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Psicointegración - Repasos sobre el ego

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

 

Psicointegración 20/12/2012

Profesor: Jorge Olguín

Interlocutor: Walter

Se repasó extensamente el tema del ego en sus variantes a través de muchos ejemplos de conducta y de qué manera se los puede vencer. Hay que reconocerlos mediante práctica adquirida para saber cómo manejar los egos propios y defenderse de los ajenos.

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Jorge Olguín: Cuántas veces se ha tocado el tema del ego en estos últimos años por nosotros. Antes, el ego se hablaba solamente en la filosofía budista y, de alguna manera, es como que hemos cooperado -junto con otros obviamente- para difundir el tema del ego en muchas partes del planeta. Assagioli, creador de Psicosíntesis, tocaba el tema del ego e incluso tenía una idea aproximada con respecto al yo central, a los roles y eso fue mucho antes de que yo creara Psicointegración. En tu caso, Walter, sin hacer ninguna tesis doctoral, aunque sea con pocas palabras o con tu punto de vista, defíneme lo que entiendes del ego.

Walter: Yo te cuento lo que me está pasando a mí. A medida que fui aprendiendo más sobre el ego y analizándome a mí es como que todo empezó a parecer más grande de lo que yo suponía que era porque yo pensé que lo tenía todo más controlado pero cuando descubría que tenía algo se me iba complicando y parecía que iba para atrás por ciertos momentos.

 

Jorge Olguín: El parecer que ibas para atrás era porque el tener un mejor conocimiento sobre los roles del ego tenía a su vez, obviamente, un mayor conocimiento sobre el entorno que te rodeaba y, de alguna manera, podías captar no el pensamiento porque no somos telépatas pero quizá la intención de los otros en su forma de hablar, en su forma de ser, en su forma de conducirse. Pudiste hasta darte cuenta si te querían manipular con roles de inquisidor, con roles de víctima. Pero como los roles del ego son tan escurridizos, aun sabiendo todo eso, en teoría no siempre es fácil llevarlo a la práctica.

 

Walter: Es como que se empezaban a valer de otras tretas cuando a uno le parece que tiene en claro algo...

 

Jorge Olguín: Pero no porque la persona sea super astuta o super inteligente, quizá el ego, como es fruto de la mente reactiva, también absorba del instinto, de lo instintivo que hay en nosotros porque lo instintivo también viene de la amígdala cerebral, donde está la base de la mente reactiva. Entonces el ego, de alguna manera, abreva del instinto. Y las personas se van adaptando: "Si este papel no me dio resultado para lograr esa meta cambio de rol y busco otra vía para conseguirla". Entonces, esa misma persona que de alguna manera -una persona inventada que supuestamente intentaba manipular, como dijiste recién- le encuentras la treta, le encuentras su juego, no juegas a ese juego para no caer en la emboscada pero te coloca otra emboscada por otro camino, de alguna manera. Insisto: no porque sea más inteligente sino porque como sus roles abrevan de la parte instintiva, esa parte instintiva, de alguna manera, es como que se camufla en otros roles para hacer caer a la supuesta presa. Lo digo así para que se entienda.

El ego no solamente es potestad de aquellos que manipulan, el ego también es potestad de aquellos que son manipulados. Y hay gente que se acostumbra a ser manipulada y lo toma como una cosa natural, como una persona puede tomar como algo natural nacer en una choza en medio de una selva o en un palacio en una gran capital de Europa.

 

Walter: Es como que cuando se acostumbre ya espera del otro esa reacción que lo manipula.

 

Jorge Olguín: Claro, pero no confundir acostumbrarse con adaptarse. El acostumbrarse es lo que decimos en Argentina el achancharse, el dejarse estar. Adaptarse es otra cosa: uno se adapta para sobrevivir. Hay especies que se adaptan a un cambio climático para sobrevivir. Son dos cosas distintas. Como también tengo consultantes que confunden aceptación con resignación. O sea, yo puedo estar en un entorno que no me es cálido, en un entorno que me es frío pero comprendo a ese entorno. Comprender tampoco significa compartir. Comprendo cómo es ese entorno aunque puedo no acordar con ese entorno pero lo acepto. No significa que me resigne porque resignarse también es achancharse, dejarse estar y bueno, me resigno, es lo que me tocó.

"Es lo que me tocó" es la palabra de un vencido. No, no es lo que me tocó, es lo que yo deseo, porque si yo digo "es lo que me tocó" me hace acordar de aquel niño que es más grande que yo y cortan un pastel y a mí me da un pedazo chiquito y, bueno, "es lo que me tocó", "es más grande que yo", "qué voy hacer", "veré de alguna manera que me dé un pastel más grande".

 

Walter: Saber buscar cómo mejorar la situación.

 

Jorge Olguín: Buscar cómo mejorar la situación evitando, en lo posible, antagonizar. A veces es imposible evitar antagonizar. El otro día había publicado una nota del anterior webmaster Daniel José sobre una frase de Karl Jung y yo había agregado que tenía una consultante que vivía con la abuela y la abuela la sometía. Un día coincidimos en un seminario -estoy hablando del año 1997 del siglo pasado- donde Eduardo Pérez, el profesor, estaba dando una charla y había señoras que preguntaban y esta señora expuso su caso de que no tenía dinero, que no tenía otra solución que vivir con la abuela y la abuela la venía sometiendo moralmente, no la maltrataba físicamente, la maltrataba de palabra: "Esto es mío, esto no lo toques, estás aquí de caridad", o sea, una abuela bastante distinta a los cuentos de hadas. Eduardo Pérez dijo: -Es un karma a revertir y seguramente te irás de esa casa cuando reviertas el karma o bien, de no ser un karma, es un aprendizaje de cómo es la convivencia y cuando estés preparada te irás.

Terminó el seminario. Fuimos varias personas a tomar un café y la señora en privado me dice: -Pero yo no tengo un peso para irme y me cuesta mucho conseguir trabajo porque aparte tengo una nena y el padre brilla por su ausencia. Es un padre que tiene una novia, no está. Me cuesta mucho conseguir un trabajo con una nena y sin un peso, con un currículum o una aplicación que podré llenar dos líneas nada más. No me van a tomar.

O sea, que es muy liviano, es muy fácil decir "Vete afuera si quieres". Si se potencia puede, pero no siempre se puede. No es soplar y hacer botellas, no es tan fácil. No siempre se puede, si no caemos todos en lo de Eduardo Pérez.

Entonces, una de las cosas que yo enseño es a aprender a ponerse en lugar del otro, no en el sufrimiento, no en el dolor porque cuando una persona tiene una pérdida, eso que dices "Te acompaño en el sentimiento" es una frase hecha porque no lo acompañas nada en el sentimiento porque la persona que sufre sabe lo que sufre. El otro lo dice de cortesía el "Te acompaño en el sentimiento". O cuando pierdes un familiar o lo que fuera.

De la misma manera, cuando uno se pone en lugar del otro y dice: -Bueno, es cuestión de superarse e irse de la casa de esa persona que la tiene sometida, esclavizada.

No es tan fácil. ¿Te vas a limpiar inodoros? Hay gente haciendo fila para limpiar inodoros también. No es tan sencillo. Hay gente que ni siquiera consigue trabajo -de varones hablo- de lavacopas, de lavaplatos. Hay chicas que, a lo mejor, consiguen un trabajo de mesera porque son jovencitas y atraen a esos "pavos reales" que van a comer a esos restaurantes porque hay meseras pero no es tan así. Cuando pasas de determinada edad ni siquiera te llaman si eres mujer y si eres varón y eres joven vas a conseguir un trabajo por diez pesos, por dar un ejemplo. Y si eres una persona más grande capaz que consigues un trabajo pero te van a pedir hasta la fecha en que estornudaste por primera vez, irónicamente.

 

Walter: La situación puede ser difícil pero no hacerla más difícil.

 

Jorge Olguín: Está bien lo que dices Walter. No hacerla más difícil porque hay personas que actúan en el rol de esa señora haciendo aparte rol de víctima: "Lo que a mí me tocó vivir", "Dios no está contento conmigo", "Mi vida es miserable".

O sea, si encima de lo que pasa uno llora, no va a tener tiempo para encontrar la solución. Esto no significa que si la persona es optimista: -Bueno, no hay problema. El lunes salgo a recorrer y yo sé que para el mediodía ya conseguí un trabajo.

No siempre se da tampoco eso. Obviamente, si eres optimista, en lugar de hacer rol de víctima, tus posibilidades se van a multiplicar muchísimo en conseguir algo obviamente pero no significa que se consiga por decreto.

Otra de las cosas es el decreto. ¡Oh! El decreto. Yo tengo tres niveles de control mental: tengo primero, segundo y tercero de control mental, o sea, sé lo que es el decreto. Hay escuelas que enseñan que el decreto lo es todo y no es así. Para probar muchas veces he decretado cosas que no se me han cumplido como no se les cumplen a otros. No es que yo decrete algo y eso se va a dar. Lo del decreto es tan falso como los médiums de América del Norte que hablan con los pleyadianos cuando sabemos que las Pléyades son estrellas en formación que no tienen sistema planetario, por lo tanto,  no hay pleyadianos. Tampoco existen los decretos o la nueva corriente budista donde dice que un mantra es un super decreto que te brinda todo.

Es más, algunos son tan audaces que se atreven a decir que un mantra puede llegar a suplir la acción de servicio, y la acción de servicio no la suple nada porque es "Ora et labora", fe y obra, oración y obra, o sea, nada suple la acción.

Y hablando de oración y obra, he tenido infinidad de debates con gente muy preparada que me dicen que solamente se transciende "siendo". Y yo agrego "pero solamente se puede ser haciendo" si no, caemos en lo que me pasó cuando yo tenía 23 años, hace poquitos años atrás, que me invita una señora amiga a un templo evangélico, que es la rama protestante, en el barrio de Flores, Buenos Aires, Argentina. Fui para ver de qué se trataba. Yo ya conocía la escuela espiritista porque me había llevado un compañero de secundaria. Él no siguió, abandonó en tercero y seguí después en la nocturna hasta quinto. Y cuando la señora se va para delante me deja un libro -esto lo he comentado otras veces- que decía "Puente para llegar a Dios".

-¡Huy, qué interesante!

Lo abrí: "Donar sangre, un escalón". "Ayudar a un minusválido a cruzar la calle, un escalón." "Ayudar a las escuelas, un escalón." "Ir a visitar a los enfermos a los hospitales, un escalón", y así sucesivamente. "Orar, la escalera completa". ¡Ah!

Cuando vino la señora le digo:

-¿Pero qué es esto? ¡Pero esto es cómodo! O sea, yo me quedo cruzado de brazos, veo como el mundo se derrumba... Total, oro y llego a Dios.

-No, pero tú tienes al demonio. Tú no estás de acuerdo con esto. Eres un profano.

Basta de profano y sagrado. Basta de títulos, por favor.

 

Walter: Basta de acusar.

 

Jorge Olguín: Basta de acusar, basta de señalar con el dedo, si no caemos en la excelente frase de Jesús: "Miran la paja en el ojo ajeno y no miran la viga en el ojo propio". Conozco maestros que tienen un ego más grande que el obelisco, no el de Buenos Aires, el obelisco de Washington, que es tres veces más grande.

A ver, ego tenemos todos porque el ego está incorporado a nosotros. El ego no se elimina porque la mente no es un campo de batalla, la mente tampoco combate al ego. No hay campo de batalla en la mente. El ego se integra, se van integrando todos sus roles, pero el ego está ahí porque el ego somos nosotros. Siempre va a surgir un rol de ego. Entonces, ¿cómo se controla el ego? Estando alertas, no estando dormidos. Hay muchas maneras de estar dormidos y la gente no se da cuenta.

He contado mil y una veces -como el cuento de las mil y una noches, que en realidad no es las mil y una noches, es "Las mil noches y una noche", ese es el título correcto-, bueno, he contado mil y una veces una regla de la parapsicología -que te lo he contado a ti también- que pagaba el título a un profesor amigo, le pagaba el título pero bien caro -300 dólares- como reina de la parapsicología. O sea, no es un título de grado donde estudiaste algo, es un título honorífico para tener diploma y capaz que tenía tres meses de tarotista y era reina de la parapsicología. Y estábamos en un hotel, que yo fui a ayudar a este amigo profesor para cubrir una brecha y dar una charla mientras él se cambiaba, y en un momento dado yo entro y ella sale y le abro la puerta y me ignora como si fuera yo el portero, el botones que le abre la puerta para que pase, y pasa mirando para arriba.

 

Walter: Bueno, era la reina.

 

Jorge Olguín: Era la reina. ¡Dios mío! Vino a un canal -un canal de cable del sur de Buenos Aires que creo que debe transmitir para tres hectáreas, lo verán 15 personas- y saludaba y hablaba a ese canal de cable como si la estuviera viendo Univisión de Miami -donde yo estuve dos veces en el show de Cristina- y la vieran 18 países y 18 millones de personas cuando en realidad solamente la veían tres o cuatro vueltas de manzanas de un barrio del sur. Y esa señora se atrevió a decirle a Manuel Moya, doctor en matemáticas de Brasil, de Chile y de Argentina, en tres países tiene el doctorado en matemáticas: -Este es nuestro reservado para nosotras, las premiadas. Manuel, como era distraído, se sentó adelante de todo y yo le gritaba desde arriba: -¡Manuel! ¡Ven acá!. Pero él no me escuchaba y dijo: -¡Ah! Bueno, bueno. Y al oír se levantó y se vino con nosotros.

Y yo, entre mí, sí, claro que me cogió el ego en ese momento porque decía: "¿Se dará cuenta esa mujer de al lado de quién estuvo?", al lado de una persona cuya parte espiritual ha llegado a asomarse al caos: Morganel.

 

Walter: No le dejó ver el ego.

 

Jorge Olguín: El ego te ciega, te ciega por completo. El ego te ciega siempre, en todo momento te ciega. El ego no te deja ver situaciones. Muchas veces hay que subirse a 30.000 kilómetros de altura y ver la Tierra desde lo alto, figurativamente, y darte cuenta de que abajo somos menos que hormigas. Siempre pienso, de repente, en un matrimonio que grita y no se dan cuenta de los engramas que les están causando a sus hijos, a sus criaturas, y capaz que esos chicos después van creciendo y capaz que hacen lo mismo con sus padres, los maltratan de palabra: -¡Salid del camino, que caminas lento! ¡Por qué no te quedas sentado, que aquí molestas en el paso!

Sí, es tan así.

 

Walter: Sí, se les influye.

 

Jorge Olguín: Y un día yo pensé: supongamos que tuviéramos una máquina del tiempo ahora y cogiéramos de la mano a diez generaciones y las pusiéramos todas en el mismo año: tatarabuelo, bisabuelo, abuelo, padre, hijo, nieto, biznieto o chozno. Los juntamos a todos a una edad de 20 años a todos pero con el recuerdo de cada uno. ¿No le daría vergüenza a ese padre o a esa madre haber discutido delante del niño?

Una vez en Gran Buenos Aires, donde yo vivía -cuando mi hija mayor tendría 5 o 6 años, no, 5, ni siquiera iba a la primaria, la menor tendía 2 o 3 años-, fuimos a casa de un matrimonio que tenía una nena de la misma edad de mi hija menor y cometió un error: en lugar de ir al baño, en la rejilla del patio hizo "popó", el famoso número 2. ¿Sabes que la madre la levantó de la mano y le dio de bofetadas? "¡Pam, pam, pam!". La nena ni se enteraba por qué le pegaron, porque estamos hablando de que tendría entre 2 y 3, no llegaba a los 3 años. Estamos hablando de una nena que ahora debe tener 30 o 31 años. Me acuerdo del nombre: Betzabeth.

 

Walter: Betzabeth.

 

Jorge Olguín: Sí. Te has acordado de David, Rey de Israel, ¿no? David y Betzabeth. Es un nombre bíblico.

 

Walter: Debe ser una anciana de...

 

Jorge Olguín: Debe ser una chica 31 años ya, a lo mejor con hijos, y la madre no debe ser una madre muy mayor, tendrá 50 pasaditos porque la tuvo de joven, pero yo no sé si la chica se acordará de ese episodio o capaz que era muy chica pero yo digo siempre que el rencor es malo porque el rencor es como comer un plato de hiel -no digo miel con 'm', hiel con 'h', hiel, amargo-, el rencor te lastima a ti. Pero yo tampoco creo en el perdón; creo en algunos perdones, no en la mayoría de los perdones. Si yo de repente voy corriendo y no me doy cuenta y te veo y sin querer te toco con mi hombro y de caes de rodillas claro que te voy a pedir disculpas pero no en ese perdón egoico "Te perdono. Bueno, anda, anda, que te perdono". Ese perdón de perdonavidas es un perdón egoico. En ese no creo. Pero esa niña con esa madre no digo ni que tenga rencor -porque el rencor la consume a ella- ni que tampoco la perdone sino que haya comprensión, que la comprenda. Que comprenda que -quizá la mamá escucha esta grabación aunque hace 24 años que no veo a esa gente- quizá esa mamá tenía un techo, es decir, una avioneta puede volar a 3.000 pies, un biplano puede volar a 5.000 pies, un jumbo puede volar a 34.000 pies de altura. Entonces, hay gente que tiene techos, techos de comprensión.

 

Walter: ¿Puede ser que la mente reactiva sea la que te marque ese techo?

 

Jorge Olguín: A veces sí. No tiene que ver con la inteligencia.

 

Walter: El odio, la bronca, que por ahí te genere algo...

 

Jorge Olguín: Claro, sí.

 

Walter: ...te abre la puerta de la mente reactiva y hace que no pases de ahí, no te deja analizar la situación.

 

Jorge Olguín: Claro porque el ego te ciega. Sí, es así. No tiene que ver con la inteligencia, no tiene que ver en absoluto con la inteligencia.

 

Walter: Por más que quieras analizar la situación en ese momento no puedes.

 

Jorge Olguín: No, no puedes. Es más fuerte que tú. En realidad, sí se puede: tienes que estar siempre alerta.

 

Walter: Hay que entrar por otro lado, analizar desde otro lado.

 

Jorge Olguín: A ver, yo mismo -lo digo aunque me tire tierra encima pero no voy a ser hipócrita con quien escuche esto- a veces me enojo con mi propio ser cuando momentáneamente pierdo los estribos y me invade el ego. ¡Cómo! ¿A Jorge Olguín le invade el ego? ¿Por qué no?, estoy en el plano físico, ¿cómo no me va a invadir el ego? Claro que me invade el ego, por supuesto que me invade el ego. El que uno tenga conocimiento del ego no significa que lo domine el cien por ciento. Claro que me invade el ego, pero me molesta, después, que me invada. Me critico, soy autocrítico, que muchos no son autocríticos y es bueno ser autocrítico.

 

Walter: Claro, el que no es autocrítico dice: -Yo tengo razón. Me dio bronca esto.

 

Jorge Olguín: "Yo tengo razón". Se justifica. El que es autocrítico nunca se justifica porque no hay ningún acto hostil que pueda justificarse, por mínimo que sea. Nunca.

Obviamente sí hay actos hostiles que se justifican, cuando son actos hostiles en defensa propia o que están atacando a un ser querido tuyo. Obviamente que vas a actuar en consecuencia. No hablo de eso, hablo de actos hostiles tontos, que de repente tienes una discusión con un compañero y termina a puñetazos porque la discusión se desbordó. No, eso es una barbarie. Si yo veo que la otra persona no razona y sigue con lo mismo y sigue con lo mismo, OK, lo dejamos así. Incluso no digo "Tienes razón" porque el otro, enseñado por su padre o por sus abuelos, va a decir "Me da la razón como a los locos", la famosa frase de nuestros bisabuelos: "Me dan la razón como a los locos". Hay muchos que en realidad no son locos, lo que se llamaba "loco" cuando éramos chicos nosotros, tenían unos engramas, había unos roles del ego tan avezados que, como dije en una charla reciente, hay roles del ego que son como la espalda escaldada del hombre que en pleno verano, con treinta y algo de grados de temperatura o con cien grados Fahrenheit, se durmió en la playa dos horas, entre las dos y las cuatro de la tarde, no lo puedes tocar porque hasta ampollas debe tener en la espalda, no lo puedes tocar ni se puede poner la camisa.

 

Walter: Debe ser terrible.

 

Jorge Olguín: Bueno, así es el ego. Hay gente que no le puedes decir "A" porque se van a fijar en tu entonación, en tu rostro, en cómo lo dices. Peor es si lo escribes; si tú estás escribiendo un e-mail es peor porque como no te ven, si escribiste con mayúsculas,  "¡Me estás gritando!" te dicen, porque ya es una costumbre de la web que en mayúsculas estás gritando. Son como el aceite ese que le tiras unas gotitas de agua y salpica para todos los lados y hasta te puede tocar a la cara y quemarte. Bueno, doy el ejemplo del aceite que tiene agua y hace "grssss", hace así la sartén o la espalda escaldada.

 

Walter: Pero tú das ese ejemplo del hombre que se quema demasiado como diciendo cuando uno deja al ego que tome el dominio, digamos que se agranda y después no se puede ni mencionar nada.

 

Jorge Olguín: El hombre que se quema demasiado es el hombre que le da rienda suelta a su ego, no lo puedes ni tocar.

-¿Tú vas a ir a ese baile?

-¿Por qué? ¿Estoy mal vestido para ti para ir a ese baile?

-No pero no te lo dije por eso. Te lo dije por si vas a ir, si me acompañas.

-¡Qué! ¿No quieres que te acompañe?

-No, no estoy diciendo que no quiero que me acompañes. Estoy diciendo si vas a venir, así yo combino la hora, llego a casa, me cambio, me doy una ducha y, aparte, cómo vas a ir vestido, porque yo por ahí voy de traje y tú vas de elegante sport.

-¡Qué! ¿No quieres que vaya de elegante sport? Yo traje no tengo, yo no tengo tanta plata. ¿Qué? ¿Ahora soy pobre para ti?

-No, no te lo estoy diciendo por eso. Te lo digo para ver si tú no vas de corbata yo tampoco. Vamos vestidos parejos.

-Está bien. Pensé que no querías que fuera.

-No, no te lo digo por eso. ¿Quieres que te pase a buscar?

-¿Me estás echando en cara que yo no tengo coche?

-No, ¿quieres pasarme a buscar tú?

-¡Ah! Tú lo quieres todo cómodo.

Me vuelve loco. Si lo voy a buscar yo se enoja porque yo tengo coche y él no. Si me viene a buscar él se enoja porque yo hago la cómoda, me viene a buscar: -¿No quieres que te lleve aúpa, también, alzado?

¿Sabes cuánta gente conozco así, cuánta?, muchísima, y cuántas convivencias hay así, cuántas convivencias.

 

Walter: Y, ¿cómo se llega a eso? Cuando el ambiente es muy hostil y le sobrepasa a uno.

 

Jorge Olguín: Primero hay una cosa que yo enseño. Siempre enseño a empatizar. Si tú vas a hablar con un cliente tú vas hacer la misma voz del cliente para empatizar con él, lo que se llama comúnmente en el vendedor "tener rapport con el otro".

-¿Qué tal? ¿Cómo le va, Jiménez?

-Muy bien, González. ¿Y a usted?

O sea, emulas la voz del otro. Si el otro levanta la voz tú la elevas también. Aparte muestras seguridad. Pero en un conflicto, cuando hay ese tipo de personas que son el aceite con agua que por cualquier cosa lanzan la gotita hirviendo, ahí tienes que modular una voz tranquila, que no haya oposición. Eso no significa que agaches la cabeza para que te den con el hacha del verdugo, significa que no vas a antagonizar con la persona. En lo posible intentar blindarte de la conversación, irte de la conversación y dejar que el otro hable, que se descargue.

Había una persona que yo conocía de tiempo atrás, de mucho tiempo atrás, que a él le mal enseñaron y él me quería mal enseñar a mí. Y me decía:

-Jorgito, siempre tienes que acusar recibo.

-Sí, yo acuso recibo.

Soy una de las pocas personas que responde los correos privados. Soy una de las pocas personas que responde los correos privados de Facebook también porque muchos brillan por su ausencia y no responden pero también acuso recibo prestando el oído a aquel que se está descargando, permito que se descargue. ¿Pero por qué dije que esta persona quería mal enseñarme a mí? Porque no es cierto ese principio de una técnica -que no voy a nombrar- que dice que cuando acusas recibo la persona termina desinflándose. Hay personas que son un mar sin fondo y que la puedes estar escuchan dos horas lamentándose y sigue tan febril como en los diez primeros minutos. Yo lo he vivido eso con un ser querido que ya no está en el plano físico, yo lo he vivido.

Le digo: -Está bien, descárgate, te escucho. Son las diez de la mañana pero a las doce del mediodía me tengo que ir a una consulta.

Cuando son las doce menos cinco, que la persona durante 115 minutos habló y habló y habló y habló, le digo:

-Me tengo que ir.

-Claro, no me escuchas. Yo soy un cero a la izquierda.

La había escuchado casi dos horas a la persona. O sea, no es cierto lo que enseña esa técnica de que si tú le acusas recibo la persona se desinfla. Hay personas que daría la impresión que tú por un lado desinflas un globo y de atrás te hacen trampa y lo inflan con el inflador, que tiene un agujerito.

 

Walter: ¿Y si tú la grabas y se lo das cuando termina la persona?

 

Jorge Olguín: No la escucha.

-Esto es una tontería. ¿Para qué quiero escuchar esto?

-Pero es tu propia voz.

-¡Ah! No me interesa. Ya me quieres manipular.

¿Quién habla de manipular?, la reina de la manipulación.

O sea, es todo así, es muy difícil. Nunca terminas de aprender de los roles del ego porque son infinitos los roles del ego como son infinitas las posibilidades del instinto. Entonces, sí es cierto que cuanto más sabes del ego más posibilidades tienes de interactuar con los demás y de controlar tu propio ser, eso es verdad, porque el ego no es el sexo opuesto...

Me voy de tema. Había una reunión donde va un hombre muy jactancioso, de unos cuarenta y algo años, con voz y rostro de superado y en la charla se había hablado sobre el trato con el sexo opuesto, varones y mujeres.

-A mí nadie me tiene que enseñar nada, profesor -me dice-.

Le digo: -Perdón,  ¿en qué sentido?

-Je, je. Yo estuve casado tres veces. Yo sé los secretos de la mujer...

Le digo: -Disculpa, capaz que cruzando la esquina te encuentras con una mujer que va a ser distinta a tus 3 ex esposas y a tus 17 ex novias y vas a tener que empezar de cero.

 

Walter: Es que seguro que va a ser distinta.

 

Jorge Olguín: Porque va a tener otra forma de ser, otra forma de sentir, otra forma de actuar, otra forma de visualizar, de acariciarte, mil cosas. Entonces me di cuenta de que ese hombre que se jactaba, se jactaba su ego, porque el ego ve espejismos. Aparte, ese es otro defecto del ego: el ego se imagina lo que podría ser la persona y no hace nada, el ego ve espejismos.

Hay gente que me dice que el ego es necesario porque lo confunden con autoestima. Autoestima es: "Yo soy importante, yo me quiero, yo voy a conseguir ese trabajo". "Me rebotaron en ese trabajo, no me tomaron, bueno, ellos se lo perdieron". Eso no significa que yo sea egoico, significa que me siento importante pero sanamente importante, sin jactarme ni tener un cartel en la frente: "Ámenme, quiéranme, abrácenme". No.

 

Walter: Claro. No es que sea necesario sino que es útil o puede ser útil para cooperar.

 

Jorge Olguín: Es útil. Lo mismo en una relación con el sexo opuesto: Esa persona que te gustaba te dio vuelta la cara. Una persona egoica diría: "Qué se piensa, qué se cree, es una pobre persona" por rencor. O diría lo otro si tiene baja estima: "Cómo me fijé en ella, no sirvo para nada, ella no me va a dar importancia porque soy feo, nadie se va a fijar en mí, no tengo temas de conversación". La persona que tiene autoestima no significa que no vaya a fracasar; le darán vuelta la cara, no lo tomarán en ese trabajo pero dirá: "Bueno, no era para mí", pero no se va a cuestionar, porque la persona se va a sentir importante, si no sería exitista. Exitista es como el equipo de fútbol que ganó 4 partidos al hilo, 4 a 0 los cuatro partidos, 16 goles en cuatro fechas: "¡Oh! A este técnico le vamos a hacer un monumento". A la quinta fecha perdió por goleada y perdió el campeonato con el otro que llevaba un punto detrás: "Hay que echar al técnico, a los jugadores hay que colgarlos". Eso es exitismo. El exitismo pasa en los trabajos, en las relaciones amorosas.

 

Walter: Claro. En todo.

 

Jorge Olguín: Igual de que una persona te rechace: "La verdad, no sé para qué salgo, todo el mundo me dice que no". ¿Pero quién es todo el mundo? Obviamente que vas a un lugar y va a haber gente que te mirará bien, otra que directamente te va a ignorar, otra que no le caerás bien, pero eso es el juego de la vida. Lo que pasa es que hay un ego narcisista que si no le caes bien a alguien ese ego se resiente: "¿Qué se piensa esta persona? ¡Tendría que estar contenta de que yo la mire! ¡Oh! Dios mío, ¡quién soy!".

Nosotros no conocemos las internas de los grandes galanes de Hollywood, que seguramente tendrán sus días buenos, sus días regulares y sus días malos. Porque capaz que hay una niña que no sabe o no entiende, que piensa que los galanes siempre tienen el aliento a mentol o a perfume polo. O varones que piensan que las niñas siempre huelen a Chanel o tienen su cabello con el último sedal y no es así, somos seres humanos.

Los roles de ego no nos ayudan nunca. Nos ayuda la autoestima, el sabernos importantes...

¿Qué nos da la importancia? El aspecto físico no porque podemos envejecer y no ser los que teníamos 20 años, la cuenta bancaria tampoco porque de repente viene un Eurogate y los bancos se fundieron. La importancia te lo da el cómo estás con tu propio ser y con los demás, y eso depende de uno. Se puede ser importante sin nada y hay gente que es miserable con todo.

 

Walter: Sí. Lo importante es lo que uno hace para bien.

 

Jorge Olguín: Cómo somos, como actuamos. Lo que tú dijiste Walter: lo que uno hace para bien. Y que nos vamos a equivocar y está bien que seamos autocríticos. Si somos autocríticos no nos va a molestar la crítica del otro porque nos vamos a criticar primero nosotros ante lo que hacemos. Eso por un lado. Pero por otro lado supongamos que la del otro es una crítica injusta: el que va a saltar va a ser el ego, a nosotros no nos tiene que interesar.

 

Walter: Claro. Y al entender que es el ego del otro el que nos está atacando uno lo comprende y ya no le afecta en contra.

 

Jorge Olguín: Hay un tema que nombró Karina. Cuando el otro comete un acto hostil, que puede ser un acto hostil directo o un acto hostil de indiferencia o un acto hostil de omisión siempre decimos: "Es un problema del otro". Eso yo lo enseño. Es un problema del otro, no es un problema mío, porque si yo lo hago un problema mío lo estoy haciendo desde mi ego. ¿Sí o no?

 

Walter: Sí.

 

Jorge Olguín: La voz es mi ego. Entonces es un problema del otro, no es un problema mío. Pero Karina agregó que tenemos un ego oculto que aunque sea un problema del otro vamos a tener un rencor oculto disfrazado y vamos a estar pegados a ese acto hostil y vamos a sentir como cierta rabia, como cierta bronca. Por fuera decimos "Es un problema del otro", comenta Karina, pero por un momento o quizás en todo momento tenemos una rabia oculta disfrazada, un rencor disfrazado que no nos deja tragar porque lo tenemos en el chacra de la laringe, el chacra de la garganta, porque el chacra de la garganta no solamente es el chacra de la angustia -que te duele cuando tienes angustia, cuando lloras- sino que también te duele cuando tienes rencor. Entonces, es muy difícil desprenderse de ese ego oculto y decir -eso lo dice Karina-: "¿Es una problema del otro, de verdad, y tú te desentiendes? A ver, no te desentiendes desde la superación: "Me desentiendo porque soy superada", no, te desentiendes porque es la otra persona la que está cometiendo el acto hostil.

 

Walter: Pero es según cómo te llegue el acto del otro.

 

Jorge Olguín: Me llamas por teléfono para saludarme y tú me dices:

-Acuérdate que mañana cumplo un año que gané este campeonato. Por favor, llámame.

Y yo no te llamé y tú vas a decir: -Qué cabrón este tipo, no me llamó.

Si no te llamé es porque no te tengo en cuenta o porque me olvidé o porque me surgió un problema real, grave y se me pasó por alto. Pero si tú vives pegado con ese rencor: "Yo bien que lo llamé cuando le pasó tal cosa, y lo llamé y él a mí no me llama", entonces quedas pegado, enganchado con ese rencor y prejuzgas, porque no sabes lo que le pasó al otro, no sabes: "Por ahí no importo nada" o "Por ahí me importó pero tenía otro problema grave y no pude llamarte" o "Por ahí me quedé sin señal" o "Por ahí se cortó la luz" o "Por ahí me lastimé el pie". Pero como tú no sabes, por ego vas a hacer las peores suposiciones: "No le importo nada, yo lo llamé y él se está riendo". Porque tenemos por costumbre que siempre cuando del otro lado no hay acuse de recibo siempre pensamos lo peor. Es una pésima costumbre. Siempre pensamos lo peor.

 

Walter: Sí pero aunque haya sucedido lo peor y tú no hayas llamado a propósito sigue siendo problema del otro.

 

Jorge Olguín: Exacto. Igual sigue siendo problema del otro, igual que si lo hice a propósito.

 

Walter: Por ahí va a decir: "Por qué me tiene que decir cuándo le tengo que llamar. Igual yo no llamo a nadie".

 

Jorge Olguín: Igual sigue siendo el problema del otro, por supuesto que sigue siendo el problema del otro.

 

Walter: Aunque piense lo peor y sea lo peor.

 

Jorge Olguín: El tema es que a uno no le afecte, que uno no esté con ese rencor oculto disfrazado, porque el ego se disfraza. Hazte cuenta que el ego es una palada de tierra y la quieres esconder bajo la alfombra. No lo tiraste, lo escondiste, pero estaba con la alfombra.

Y eso es lo más peligroso, porque puede pasar que cuando veas de vuelta a la persona la vas a mirar de forma hosca porque te vas a acordar que no te llamó o que no te escribió. Verdaderamente estás liberado de ese ego cuando no te molesta en absoluto, cuando estás desprendido, cuando te es indiferente. Y que se entienda bien: no es que la persona te sea indiferente, que te sea indiferente ese hecho, que se bien entienda. Karina lo explicó bien eso.

 

Walter: Claro. Ahí es la otra persona que está tratando de envolverte, de meterte en un problema.

 

Jorge Olguín: No, no necesariamente; tú quieres que te llame.

 

Walter: Sí. Entonces, yo te estoy tratando de imponer algo a ti desde el ego.

 

Jorge Olguín: No, no lo haces desde el ego, lo haces porque me tienes aprecio, porque somos amigos, porque nos conocemos de jóvenes y hace un año ganaste un torneo y lo vas a ir a festejar, y "Llámame por lo menos para saludarme", y no te llamé.

'Cric, cric'. Están los grillos y no te llamé. Y tú estas esperando el teléfono que te llame. O de repente la llamada de un gran amor que hoy es el aniversario y capaz que rompieron. Pero, bueno, llámame.

 

Walter: Es como lo que pasa en los e-mails: Estás esperando... ¡Pero este tiene que contestarme! ¡No va a contestar! ¡Por ahí no contesta...!

 

Jorge Olguín: Yo tengo por costumbre contestar todos los mails, si no contesto es porque no me llegó o de repente porque la persona me mandó dos o tres y yo contesté uno de los tres donde resumí las tres respuestas. Eso sí lo puedo hacer pero uno, por lo menos, tengo que contestar porque eso es una regla del plano físico.

 

Walter: Claro pero del otro lado enseguida se piensa lo peor.

 

Jorge Olguín: Porque, como yo digo siempre, todo el mundo espera una respuesta y hay tres respuestas posibles: La que yo espero siempre es 'sí', la que sigue es 'no' y la tercera es 'ni'. Porque el 'sí' significa que me aceptó o que me tomaron en el trabajo o que acusó recibo. El 'no', bueno, sé a qué atenerme, no me tomaron en ese trabajo y busco otro, esa persona no me aceptó amorosamente y busco a otra persona. El 'ni', no sabes qué hacer...

 

Walter: Es un no sé.

 

Jorge Olguín: ...me llama, no me llama, espero, no espero. Me vuelvo loco y hasta me puede crear un engrama porque no me llamó. Entonces el acuse de recibo es importante. Pero quiero separar lo que dije antes. Hay dos cosas: Una cosa es el acuse de recibo de dos amigos y otra cosa es el acuse de recibo de una ex pareja, porque el acuse de recibo de dos amigos no viene desde el ego, viene desde el cariño, desde el afecto de los amigos. En el caso de una ex relación ya es desde el ego, porque si cortaste esa relación y quieres que te llame, tu ego quiere que te llame, porque capaz que muy en el interior, muy en el interior -que tienes que buscar con un microscopio electrónico-, consciente o inconsciente estás esperando un regreso de la persona. En cambio, en la amistad no. En la amistad quieres que te llame simplemente para compartir ese día porque capaz que ese amigo estaba cuando ganaste ese premio y le puedes decir: -Pero, ¡eh!, no me llamaste.

No deja de ser una dependencia emocional también, y no tiene que ser porque no tiene que haber dependencias. Las dependencias siempre son del ego y, si bien yo dije que en una relación de amistad no hay ego, cuando una amistad depende mucho del otro sí es ego: "Que no me llamó, que capaz que salió con otro amigo y a mí me dejaron de lado". Bueno, es su problema también.

 

Walter: ¿Uno puede captar e identificar que hay ego en alguna situación viendo que hay una dependencia?

 

Jorge Olguín: Sí, por supuesto. Se trata de estar alerta.

 

Walter: Puedo decir entonces: -Esto lo estoy analizando y me está creando una dependencia. Entonces uno puede decir: -Hay ego.

 

Jorge Olguín: Cuando te hace mal, cuando te duele el estómago, cuando extrañas y la otra persona ni te registra te dices: -No, eso es tóxico.

Eso es tóxico porque la vida va en un solo sentido, de tu lado hacia la otra parte. La gente dice mal "dirección", no, se llama sentido.

En los subtes a veces dice "Ambas direcciones" y está mal dicho ambas direcciones porque la dirección es una recta; lo correcto es 'ambos sentidos'. Jamás lo han corregido eso, por lo menos en Buenos Aires desde hace 60 años dice "Ambas direcciones". Ambas direcciones significa cuando tiene doble subsuelo y que tú desde una misma boca puedes ir o para un lado o para el otro. Eso es ambos sentidos. En cambio, si tiene un solo subsuelo vas a tener un andén, el que va para un lado, y otro andén que va para el otro pero los subtes modernos tienen doble túnel, doble subsuelo, uno y después bajas al segundo. O como en Estados Unidos, que está el Mezzanine, es un subsuelo que reparte para 20 subtes. Entonces los subtes van en ambos sentidos, para un lado y para el otro. Entonces el sentido es la dirección de la flecha, ese es el sentido, y la gente lo confunde con dirección pero dirección es la recta.

 

Walter: Es la línea por donde va.

 

Jorge Olguín: La línea, la vía esa es la dirección. Entonces no es ambas direcciones, es ambos sentidos.

Me fui del tema pero está bien tocar un popurrí, porque eso es lo que hago en las conferencias, toco un poco de todo. Y seguramente después que corte la grabación, como me pasa siempre, voy a decir: -¡Ah! Me quedé sin tocar este tema. Pero pasa y es así.

Hemos grabado 56 minutos. 4 minutos para una hora. ¡Wow!