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Psicoauditación - DSG

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión 27/10/2016 Términus, Irdino

Sesión 15/11/2016 Términus, Irdino

Sesión 11/01/2017 Ran II, Nambo Flagan

Sesión 01/02/2017 Ran II, Nambo Flagan

Sesión 28/02/2017 Ran II, Nambo Flagan

Sesión 22/03/2017 Ran II, Marco Dante

Sesión 29/03/2017 Ran II, Nambo Flagan

Sesión 15/04/2017 Aldebarán IV, Donk

Sesión 06/06/2017 Aldebarán IV, Donk

Sesión 14/06/2017 Aldebarán IV, Donk

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Sesión 27/10/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

En una vida en Términus era lógico, técnico, matemático y no tenía tiempo para pensar en temas espirituales, pero ocurrían cosas inexplicables, como que unos seres imperceptibles se colaban en la mente de sus habitantes. Encontró un analista humano que formó un grupo para estudiar cómo combatir a los etéreos.

 

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Entidad: Hay vidas que son problemáticas, hay vidas que son difíciles. En mi vida actual, en Sol III, tengo muchos altibajos, cambios de regiones, temas laborables que no terminan de llenarme. En la parte afectiva más disonancias que acordes. Pero viene de distintas vidas, es como que las repeticiones alimentaran más los diversos engramas. Si uno lo conceptúa analíticamente sabe que no es así porque a medida que recordamos esas vivencias vamos descargando ese peso, me atrevería a decir ese peso genético que nos afecta en cada vida a cada unidad biológica.

 

Recuerdo la vida como Irdino. En la escuela siempre formaba entre los primeros porque era bajito. Y bueno, era glotón, me gustaban los dulces, los pasteles. Ya con diez años tenía un peso por encima del común denominador y no cambió.

Fui adolescente y me refugiaba en mí mismo, mitad por timidez y mitad porque me interesaba profundizar en mi persona. Me refugié en las matemáticas al punto tal de ser uno de los mejores matemáticos del planeta. Pero aparte de matemática había estudiado todo lo que es "micro". Armaba procesadores milimétricos, me interesaba la física cuántica. Vosotros tenéis un refrán con el que no coincido pero que en este caso me fue útil: "No hay mal que por bien no venga". El mal en este caso era el refugiarme en mi propio ser, el ser tímido, el tener mi mente ocupada en las cosas pequeñas. Los últimos cinco años me empapé a fondo de nanotecnología al punto tal de que equiparé la nanotecnología con las matemáticas y en eso también era uno de los mejores del planeta. ¿Y por qué no hay mal que por bien no venga? Porque de esa manera evitaba que mis pensamientos fueran invadidos por los etéreos. Pero voy a pasar a explicar de qué estoy hablando.

 

Mis amigos se burlaban: "Irdino, Irdino, siempre estás con la mirada perdida, no se sabe si en la luna pequeña o en la luna grande". Pero eso me protegía.

Nuestro mundo, Términus, desde miles y miles de años era un caos, un tremendo caos. No era amante de la historia pero tenía amigos y amigas historiadores, arqueólogos que me relataban... Me da cosa el contarlo. Los tremendos suicidios, las muertes sin explicación. Yo era muy lógico. No, no le daba mucha importancia al mundo espiritual, es más, creía en lo que tocaba, en lo que palpaba, en lo que sentía, en lo que veía, en lo que escuchaba, en lo que olfateaba. No es que fuera escéptico pero estaba en el límite. Sé que doy muchas vueltas para relatar esto.

 

Había unos seres imperceptibles que invadían la mente de la raza desde la antigüedad. La gente creía escuchar cosas o visualizar personas, seres queridos que habían muerto se les aparecían. Se volvían locos. Eso les llevaba al suicidio o a perder la razón.

Había un gran analista, llamado Máximo, que dio una explicación concreta del por qué pasaba eso. Tú mirabas el cielo nocturno y veías en esa inmensidad millones de estrellas pero hacia el otro lado la nada, oscuridad, un vacio absoluto dentro del vacío, porque Términus, nuestro mundo, estaba en un sistema solar al borde de la galaxia, de una galaxia que estaba en el borde del Universo. Y este hombre analista, Máximo, tenía la hipótesis de que esos etéreos que invadían la mente de toda la raza de Términus moraban allí, en esa oscuridad, en esa nada y que se alimentaban de nuestro miedos, de nuestros temores, de nuestras angustias, de nuestras necesidades ocultas. Pero como era poco las provocaban, y siempre pasa en todas las razas -porque esto lo sé por las distintas vidas que he vivido- que en la noche es donde ese colectivo inconsciente despierta y ya tienes miedo ilógico, porque sí. Son muy pocos los que están preparados para no sentirlo.

 

Desde la más remota antigüedad esos etéreos fueron invadiendo la mente y provocando guerras, calamidades, catástrofes, además de los suicidios. La medicina había avanzado de tal manera que operaba cerebros trabajando la amígdala, el núcleo de las emociones, haciendo que la persona evitara sentir ese terror. Pero, ¿a costa de qué?, a costa de que fueran autómatas. Esa no era la solución.

Las circunstancias, las causalidades me llevaron a conocer a Máximo, este analista humano que tenía el don de poder conceptuar a lo que llamamos las almas, que somos nosotros cuando dejamos esta existencia, pero a su vez también conceptuaba a los etéreos. Conocí a Justo, este gran informático, hermano de Máximo. A Sotela, una enorme maestra de historia, conocía el detalle de cada civilización, qué había sucedido durante miles de años en cada región. Y por último a Rómulo, un excelente arqueólogo.

 

Siempre había... Siempre había tenido ese trauma, ese complejo de sentirme rechazado, quizá porque era de menor estatura que el común denominador y quizá por ser algo obeso, no me gustaba mi figura.

Recuerdo que Máximo me decía:

-Irdino, tu ser interno, ese que guarda la sabiduría, el conocimiento matemático, el conocimiento de física cuántica, el conocimiento de micro ordenadores, el conocimiento de nano tecnología que nos va a ser tan útil ahora, ese ser es invalorable, y tú cometes el error de fijarte en esa capa externa. Quien no te aprecia es porque no te conoce, es porque no sabe, es porque no merece el esfuerzo de que tú te fijes.

 

Máximo me hizo sentir seguro, firme, aprender a decir que no cuando es no, aprender a decir sí, ser arrojadizo, -no impulsivo, no confundir-. Habían planificado entre todos el usar una especie de casco. Yo cooperé con mi nanotecnología. Lo probamos, la nanotecnología que yo usaba, los pequeños microchips milimétricos emitían una cierta frecuencia, que seguramente no impedían pero filtraban la mayoría de los pensamientos conceptuales de los etéreos para que no manejen, alimenten, engorden nuestras emociones y luego las digieran como festín, porque nosotros éramos un bocadillo para los etéreos.

 

Y sí, tenía un amigo, Albino, tenía dieciséis años, estudiábamos en el mismo curso. Había perdido un hermano gemelo en un accidente de carro. Al día siguiente vino blanco al curso, no quería entrar, había vomitado.

Me dijo:

-Irdino ayer vi a mi hermano, a mi hermano muerto, le toqué el rostro, lloraba.

Decía "¿Por qué me has olvidado?".

Perdí el sentido, cuando me desperté no había nada.

Le comenté:

-Has tenido una visión provocada por esos seres incorpóreos llamados etéreos.

 

Fue el primer testimonio que tuve. Y tenía la ventaja de que si bien no era inmune a ellos, mi mente tan meticulosa no les prestaba atención. Quizás uno de los pocos que era directamente 100% inmune a ellos era este analista humano, Máximo, pero el 99,99% de la población era víctima de esos seres.

 

Teníamos que probar el caso. Armamos una pequeña empresa. Los cascos no eran del todo seguros, los hicimos de plata y del lado de adentro unos chips absolutamente miniaturizados con conexiones de nanotecnología. Se ofrecieron cien voluntarios para llevarlos siete días, tenerlos en todo momento. Hubo una pequeña mejoría.

A la semana volvieron noventa voluntarios de los cien primeros que se habían presentado diciendo que habían bajado un poco sus visiones, esos seres incorpóreos no se metían tanto en sus pensamientos, pero las veces que se metían, ¡cuidado!, se metían de una manera cruel como entendiendo que se estaba luchando contra ellos. Nos enteramos de que los diez que no se presentaron se habían suicidado, el casco no les había sido útil.

-Fracasamos -dije.

-No, no fracasamos -respondió Máximo.

Justo me cogió del brazo y me dijo:

-Irdino, es una prueba, no pienses que perdimos diez personas piensa que rescatamos noventa, que no se sabe que hubiera pasado con ellos. Hay que mejorar el casco, todos aportamos una parte.

-¿Qué puede aportar -dije-, la maestra Sotela? ¿Qué puede aportar Rómulo?

-No desmerezcas -exclamó Justo-, todo aporte es importante, ningún aporte es insignificante. Aunque no tengan conocimiento de nanotecnología, el hecho de que puedan relatar la experiencia de la antigua humanidad, cómo reaccionaban ante el ataque de estos seres, qué parte debemos mejorar...

 

En ese momento se acercó Máximo y dijo:

-Nuestro cerebro vibra, emite vibraciones, la parte del cortex emite vibraciones, la parte de la amígdala emite otro tipo de vibraciones. Sabemos que la amígdala es el núcleo emocional, la que genera nuestros impulsos, todo lo que tenemos de reactivo. Busquemos sintonía fina en el casco, no una sintonía generalizada en toda nuestra mente, hagamos una lectura de la vibración de nuestra amígdala y sintonicemos el casco en consecuencia.

-Sí, sí -dije entusiasmado-. Lo podemos hacer, lo podemos hacer.

 

Me acordaba de mi compañero de escuela al que los etéreos le hicieron ver una visión de su hermano muerto. ¿Y cuántos millones de personas se han suicidado por ver aparecidos en sus casas a seres que habían muerto hace decenas de años? Porque una cosa es relatarlo y otra cosa es vivirlo, porque vosotros que me escucháis lo tomáis como algo anecdótico pero poneos en mi lugar, sentaos en un sillón, pensad en un pariente que hace años que no esté con vosotros y que de repente una tarde o una noche llegáis a vuestra casa y veis a la persona sentada que os saluda y llorando dice "¿Por qué me has olvidado?". Y lo ves, hasta lo puedes tocar porque manejan de tal manera tu mente, los etéreos, que hasta crees que tocas algo que no existe y que oyes algo que no está, y que ves algo que hace años dejó el plano físico. ¡Poneos en mi lugar, el terror que provoca eso o voces que por las noches invaden tu mente!

 

Bueno, esa es nuestra tarea. Y sí, Sotela, Rómulo pueden aportar, desde su maestría ella, desde su parte de historiador y arqueólogo, Rómulo. Yo me complementaba con Justo porque era un enorme informático y Máximo, el que había llegado a quid de la cuestión, calibrar la vibración hacia la amígdala, a ver si de esa manera el casco era más impenetrable a esos oscuros pensamientos de esos seres.

 

Por fin me sentía útil, ahora era uno más. Ahora me sentía alguien, un grupo que podíamos, lo digo con sano orgullo, salvar a la humanidad después de miles y miles y miles y miles de años de zozobras. Manos a la obra.

 

 


Sesión 15/11/2016
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

Colaboró con el equipo que salvaría la humanidad de Términus por medio de un casco que impedía que los etéreos se introdujeran en el cerebro de la gente. Pero parte de la población se resistió a ser ayudada y eso creó problemas a los diseñadores.

 

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Entidad: Al comienzo estaba satisfecho, incluso me había invadido, como decís vosotros, un ego de vanidad. Sí, quizá me había invadido la vanidad por haber cooperado para hacer los famosos cascos. Pero si no sabéis de qué estoy hablando, les comento que mi nombre es Irdino, me considero un gran matemático.

 

Me mudé a la región de Dovarco, en Términus, un mundo que está al borde de la galaxia que está al borde de nuestro Universo. Desde la más remota antigüedad nuestra raza ha sido sometida mentalmente por los llamados etéreos, unos seres que habitan más allá de la Creación causando las emociones más perversas y nutriéndose de ellas. Debido a ese sometimiento de esos seres, que vosotros llamaríais suprafísicos, hubo a lo largo de la historia miles de muertes, miles de suicidios, desintegración de la familia, locura, hasta que logramos, a través de ese casco producido por nanotecnología mezclado con informática avanzada, aislar los conceptos mentales de esos seres para que la raza humana de Términus estuviera lo más normal posible.

 

Fui uno de los que recibió premios, condecoraciones y volví a trabajar en lo que me interesaba, la matemática. Me contrataron en una empresa de prestigio por un sueldo muy elevado, estaba incluso de jefe de una sección. Me consultaban por infinidad de temas y la vanidad me había nublado la razón. Hasta que la sociedad, esa sociedad torpe, necia por una supuesta mal entendida libertad pretendió salir de ese protegido aburrimiento, buscando sacarse los cascos. Los etéreos, obviamente alerta, se metían conceptualmente en la mente de esos desgraciados e inmediatamente les hacían escuchar voces -voces mentales obviamente-, les proyectaban imágenes y en segundos, no en minutos, en segundos esa gente que supuestamente estaba preparada para resistir, volvían a caer. Pero el problema no era la gente, el problema era su entorno; padres de familia, esposos que se sentían seguros en su protección se sacaban los cascos y a sus esposas, a sus hijos los veían como enemigos o como desconocidos o como monstruos, como alimañas y causaban una masacre matando a toda su familia. Ahí es donde los etéreos se retiraban permitiéndoles cruelmente ver la escena que ellos mismos habían dejado, y se suicidaban.

 

Me considero, aparte de matemático, una persona bastante ilustrada. Y conversé con el mayor analista humano, Máximo, que fue el precursor para que logremos entre todos el tema de la protección a través del casco mental. Y Máximo me decía:

-El problema no pasa por quienes buscan esa falsa libertad, pasa por la gente que los rodea, que son víctimas de estos necios inconscientes.

 

Y como han relatado otros thetanes, para quienes quieran prejuzgar o deseen prejuzgar la conducta de los humanos de Términus, pensad en Sol III, de donde es mi 10% actual, a cuántos les gustan los deportes extremos. Sé que no hay comparación con Términus pero muchísimos han muerto por practicar esos deportes extremos. Daría la impresión que el ser humano, en su necedad, le gusta arriesgar su vida, y mi argumento es irrebatible porque está a la vista.

 

Este líder, analista humano, Máximo, comentó que la única solución era un casco más avanzado que se aferre al cráneo de las personas para que no se lo puedan sacar para probar esa supuesta emoción. Y allí vino lo que se llama la resistencia. Nos acusaron de totalitarios, de cortar la libertad de la población, de meternos con su libre albedrío, porque ahora la humanidad se sentía presa de esos cascos que desde que el bebé nacía quedaba puesto en su cráneo, y como la nanotecnología avanzada fabricaba cascos elásticos, aunque ese bebé fuera creciendo, su cráneo iba aumentando de tamaño, el casco se iba adaptando. Hasta llegaron a llamarnos tiranos.

 

Máximo estaba consternado.

-Estamos salvando a la humanidad, a una humanidad que se pone en contra nuestra.

 

Pero quizá mi vanidad me hizo egoísta: "Bueno, ahora estoy trabajando en una empresa, soy jefe de sección, estoy independiente". Pero la gente no olvida. Compañeros empezaron a tratarme mal: -"Tú, Irdino, formaste parte de esa tiranía que nos esclaviza con sus cascos". Y me di cuenta que mis compañeros eran la necedad vestida de un cuerpo, no era un cuerpo animado por un alma, era un cuerpo animado por la necedad hecha conciencia, si se permite el descalabro de pensamiento. Algunos no me saludaban, otros me despreciaban.

Logré rehacer mi vida. Una compañera con la que comencé a salir, Maicé, me decía:

-Pareces buena persona pero tu vanidad te ciega, en el sentido de que buscas ser cómplice.

 

Sentía mi rostro colorado de vergüenza, más que de ira, de pensar que Maicé tenía esa opinión. Traté de argumentar, de razonar, de hacer entender pero me di cuenta que Maicé era tan necia como el resto de mis compañeros.

-No os dais cuenta de que el casco libra a la raza de Términus de una esclavitud mental de miles y miles de años.

 

Ya lo dijo nuestro compañero Rómulo, a quien hacía semanas que no veía. Él era arqueólogo, él había investigado desde que los albores de la humanidad los etéreos les hacían ver ocelontes, rinocéfalos, agoterios, que estos seres prehistóricos intentaban matar a lanzazos y cuando despertaban de esa ilusión habían matado a su propia familia, a sus amigos. Pero no, el ser humano era necio y eso me implantó nuevos engramas, engramas de desprecio, engramas de rechazo de parte de los que eran mis compañeros. Mi propia amiga o pareja me despreciaba diciendo que yo formaba parte de esa conspiración. ¿Conspiración? Me salió el ego de adentro y le dije:

-Pero somos sus salvadores, tenéis que arrodillaros delante nuestro -muy reactivo y casi necio, o necio del todo yo también.

Me miró con una mirada de sarcasmo diciendo:

-¿Arrodillarme ante ti? ¿Pero quién eres tú?

 

Y me cogió, lo que diríais vosotros, ese complejo de inferioridad. Y toda esa vanidad por haber sido condecorado cayó al retrete, o como se diría en informática, una vanidad deleteada, reemplazada por ese complejo de inferioridad. O sea, la continuidad del ego seguía, el ego vanidoso había sido reemplazado por el ego infantil de quien necesita la aprobación, y no tenía la aprobación. Contaba con muchísimos ahorros y me vi obligado a renunciar al trabajo, y no vi más a Maicé.

 

Pero no es que no me preocupara de la humanidad pero seguía pensado en mi problema. Me aislé en casa, conversaba con poca gente, en parte era una figura pública porque mi rostro era conocido mundialmente por haber estado con el grupo selecto de Justo, Máximo, Sotela, Rómulo, Séptimo. Todos, de alguna manera cooperaron y todos quedamos marcados. Para concluir recuerdo las palabras de Máximo, unas palabras sabias:

-Irdino, me has comentado tu problema. Tienes la ventaja de que cuentas con ahorros, puedes incluso sobrevivir sin trabajar el resto de tu vida. Pero no eras más importante cuando nos condecoraron y no eres menos importante ahora que te rechazan, eres el mismo.

-No soy el mismo, me siento destruido.

-No, no es así, no, Irdino, piensa en esto. Sé que tú y muchos otros han caído en esa vanidad de sentiros los salvadores de la humanidad, hay fotos, filmaciones, entrevistas, y te sientes por encima del resto. Gran error porque sigues siendo mortal en el plano físico. Y luego cambias; la sociedad se rebela, muestra su necedad y tú te sientes menos porque esa gente que te abrazaba, que te palmeaba, que te aplaudía te da la espalda, te da vuelta a la cara. Pero tú, tu esencia, tu interior sigues siendo el mismo. ¿Sabes dónde está tu vulnerabilidad, Irdino? En que vives pendiente de los aplausos o de los rechazos. El aplauso no te hace mejor persona, el rechazo no te hace peor persona. Tienes que aprender a vivir independientemente de eso, ser tú, tú.

 

Y entendí, analíticamente lo entendí. Agradecí las palabras de Máximo, este querido analista, pero una cosa es entenderlo y otra cosa es llevarlo a la práctica. Y esa es mi lucha, llevar a la práctica lo aprendido. Esa es mi lucha.

Pero lo tengo que lograr, lo tengo que lograr.

 

 


Sesión 11/01/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

Era astrónomo y disfrutaba con su trabajo pero en lo privado estaba solo, no encontró nadie compatible con él. Podía descubrir nuevos mundos pero no podía encontrar el por qué de su soledad.

 

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Entidad: Entiendo que hay situaciones que en distintas vidas te deja huella conceptual, engramas. Entiendo que también potencian roles de ego y aunque tengas buenos momentos rara vez son ellos los que dejan muesca, no necesariamente tienes que pasar por situaciones extremas, a veces la indiferencia, la soledad, la propia introversión, una mala entendida introversión también repercute en tu ser.

 

Nací en Ran II, un mundo bastante interesante. Mi nombre era Nambo Flagan, astrónomo. Sí, honestamente era introvertido, de carácter tímido, pero me había recibido con honores bastante joven y enseñaba en una universidad. Recuerdo un curso donde ilustré a jóvenes de último año en astronomía, prácticamente me vitorearon, les hice señas de que bajaran la voz puesto que estábamos aún en el curso. Sí, los jóvenes me vitoreaban, me respetaban. Decían: "El profesor Flagan es una persona con la que puedes hablar, te escucha, te explica bien, da gusto".

Pero luego volvía a casa, a mi soledad. Había estado dos veces en pareja, las dos había fracasado.

 

Aún era joven, tenía ciento ocho años de Ran II. Para que os hagáis una idea sería el equivalente a treinta y seis años de Sol III, y el promedio de vida era de doscientos cuarenta años, ochenta años de Sol III. Por supuesto había gente que vivía mucho más.

Me embargaba la soledad, me preguntaba varias veces, ¿por qué el fracaso? La primera vez no es que me casé por lástima, ella había tenido una vida bastante azarosa. Había salido, casi tres años, con un joven que la maltrataba verbalmente, la engañaba. Cuando me conoció me dijo:

-Estoy solita, me desprecian, no tengo tanto estudio como tú, Nambo.

-Lo importante es tu interior -la respondía yo.

 

Terminó engañándome. Terminó diciendo que había conocido una persona verdaderamente hombre. Y sí, ella les llamaba hombres a quienes la maltrataban, la engañaban, la hacían sufrir. Me rehíce enseguida. A ver, me di cuenta que me había sacado peso de encima.

 

La segunda persona era un año mayor que yo, sería un promedio de cuatro meses terrestres más grande que yo. Ilustrada, era profesora de literatura, tenía dos hijos -un varón y una niña-, de una pareja anterior la cual ella despreciaba. Su casa era más grande que la mía, así que tuve el acierto de no vender la mía y fui a vivir con ella. Estuve seis años, serían dos años de Sol III, viviendo en un matriarcado. Quizá mi introversión, mi carácter tímido, poco carácter diríais vosotros. Fue leal, no fue infiel, no me engañó, sí había maltratos verbales en el sentido de "no sabes hacer bien esto, no sabes hacer bien aquello", se le antojaba que modificara cosas en la casa... Y a mí que no me sacaran del telescopio y de dar cátedra. Monetariamente ganaba más que ella, me adjudicaban créditos, el doble prácticamente de lo que le adjudicaban a ella, pero decían que -ella y sus hijos, ¿no?-, que yo era un inútil en muchas cosas. Ella terminó pidiendo el divorcio.

 

Me sentí molesto, como diríais vosotros, molesto en mi ego, seguramente. Y sentí que era dificilísimo encontrar una relación de pareja. La primera ejerciendo el rol de víctima -"estoy solita"- y luego dándome con un hacha en el cuello. La segunda ejerciendo un desubicado matriarcado donde se hacía y deshacía lo que ella decía. No me quedaba otra que separarme en buenos términos, incompatibilidad de caracteres se adujo. Volví a mi casa, a mi soledad, a mi silencio.

 

Pero amaba mi trabajo, amaba mi trabajo. Llegaba el curso, me tocaba un curso nuevo. Me encantaba hablar de Ran, una estrella amarilla.

-Ran II, nuestro mundo -les comentaba-, gira alrededor de su estrella en ciento veinte y dos días, orbita a ciento veinte millones de kilómetros. (Apunto aparte que el día duraba veinte y dos horas de Sol III). Ran II -continuaba la disertación-, es un mundo de varios continentes. Ran I es un pequeño pedrusco. Luego venía el cinturón de asteroides y pasando el cinturón de asteroides estaba Ran III, un gigante gaseoso orbitando a cuatrocientos ochenta millones de kilómetros de Ran. Para que os tengáis una idea, la masa de Ran III era 1.4 la de Júpiter, y tenía un anillo.

 

Muchos alumnos levantaban la mano.

-¿Qué edad tiene Ran?

-Es joven -respondía-, tiene apenas seiscientos millones de años, es una estrella muy joven.

-¿Comparada con...?

Respondía:

-Con la mayoría de las estrellas amarillas de nuestro entorno. Se calcula que una estrella que tiene sistemas solares tiene un promedio de cuatro mil a cinco mil millones de años, seiscientos millones de años es una estrella muy joven. Nuestro mundo se calcula que tiene más o menos quinientos millones de años, prácticamente es un mundo joven. Tenemos placas geológicas, terremotos, volcanes en actividad, un aire perfectamente respirable.

 

Aclaro que nuestro mundo era de homo sapiens, humanos, genéticamente idénticos a los de Sol III. Ran II era muy similar a Sol III. La estrella Ran era muy similar a vuestro Sol, 0,83 masas solares, apenas un poco más pequeña. A diferencia de Sol III, Ran II, un planeta de quinientos millones de años, no pasó etapas de cambios atmosféricos como en Sol III. En vuestro mundo, millones de años atrás, el aire era irrespirable para seres humanos, no hubo ese tipo de cambios en Sol III, hubo muchos cambios, no uno. En Ran II directamente siempre se respiró oxígeno y la vida animal era muy similar a la de Sol III: reptiles, anfibios, mamíferos, aves. Hubo animales extinguidos, hubo lagartos gigantes pero no del tamaño de los dinosaurios de Sol III.

Continué con la disertación.

- Ran II tenía una pequeña luna que orbitaba el planeta cada diez días.

 

Los jóvenes encantados con mi disertación preguntaban por Ran I.

-Un mundo que no tiene atmósfera -les explicaba.

 

Habíamos llegado a nuestra luna, llegamos incluso a tener una pequeña colonia. Llegamos con naves robot al cinturón de asteroides y a Ran III, el gigante gaseoso. Había otros mundos gaseosos más allá y al igual que en vuestro sistema solar, pequeños planetas rocosos bastante lejos a tres, a cuatro y a cinco horas luz de la estrella Ran. Disfrutaba estudiando astronomía.

 

Me preguntaban los alumnos:

-¿Pero cuál es la edad aproximada de un mundo para tener vida?

-Bueno, mirad, en esta pantalla negra tenéis un dibujo de constelaciones. Allí donde veis las Sietes Hermanas, pensad que el plano es en dos dimensiones, no están todas juntas, eso es una ilusión óptica. Las Siete Hermanas apenas tienen cien millones de años, por lo tanto sus planetas están en formación. Aclaro esto porque hay mucha mitología, mitología que dice que quizá en un futuro nos comuniquemos con habitantes de los mundos de las estrellas llamadas Las Siete Hermanas, lo cual es imposible porque aún no tienen planetas sólidos, es una estrella demasiado joven cualquiera de las siete. Se calcula que a partir de los cuatrocientos millones de años recién se puede formar vida, por eso es un misterio cómo nuestro mundo Ran II con quinientos millones de años tenemos vida inteligente desarrollada.

-¿Sigue investigando, profesor?

-Sí.

Una joven dijo:

-Profesor Flagan, adoro la astronomía.

-Veo que te interesa demasiado, pero ¿por qué estudias siendo tan grande? -La joven tenía noventa años, el equivalente a treinta años de Sol III.

-Por problemas personales.

 

No quise profundizar más porque respeté su privacidad, pero era interesante que a los noventa años aún tuviera la ansiedad de aprender, yo mismo a los ciento ocho años siendo profesor recibido con honores quería saber más. En breve pondríamos en órbita un supertelescopio mucho más grande que el actual para descifrar la realidad del Universo, su formación, su verdadero tamaño, y eso me ponía satisfecho. Hasta que volvía a casa y me preguntaba irónicamente ¿cómo podía descifrar el Universo y aún me costaba descifrar el por qué de mi soledad?... ¿Incompatibilidad de caracteres con todo el mundo? O como en un sorteo había cien bolillas blancas y dos negras y a mí me tocaron las dos negras -haciendo cuenta que el color negro fuera un color negativo, que no lo es, es un concepto figurado-. Pero me costaba entender mis fracasos, si la falla era mía, si el problema fue una mala elección o si directamente tenía que ser así para experimentar la vida.

¿Se aprende? ¿Realmente se aprende con el sufrimiento, con el fracaso? ¿Te enseña?

 

Compré dos o tres libros que hablaban sobre el análisis personal, sobre las conductas, las afinidades. Pero no me dejaban pleno esos libros, los escritores eran comerciantes, ponían frases pomposas y que agradaban a los lectores, y los lectores compraban, consumían. Consumían lo dulce, que no necesariamente era la verdad. ¿Acaso en Sol III no sucede lo mismo con el bendito consumismo?

 

Gracias por ahora, por escucharme.

 


Sesión 01/02/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

La red mundial de datos de Ran II estaba siendo interferida al punto que podría desembocar en un caos global. La entidad relata que sospechó que era causado por unas señales externas al planeta. Lo comentó hacia más arriba y le ordenaron que callara. Empezó a trabajar el tema con otros investigadores.

 

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Entidad: A veces me encuentro incómodo y entiendo que es mi inconsciente, no sólo por cosas que me han sucedido en esta vida, sería muy pobre afirmar eso ya que son tan vastas las vivencias de las distintas encarnaciones donde he pasado situaciones casi imposibles de superar emocional y anímicamente, para llegar a la conclusión de que es esta vida la que solamente me afecta.

 

Mi nombre era Nambo Flagan, astrónomo. En esa vida tenía carácter tímido, introvertido. Sí, me había recibido joven, con honores. Tenía ciento ocho años, treinta y seis de Sol III. Mis alumnos me respetaban, no sólo me respetaban sino que aún con mi timidez a cuestas tenía un trato afable con los jóvenes. En mi vida personal dos veces había estado en pareja, dos veces había zozobrado.

 

Mis cátedras eran sobre mi mundo, Ran II, los jóvenes estaban maravillados de la forma práctica, clara en que explicaba el universo, en como describía este sistema estelar, el mundo pequeño Ran I, nuestro mundo Ran II a ciento veinte millones de kilómetros de nuestra estrella, luego un cinturón de asteroides y finalmente Ran III orbitando a cuatrocientos ochenta millones de kilómetros, un mundo gaseoso gigantesco, para que tengáis una idea su masa era de 1.4 la de vuestro Júpiter, además posee un anillo, quizá menos espeso que vuestro Saturno.

 

Pero había detectado anomalías. Yo, al igual que otras figuras -y digo figuras porque era muy conocido en Ran II-, teníamos más de un trabajo: Uno por vocación, el que de alguna manera me dejaba los créditos económicos. Y otro por una vocación interna; estudiaba la parte satelital, estudiaba las trasmisiones, algo verdaderamente importante porque había habido una, dos, tres veces interrupciones en distintas regiones en la web y llegué a pensar que las ondas satelitales, quizá hayan interpuesto su señal. El riesgo era, porque todo Ran II se manejaba con dinero electrónico y si se cortaba la web en algunas regiones, se producía un descalabro.

Tenía trato con amigos y conocidos en las altas esferas a las que les decía:

-Siempre es importante un respaldo de un dinero en papel y dinero moneda y a su vez que cada región tenga respaldo en oro. - El oro era tan valioso como en Sol III.

 

Y estudiando las ondas de los distintos satélites que orbitaban a Ran II percibí a través de un aparato, de los pocos que había en el planeta, que había otro tipo de ondas de una ubicación espacial desconocida que no era fija y no orbitaba. ¿Una nave?, una hipótesis.

Lo comenté a amigos y conocidos de las altas esferas, me llegué a juntar con conocidos de otras ramas que no tenían nada que ver con lo que yo hacía pero eran de absoluta, absoluta confianza.

Uno de ellos era Rendo Javier, de ciento ocho años. Prácticamente teníamos la misma edad con Rendo Javier, él había pasado por una situación muy incómoda, su señora había quedado embarazada por tercera vez y como en nuestra sociedad, para preservar la población no se podían tener más de dos hijos, las autoridades ya habían programado sacarle ese hijo al nacer, un hijo al que no verían nunca más, un hijo del cual nunca tendrían noticias, se criaría huérfano. Finalmente no llegó a eso porque ella tuvo un aborto espontáneo y estuvo un tiempo con una gigantesca depresión al punto de poner en riesgo la relación de pareja. Hablamos horas y horas con Rendo Javier hasta que finalmente fueron con la señora a visitar un asesor, Raúl Iruti, que de alguna manera pudo orientarlos, como decís vosotros en Sol III, sacándolos a flote.

 

Rendo Javier era profesor de historia pero también estudiaba objetos antiguos desconocidos. Cuando lo visité me preguntó:

-¿Qué relación tiene con tu tema? -le dije:

-Mira, Rendo, el tema es así, alguien está saboteando la web. Hablé con las altas esferas para que tengan un respaldo en papel moneda por si colapsara la web y desapareciera el dinero electrónico.

-Insisto, Nambo, ¿qué tiene que ver con mi estudio sobre objetos antiguos desconocidos?

-Quizá nada -repliqué-, pero vi que no son las señales satelitales las que sabotean la web.

-Seguro que no -dijo Rendo-, se trata de piratas informáticos.

 

Dudé en hablar, mi hipótesis era no apta para escépticos.

-Hay un objeto en el espacio que se mueve aleatoriamente y he percibido señales de interferencia de ese objeto. No es un satélite, no orbita.

Rendo Javier sonrió y dijo:

-¿Qué me hablas, de una nave que no es de Ran II?

-¿Acaso tenemos en este momento naves avanzadas que de alguna manera cambian su trayectoria con ángulos cerrados? Sabes que hemos llegado a nuestra pequeña luna que orbita al planeta cada diez días y hemos mandado sondas al cinturón de asteroides, incluso a Ran III, pero esto es distinto.

-¿Y esto lo has comentado a las altas esferas? -me preguntó Rendo Javier.

-Sí.

-Y qué te han dicho.

-Desestimaron mi hipótesis y me dijeron que no hable más del tema.

-¿Te lo dijeron?

-En realidad me lo ordenaron.

-Disculpa que te toque el tema, cuando tú has tenido la crisis con tu señora esposa han ido de un asesor.

-Así es, pero no entiendo qué tiene que ver con todo esto.

-Ese asesor, Raúl Iruti, es genetista.

-Sí.

-Y tiene un socio, Alexis Anasio, también genetista.

-Correcto.

-Estudié sus currículum. No sólo son genetistas, también neuro-científicos, estudian ondas mentales. Quisiera llevarles una grabación, preséntame a ellos, por favor.

Rendo Javier me comentó:

-Mira, tengo bastantes problemas, si me esperas diez días iremos.

-Está bien.

 

Diez días más tarde marchamos. Fuimos al laboratorio de Iruti y Anasio, les comenté mi hipótesis. Alexis Anasio, aparte, era un experto en ordenadores con chips de grafeno.

-Les pido por favor que escuchen estas grabaciones.

 

En realidad no eran grabaciones de voces, eran grabaciones de ondas. Pusieron los cristales en un aparato, una especie de reproductor que reflejaba en una pantalla de un cristal líquido. Hablaron entre ellos.

Raúl Iruti dijo:

-Fíjate, parecen ondas mentales.

Alexis Anasio replicó.

-No, no son ondas mentales, parecen ondas electromagnéticas.

-Correcto -dijo Iruti-, pero fíjate en los patrones, o sea, mira más profundamente, aléjate un poquito de la pantalla.

 

No entendía su manera de expresarse "Mira más profundamente, pero aléjate de la pantalla", hasta que finalmente lo entendí, quería decir como que no se ciegue con los ritmos que dibujaba la pantalla.

Hasta que Alexis Anasio dijo:

-Sí, son ondas electromagnéticas similares a ondas mentales.

-Pero fíjate también -le dijo Raúl Iruti-, que no son ondas mentales como las nuestras. -¡Ah!, mi corazón dio un salto.

-Y aquí viene la otra parte -interrumpí-. Los tres me miraron: Raúl Iruti, Alexis Anasio y Rendo Javier.

-¿De qué hablas, Nambo Flagan? -me preguntó Alexis.

Hice una pausa, no sabía cómo continuar, estaba alborotado.

-A ver, has dicho que son similares a ondas mentales pero no ondas mentales humanas. Bien. Yo detecté con un aparato que tengo en mi laboratorio que hay interferencias en las redes, que han saboteado de alguna manera regiones en el sur y hace poco dos regiones en el norte dejando las regiones sin web produciendo un caos momentáneo con el dinero electrónico. Llegué a hablar con las altas esperas y no me dieron importancia, me ordenaron que no hablara más del tema.

Raúl Iruti me dijo:

-Sí te dieron importancia, justamente por darte importancia, por prestarte atención te ordenaron que no hablarás más. ¿Y qué piensas?, ¿de dónde vienen esas ondas?

-De un objeto que se mueve espacialmente, pero no orbita.

-¡Aja! Hablamos de un objeto que no es de Ran II.

-Absolutamente.

-Bien, averiguaremos por nuestra cuenta. El querido Rendo está en el tema de historia, pero también sabe de objetos antiguos desconocidos.

-A eso me refiero, ya nos visitaron en la antigüedad.

-No te apresures -me interrumpió Alexis Anasio-, no te apresures. Aún no sabemos si son de otro mundo. A ver -siguió Alexis-, si fueran de otro mundo, ¿por qué las altas esferas los encubrirían al punto tal de ordenarte que no hables más, que no investigues más y que no tiene sentido lo que tú afirmas?

-No lo sé.

 

Nos despedimos. Acompañé a Rendo Javier hasta su vivienda, saludé cortésmente a su esposa Nilda y me marché a casa. Pero antes fui a los almacenes a hacer una compra y la cajera me dijo:

-No tiene crédito con esta tarjeta. -En mi mente sonó una alarma.

-¿Cómo no tengo crédito? -No soy millonario pero me pagan muy bien en la universidad en las cátedras de astronomía.

-Aquí figura que no tiene crédito.

 

Al día siguiente fui al banco electrónico, hablé con uno de los gerentes. Le dije:

-En mi ordenador personal llevo todos los ingresos y egresos independientemente de vosotros y nadie lo puede tocar porque está fuera de la web, no lo tengo conectado al servicio local.

En mi aparato móvil le mostré. Le digo: -Mire, señor, este es el monto que tengo. Me alcanzaría para vivir más de diez años sin trabajar.

-Aguárdeme un segundito. Las cifras coinciden, no veo ningún error.

 

Entré al cajero electrónico y tenía todo el monto, pero el día anterior tenía la cuenta en blanco. Alguien había saboteado mi cuenta electrónica.

Sí, tengo carácter tímido, soy introvertido, pero me considero de una gran inteligencia. Ninguna fuerza externa se va a ocupar de sabotearme la cuenta.

 

¿Fue una advertencia para que deje de investigar? Qué endebles que éramos. Pero no pararía de investigar y esto lo comentaría con Rendo, lo comentaría con Alexis y con Raúl Iruti personalmente, porque por el móvil, portátil podría haber escuchas, interferencias.

 

Gracias por escucharme.

 

 


Sesión 28/02/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

La relata que en Ran II, sabía lo que estaba sucediendo pero no podía contárselo a nadie, le podría costar la vida. Su asesor espiritual no podía ayudarle tampoco pero su autoestima estaba fuerte.

 

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Entidad: Mi nombre es Nambo Flagan, me considero uno de los mejores astrónomos de Ran II. No lo digo con soberbia, no es mi manera de ser, al contrario, soy tímido, introvertido, trato de pasar inadvertido. Sí, es cierto, me recibí joven con honores, tengo estudiantes que me respetan, pero no conocen..., no conocen mi vida personal. Dos veces estuve en pareja, dos veces se rompió la relación.

 

Recuerdo que me contacté con Raúl Iruti, que es genetista, pero también es un consultor, un consultor espiritual. Aclaro que Ran II no es un mundo religioso, nuestra sociedad habla sobre mitos, creencias, leyendas pero somos pragmáticos. Yo también lo soy, pero a veces cuando tienes la autoestima por el piso necesitas consultar.

Raúl Iruti me dijo:

-Mira, Nambo, el problema no es tuyo, es de las demás personas que ven lo evidente, pero lo evidente no siempre es lo esencial, y tú dentro tuyo tienes lo esencial. Hazte cuenta que todos los seres humanos tuviéramos una visión especial para poder ver dentro de nuestro hermano y algunos tuvieran una disfunción en la vista que solamente pudieran ver la parte externa, qué penoso sería, ¿no?

-Sí, obviamente, en esa situación sería una disfunción.

-Bueno -exclamó Iruti-, lo que te ha pasado con las relaciones afectivas, con algún amigo que se aleja es que tienen esa disfunción.

-Es muy facilista, estimado Iruti, ese pensamiento, pero a veces mi misma introversión, mi misma timidez hace que quizá no alcance a llenar la expectativa de esas personas.

-¡Je! Apreciado Nambo, a ver, no te menosprecies tú, no te menosprecies tú.

 

Hablamos bastante tiempo, me fui reconfortado. Y cada tanto lo consultaba por determinada razón, a veces directamente no era una consulta, le preguntaba si tenía tiempo disponible y hablábamos de astronomía, de genética, de nanobots.

Recuerdo que una de las pocas... de las pocas veces que yo estaba en problemas él se dio cuenta, todas las veces. Y me preguntaba:

-¿Tienes algo para contarme?

-Eh... No, no. Sigamos con lo nuestro, hablemos de cualquier tema.

La vez siguiente.

-¿Tienes algo para comentarme?

Ya no podía más y le dije:

-Sí, yo tengo una hipótesis, que alguien sabotea mi cuenta electrónica.

-¿Acaso me hablas de piratas informáticos?

Me encogí de hombros: -Sí, sí.

 

Esa fue la anteúltima vez que conversé con el genetista y consultor espiritual Raúl Iruti. La última vez fue cuando se vino abajo toda la red, y como manejábamos únicamente dinero electrónico mucha gente salió a protestar. Lo que me asombró enormemente que hubo una enorme, brutal represión de parte de las autoridades, gente que caía bajo los bastones de goma dura de las autoridades. Y al día siguiente se puso más grave porque las protestas se hicieron más fuertes y salió el ejército con carros blindados y soldados con armas largas -creedme, creedme, por favor-, disparando a la multitud. Muchos cayeron sin vida. Se proclamó la Ley marcial.

 

Todo se normalizó en la red, pero nos habían dado distintos pines con categorías, a partir de las 7 am podías salir de tu domicilio pero a las 8 pm nadie podía estar en la calle salvo que tuviera un pin especial. El mío era especial de clase baja, de clase uno, pero podía estar un tiempo más puesto que aparte de astrónomo era profesor y ayudaba en investigación espacial.

 

Lo fui a ver a Raúl Iruti. Me recibió su colega que era como un hermano para Iruti, Alexis Anasio. Le dije que tenía una hipótesis, algo no me cerraba. En ese momento entró un militar de muy, muy alto rango que me pareció haberlo visto en uno de los noticiosos, incluso en los diarios electrónicos, creo que era uno de los jefes de la región y me sorprendió verlo allí. Me miró como de pasada.

-¿Qué está sucediendo, Anasio?

-Algo grave, pero no puedo hablar del tema.

En ese momento dos militares llevaban del brazo a un hombre.

-¡Yo sé lo que sucede! ¡Yo sé lo que sucede! -gritaba el hombre-. ¡Y lo voy a decir a todos!

Salió Iruti en ese momento, con mitrada fría, hablando con el militar de alto rango.

-Dejádmelo...

¿Le parece? Es mucha responsabilidad. Si falla, por más que su tarjeta de lectura sea de las más altas será amonestado. Si falla por segunda vez, sabe lo que sucederá con usted.

Iruti le hizo una media sonrisa y le dijo en confianza al militar:

-Quédese tranquilo, mi experimento no va a fallar. Llevadlo al laboratorio.

El militar hizo un saludo y se fue. Les dijo a los soldados:

-Ayudad a Iruti y después preséntense. Hoy no hay franco para nadie.

Y marchó. Los soldados llevaron al hombre a un sector del laboratorio.

Iruti me dijo a mí:

-Mira, Flagan, hoy no puedo atenderte.

Lo interrumpió Alexis Anasio.

-¿Qué estás por hacer, Raúl? ¿Cómo vas a experimentar con este hombre?

-Sé lo que hago.

-Te desconozco. Honestamente, te desconozco.

-Sé lo que hago. Nada más déjame trabajar. Nambo -a mí-, si deseas comentarme algo déjale dicho a Alexis, yo tengo que hacer. -Una mirada fría, congelada. Se marchó cerrando la puerta.

Alexis Anasio estaba pálido.

-¿Qué sucede? -pregunté.

-Es más grave de lo que yo pensaba, pero aparte estoy sorprendido, la persona que hasta le puedo confiar mi vida, que es Raúl Iruti, ha hecho un giro de ciento ochenta grados, está sirviendo a los militares.

-¿Puedo hablar con confianza?

-Sí, pero en un rato debes irte.

-Pero tengo un pin, puedo andar después de las veinte horas.

-Sí, de todas maneras es riesgoso.

-Pero necesito hablar, mi hipótesis es de que los militares obedecen a alguien. Sé cosas, averigüé cosas.

-Mi recomendación -dijo Alexis Anasio-, es que no las comentes, no las comentes a nadie.

-Recuerdo que Raúl Iruti me dijo que hay otro tipo de ojos, los que tienen esa visión que puede ver tu interior y que hay gente que me ha dejado de lado porque no ha visto mi interior, y ahora yo no puedo ver el interior de Iruti, es como que me he vuelto ciego en cuanto a la visión espiritual.

-No sé si te consuela -me dijo Alexis Anasio-, yo tampoco puedo ver el interior de Iruti en este momento, y lo que tú piensas es lo que yo pienso. Hemos visto objetos y hemos visto genes desconocidos y cultivo de neuronas. Acuérdate que somos genetistas, desconocidos.

-Entonces tengo razón con mi hipótesis -afirmé.

-Por tu bien, tu seguridad, tu vida -me aconsejó Anasio-, no hables con nadie más. Te prometo que nos veremos, pero si me hablas o me escribes por correo electrónico debe ser lo más impersonal posible.

 

Nos estrechamos la mano y me marché reconfortado. Porque sí, yo sé que seguiré teniendo esa visión y que si los demás no la tenían no era mi problema. Reconfortado porque sabía que era importante, no importante de presumido importante por dentro, que es lo que vale. Pero a la vez de reconfortado, desconcertado porque la persona que me tendió la mano hoy no la conocía, algo había cambiado en Raúl Iruti.

 

 


Sesión 22/03/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

Su esencia como entidad suprafísica es conocer, investigar pero como rol encarnado en Ran II no era entendido, ni él ni su trabajo, los demás no lo temaban en serio. A pesar de la soledad con que se encontraba supo adaptarse a aquel entorno.

 

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Entidad: No todas las vidas son iguales, a veces tenemos empleos que no son afines a nuestro modo, a nuestra manera, simplemente vimos un negocio determinado, invertimos dinero y lo tomamos como algo que da rédito pero en el fondo, quizá de manera inconsciente, nos sentimos con una enorme insatisfacción, muy inconscientemente. Y a veces nos levantamos por la mañana con ¡uf!, ese anhelo que nos descoloca por un momento y no llegamos a darnos cuenta qué es. Nos aseamos, desayunamos y vamos al negocio a ocuparnos de las ventas del día. Y nos acostumbramos -no digo nos adaptamos, porque como dicen los Maestros, adaptarse es sobrevivir y acostumbrarse, a veces, es sucumbir-. Cuidado, cuidado con acostumbrarnos porque aparentemente son tres niveles: el adaptarnos, el acostumbrarnos y más abajo, el resignarnos. Este último estadío es donde bajamos los brazos y decimos "Bueno, me conformo con lo que tengo, al fin y al cabo no estoy mal, puedo vivir", pero siento como una opresión en el pecho, que le transmito incluso a este receptáculo, y no entiendo mi búsqueda, entonces me enojo conmigo. A ver, me enojo de manera inconsciente, no es que vivo enojado no, no, no, tengo cosas en las que preocuparme, a mismos familiares con supuestamente problemas serios, por lo menos más serios que los míos. Al fin y al cabo, biológicamente, tengo tiempo para hacer cosas, si bien uno no sabe el futuro.

 

En una vida pasada encarné en Ran II, un mundo que está a diez años Luz de nuestro Sol III, un mundo que orbita su estrella cada ciento veintidós días, a ciento veinte millones de kilómetros de distancia. Cada año de Sol III representaría tres años de Ran II. En el momento del relato tenía ochenta y siete años, equivalente a veintinueve años terrestres.

Mi nombre era Marcos Dante, investigador de temas inusuales. Vosotros en Sol III diríais temas paranormales. Estaba separado. A ver, mi expareja no creía en lo que yo investigaba, decía que lo mío no era coherente. Yo tenía infinidad de pruebas, desde mis cincuenta y cuatro años -dieciocho años de Sol III-, estudiando temas que no eran coherentes, que no eran lógicos, temas que estaban más allá del común denominador, del razonamiento, y fui cosechando artículos, notas, incluso tengo varios escritos míos sobre el tema.

Y terminé separándome. Mi pareja se fue diciendo que yo vivía colgado -colgado se entiende como despistado-, sin prestar atención a las cosas cotidianas.

 

Tenía bastantes consultantes, cobraba la consulta por lo que hacía y no podía quejarme. Tenía un pequeño despacho a una calle de mi vivienda, pero los consultantes venían por sus necesidades y mis necesidades eran otras; trataba de hacer amigos, pero mis amigos, mis compañeros, los que conocía de joven no me prestaban mucha atención, nos juntábamos a tomar algo, una copa de coñac o una bebida refrescante y hablábamos de infinidad de temas. Cuando yo intentaba tocar mi tema hablaban entre ellos o me decían "Sí, sí, sí, está bien, Marco, está bien, está bien", y seguían con su tema. Entonces tenía dos opciones callarme, escuchar o participar de los temas mundanos que no me interesaban. A ver, no prejuzgo a mis compañeros como diciendo que sus temas era básicos pero siempre hablaban de lo mismo; tocaban temas de política, de lo que había pasado hace treinta años cuando el planeta entero se vio en peligro, hubo una avanzada alienígena que por suerte fue vencida... Y sin jactarme, yo fui uno de los pocos que atando cabos, como decís vosotros en Sol III, supe que había algo extraño en el comportamiento de la gente. Finalmente todo volvió a la normalidad.

¿A favor?, el hecho de no haber una religión hizo que el mundo no pasara épocas de oscurantismo, era una sociedad pragmática. Utilizando una jerga de Sol III, eso me jugaba en contra porque el hecho de investigar temas inusuales, muchos se burlaban cariñosamente diciendo "Querido Marcos Dante, tú vienes de una época de oscurantismo".

Aceptaba sus chanzas y les decía:

-No, no, para nada, justamente trato de desmitificar todo lo extraño pero la única manera, la única herramienta que tengo para desmitificar es profundizando el tema, y aquellos o aquellas que vienen a consultarme es porque les ha sucedido algo extraño, el 90% de quienes me consultan llegan a la conclusión de que fueron situaciones inusuales, pero dentro de la normalidad, ayudados por mi criterio. El 10% restante no, habían pasado por hechos inexplicables.

 

Siempre he creído en universos alternos, siempre he creído en entidades que no se pueden detectar con instrumentos y eso me ha apartado de mis compañeros de la misma manera que ha fomentado que mi pareja se alejara. Cuando me separé, a ver, traté de analizarme a mí mismo, tuve momentos de depresión, pero no me mal entendáis, no fue una depresión por extrañar a mi expareja sino por no querer sentirme solo. Hay Maestros de Luz que dicen "Quien está bien con uno mismo no precisa de otra compañía". Honestamente, porque no voy a ser hipócrita, no lo comparto. Todos necesitamos compartir, conversar, tener vivencias en común, poder presenciar un acto o un recital musical y luego comentarlo: "¿Qué te ha parecido? Bueno, a mí me ha gustado tal cosa. ¿Y a ti? No, quizá no me llegó tanto ese tipo de música". Diálogo, opiniones, eso enriquece. Estando solo, ¿con quién hablas? Contigo mismo, con tu interior, con el espejo. Obviamente me refugiaba en la lectura y en la escritura, y disfrutaba el atender gente que tenía necesidades de explicación a lo extraño.

 

Pero a veces todo eso hacía que cuando terminaba mis consultas volvía a mi vivienda, encendía el holovisor, entraba on-line a ver cuántos créditos me habían depositado, teníamos la ventaja de que no nos manejábamos con papel ni con moneda, era todo dinero electrónico, de manera que no sólo teníamos una tremenda comodidad sino que evitábamos -de esa manera en todo el planeta- negocios turbios, lo cual acordaba. Nada mejor que estar con la conciencia limpia y el dinero limpio. Pero con ochenta y siete años -con veintinueve años de Sol III-, estaba pasando por una crisis, la mayoría de mis amigos estaban casados.

Uno me vino a consultar por un tema que era de sociedad, no era inusual. Ya tenían dos hijos, varones, y su mujer desde que se casaron siempre anhelaba tener una mujer, una niña y no habían tenido niñas, dos varones, pero las leyes de Ran II para evitar la sobrepoblación no permitían tener más de dos hijos por matrimonio y ambos estaban en una crisis.

De alguna manera le dije al señor:

-No deja de ser una falta de respeto para los dos niños, ámenlos, disfrútenlos, vívanlos, no piensen en lo que podía ser, en lo que no pudo ser porque se pierden disfrutar la infancia de sus niños. No hubo una niña, esa Esencia hermosa Creadora del Universo lo dispuso de esa manera, acéptenlo.

 

Y acabamos en lo que yo decía al comienzo, aceptarlo no es resignarse, es amar lo que se tiene, es adecuarse, es adaptarse.

Vino tres veces a consulta y terminó entendiendo que uno es feliz amando lo que tiene. Y acá no se trata de consuelo, de esos consuelos tontos de decir "¡Oh!, vivo en una choza y tengo que estar contento porque mi vecino vive a la intemperie", eso es hasta tonto, eso es hasta tonto, de verdad, no hay comparación.

Ese señor me recomendó y empecé a atender personas que tenían problemas normales, ya atendía más consultantes con temas normales que con temas inusuales. Mis amigos me decían:

-¡Ay!, Marcos, por fin pones los pies sobre la tierra, dejas de volar e imaginarte cosas extrañas.

-Obvio, obvio -les decía yo.

 

Pero estaba partido en dos porque mi avidez de investigar lo que no se entendía no lo iba a perder nunca porque era parte de mi esencia, era parte de mí, y si bien en cada vida somos roles distintos, ese rol como Marcos Dante me marcó, sí, me marcó a fuego.

 

Gracias por escucharme.

 

 


Sesión 29/03/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

La entidad relata anécdotas de la vida anterior a esta en Ran II, donde pese a ser distinguido y apreciado profesionalmente le faltaba alguien a quien volcarse afectivamente. Comenta que las vivencias pueden repetirse. Como Nambo Flagan pareció faltarle también las relaciones personales, siempre es difícil conjugar la vida profesional con la familiar. Con un amigo con circunstancias parecidas se volcaron en la astronomía.

 

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Entidad: Hay vivencias que las razono pero no las digiero, hay vivencias que las entiendo pero no las interpreto. Diréis "Es un contrasentido, es una incoherencia lo que comentas, lo que conceptúas", pero si me permiten explicarlo entenderéis por qué conceptúo esto.

 

Yo había encarnado en Ran II como Marcos Dante, investigador de temas inusuales, ochenta y siete años, veinte y nueve años terrestres. Mi pareja me abandonó porque no creía en lo que yo hacía. Sí, interactuaba con mis consultantes pero mis amigos se apartaban.

En esa vida tuve una tremenda depresión, luego tuve una enfermedad que afectó mi sistema inmunológico lo que me llevó a desencarnar a los ciento veinte años, cuarenta años terrestres, demasiado joven.

 

Como thetán estuve lucubrando. A ver, en el plano suprafísico no existen los desquites, el revanchismo porque en el plano físico somos roles, pero uno, como entidad suprafísica también puede estar reactivo, con roles de ego.

Y volví a encarnar otra vez en Ran II, como una figura más afamada, Nambo Flagan. Tuve bastante intervención cuando vino la avanzada, que fue la única alienígena, y con el grupo del investigador, consultor, mentalista Raúl Iruti se logró vencer a los alienígenas, y lamentablemente, a toda la gente de Ran II que los había apoyado, algunos condicionados mentalmente y otros como serviles buscando coger las migajas que los alienígenas dejarían.

 

Y como Nambo Flagan también repetí cosas, me volqué en mi trabajo, tuve fracasos afectivos, tuve momentos de depresión al igual que en la vida anterior de Marcos Dante. Y hay una excelsa Maestra angelical que dice que no hay que preocuparse, hay que ocuparse, pero a mí me preocupaba la situación de que en cada vida, aún siendo distintos roles, había situaciones similares; tal vez una baja estima, tal vez no llegaba a formar empatía con mis parejas... O tal vez no, tal vez eran mis parejas las que tenían un carácter demasiado difícil, y uno puede o estar enamorado o estar deslumbrado, quizá no es amor, amor... porque como dice esa excelsa Maestra angelical "El amor también debe tener el componente del respeto", y mis parejas no me han respetado, al contrario, muchas veces me han hecho sentir pequeñito, y no debe ser así.

Como Nambo Flagan era considerado uno de los tres mejores astrónomos de Ran II. Entonces es injusto a mi ser, a mi persona el verme en una situación en donde yo mismo no me reconozca en mi interior.

 

Me he tratado a nivel interno con este querido excelso hombre Raúl Iruti -el responsable principal, por no decir el único, si bien los demás lo hemos apoyado en derrotar a los alienígenas-, él me hizo ver, percibir, entender mi importancia como ser humano, como ser interno. Me hizo entender la Luz que llevo dentro, me hizo entender que si la otra persona no aprueba mis maneras, mis modos de encarar la vida no debo cambiar porque entonces sería como masilla o plastilina maleable, y no soy un muñeco de plastilina, soy un ser humano en cada encarnación con un alto coeficiente, con una alta comprensión, con un alto entendimiento. Ahora, sabiendo todo eso como entidad suprafísica y sabiendo también cada vez que encarno que tengo logros laborables, personales, ¿a qué se deben mis dudas? ¿A qué se debe que a veces me sienta distinto, como apartado? ¿A qué se debe que mis parejas me censuren o me reprueben actitudes? ¿Pasa todo por mí o yo doy cabida o yo doy entrada o yo soy permisivo a ello? ¿O es mi ego el que toma el timón de mi vida y no me permite decir "no" cuando debe ser "no"?

 

Habían pasado treinta años, diez años de Sol III, desde la victoria contra los alienígenas, ahora tenía ciento treinta y ocho años, cuarenta y seis años equivalentes en Sol III. Profundicé aún más el tema astronómico, estudiaba una estrella vecina, Centella, a diez años luz. Centella era una estrella amarilla que era un poco más grande que Ran, se calculaba una antigüedad de cuatro mil ochocientos a cinco mil millones de años, con planetas de cuatro mil quinientos millones de años, nueve veces más de la edad de Ran II, con sólo quinientos millones. Quizás en Centella, ese sistema estelar, ya no habría vida porque eran planetas muy antiguos, quizá hace millones de años que la vida desapareció.

De todas maneras, a pesar de que tenemos bases en la Luna y hemos explorado el cinturón de asteroides, hemos puesto naves en órbita en el gigante gaseoso, hemos llegado con naves a Ran I pero no tenemos la tecnología como para llegar a Centella, y es interesante porque tiene muchos planetas rocosos, y hay por lo menos tres; el segundo, el tercero y el cuarto en la zona habitable. El segundo y el tercero son bastante parejos en cuanto a tamaño, el cuarto es un poco más pequeño y causalmente hay un cinturón de asteroides después del cuarto, similar al que sigue a nuestro mundo Ran II. Centella es atractiva pero diez años luz, por ahora, son insalvables.

 

Gracia a haber conocido a Elmer Dess tuve un amigo -amigo amigo-, porque con Iruti yo lo respetaba como profesor, como maestro, estaba como inhibido de sentirme amigo y él me brindaba toda la calidez, era yo que tal vez ese respeto me impedía acercarme más, ¡tonto de mí, o mi ego, je, je! Con Elmer era distinto porque teníamos otro trato, él también venía de fracasos, se había quedado con la tenencia de sus hijas y luego volvió a formar pareja. Su pareja era una persona que trabajaba en energía renovable a pesar de que Ran II es un mundo donde la flora, la fauna, el mundo en sí no está contaminado. La gente que trabaja en energía renovable es muy apreciada y ella, aparte, tenía un instituto que lo dirigía con amor.

Puesto que en Ran II no se podía tener más de dos niños, para evitar superpoblación, los matrimonios que rompían esa regla los niños eran llevados a un centro, pero no os imaginéis un centro con castigos ni nada por el estilo.

Esta mujer con la que había formado pareja Elmer, era la encargada de los centros donde los niños eran educados sin sus padres pero con todo el amor. Y las criaturas de Elmer amaron a esa mujer y Elmer, con su trabajo, era como una figura ausente. Eso erosionó la relación y se separaron. Las criaturas se pusieron a llorar aún siendo mucho más grandes que cuando él las tuvo en custodia y las autoridades acordaron por contrato que Elmer le cedía la tenencia a quien ahora es su ex-pareja sabiendo que estarían felices viviendo con ella, quien no tenía hijos.

 

Así que juntamos las soledades, la soledad de Elmer y la mía. Gastábamos nuestra energía en la astronomía, en hablar de asuntos inusuales y sí, teníamos diferencias; a Elmer le pesaba la soledad, lo abrumaba la soledad pero no tenía baja estima. Yo siendo un astrónomo afamado no me sentía pleno, o sea, nuestros engramas eran distintos, insólitamente distintos pero desconociendo en profundidad lo que es el mundo espiritual y angélico ambos nos pusimos de acuerdo en ocuparnos y no preocuparnos.

Y cómo dice el capataz a los peones cuando vienen a hacer un trabajo, "Manos a la obra".

 

Gracias por todo, por escucharme. La vivencia continúa.

 

 


Sesión 15/04/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

A raiz de salvar a un joven de unos maleantes conoció al rey Anán. Hablaron como iguales para descubrir que no eran tan distintos, no encontraban la felicidad pero que podían decidir sobre su vida.

 

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Entidad: Iba por el camino meditando, pensando en que haciendo concesiones no siempre logras tu cometido. Al contrario, quizá la otra persona toma esas concesiones como debilidad y tira más de la cuerda, exige más, busca excusas para reprobar tus acciones, tus actitudes, tu manera.

 

Había blanqueado la situación. Mi otra personalidad, Novo, había dejado de existir. Era Donk, Donk con la cara destapada, sin las quemaduras. Los pobladores que se habían enojado hablando del engaño, los critiqué en medio de la plaza.

-¡De qué engaño me habláis! He salvado decenas de vidas, ¡más!, sin pediros nada a cambio. Me ocultaba porque era yo el que no me sentía seguro. Acá no hubo engaño, el engaño fue conmigo mismo. Dejaos de criticar y el que no esté de acuerdo que me lo diga de frente.

Algunos me criticaron diciendo que los estaba intimidando.

-Para nada, me lo pueden decir de frente, sabré responder de palabra sin provocar ningún hecho de violencia, de la cual soy enemigo.

 

Finalmente ganó el razonamiento, ganó la coherencia. Aceptaron mis palabras y me aceptaron como persona nuevamente en el poblado entendiendo que todo lo que yo había hecho era para el beneficio general. Mi situación no había sido buena.

Tratando de ponerme en un aprieto me preguntaron muchos:

-Donk, sí es cierto que te has quemado, tu rostro quedó desfigurado. Sí es cierto que te has cubierto con una máscara de cuero y luego actuabas como Donk y luego como Novo. Ahora bien, cuando has actuado como Novo, ¿era tu verdadero rostro?, porque si bien estás igual al Donk original, tu rostro está como un poco más blanco. ¿Cómo te has curado?

 

Y ahí estaba el tema. Había muchos con cicatrices, con llagas y buscaban esa misma cura, pero el valle ese estaba en el olvido. Era imposible explicarles que la avidez del ser humano es insaciable y saquearían el valle, destrozarían todo y no quedaría nada de esas plantas milagrosas que no solamente curan, no solamente curan heridas externas sino también internas.

Pero ese capítulo pasó. Tuve que mentir, les dije que había estado un tiempo, debido a las mismas cicatrices de las quemaduras con mi mente embotada al punto tal de perder parcialmente la memoria, y nunca supieron el camino hacia ese valle, que tampoco era sencillo llegar al valle donde me curaron.

 

Formé pareja con Shila, vivimos juntos. Ya no soy el justiciero Novo pero sí, como Donk, de vez en cuando, intervengo en alguna situación donde el más débil puede ser herido o muerto y detengo al provocador y en casos extremos, más.

El pueblo ya estaba libre de saqueos, obviamente yo no era un vigilante, a veces tenía que marchar a otro poblado en diligencia tratando de buscar otras semillas para que mi campo sea más próspero. Pero entre tanto era imposible conformar a Shila, por momentos cariñosa, ardiente, por momentos apática, fría como la nieve del norte, por momentos reclamado como un crío, por momentos hasta intentaba golpearme, cosa que yo no lo permitía, pero era una situación más que incómoda, más que incómoda.

 

Y todo eso lo recordaba yendo con mi hoyuman. Había un poblado bastante lejano donde se comentaba que había unas semillas que producían unas plantas donde se podía sacar un excelente pan y volvía con mis alforjas cargadas de semillas, estaban con un tratamiento especial evitando que se sequen.

Y por el camino escucho jadeos, un grito. Apresuro mi cabalgadura y me asomo a la ladera y en el camino de abajo veo un muchacho, muy joven, que es atacado por tres asaltantes. Era bastante diestro el muchacho al punto tal que a uno de ellos lo había herido, quizá gravemente, pero estaba cediendo ante los otros dos. Azucé mi cabalgadura y bajé por la ladera, desmonté inmediatamente con la espada en mano y di cuenta con los otros dos. El tercero, de rodillas, quiso atacar al muchacho de atrás y éste lo atravesó con su espada en el pecho. Los tres yacían en la tierra sin vida. El muchacho me agradeció.

-Me has salvado la vida. ¿Quién eres?

-Donk.

-Mi padre te recompensará, ven conmigo.

-No es necesario -le dije-. ¿Cómo te llamas?

-Gualterio.

-Eres bastante joven para andar por estos caminos tan peligrosos.

-Estaba cansado de estar encerrado en palacio.

-¿En palacio? -repetí, preguntando.

-Soy Gualterio, el hijo del rey Anán.

-¡Ajá! Mira tú. ¿Y te dejan salir solo?

-No, tenía un soldado de vigilancia y me pude escapar de él, estaba cansado de estar siempre con alguien encima.

-Y mira, si no llego yo a tiempo... Seguramente me guió por este camino aquel que está más allá de las estrella. En este momento estarías muerto.

-Es lo que tiene que ser, tenías que pasar por acá porque así aquel que está más allá de las estrellas lo dispuso -exclamó el joven-. -Sonreí.

-Te acompañaré hasta el palacio.

 

Llagamos casi al atardecer. Me asombré, era un palacio bastante inmenso. Muchos soldados a galope se acercaron a nosotros. Uno de ellos -miraba en su rostro que había miedo, ira e indignación a la vez- le reclamaba al joven. El joven lo ignoró y me hizo una seña que lo siga. Como iba detrás de él y el joven Gualterio explicó de qué se trataba, me abrieron paso. El rey y la reina estaban en el portón ansiosos. La reina me ignoró, abrazó a su hijo, el rey me agradeció.

-Me enteré que le has salvado la vida de tres maleantes.

-Así es, majestad.

-Dime Anán.

-Mi nombre es Donk -le dije.

-Donk... ¿No serás Novo?

-Esa era mi otra personalidad.

-¡Ah! Mira tú, tengo un gran amigo que me habló de ti. -Me asombré.

-¿Un amigo que te habló de mí?

-Aranet.

-¡Ah! ¡Aranet, el guerrero! Sí, de alguna manera es como que me ayudó a descubrir quién soy.

-Aranet... Bien. Es un mundo tan vasto, tan inmenso.

-Y a la vez tan pequeño -agregué.

-¡Quién iba a decir que conocieras a Aranet!

Me invitó a pasar. La reina me saludó, me agradeció que salvé a su hijo e inmediatamente reclamó a su padre:

-¡Tú! Sabes que lo dejas salir con una sola vigilancia, ponle por lo menos cuatro soldados.

-Mujer, es grande.

-¡Casi me lo matan!

-¿Me lo matan? -repitió el rey-, ¿es una propiedad? Di 'casi lo matan', no 'me lo matan', no es un bebé, te apropias de su persona al hablar así.

-¡Es mi hijo!

-Es nuestro hijo.

-¡Por torpeza tuya casi me lo matan!

-Marga, tenemos un invitado, no es para conversarlo ahora.

-¿Cómo no? ¿Y cuándo lo conversamos si siempre tienes cosas que hacer?

 

Me sentía la mar de incómodo porque de alguna manera el rey era el dueño de todo, de todo lo que estaba al alcance de mi vista y en ese momento era amonestado por su esposa, la reina, adelante te un desconocido que era yo. No era correcto. La reina estaba bastante reactiva, de alguna manera tenía razón pero no era el momento, no era el lugar de hacerle ese reclamo al rey.

La reina se fue, la reina se marchó.

-Disculpa.

-Pero majestad, Anán, por favor... -Estaba duro, no sabía qué decir.

-Ven.

 

Salimos del salón central, que era bastante atemorizante. Me llevó a una habitación, parecía más bien una cocina, era más normal el lugar. Había una mesa de madera rústica, varios bancos. Me dio una hogaza de pan, verdaderamente tenía hambre. Me preguntó si quería comer algo.

Le dije:

-Sí, honestamente, sí.

No sé si conocería mis gustos pero me dio un guisado bastante, bastante picante, que hubiera comido más pero quería llegar a mi poblado.

-No, no, ya está casi anocheciendo. Serás muy buen espadachín pero de noche no tiene sentido, sal a la madrugada. Y te pido disculpas nuevamente, últimamente la reina está muy alterada, no es la reina que yo conocí y por otro lado me siento incómodo contándole esto a un extraño, prácticamente no te conozco pero son pocos con los que puedo hablar.

-Anán, quédate tranquilo -le dije-. Aprovecho para contarte mi caso.

 

Le conté lo de Shila, le conté que era una mujer que tiempo atrás mucho menos de lo que le doy ahora le hubiera parecido casi demasiado, y siempre reclamaba, lo que yo hacía estaba mal, lo que quería emprender no estaba de acuerdo con ella.

Y Anán me dijo algo muy importante:

-Mira, Donk, ¿tú conoces de plantas?

-¡Je, je! No, pero no sé si sabrás o te habrá contado Aranet que una planta me salvó la vida.

-Yo sé que a él una planta le salvó la vida, quizá sea la misma.

-¿Pero a qué viene eso, Anán?

-Hay plantas que son tóxicas, unas te salvan la vida y otras las comen y la gente muere en gigantescos espasmos, muere porque el veneno de las mismas es tóxico.

-¡Ajá! -asentí.

-Bueno, hay personas que son tóxicas. Una pareja, amistades, la misma familia... y no te envenenan pero te van secando por dentro.

-No, no entiendo -dije-, honestamente no, no... ¿Cómo secando por dentro?

-Claro, de la misma manera que las plantas tienen savia nosotros tenemos sangre.

-Pero Anán, la sangre no se seca.

-No, pero metafóricamente sí nos secamos. No vivimos: sobrevivimos. Estamos, nos olvidamos de disfrutar, nos olvidamos de entender para qué estamos, para qué servimos, en qué somos útiles.

-¡Pero señor, tú eres un rey! Tú dispones de todo y de todos.

-Sí, pero soy un hombre. Tenemos toda la noche, te puedo contar mi origen. -Me lo quedo mirando. Y me dijo: -Disculpa, toda la noche es un decir, descansarás, por supuesto, antes de irte, pero por lo menos hagamos un poco de sobremesa. Y nos quedamos conversando hasta casi la madrugada.

 

Sí, por supuesto que dormí pero al amanecer ya tenía preparado mi hoyuman, lo habían alimentado en la cuadra del palacio. Me despedí del rey y del mozuelo Gualterio, la reina no había bajado de sus aposentos. Hablamos mucho, me contó en confidencia las desavenencias con su esposa, de la misma manera que yo le conté las desavenencias con Shila.

-¡Pero tú eres un rey! -le insistía.

Y él me respondía:

-No somos distintos, tú vives en una pequeña granja yo en un palacio, pero a ambos nos reclaman y no nos entienden, y es como que hasta el aire que respirábamos fuera distinto. Yo no soy un rey común, por supuesto que uno a veces se adapta a los lujos, a las escaleras lustrosas, a que no haya una mota de polvo, a bañarte en una tina con agua caliente con agua perfumada, aceites perfumados. Pero eso no es lo que te alegra la vida, no, no, Donk, la armonía te alegra la vida, el poder hacer cosas por los demás. Pero aún haciendo cosas por los demás, si tienes a alguien que siempre te está censurando, no sirve tampoco, no es vida. Cuando hay plantas tóxicas las cortas, como la hiedra venenosa, las sacas, las amontonas y las quemas. No puedes hacer eso con la gente tóxica, pero sí alejarte.

-Pero a ti te es más difícil, Anán, eres el rey, no puedes alejarte de la reina.

-Tú conoces poco de reinados, Donk, sé de otros reyes que tienen varias concubinas, hacen y deshacen a su voluntad.

-Sí, pero son tiranos.

-Es cierto, yo no hablo de ser tirano pero tengo el poder de marcar los límites. Y tú también, Donk, a tu manera, pero no permitas que te sequen por dentro, no tiene ningún sentido porque el amor va muriendo y lo que queda es la costumbre.

-Te adaptas.

-No, no, Donk no te adaptas, te acostumbras, que es distinto. Adaptarse es otra cosa. Eso me lo enseñó Aranet, el guerrero, te adaptas para sobrevivir, te acostumbras para sucumbir. Aranet me contó una anécdota: De joven cazaban pequeños batracios y no los comían crudos, en una gran olla ponían unas ramas, encendían fuego y ponían a los batracios que nadaban alegremente en el agua de la olla y a medida que el agua se iba calentando se sentían más plácidos. ¡Ah! qué hermoso, ¡como la tina del rey con agua caliente! Hasta que cuando los batracios se dieron cuenta de que los estaban cocinando ya era demasiado tarde porque estaban débiles para salir del agua, hasta que murieron en el agua hirviendo.

-Es un cuento -le dije-, es una fábula.

-Tómalo como una fábula, tómalo como algo que pasó, pero si estás con alguien tóxico eres como la rana en el caldero de agua caliente, te acostumbras, porque nadie se adapta a ello, te acostumbras. Te adaptas para sobrevivir, te acostumbras para sucumbir. No sirve una relación tóxica que te va comiendo tus entrañas, que te va calcinando por dentro, no.

-Lo que pasa, Anán, que la soledad pesa, sí a veces la soledad pesa, a veces escuchas el silencio.

-Sí, es cierto pero no te sientas mal por ello, te corre la adrenalina, tienes el afán de búsqueda pero si alguien te está encima todo el tiempo señalándote cosas, buscándote errores, tratando de tomar el timón de tu vida, estás muerto en vida. ¿Quieres eso?

-No, no. ¿Y tú, mi rey, quieres eso? -me atreví a decirle.

 

Y se quedó pensando. Monté mi hoyuman y lo dejé pensando: ¿Queremos eso?, ¿queremos relaciones tóxicas que nos sequen en vida?

 

Y marché para mi poblado con los granos que había comprado y con un licor exquisito que puse en mi otra alforja, que me había regalado el rey. La decisión estaba en mí porque al fin y al cabo era mi vida.

 

Gracias por escucharme.

 

 

 


Sesión 06/06/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

Unos científicos, en Ran II, hablan de producir una unidad artificial programada a semejanza del ser humano. Se debate que ese ser difícilmente llegará a tener dudas acerca de lo que no sabe y si podría albergar un alma.

 

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Entidad: En un momento había comentado que Ran II no es un mundo religioso. Está bien. La sociedad escribió sobre mitos, creencias, leyendas, pero es una sociedad pragmática. No nos podemos quejar con respecto a nuestro mundo, un mundo donde se respeta la flora, la fauna, algunos critican porque no se permite tener por ley más de dos hijos por pareja salvo que la mujer tenga un hijo y quede embarazada de gemelos o directamente tenga trillizos. Un mundo que ha pasado por distintas situaciones corriendo hasta riesgos de quedar esclavos de visitantes de otro sistema estelar, un riesgo que fue resuelto. Hay que estar, como decís vosotros, en la piel de Raúl Iruti, de la forma que resolvió el conflicto anteponiendo millones de vidas y sacrificando miles, pero no había opciones, no, ninguna.

 

En el rol de Nambo Flagan seguí profundizando en astronomía. Habíamos puesto hace poco en órbita un supertelescopio, un telescopio que apuntaba a un sistema solar medianamente cercano que tenía planetas gigantes gaseosos y planetas pequeños rocosos. Ese planeta llamado Ran II es el mundo en el cual estoy vivenciando este relato.

 

En el momento del relato nos juntábamos en el laboratorio de los genetistas Raúl Iruti y Alexis Anasio y conversábamos sobre un tema que entre todos habíamos planteado, tanto yo, astrónomo, como Julius Delfor, un muy buen experto informático. Estaba también Serge Nauer, que trabaja con pequeños nano chips integrados, y uno de los mayores expertos en nanotecnología, Osmar Belami.

Habíamos hecho cálculos de cómo se podría implementar una unidad biológica artificial. ¿Sería biológica, sería unidad informática? ¿Cómo la podríamos llamar? Yo desconocía un poco del tema, era experto en astronomía pero no en informática, no en nanotecnología. Alexis Anasio y Raúl Iruti estaban de acuerdo de que las conexiones neuronales del cerebro humano eran infinitamente superiores a cualquier conexión que pudiera tener el mayor de los ordenadores. Y a pesar de que habíamos avanzado muchísimo en la ciencia, en nanotecnología al punto tal de que con nanotecnología en este momento combatíamos todo tipo de enfermedades.

Y en un momento dado pregunté:

-Supongamos que el día de mañana se pudiera, quizá no en nuestra generación a pesar de lo avanzados que estamos. Yo, particularmente, he pasado por infinidad de problemas, he fracasado dos veces en pareja, mi carácter tímido no se ha modificado, mi mente analítica entiende, razona de que si yo no me respeto a mí mismo no voy a lograr el respeto de una relación. El tema es llevarlo a la práctica porque con mucha gente con la que converso, jóvenes, adultos, hombres ya bastante maduros me dicen exactamente lo mismo, la gran mayoría sabemos qué hacer, el asunto es hacerlo. ¿A dónde quiero llegar?, estamos hablado de crear vida a través de programas informáticos.

Raúl Iruti decía:

-Nuestro instinto, nuestra personalidad, si bien tenemos libre albedrío optamos, elegimos, no dejamos de ser un avanzadísimo programa de un creador intangible a los sentidos físicos pero tangible a la experiencia espiritual, que no tiene nada que ver con lo religioso.

-Y sí, es cierto, pero es distinto; para mí una máquina es una máquina, y un ordenador es una máquina programada. Tenemos un juego-ciencia donde se conquista territorio mucho más similar al "Go" de Sol III que al ajedrez, y hay superordenadores a los que el más calificado humano no puede vencer a ese juego. Y muchos escriben en periódicos digitales diciendo "La máquina superó al hombre". Conocéis el tema porque en Sol III sucede algo similar aún no estando tan avanzados como nosotros, pero hay máquinas que son invencibles en vuestros juegos mentales. ¿Pero por qué sucede eso?, ¿por qué no lo razonáis de la manera que yo lo hago? Hay juegos mecánicos donde se hace rodar una bola, cae, baja un platillo, levanta una pesa, esa pesa mueve una palanca, cae agua, ese agua llena un recipiente, ese recipiente vuelca en otro recipiente que hace mover otra palanca. Eso es mecánica. Salvando las distancias, la programación si bien no es mecánica sino digital es exactamente lo mismo aunque como decís vosotros en Sol III, peguéis el grito en el cielo diciendo "¡Qué disparates dice Nambo Flagan!". Ningún disparate. Si yo programo un juego mental para que ante tal movida del otro tenga las mejores posibilidades de respuesta con una anticipación de diez movidas, entended esto; el ser humano tiene que pensar, razonar, elucubrar qué movida va a hacer. El ordenador no, automáticamente está programado para responder a tal o cual movimiento. A lo sumo el ser humano lo puede empatar -en el ajedrez se diría tablas-, pero jamás ganarle. Y si un ser humano le ganara a una máquina es una falla, una falencia de quien la programó, no de la máquina. Me diréis "Entonces la máquina no se equivoca". La máquina no se equivoca ni deja de equivocarse, no acierta ni deja de acertar, es un programa. Los programas no aciertan, son automáticos. Tú vives en un edificio, llamas al ascensor, al elevador, presionas un botón, ese botón hace un contacto para que ese ascensor suba a tu piso. Eso es mecánico, argumentareis. Sí, nadie dice que no, pero mejor no lo puedo explicar con palabras y el receptáculo que me alberga necesita palabras porque podría tranquilamente ampliar incluso mi concepto.

Ahora voy a quid de la cuestión que hablé con Julius Delfor, con Serge Nauer, con Osmar Belami, con Alexis Anasio y con el propio Raúl Iruti. Nuestros dolores, sin sabores, necesidades, alegría, exaltación, dudas, pausas, expectativas, anhelos, dolor, rencor, ira, compasión, pasión, deseo, sublimación; podría seguir nombrando menoscabo, baja estima, vanidad..., eso nunca lo puede sentir un ordenador al que se le ponga una mente con nano chips y con millones y millones de conexiones que hagan sinapsis imitando el cerebro humano. Que puede llegar a crearse un robot que haga tareas, incluso un robot antropomorfo con pies, manos, rostro como vuestros androides de ficción, ¿pero sentir?, ¿como escriben algunos escritores de ciencia ficción? No, no me imagino a una inteligencia artificial teniendo engramas o roles de ego, se necesita mucho más.

¿Que se puede imitar una amígdala cerebral? ¿Que se pueda imitar un hipocampo donde se alberguen las emociones, cortex pre-frontales donde se albergue la mente analítica? ¡Je, je! Pero la desesperación de la soledad, de la incomunicación, de estar bien en la relación de pareja de repente a estar mal... De repente te encuentras con la sorpresa de que tu pareja está embarazada y tú no sabes cuál va a ser tu próxima reacción, ¿de alegría?, ¿de duda? ¿De duda porque no estás seguro del amor de tu pareja? ¿Si tu pareja está embarazada la criatura afianzará la relación o la estropeará más? Eso no lo siente un ser cibernético, no, no.

Iruti dijo:

-Entiendo, Nambo, tú estás hablando de dudas existenciales.

 

¡Ah!, esa era la palabra que buscaba, duda existencial. Sí, absolutamente. ¿Cómo la afianzo? Es decir... ¡Ay! El concepto, el concepto..., cómo lo traduzco al lenguaje hablado, porque justamente no quiero afianzar la duda, quiero afianzar mi ser, mi seguridad, pero de alguna manera creo que se entiende a donde quiero llegar, sí, y no estoy seguro. Me preguntaréis "¿Pero tú estás seguro de tu trabajo?". ¡Ah!, vosotros tenéis en Sol III un muy antiguo filósofo que decía "Sólo sé que no sé nada", yo puedo decir que sé que sé. Sé que sé mi tema y otros temas, soy culto. Seguramente vuestro filósofo se refería a "¡Oh!, cuanto más sé, más me doy cuenta cuánto más me falta por saber". No, no, eso lo comparto, una máquina no pensaría eso. Entonces ese proyecto no es que no lo comparta, creo que no es para esta generación, y la próxima, o la que sigue o la otra o la otra lleguen a lograrlo. Yo sé que hay algo dentro mío que tiene una sustancia no física sino una sustancia inmedible es la que me da esa vida, alma. ¿Podría ese ser cibernético albergar alma? Lo pongo en duda porque ese ego, esos apegos no son solamente físicos, tienen que ver con ese interior nuestro. ¿Una máquina tiene interior? "¡Ah! sí", diría el común denominador, la desarmas y buscas en el interior. No, no, no, no; estoy hablando de el interior, que va más allá. Un cirujano puede abrir en dos a una persona, va a visualizar todos los órganos, pero no su interior.

¡Pero será posible! Parece que me faltaran las palabras para expresar mi concepto. Duda existencial, dijo Iruti. Sí, es eso.

 

El poder expresarme a través de este receptáculo me permite descargar bastante, pero es como que en el fondo de mi ser veo más, y más, y más, y más dudas. Llamadlo engramas, roles del ego y es como que no se termina de vaciar. Pero soy un eterno agradecido de poder expresar; si no, no sé qué sería de mí como ser físico y como ser suprafísico. No debo quejarme, debo seguir trabajando en mí. Pero no es que todo pase por mí, como en los egocéntricos, no, no, no; pasa por mí en función de los demás, pero a veces no sé cómo tratar con los demás si no sé tratar con mi propio ser. Agregadle a eso que mi entorno es impredecible, mi pareja es impredecible. Estás de repente en un mar en calma, en una barcaza y a la hora hay olas de veinte metros de altura, y tu barcaza se transforma en una cáscara de nuez. ¡Vaya! Esa es la vida, una vida que así y todo queremos seguir viviéndola.

 

Gracias por ahora. Gracias de verdad, por ahora.

 

 

 


Sesión 14/06/2017
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de DSG

No estaba satisfecho consigo mismo ni con su vida a pesar de ser el mejor en su género. No estaba seguro de saber qué quería. Visitó a un amigo genetista y consejero espiritual.

 

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Entidad: En alguna medida, salvando las distancias, obviamente, porque en aquella vida yo tenía un trabajo estable y era muy conocido, Nambo Flagan astrónomo, quizás uno de los mejores en investigaciones planetarias, estelares, galácticas en Ran II. Pero justamente el haber estado en el grupo con Julius Delfor, con Serge Nauer, con Osmar Belami, con Alexis Anasio y con Raúl Iruti. Julius Delfor era informático pero de primera línea, Serge Nauer trabajaba en integrados lo más pequeño que se pudiera conocer, Osmar Belami experto en nanotecnología, Anasio e Iruti genetistas, Iruti aparte trabajaba en el interior de la persona, era como un soporte vital, espiritual, y era lo que yo necesitaba.

 

La última reunión no me hizo bien, cuando hablaban de que una máquina podría tener vida, y no quería caer en la vanidad pensando que ellos no entendían lo que era vida. Vida era felicidad pero también era dolor, vida era placer pero también era angustia, vida era no saber qué decisión tomar. Y si bien, como Nambo Flagan, el rol era distinto al actual de Sol III, también tenía mis dudas, mis angustias, mis fracasos porque no todo es trabajo. Ahora, si encima no sabes si verdaderamente tu trabajo te agrada o lo has hecho porque alguien de tu familia lo hacía y te copiaste -porque sucede esto, sucede mucho; tu padre es astrónomo tú eres astrónomo, tu padre es ingeniero tú eres ingeniero, sigues la línea, pero luego te pones a repasar qué has descubierto, qué has disfrutado, qué has vivido, qué no has vivido, qué te has perdido de vivir... Esa es la pregunta, me lo venía planteando desde siempre. Lo que pasa que hablaban de vida artificial, miles de millones de sinapsis, ¿qué ordenador puede lograr eso? Quizá era escéptico, quizá era escéptico porque era... quizá era escéptico porque era escéptico de la vida.

 

Y una vez más fui a consultar a Raúl Iruti, pero no como genetista. Me recibió en su despacho, ordenado, con sillones de imitación cuero -porque como sabéis, en Ran II se cuidaba la fauna; nuestras ropas, nuestras vestimentas, nuestro calzado no eran de cuero de animales, ni mucho menos. Tenía un despacho confortable, distinto el ambiente al del laboratorio. Puso una música muy, muy tenue, casi no se escuchaba, obviamente para no tapar las voces.

-Te escucho, Nambo -me dijo Raúl Iruti.

Le respondí:

-No sé por dónde empezar. Digamos como que no tengo una identidad. A ver, sí, soy un afamado astrónomo, prácticamente soy el mayor estudioso del sistema de Ran, pero tendría que sentirme contento. Hace treinta años atrás tú has logrado salvar el mundo, es como que nos has dado una nueva esperanza para vivir y sin embargo aquí estoy consultando contigo.

Raúl Iruti me dijo:

-Veamos, Nambo, has tenido fracasos afectivos porque no entendían tu manera de pensar. Salvo nuestro grupo hay muchos colegas que no te entienden, piensan que eres introvertido.

-¿Y lo soy? -le pregunté.

-Mira, puedes ser introvertido con determinado grupo porque no les interesa lo que tú digas, pienses, hagas. Entonces es como que no vale el esfuerzo ser extrovertido con ellos, pero no se trata de que yo te describa cómo eres porque nadie más que tú sabe cómo eres.

-No, no es cierto -negué-, tú tienes una elevada intuición.

-Bueno, te diré entonces qué pienso -me dijo Raúl Iruti-. Pienso que puedes dar mucho más de lo que das en lo humano, en lo humano; porque sacando lo humano adelante todo lo demás sale solo, aflora, sale a la superficie.

-¿Es bueno que todo salga a la superficie?, porque hay temas inconscientes que pueden ser dañinos.

-Es como siglos atrás -me dijo Iruti-, alguien tuviera un tumor y no hubiera la tecnología que hay actualmente, la genética que hay actualmente, y me preguntaran ¿es bueno sacarlo?, y yo diría que sí, porque el tumor acabaría contigo.

-Me parece una comparación demasiado fuerte -le contesté.

Iruti me dijo:

-Mira, a veces no nos decidimos a ser quienes somos porque no nos atrevemos, porque tenemos temores a mostrarnos como somos. A veces no decimos que no por miedo a perder, por miedo a que un amigo se ofenda, a que una pareja se vaya, y no nos damos cuenta de que si no nos atrevemos a decir no, estamos siendo permisivos con el error. Y a veces no sabemos lo qué queremos, qué trabajo nos agrada, qué actividad podemos desarrollar mejor, qué situación es la más cómoda para mí, no cómoda en el sentido de cómo estás ahora en un sillón mullido, sentarte y recostarte y quedarte, no, no, no; cómodo en el sentido de hacer las cosas más fáciles, porque no es cierto que desear hacer una cosa fácil vaya en pro de la gente que busca ser holgazana, no, no; ¿por qué complicar lo sencillo cuando se puede hacer al revés, resolver lo complicado? De repente tienes en la cabeza, Nambo, diez cosas para hacer y no sabes cuál te gusta. Pero el problema es existencial, porque no se trata de que algo te guste o algo no te guste, estás disconforme contigo mismo.

-Quizás -asentí.

-Y eso está mal porque tú eres muy importante, como todos, todos somos importantes, Nambo.

 

Hice un instante de silencio, me quedé meditando. Sí, cuando daba una conferencia mucha gente me aplaudía, pero en lo personal a veces iba con otro grupo y pasaba desapercibido, me incomodaba. Lo comenté.

 

Iruti me dijo.

-Pero eso es tu orgullo, es tu vanidad la que busca ser aceptado. No le vas a ser indiferente a diez personas sobre diez, tampoco vas a atraer a diez personas sobre diez. Algunas querrán empatizar contigo, otras pasaran por al lado y a otras les serás absolutamente invisible. ¿Y? No todos vibramos en la misma sintonía. ¿No te has puesto a pensar que hay gente que directamente no te reconoce porque no vibra en tu sintonía? Y no es que le eres indiferente porque te desprecia, no te ve; porque aparte puede estar en su mundo, porque son egocéntricos ellos.

-Todo eso lo entiendo -repliqué-, en teoría entiendo todo, todo, todo, todo, me falta aplicarlo. A veces estoy disconforme con mi trabajo, a veces quiero hacer otra cosa.

Iruti me miró a los ojos y me dijo:

-Mira, Nambo, pasa por disfrutar de la vida.

-Qué puedo disfrutar, ¿fracasos?, ¿desolación? ¿O de repente tener una pareja que está conmigo porque por causalidad queda embarazada y entonces no tiene otra que estar conmigo? Entonces, por qué tengo una pareja, ¿por amor o por caridad o por obligación?

Iruti me dijo con voz pausada:

-Nambo aprende a escuchar. Está bien tu argumento, está bien, pero piensa lo siguiente, todo eso que me dices es de terceras personas, terceras personas no te dan la medida de tu importancia, la medida de tu importancia te las das tú, tú sabes lo que vales independientemente de que otros te aceptan o están contigo porque no tienen otra o te aceptan porque eres el mal menor. Y disculpa mis palabras. Entiende que tú eres importante.

-Supongamos que sí -le dije-. ¿Cómo separo el hecho de que acepten mi importancia a creérmela, a ser vanidoso?

-Hay una diferencia -me dijo Iruti-, la autoestima es quererse, aceptarse independientemente de si otros lo hacen. La vanidad es ser adorado, ser admirado.

-¿A ti no te interesa ser admirado? -le pregunté.

-No, no, me interesa ser recíproco con los afectos. Si yo tengo afectos por alguien, obvio que voy a querer que la otra persona tenga afectos por mí.

-¡Ah!, entonces te atrapé.

-¿Por qué? -me dijo Iruti.

-Porque estás buscando la aprobación del otro.

-No, porque no me interesa que el otro me considere, simplemente sería feliz si tuviera el afecto del otro. Por ejemplo, a ti te tengo una muy alta estima, Nambo.

-Yo también siento una alta estima por ti -le respondí.

-Perfecto, pero no estoy buscando tu aprobación y tú no buscas la mía.

-Quizás yo sí -le dije.

-No...

-No me apruebas.

-No... Nambo, Nambo, Nambo, no te debe importar si yo te apruebo o no.

-Pero tu aprobación me es importante por ser quien eres.

-¿Quién soy?

-¿Cómo quién eres? Has salvado un mundo, tu trabajo en lo interior del ser humano es superior al trabajo que haces como experto en genética... me interesa tu aprobación.

-No debe interesarte mi aprobación -dijo Iruti-, debe interesarte mi afecto, el que pueda abrazarte, el sentirte como un igual.

-¡Vaya!, eso sería un halago sentirme un igual a ti.

-Nambo, ¿por qué te desmereces?, ¿por qué te desmereces? Volvamos al comienzo. Tú debes merecerte a ti mismo. Espera, deja para después que otras personas te merezcan. Tú debes merecerte a ti mismo y una vez tú te merezcas a ti mismo, que entiendas lo valioso que eres, de las cosas que puedes lograr...

-Es que no sé qué cosas me gustan -repliqué.

-Está bien. Supongamos que no sepas qué te gusta, disfruta lo que haces.

-¿Y si no me gusta lo que hago?

-Entonces trabaja para ganar créditos y entonces puedes comprar cosas, pasear, viajar. Y a su vez disfruta de una lectura, de un paseo, de una relación, de amistades. No todo nos tiene que gustar en la vida, a nadie le gusta todo de todas las cosas, nos puede gustar una casa y no un coche, nos puede gustar una relación y de repente no un grupo de amistades porque nos gusta estar solos leyendo, no a todos nos gusta de todo, pero muchas cosas nos puede gustar de algo, se trata de no complicar lo sencillo.

-Me cuesta.

-Claro que te cuesta, Nambo, y esto que yo te digo te va a quedar grabado analíticamente y no es que salgas de aquí de mi despacho y al toque clic lo vas a poner en práctica, esto lleva su tiempo. El tema es no desesperarte, tener la voluntad, tener la tolerancia. Tolerancia por ti mismo porque tendrás falencias como las tengo yo.

-¿Tú, falencias?

-Nambo, gracias al Creador que tengo falencias, si no sería una máquina como la que hablamos la vez pasada. Tenemos alma, tenemos falencias y gracias a esas falencias vamos en búsqueda de una supuesta perfección que nunca vamos a alcanzar porque la perfección la tiene el Creador. Entonces no te angusties, no te culpes, no vivas jalándote los cabellos diciendo "¿Por qué me pasa tal y tal cosa?". Tampoco el rol de víctima, no tiene sentido.

-¡Vaya que es difícil!

-Claro que es difícil Nambo, pero no imposible. Saca de tu vocabulario la palabra imposible.

-Es que no todo puede ser posible.

-Estoy hablando en sentido figurado, se supone que si no tienes un aparato no puedes volar, no eres un ave, obvio que hay cosas que no son posibles, lo estoy hablando en sentido figurado, pero eres inteligente, mucho más de lo que tú crees.

-¿Por qué?, ¿porque estudié algo en lo que sobresalgo?

-Lo importante es que sobresalgas como ser humano. Sal de aquí pensando en eso.

-Luego te pondré créditos a tu cuenta -le dije a Raúl Iruti.

 

Nos abrazamos y me marché. No sé si con esperanza, pero sí con reales expectativas, expectativas de verdad. Y vaya, que no es poco.