensibilidad.

Colocaba el cristal en la frente por la base plana, y me metía en el alma del cristal. Realizaba esa operación tres días, sin proyectar pensamientos. Luego enterraba la piedra a la noche del tercer día con la punta hacia arriba. Y el cuarto día por la mañana la sacaba y la limpiaba con agua.

Programaba también las piedras para el dolor nervioso de estómago. Me descansaba, apoyaba la base del cristal en el plexo solar y mandaba la negatividad al suelo. Se inspiraba tres veces con la respiración de equilibrio y al expirar el aire se dice “me quiero limpiar” varias veces. Y la persona se envolvía con color rosado. Si el dolor invadía otra parte del cuerpo, ya sea los oídos o las muelas, se apoyaba el cristal en la frente, en el chacra del tercer ojo, haciendo también la terapia de la respiración. Y se manda toda la negatividad al cosmos, por que la energía entra en forma positiva por el lado izquierdo de la cintura, y sale en forma negativa por el lado derecho. El hígado es un órgano que filtra las impurezas.

(suspiro)

Encendía carbones para apoyar la programación.

No quiero cansaros. Sé que aquel programador era solamente un rol. Pero me sentí... me sentí bien. Me sentí bien en esa encarnación. Ayudé a mucha gente, o por lo menos así lo creo yo.

Hasta todo momento.