Índice |
Psicoauditación - Josep |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
|
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep En Gaela, un grupo de amigos se sentía atenazado por unas entidades negativas. Áureo, mi hermano, aconsejaba dejar de ser presa de las pasiones, el rencor, la ira, librarse de su presencia con amor, dignidad. Yo añadía también la música.
Entidad: Dicen que los amigos, los compañeros y las relaciones se eligen. Por el contrario, la familia ya se encuentra antes de que nazcas y si luego tienes hermanos o primos también forman parte de la misma, no es algo que tú hayas elegido. Obviamente que uno -como esencia suprafísica o 90% no encarnado-, de alguna manera conceptúa donde, cómo, cuándo encarnar. Pero como decís vosotros en el plano físico, es una lotería puesto que no tenemos la sabiduría absoluta ni el conocimiento total para ver todas las ramificaciones de cada familia, por lo cual la mayoría de las veces no es lo que esperábamos; no para mal, generalmente hay variantes y muchas veces hasta puede ser para mejor. ¿Por qué no?
Otras de las veces que elegí encarnar en Gaela encarné en una familia abierta de criterio. Como sabéis, Gaela es un mundo dominado -quizá con las comillas de dominado-, por la orden del Rombo, creada en Amarís. Pero todo viene de Lizia, de dos mil años atrás cuando torturaron y clavaron en los maderos del rombo al gran Maestro Axxón.
Padre y madre eran, ¿cómo decirlo?, practicantes religiosos, pero más por obligación que por convencimiento tratando de quedar bien con sus vecinos en un mundo y en una época donde si sospechaban de ti te denunciaban. A vosotros os haría acordar cien mil años más tarde a la caza de brujas en Salem, je, je.
Aquí era el planeta entero. Entonces uno debía cuidarse, padre, más que madre. Madre, si bien se ocupaba de cuidarnos -atendernos, a mí y a Áureo, mi hermano mayor. Mi nombre en esa vida era Niceto, Niceto Valentín-, no nos sobreprotegía madre, pero nos daba indicaciones, recomendaciones, evitar tener problemas con los compañeros, evitar las reyertas, peleas, discusiones y por sobre todas las cosas evitar, evitar hablar de religión, y en el caso de que fuera necesario hablarlo o que los profesores en la escuela tocaran el tema, asentir: "Sí, sí, sí, sí, sí. La Orden de Amarís es lo más grande que hay después de Dios". Es una barrabasada lo que voy a decir, pero como dicen los profesores: "Hasta por encima de Axxón". Pobre Maestro. Lo digo con una risa cariñosa, no me malentendáis. Como decís vosotros en vuestro Sol III, es como que siempre estoy abriendo el paraguas entes de que llueva.
Padre era distinto, padre conversaba con nosotros de todo, de música, de escultura, de pintura, de todo tipo de arte, historia. Amaba la historia, odiaba el obscurantismo pero decíamos que teníamos que ser astutos. Áureo le discutía mucho a padre. Le decía: -A mí no me interesa ser astuto, me interesa ser sabio. Claro, éramos pequeños. Padre nos ganaba por su experiencia. Le discutía a Áureo. Le decía: Está bien lo que dices, pero la sabiduría trae incorporada la astucia.
Áureo le decía: ¿Cómo es eso? -Claro, saber cuándo callarte. Saber cuándo hablar. Saber cuándo hacer hincapié en algo, saber cuándo retroceder, cuando avanzar. Palabras complicadas en nuestra niñez que fuimos incorporando, aprendiendo, digiriendo. Eso nos hizo no más inteligentes, más sabios.
Yo era fanático de la música. Padre quería comprarme un piano, pero el piano pequeño no sonaba muy bien y un piano de cola... no teníamos una casa tan grande. Opté por el violín, me encantaba el violín. Es más, a mis catorce años -hablo de catorce-, ya componía. Voy a tratar que el interlocutor pueda, con su garganta, su tono, su nota reproducir algo, instantes de una de mis composiciones.
El receptáculo vocaliza unas notas...
Y mientras yo componía, Áureo, dos años más grande, soñaba. Y yo le decía: -Plasma al papel.
Y mientras yo me dediqué a la música, Áureo escribía. Recuerdo que me decía: -Nosotros, como seres humanos, tenemos una esencia interna que nos anima más allá de nuestro cerebro. El cerebro vendría a ser como un receptor que recibe la transmisión. Le preguntaba: -¿Cómo hermano, la transmisión de dónde? -La transmisión de lo sutil, de eso que nos anima. La sabiduría está en el alma. Puse peros. -Pero Áureo, eso va en desmérito nuestro, ¿esto que compuse es mío o de mi espíritu? -Es tuyo -afirmó Áureo-, absolutamente tuyo. Tú, como ser humano, compones. Obviamente que tú y tu espíritu son uno, pero en este momento tú, aquí, ahora, eres quien ha compuesto, y eres quien seguirá componiendo. Yo, humano, aquí, ahora, soy el que escribo, soy el que seguiré escribiendo. Pero existe ese mundo que no vemos, que no percibimos, que sí sentimos.
Padre participaba de las conversaciones, asentía. No emitía palabra, se quedaba pensando. Y a medida que íbamos creciendo, que íbamos teniendo más edad -yo catorce, Áureo dieciséis-, podíamos debatir de igual a igual con cualquier adulto. Pero padre siempre nos decía: "Acordaos de que la astucia forma parte de la sabiduría, les es útil para saber cuándo hablar, cuándo callar, cuándo retroceder, cuándo avanzar. Cuando no hacer hincapié para no caer en la ciena y quedar hundidos hasta el cuello porque quizá no haya quien les tire la soga, quizás encima les pisen la cabeza y los hundan del todo. Tened cuidado.
Áureo dice: -Entonces, la cautela forma parte de la astucia? -La astucia tiene mala fama -dijo padre-. El zorro que se roba las gallinas es astuto, tiene mala fama. Es más, en la sociedad, cuando alguien es muy astuto para lograr un puesto en una labor: "Pues mira que es zorra esa persona". Lo importante es que vosotros me entendáis, Niceto, Áureo, a qué me refiero.
-Entendemos -asentí-, entendemos. Entendemos que en la iglesia debemos ser los primeros en leer las parábolas de Axxón en la Orden de Amarís. Entendemos que aún a los más conocidos no debemos contar nuestra manera de pensar. Y entendemos también lo incómodo que resulta todo eso, el no poder gritar a los cuatro vientos nuestra verdad, porque lo que enseñó el Maestro Axxón no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora. Creo que el Maestro Axxón se pondría triste. -Yo estoy triste -agregó Áureo-, triste por la situación. Triste porque la Orden se desvirtuó. Triste porque el fundamentalismo impera en todo Gaela. Triste porque nuestras amigas son fundamentalistas y tenemos que asentir, hasta poner rostro entusiasmado. La sociedad nos hace hipócritas. -Coincido totalmente con Áureo -exclamé. Y padre dijo: -Yo coincido con ambos. Nada más tened cuidado cómo expresaros, dónde expresaros. -¿Y qué? ¿Qué tema? -Ya sois casi adultos.
Y pasó un tiempo. Fui perfeccionando mi música, llegaba a dar recitales. Lo mío no era una ópera clásica, mi música era independiente se podría decir, pero aquellos que sabían de música decían que era una música excelsa. Áureo me apoyaba en todo. He hecho giras, Áureo me acompañaba, siempre llevaba con él su cuaderno y su lápiz para escribir si por el camino se le ocurría algo.
Recuerdo cuando conocimos a Otavio Soldi, que había venido de Liziana con sus padres y estuvieron un tiempo en Saeta. Se hizo amigo nuestro. Al comienzo teníamos recelo pero fue Otavio quien se abrió, pensaba igual que nosotros, estaba en contra de todo fundamentalismo.
Le comentamos a padre. Dijo: -Tener cuidado. Hay gente que tira el anzuelo para pescar. Pero no, Otavio Soldi era auténtico. Y podíamos hablar de igual a igual de nuestras creencias. Él también creía en ese mundo más allá de lo físico donde moraban las almas.
Y lo volvimos a ver, de grandes. Y viajamos a Liziana y allí tuvimos experiencias difíciles de relatar. Otavio tenía un gran amigo, Domeni Salvi, también escéptico, también ateo, pero a ver, no ateo en cuanto a la existencia de Dios, Dios era Todo, es Todo, y en nuestro corazón sabemos que Axxón fue y lo sigue siendo el más grande representante. Escépticos en cuanto al fundamentalismo religioso, ateos en cuanto no creíamos en los sacerdotes de la Orden de Amarís.
Y conocimos a Danore por medio de Domeni Salvi, el amigo de Domeni Soldi. Danore estaba poseído por demonios. Estaba perdiendo la razón. Lo conversamos con Áureo. Áureo me dijo: -El tema es así, Niceto. Prestad atención, Domeni, Otavio. Todos tenemos libre albedrío, pero a veces somos presa de las pasiones, de instintos básicos, de deseos de revancha por situaciones que nos han creado rencor, ira. La ira, la rabia nos vuelve vulnerables como también nos vuelve vulnerables el estar depresivos, la baja estima, el no aceptarnos. Y todo esto es alimento para los demonios que al vernos vulnerables nos poseen.
Otavio le preguntó a mi hermano: -Pero qué, ¿nuestra alma se retira y deja pasar al demonio? -¡Oh, no! Si nuestra alma se retirara estaríamos muertos. El demonio, en realidad, se apodera de nuestros pensamientos, de nuestra mente. Su concepto, por así llamarlo, es nuestro concepto. Empezamos a odiar, a despreciar, a manipular, a permitir ser manipulados.
Sico, otro de los amigos de Domeni dijo: -Pero para eso están los exorcistas. Otavio Soldi, a quien habíamos conocido de pequeño, nos dijo: -¿Creen en el exorcismo? Áureo se anticipó y dijo: -No, porque el demonio tiene el mismo libre albedrío que nosotros. ¿Pensáis que con una frase el demonio se va a retirar? La única manera que ese ser se puede librar de esa presencia es entendiendo que el amor, la dignidad es lo que nos permite coger de vuelta el timón de nuestra vida y ya el demonio no tiene más cabida. Lamento lo de Danore, pero creo que su mente ya está distorsionada, no hay vuelta atrás con él. Pero vuestros amigos, Arduino, Valiño, pueden perfectamente resistir ese tipo de tentaciones que no son de vuestras mentes, son provocadas. Lo mismo tú, Domeni y lo mismo tú, Otavio, tened cuidado. Mucho cuidado.
Áureo terminó de hablar y de mi parte no tenía nada que agregar. Yo sabía que refugiándome en la música me contactaba con mi propia alma y me contactaba con Dios a través de música de la misma manera que Áureo lo hacía a través de la escritura. Por supuesto que amábamos la historia; Otavio de grande era historiador y teníamos enormes debates con él, sanos, donde uno aprendía del otro; nadie intentaba tener la razón porque cuando todos quieren tener la razón je, je, je, todos están equivocados.
Viajamos incluso al nuevo continente. Lo invitaron a participar a Áureo. Áureo dijo "Yo de música no sé nada de nada de nada, solamente puedo acompañar a mi hermano con mi presencia y luego podemos conversar al finalizar la opera de mil temas. Pero, honestamente, no sé nada.
A mí me bastaba su presencia. Yo sí pude participar en la gran orquesta y me sentí como con un poco de vergüenza -que sé que la vergüenza no es buena, es como el miedo a la exposición-, de haberme nombrado primer violín, pero y antes de cerrar, en un solo toqué esa pieza que había compuesto de pequeño. Aplaudieron, como decís vosotros, a rabiar. Y luego, el grupo de músicos, el director y con mi hermano Áureo fuimos a festejar. Áureo y yo no somos de beber, pero compartimos una muy pequeña copa de una bebida suave. Y el conocer gente, gente que esté en nuestra vibración, hace bien. Hace muy bien. Muy bien.
Gracias por todo. Gracias, de verdad, por todo.
|