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Psicoauditación - Facundo F. |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión del 04/10/2023 Sargón, Furt Sesión del 12/02/2024 Sargón, Furt Sesión del 19/08/2024 Sargón, Furt Sesión 04/10/2023 El anterior ministro de la Federación Sargón, Will, seguía como desaparecido y se eligió un nuevo ministro. Esta propuso como viceministro al candidato predilecto entre otros comandantes: su padre. La entidad relata que su padre rehusó el cargo de viceministro por consideración a él, pero la realidad es que trataba de esconder su incapacidad.
Entidad: Estaba muy emocionado, me hubiera gustado estar en Sargón pero me habían destinado nuevamente en Ferro. Me hubiera gustado estar con mi padre, muy pocas veces se reunían en el planeta principal de la Federación los quinientos sesenta ministros de los quinientos sesenta mundos que conformaban los quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares de la Federación.
Aún no había salido la votación, no se había dado a conocer, pero los rumores corren no como reguero de pólvora, como velocidad ultra lumínica, y se sabía que el cien por ciento de los ministros votaban a favor de Nubia como primera ministro de la Federación Sargón. Y habían dado a conocer que elegía como viceministro al comandante Jon Salem. Me caían las lágrimas de la emoción. Mis compañeros no decían nada. Estábamos en el bar del cuartel, habíamos tomado una bebida caliente mientras mirábamos el holovisor gigante con todas las cámaras puestas en la votación electrónica, pero no había ninguna duda de que Nubia, ni uno solo de los quinientos sesenta ministros votaría en contra de ella.
Un par de compañeros me dijeron: -¿Y cómo te sientes, Furt? -Me siento extraño. -Porque se corre la voz de que tu padre, el comandante Jon, aparentemente es el favorito, quizá no tanto por antigüedad sino por haber tenido distintos destinos en planetas más apartados, y eso suma puntos.
Honestamente, me sentía feliz si esa era la elección de la primer ministro Nubia. Por otro lado me extrañaba porque, bueno, padre es cierto que había tenido distintos destinos pero siempre tenía cierta indecisión como para tener proyectos propios, como para dar una opinión certera sobre algún tema difícil, peliagudo. Pero bueno así era.
Los radares ultralumínicos detectaron una nave que llegaba de Sargón, me extrañó incluso que varios capitanes nos hicieron formar.
Hablé con el capitán que estaba con nuestra tropa. Le digo: -Permiso, mi capitán, para hablar. -Sí. Dígame, teniente. -¿Quién, qué autoridad importante viene en esta nave? -Me miró como sorprendido y por momentos sonriendo: -¿Me preguntas en serio, Furt? -Obviando el 'teniente'. -Mi capitán, nunca le hablaría en broma, por favor. -Te lo pregunto porque pareces despistado. ¿No habló tu padre contigo? -No, para nada, entiendo que estaba en Sargón. -Sí, correcto. Y ahora vino para aquí, para Ferro. Descansa, teniente, y ve a saludarlo. -Dejé mi postura de firme y marché.
Descendieron varios oficiales de la nave, alféreces, tenientes, capitanes, y atrás mi padre. -Hijo -Me abrazó-. Ven, ven conmigo. ¿Has tomado algo ya? -Mirando el holovisor me he tomado ya como cuatro cafés, uno más no hay problema. ¿Pero qué haces aquí? -Quería estar contigo, hijo. -Pero padre, según los rumores la primera ministro Nubia no había habido un nombramiento directo, pero se corría el rumor de que tú eras el predilecto para ser el viceministro de la Federación, ¿o era solamente un rumor? -No, Furt -me dijo mi padre-, no era un rumor, hablé con la primera ministro Nubia. -¡Ah! Por eso no entiendo qué haces aquí. -Si me dejas hablar, hijo... -No podía de la impaciencia. -Sí, te dejo hablar. -Le dije que me parecía demasiado precipitada la decisión de mi nombramiento. -Perdón, no entiendo. -No sé qué parte no entiendes. -Toda la parte no la entiendo, padre, toda. ¿Precipitada en qué sentido? -No..., no sé si tengo las condiciones para viceministro de quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares, hijo, no sé si entiendes la magnitud de lo que estamos hablando. -Lo miré asombrado y le dije: -La entiendo perfectamente, creo que es el puesto de más honor que en tu vida te hubieras imaginado. -Claro. Lo que pasa que tú tienes una óptica y yo otra. -Bien. Explícame, padre, la tuya porque no la comprendo. -Tú ves gloria. -¡Je, je, je! Sí. ¿Tú no? -No, no, hijo, yo veo responsabilidad, y veo mucha responsabilidad. Supón que un día se... se descompensa, -que nunca le pase- o se indispone y tiene que guardar cama y hay que tomar una decisión respecto a un mundo, a una batalla o a otro sistema que se quiere agregar, o de repente hay un conflicto en uno de nuestros sistemas y la decisión la tengo que tomar yo. -Padre, ¿me estás hablando en serio? -Nunca hablé más en serio, la decisión la tengo que tomar yo si Nubia se indispone o le coge fiebre o lo que fuera. -Y sí, la tienes que tomar tú. ¿Adónde está el problema? -Es mucho peso para mí. -Padre, ¿estoy hablando contigo de verdad o eres un clon? -Hijo, guarda la compostura, soy comandante y tú eres teniente, guarda la compostura. -No, no voy a guardar la compostura, estamos solos, traje de la máquina dos cafés y somos padre e hijo, no me vengas ahora con comandante y teniente. La primer ministro tiene asesores, tú como viceministro hubieras tenido asesores. ¿Sabes, padre, lo que es un asesor? -Furt, me estás faltando al respeto, no me tomes por idiota. -Bien, doy por entendido que sabes lo qué es un asesor. Entonces, llegado el caso tuvieras que tomar una decisión porque se enfermó la primer ministro, lo consultas con tus asesores. -Eso es mostrar debilidad. -No; ¿sabes lo que es mostrar debilidad?, rechazar el puesto. Dilo directamente, ¿rechazaste el puesto? -Hijo, te dije que yo no era el más indicado. -Padre, no era el más indicado, no se trata de gloria se trata de responsabilidad, blablaba blablaba. Ya me lo dijiste. ¿Rechazaste el puesto de viceministro de toda la Federación Sargón? -Sí. -Obviamente te habrá insistido. -No. -¿Qué te dijo? -Nubia me dijo: "Si piensas que no estás capacitado para dar el cargo, bueno, vuelve a Ferro". -¿Qué le respondiste tú? -Que me quería quedar a ver la ceremonia. Pero evidentemente ella también tiene su carácter, habrá pensado "Bueno si no quiere el cargo aquí está de más. Que vuelva a Ferro". Igual me pareció demasiado duro la decisión de ella de que vuelva y no vea la ceremonia. ¿O no estás de acuerdo? -No, no estoy de acuerdo. Pienso que lo que hizo la primer ministro es correcto. Si tú piensas que no estás capacitado no vas a pasar de donde estas, batallas, misiones, tratar con nuevos mundos. Olvídate, eso no se te va a dar. -¿Sabes lo que pasa, hijo, y recién ahora me estoy dando cuenta? -A ver dime. -No pensabas en mí... -¡Ah!, ¿no? -Para nada, pensabas en ti. -¿Me lo puedes aclarar?, porque no estoy entendiendo o no quiero entender. -Claro, no quieres entender. -Bien. Explíquemelo, padre. -Pensabas en ti, Furt: "Ahhh, ¿mi padre viceministro?, al toque me nombra capitán y en un par de años voy a ser comandante. ¿Cómo no, teniendo a mi padre viceministro de quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares?". -Lo miré, y de la impotencia me caían lágrimas, mi padre no me entendió-. ¿Te das cuenta?, estás lagrimeando porque no se te cumplió el sueño. -Padre, estoy lagrimeando porque ocultas tu indecisión, por no decir cobardía, trasladando tus problemas a mi persona, me importaba nada ser capitán, lo seré cuando me lo merezca. Al fin y al cabo yo también tengo mis indecisiones. ¿Pero por qué, por qué padre? Porque me las contagiado tú desde pequeño, desde antes de ser alférez, cuando era un simple estudiante de la academia militar, cuando tenía la ilusión de conocer Sargón, cuando veía tus indecisiones siendo tú capitán. Pero claro, escudas tu rechazo a este tan grande cargo diciendo que mi impotencia es que yo quería ascender a través tuyo. Me importa nada. Es más, voy a pedir un traslado, no quiero estar en tu compañía, no quiero estar en tu batallón, no me interesa. -¿Ves que tengo yo razón?, te interesa Sargón, quieres crecer. -Sí, pero yo soy frontal, quiero crecer por las mías, no porque un padre me acomode, no porque un padre me dé un puesto que no me gané. Y honestamente, esta conversación me hace muy mal, me hace muy mal. -Yo sé lo que te hace mal, que tus compañeros, los otros tenientes se burlen de ti, "¡Ah!, Furt, ¿qué pasó con tu padre?". -Qué poco me conoces, ¡ja, ja, ja! qué poco me conoces. O sea, ¿que tú piensas que a mí me importa lo que digan mis compañeros? A mí mis compañeros tenientes me respetan, nadie se ríe en mi cara, le hundo mi puño en su rostro a quien se burle en mi cara. -Y te ganas el calabozo. -Que drama, ¿no? Qué problema, ¿por qué no me mandas tú al calabozo ya que eres comandante y te dije que eres cobarde? -No te permito, porque de verdad voy a hablar con tu capitán. -No precisas hablar con mi capitán, envíame tú directamente, hazlo. ¿No?, bueno. -En ese momento me levanté, dejé mi café que se enfríe sin tomar. -Nadie te dijo que te marches, te ordeno que te quedes. -No no no, quedamos en que no éramos comandante y teniente, éramos padre e hijo hablando. Y hoy honestamente, no tengo ganas de hablar. Y me alejé.
Me junté con otros tenientes y justo se escuchaba la voz en el holovisor de la primer ministro Nubia: -Tengo el honor, querida gente de la Federación, de haber sido elegida por unanimidad la nueva primer ministro de la Federación Sargón y tengo el agrado de decirles que mi viceministro es un comandante que tiene la mayor capacidad de todo Sargón: Con ustedes aquí el gran comandante Oberson, quien fuera director de la Academia Espacial de Sargón. -Se escuchó un fortísimo aplauso y apareció el comandante Oberson.
Y entre mí pensé, en el fondo yo creo que lo más inteligente que hizo mi padre fue haber rechazado el cargo, Oberson tiene su pecho cubierto de medallas y bajo esas medallas y bajo su uniforme varias heridas de combate.
Y me sentía contento, me sentía contento porque Sargón tenía un viceministro de primerísimo nivel. Ya hablaría con mi capitán para pedir el traslado a otro mundo. No estaba enojado con mi padre, no puedo decir que estaba decepcionado tampoco ni sorprendido, conociendo sus indecisiones a lo largo de toda mi vida. Obviamente que me hubiera gustado tener un padre como viceministro, pero ahora que ya estoy más frío, más... más tranquilo y podía pensar sin estar reactivo, yo creo que mi padre hizo lo correcto.
Pero no quería que los demás tenientes vieran como me caían las lágrimas. Me retiré, fui de vuelta a la mesa a decirle a mi padre que sentía todo lo que le había dicho, y que era un estúpido y que me disculpe, pero cuando llegué a la mesa las dos sillas estaban vacías.
Sesión 12/02/2024 Apareció delante de su nave otra con intenciones no amables. Como estaba en el espacio de Ferro, de la Federación Sargón, se le requirió identificación, a lo que respondieron agresivamente. La entidad relata que se invalidaron las armes de la nave atacante y la nave quedó bajo el control del comandante, su padre. Estaba orgulloso de él.
Entidad: Estábamos por partir con mi padre, el comandante Jon, y se acerca a Ferro una pequeña nave de Sargón. Se presentó como el capitán Morkan.
-Mi capitán, lo conozco. Por suerte a su esposa la desagraviaron, la habían hecho responsable de un magnicidio pero había sido una alférez del sistema Prima. Permiso para preguntarle, ¿por qué viene a Ferro? -Teniente Furt, comandante Jon, voy a ir con ustedes, más que nada para ser el portavoz de la primer ministro Nubia. No he tenido tiempo aún de verme con mi esposa, Andara, pero sé que toda misión es importante, la nave que se acerca está a casi una semana luz y aún no sabemos si es hostil o simplemente de exploración.
El capitán Morkan dejó que dejen su nave en el gran espaciopuerto de Ferro y fuimos todos al gran crucero, el principal de la armada de Ferro.
Mi padre dijo: -Normalmente el comandante es un grado superior al de capitán, pero aprovechando, Morkan, que está usted aquí, lo dejo al mando de la nave y quedaré como portavoz de la primer ministro Nubia de todo lo que acontezca aquí en adelante con la nave desconocida. -A la orden, mi comandante -dijo Morkan-. Vamos a ir a velocidad luz, solamente a velocidad luz dos. Cuando estemos a una hora luz bajaremos la velocidad a menos luz solamente con nuestros motores, los impulsores comunes serán suficientes, estaremos alerta.
Prácticamente solamente mirábamos todos los aparatos, los tenientes se ocupaban con cuatro alféreces de ayudantes para estar a cargo de los ordenadores de la nave. Obviamente los tenientes y alféreces ingenieros se ocupaban del sistema de vida, se ocupaban de la protección energética, se ocupaban de la parte de alimentos. Me sorprendía la teniente que había venido también antes que el capitán Morkan, callada, absorta, ocupada en su ordenador. Me acerqué a ella y le pregunté: -Teniente, veo que tienes un mapa estelar. Me respondió: -Sí, teniente Furt, más que nada para saber maniobras evasivas de la nave en el caso de que fuera una nave espía u hostil, hay muchos asteroides al final del sistema estelar de Ferro y allí puede tranquilamente ocultarse aún estando todos los radares y ultraradares a pleno. -Bien, no tengo su nombre teniente. -Sophía. -¿No le molesta si le converso? -Para nada, puedo conversar y estar alerta a mi ordenador. Le dije: -Tengo entendido que es conocida de la primer ministro. -Sí, yo diría que más que conocida, soy como una especie de sobrina. -Vaya, ignoraba eso porque la primer ministro Nubia nunca comentó nada ni siquiera a sus allegados. Por primera vez la teniente se dio vuelta y me miró, destacaba su cabello rubio, sus ojos celestes penetrantes. Y me dijo: -Lo que sucede es que le pedí no comentar la cercanía afectiva, más que nada que no piensen que tengo preferencias. -Su mirada era seria, ni una sola sonrisa. Me hacía sentir incómodo y yo normalmente no suelo ser incómodo. Antes de que se note mi nerviosismo le dije: -Bueno, teniente, no quiero incomodarla más. -No, no me incomoda, para nada, pero sí voy a seguir estudiando la zona de asteroides.
Me aleje en silencio, hablé con el capitán Morkan. -Mi capitán, ¿la conocía a la teniente Sophía? -No, escuché hablar de ella hace poco, pero no. Le dije: -Tengo entendido por otros tenientes que hace tiempo que está en Sargón, pero nunca nadie supo de ella. Morkan me dijo: -Lo único que sé que sobresalió como cadeta en la academia espacial de Sargón con las mejores notas en ejercicios de simulación para piloto de naves pequeñas. Aprobó también con las mejores notas con naves grandes. Lo mismo en uso de armas, igual, y también en lucha cuerpo a cuerpo y en batalla. -Mi capitán, ¿cómo puede ser que con las mejores notas sobresalientes en todo, nunca haya escuchado a hablar de ella? -Es obvio, teniente Furt, tengo entendido que antes había sido padrino de ella el primer ministro Will. -Vaya, ¿es una privilegiada? -No para nada; justamente ella, la actual teniente Sophía nunca quiso, desde que empezó en la academia militar, a que la tomen por una chica privilegiada. Es lo que sé. -Me encogí de hombros. -Bueno, no sé qué misterio habrá con la teniente Sophía pero noto como que, no es que sea reacia a comunicarse ni tampoco sea cortante, pero no la noto empática. Atrás nuestro estaba mi padre el comandante Jon: -Acabo de escuchar, hijo, lo que has dicho y te lo había dicho antes en la base de Ferro que no prejuzgues, tal vez no sea falta de empatía, tal vez tampoco sea falta de cortesía, simplemente que ella presta atención a su trabajo. Y ya veremos cómo se desempeña, no saquemos conclusiones. ¿Es así, capitán Morkan? -Así es, mi comandante.
Por fin llegamos y la nave desconocida salió de velocidad ultralumínica, era un crucero de batalla desconocido. Habló el capitán Morkan por el traductor universal: -Soy el capitán Morkan de la Federación Sargón, estáis dentro de la Federación. Identificaos.
En la pantalla del holovisor se vio un rostro humano: -Somos de la Federación Cantos, del límite galáctico. Estamos en misión de exploración, fijaos que tenemos las armas desactivadas. -Está bien, normalmente uno se presenta. Como dije antes soy el capitán Morkan. ¿Con quién tengo el gusto?... -Capitán Odo, de Cantos. -Bien, normalmente las exploraciones se hacen en sistemas inhabitados. Este sistema de Ferro, perteneciente a la Federación Sargón, que tiene quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares. No hay ningún problema que visitéis nuestro crucero- ¿Podemos visitar vuestro crucero?, salvo que tengáis reparo. -Para nada, capitán Morkan, está bien que intercambiemos conocimientos. -Bien.
-Permiso para hablar capitán. -Era la teniente Sophía. -Adelante. La teniente Sophía se puso en pantalla: -Capitán Odo, soy la teniente Sophía. Vi a través del ultraradar que aparte de explorar estuvieron recolectando material de los asteroides del sistema Ferro. Y vosotros sabéis, si tenéis radares ultralumínicos, que este es un sistema habitado y no habéis pedido permiso. Tenemos todo el derecho de requisar el material. -Honestamente desconocíamos, teniente, que el sistema era habitado. -Mi idea, mi intención no es contradecirlo, capitán Odo, pero en este momento vuestra nave queda decomisada. Comandante Jon, aquí tengo las pruebas, en el mapa de los asteroides, que han estado trabajando sin autorización.
Habló mi padre: -Soy el comandante Jon, del sistema de Ferro de la Federación Sargón. La nave queda bajo nuestra custodia hasta no aclarar la situación. -Eso no podemos permitirlo, comandante -dijo el capitán Odo.
El capitán Morkan dijo: -Si intentáis cargar vuestras armas, seréis atacados, pensadlo bien. Al momento que nos comunicamos con vosotros a su vez mi comandante se comunicó con el planeta Sargón, el principal del imperio. -Disculpad, ¿no sois una federación? El capitán Morkan dijo: -Somos una Federación, pero ante naves que ocultan a qué vienen nos presentamos como un imperio. -Vaya, veo que antecedéis vuestro ego antes que vuestras armas.
Miré hacia un costado y vi que la teniente Sophía estaba con otras alféreces encargándose del armamento del crucero. Lo miró al capitán Morkan y le señaló disimuladamente nuestros ordenadores, éste asintió. Apenas el capitán Odo activó un torpedo de proa la teniente disparó inutilizando el lanzador de la nave de Cantos.
El capitán Odo dijo: -¿Os dais cuenta que habéis abierto fuego primero? Mi padre dijo: -Eso es retórica, capitán, al haber activado vuestro sistema de fuego ya es señal de ataque. Estamos mejor armados. -Eso no lo sabéis. -Os podemos destruir en instantes, rendiros y seréis custodiados.
En ese momento salieron de velocidad luz cuatro cruceros más de Sargón. -Bajad la capa energética también -dijo mi padre. Ahora me sentí orgulloso, mi padre estaba al comando de la nave y ordenaba. El capitán Odo accedió, desactivó todas las armas y bajó las defensas-. Varios de nuestra tropa, de los otro cuatro cruceros, serán teletransportados a vuestra nave, tomarán el mando de la misma hasta aclarar las cosas. Iremos a Ferro.
Accedió de mala gana el capitán Odo de los Cantos y fuimos a Ferro. Se evitó que hubiera bajas y se capturó la nave intrusa sin mayor inconveniente.
Sesión 19/08/2024 Fue solicitada su presencia en el sistema Prima, le recibió una comandante con aire denigrante que deseaba ponerlo a prueba. Él tampoco venía de buen grado.
Entidad: -Hola Furt, tengo novedades. -Lo miré a mi padre. -Espero que sean buenas. -Depende cómo lo tomes. -No me dejes con la intriga, la intriga me causa ansiedad. Y no, no me hace bien. -Tienes una invitación del sistema Prima. -¿De parte de quién? -De la comandante Estevia. -Dime que es un chiste. Primero, que yo no soy embajador de ningún lado. Segundo, que yo no tengo nada que ver. Además, lo que me has contado de la comandante deja mucho que desear. Desde ya no voy, rechazo la invitación. -Furt, en realidad la invitación es del gobierno de Prima, ella sería la que te recepciona. -¿Y a mí por qué? Soy un capitán como miles y además soy de Sargón. Además en un sistema ignoto, como Ferro. -Bueno, hijo, no tan ignoto, Ferro fue conocido por aquella rebelión de siglos atrás. -Padre, eso ya pasó. ¿En función de qué, de ser hijo tuyo? -No la puedes rechazar. -¡Bufff! -No suspires como si tuvieras que ir a la peor de las batallas. -Padre, no sé si terminas de conocerme, daría la impresión que no. Si tuviera que ir a una batalla no suspiraría. ¿Cuándo tengo que ir? -Mañana, a las cero seiscientos. -¿Voy con tropa? -No no no, no es como en mi caso, te invitaron a ti. -O sea, voy yo solo en una nave biplaza... -¿Te has quedado pensando? -Sí, me he quedado pensando. Voy a hacer un par de llamados. Y bueno, hablamos, padre, hablamos.
Me marché, me fui a mi habitación. Antes de descansar hice un par de llamados por visor lumínico, estuve como quince minutos conversando. Al día siguiente me levanté temprano, me di un baño de vapor, me puse el uniforme de gala, con las tres insignias plateadas de capitán. Mi padre tenía una dorada de comandante. Marché en mi nave biplaza a velocidad no máxima, a velocidad ocho ultralumínica, al fin y al cabo el sistema Prima estaba bastante cerca.
Cuando llegué, en el espacio-puerto me recibió esta mujer. No era como me la imaginaba, la vi más joven, incluso más joven que mi padre, atractiva pero no empática, o sea, que se notaba su don de mando y su poca empatía. Me sonrió, me estrechó la mano. Yo no estaba empático. Me dijo: -Bienvenido, capitán Furt, noto que eres distinto a tu padre. -Así es, somos bastante opuestos en todo sentido; en decisiones, en carácter. Y además nunca me quedo con una incógnita. Quisiera saber la causa de la invitación, por qué el gobierno del sistema Prima me invita. -Fue decisión mía. -Ajá. ¿Por qué? -Preguntas mucho. -Deseo saber. -Quería conocerte. Conocí a tu padre y me quedaron dudas. -Conmigo no las vas a resolver. -Comandante. Cuando te dirijas a mí siempre 'comandante' primero. -Disculpa, no eres mi comandante. Tú me dirás Furt, tampoco tienes obligación de decirme capitán. Y yo te voy a llamar Estevia. No..., no somos de la misma fuerza. -Te equivocas, somos aliados. -Está bien, Sargón es Sargón, Prima es Prima. -Ven, vamos directamente al navío. ¿Conoces de mapa galáctico? -Por supuesto -le respondí. -Bien. Quiero saber qué conoces, tal vez el día de mañana puedas ser útil a nuestra fuerza. -No sé cual es tu idea, Estevia, pero yo soy útil a Sargón, y una vez haber vencido a los mordon no me imagino que haya otro enemigo a la vista. De todos modos está bien. No comí nada, así que espero que en el navío haya un buen comedor. -Lo hay. Comeremos juntos. -Me encogí de hombros. -Como tú quieras.
Después me puse a pensar mientras íbamos al comedor -yo detrás de ella- si no era demasiada mi descortesía, pero quizás estaba un poco reactivo por todo lo que me había contado mi padre de lo petulante y vanidosa que era esta mujer. Pero bueno, dejaría que hable. Me presentó a parte de la tropa, la tropa muy educada. Había un capitán, ella delegaba los mandos en él. El capitán no era empático pero tampoco antipático, era cortés hasta ahí. Yo siempre con ceño fruncido, no podía evitarlo, era más fuerte que yo. Nos sentamos a comer. Me dio a elegir un plato, elegí, y una bebida de un zumo especial que me gustaba. Y conversábamos mientras comíamos. Me tomó el tiempo de tomar un zumo, me pedí otro. Y hablamos. -Tu padre es una buena persona. -No me dices nada nuevo. -Pero me da la impresión que le falta carácter. -Pienso que estás desubicada, soy el menos indicado al que le tienes que contar eso. -A él se lo dije, y le comenté además que estoy al tanto de que el nuevo primer ministro de Sargón le había ofrecido un enorme cargo y él lo rechazó diciendo que no estaba preparado. -Es un problema de él en el cual yo no me meto. Ya lo hablé con él en su momento, emití mi opinión en su momento y es un tema que yo lo doy por terminado. Y cuando yo doy algo por terminado tampoco es mi intención hablarlo con otras personas. -Pero conmigo sí. Al fin y al cabo soy la comandante de esta nave, y cuando doy una orden... -No no no, no, orden a tus subordinados, yo soy un invitado. -Pero, Furt, estás en esta nave y quedas supeditado a mis órdenes, así que vamos a hablar de lo que yo diga, de lo que yo quiera, cuando yo quiera, donde yo quiera. -La miré, no con mirada desafiante sino con mirada observadora. Y le dije: -Mira, he tenido muchos compañeros, capitanes, tenientes, y una de las cosas que no tolero es la vanidad y la tontería. -O sea, ¿me estás llamando vanidosa y tonta? -No dije eso, dije que no tolero ni la vanidad ni la tontería. Aquí yo no soy subordinado de nadie. -El hecho de responderme de una manera tan grosera es una insubordinación. -¿Ah, sí? ¿Y qué piensas hacer? -Puedo ponerte en un calabozo hasta que regresemos. -¿Y cómo lo piensas hacer? -Me toqué mi arma. -¿Y qué piensas hacer con tu arma, Furt? Mira detrás tuyo. -Me di vuelta, había doce personas de tropa, todos armados-. Aquí se hace lo que yo digo. -Disculpa, ¿para qué me has invitado, para someterme? Sabes que si me pones en una celda, por el tiempo que sea, habrá represalias. -¿Te crees importante? -No, no me creo importante, me creo un joven de carácter. Yo pasé por mucho, he pasado por traiciones, he pasado por humillaciones, incluso compañeros que me han traicionado. Incluso me gustaba una joven que prácticamente me ignoró. -Claro, y eso le afectó a tu autoestima. -No, tengo muy buena autoestima. Por eso digo, soy distinto a mi padre. Pero no voy a someterme. -Apenas termines de comer irás veinticuatro horas de Prima al calabozo. ¿Has visto a los equinos salvajes cómo los doman? Bueno, así te domaré a ti. -Yo creo que estás equivocada. Tengo la radio lumínica encendida y tengo un inhibidor de señales, en este momento la nave está manejada por la señal de mi radio de la misma manera que la teletransportación. -En un momento en el comedor aparecieron veinte soldados de Sargón y el capitán Alexis, con el traje de capitán, todos con las armas desenfundadas. Desarmaron a la tropa de Prima. La comandante Estevia palideció. Lo miró a Alexis: -Tú eres un civil, estás en Prima porque se te permite. -Disculpa, Estevia, soy un civil y estoy en Prima porque en Prima nací y es mi mundo, y Furt ya había hablado conmigo anticipándose a lo que tú podías hacer. -¿Sabes que esto es una rebelión? -No, no es una rebelión, estabas por someter a un capitán de Sargón. -¿Y por qué la tropa de Sargón te obedece? -Porque me respeta, porque al fin y al cabo fui yo quien venció al imperio Mordon, me siguen considerando su capitán. Y ahora vamos a volver a Prima. Miró al mando de la nave: -Capitán, te doy diez segundos para que des la vuelta. -Sí, capitán.
Estevia se sentía totalmente humillada: -Esto no te lo voy a perdonar. -A Alexis le decía. Él le respondió: -¿Y qué piensas hacer, quejarte? ¿Quién eres?, no eres nadie, ¿qué batallas has ganado?, ¿por qué eres comandante? Conozco toda tu foja de servicios, has vencido en dos o tres batallitas. ¿Quién eres?, una petulante, una creída. Ella lo miró desafiante: -¿Sabes lo qué hago yo con hombres como tú? -No respondas -dijo Alexis-, con hombres como yo no tienes ni para empezar. Mejor dicho, a mujeres como tú las ignoro, no me gusta la vanidad ni la petulancia. Interpreto que lo invitaste al querido capitán Furt para humillarlo. Su padre no te hizo nada, es una excelente persona. Pero yo no lo digo de manera despreciativa, es una excelente persona de verdad, que no haya tenido la voluntad o el arrojo de aceptar un puesto más grande no es tu problema ni el mío ni el de su hijo Furt. A ti eso no te tiene que importar. Eres una persona que humilla a la gente, eres una persona muy creída. Los capitanes te obedecen pero tú no sabes lo que hablan detrás de tuyo. No creo que ninguna persona te quiera, eres una persona infeliz. -No permito... -Cállate, cuando yo hablo a mí nadie me interrumpe. -¿Te crees que porque eres amigo de un consejero de Prima eres gran cosa? -No, para nada -dijo Alexis-. También era amigo íntimo de la exprimer ministro Nubia y de su esposo Fidis, pero los galones estos que tengo aquí me los gané yo, nadie me los regaló. Y nunca fui pedante con mi tropa, ¿exigente?, sí, pedante jamás. Y mi esposa, Kirana, que en este momento es la de más alto mando en la tropa de Sargón, es diez veces más soldado que tú, y no es vanidosa y no es pedante.
Volvimos a Prima, todas las comunicaciones quedaron abiertas. Lo primero que hizo la comandante Estevia es comunicarse con el jefe de gobierno, con el primer ministro, y le comentó la situación. Me quedé asombrado porque el primer ministro le dijo: -Lo que has hecho es para degradarte. Lo desafió al primer ministro: -Tú no eres militar, a mí me puede degradar únicamente mi superior, el gran comandante de tropa. El ministro le dijo: -Sí, que obedece mis órdenes. Así que cambié de idea, no serás degradada, directamente serás destituida. Cobrarás una pensión, serás una civil más. Obviamente podrás elegir un trabajo en informática o donde quieras porque con la pensión sola no creo que te alcance para vivir. -No es justo. -Yo decido lo que es justo. -Nos miró con cara de odio y se marchó. -Adiós, Estevia -le dije yo. -¡Mocoso impertinente! -Sí, soy impertinente, sí que lo soy, pero no soy vanidoso ni creído. Gracias, Alexis. -Me abracé con él. -Eres bravo, ¿eh? Eres bravo, chico, ¿eh? ¡Je, je, je!
Fuimos a la noche a la cena de gala. Alexis se encontró con su mentor. Disfruté de todo. Y luego nos quedamos a solas, con Alexis. -Has estado bastante reactivo. -Quizá lo mío no viene de ahora, digamos como que esta comandante, o excomandante, Estevia fue la gota que desbordó el vaso. Pero he pasado por muchas cosas, soy una persona que busca crecer y he tenido oportunidades, pero he tenido muchos compañeros capitanes que me palmeaban la espalda y después atrás mío complotaban, hacían correr rumores de que evitaba combates directos. Y a veces los rumores corren como regueros de pólvora, por suerte no transcendió, pero me sentí muy lastimado. Cómo decirte, querido Alexis, las heridas internas, esas heridas morales de traiciones, de indiferencia, a veces quedan marcas de por vida, no cicatrizan como las otras. -Alexis me miró a los ojos. -No coincido contigo, toda herida cicatriza, la vida siempre da revancha. En el buen sentido, no hablo de revancha contra alguien. No creo en la venganza, creo en la justicia. Si alguien que tú conoces, con nombre y apellido, te ha difamado me lo haces saber, yo me encargaré de hacer justicia. No hablemos de venganza, la venganza tiene que ver con los roles del ego, y eso te haría muy mal. Recapacité y me quedé pensando. -¿Sabes las veces que me acosté con dolor de pecho de los nervios de la gente que a espaldas mías hablaba mal de mi persona? ¿Sabes las veces que he navegado con tenientes que apenas conocía y escuchaba que murmuraban detrás mío? Y yo pensaba, ¿qué les hice?, yo trato de ser afable. No sé, yo te veo a ti, Alexis, y tienes un carisma que falta que se arrodillen. -¡Ja, ja, ja! No No exageres, Furt, no exageres, ¿tú quieres que se arrodillen? -No, no no no, no, no me malinterpretes, quiero que me traten como yo les trato a ellos, que me respeten. -¿Y no te respetan? -Sí, de frente, pero por detrás escucho ese murmullo y me da una impotencia tremenda. Una vez me di vuelta y había dos tenientes: -¿De qué hablan? -Mi capitán, estamos hablando de proyectos. -Bueno, cuando hablan de proyectos me lo comunican a mí. No murmuren entre ustedes, no es correcto y menos detrás de un capitán. -¿Pero esto pasó hace poco? -me dijo Alexis-, al fin y al cabo hace poco que te ascendieron. -Es cierto. O tal vez les dio envidia de que otro con más antigüedad sigan siendo tenientes, piensan que me ascendieron porque mi padre es comandante. Alexis sonrió y me dijo: -No seas tonto, Furt, yo sé que no es así, yo sé que no es así. A ti te tiene que importar, valga la redundancia, la gente que vale la dicha de conocer y no los imberbes alféreces o recién nombrados tenientes, eso no te tiene que importar, te tiene que importar la gente que vale la dicha conocer. Me quedé pensando y le dije: -Es un honor el conocerte. -Soy como cualquiera. También tengo mi carácter, no te creas, ¿eh? Si alguna vez entrenas conmigo en combate te arrepentirás de haberme conocido. -Ahora me interesa, me gustaría practicar contigo con esos palos cilíndricos llamados Bō, obviamente con traje especial. -No no no, primero firma un acuerdo, yo no me hago cargo de tus costillas rotas. -¡Ja, ja, ja! -Largué una carcajada. Y le dije-: ¿Sabes qué?, tengo más apetito. ¿Hay postre? -Lo que quieras. -Comamos, entonces.
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