Sesión 17/03/2017 
      Sesión    28/03/2017 
      Sesión    10/04/2017 
      Sesión    08/07/2017 
      Sesión    11/06/2018 
      Sesión    12/06/2018 
      Sesión 24/06/2018 
      Sesión 11/10/2018 
  
       
Sesión 17/03/2017 
            Médium: Jorge Raúl    Olguín 
      Entidades que se    presentarón a dialogar:  Raeldan e Inner-El 
El Profesor Jorge Olguín canaliza estas dos sesiones en  las que dos entidades narran vidas paralelas en Ran II que se cruzan.  Puntualiza que los engramas no aparecen y desaparecen sino que pueden reactivarse con el tiempo. 
Sesión   en MP3 (1.933 KB) 
Jorge  Olguín: Ya han pasado veinte años, de 1997 al 2017, desde que hice mi primera  canalización y siempre explico que el receptáculo es un medio, un medio para  codificar el concepto de la entidad suprafísica, para decodificarlo al lenguaje  hablado. El médium no interviene, puede intencionar que determinada entidad  relate algo que al 10% encarnado le interesa pero no siempre lo va a conseguir  puesto que el 90% no encarnado tiene el libre albedrío y va a vivenciar lo que  más le interese para poder revertir determinados engramas. 
Hay un  error de base de pensar que el engrama primordial es donde está el nudo y es  absolutamente falso, los nudos son continuos, permanentes en cada encarnación,  y hoy intencionando canalizar a una entidad me encuentro en una situación  extraña de que una segunda entidad, intenciona para conmigo de también  comunicarse. Entonces, voy a intentar canalizar a las dos entidades en una  misma sesión, conceptuarán por turno y se presentarán, obviamente. 
  
Es todo  de mi parte. Jorge Olguín. 
  
  
Intenciono  canalizar a Raeldan thetán de J. y a Inner-El, (con doble "n")  entidad angélica del plano 6 subnivel 2, thetán de V. 
  
Entidad: Con  vosotros, Raeldan. 
Encarné en Ran II, como Bruno Dosher.  Ran es una estrella que está a 10 años Luz de vuestro Sol, Ran II orbita su  estrella cada ciento veintidós días a ciento veinte millones de kilómetros de  distancia. El planeta tiene solamente quinientos millones de años, digo  solamente comparado con los cuatro mil quinientos millones de años que tiene  Sol III. Posee una luna pequeña que lo orbita cada diez días. El mundo está  dividido por regiones, se manejan con dinero electrónico y no permiten tener  más de dos hijos por pareja. Es un repaso para que sepáis donde encarné como  Bruno Dosher.  
  
Mi vivencia comienza a mis ochenta y  cuatro años, que equivalen a veintiocho años terrestres. Soy historiador, me  interesa muchísimo la historia del planeta, las guerras primordiales, las  distintas conquistas. Por la tarde, cuando dejo la universidad y la cátedra  practico Artes Marciales Mixtas, tema por el cual soy más conocido que por  historiador. 
Hace treinta años -diez años  terrestres-, nuestro planeta Ran II venció una amenaza alienígena, una amenaza  que de manera oculta nos iba sometiendo a todos logrando cómplices dentro del  aparato gubernamental y del aparato militar pero hubo mentes privilegiadas que  lograron acabar con esa amenaza. 
Pude crecer como historiador, aún sigo  estudiando, y contrario a lo que pensaban mis padres, que las artes marciales  mixtas son un deporte que te puede dejar inválido de por vida o tener varias  fracturas, no compensaba en la balanza el placer, el quemar la adrenalina, el  evitar que el cortisol me estrese. Mi energía negativa, por así llamarla, la  quemaba en las artes marciales mixtas, y no me consideraba bueno, disculpad el ego,  me consideraba muy bueno, muy bueno. A los ochenta y un años -veintisiete años  terrestres-, logré ganar por fin el campeonato planetario. Desde los sesenta  años -veinte años terrestres-, que venía ganando campeonatos regionales. Mi  primer combate fue una desilusión, fue derrota, derrota por sumisión; jamás me  noquearon, sí me tiraron, pero jamás me noquearon. 
Practico todo tipo de estilos en  defensa, en ataque, en el tatami, de pie, y hace tres años, la mayor  satisfacción, alcanzar la gloria de tener el campeonato planetario, que  justamente ahora lo tenía que defender. 
  
Era muy respetado en los dos ítem, como  historiador les enseñaba a mis alumnos que no aprendan de memoria, que traten  de estudiar razonando, que va a haber distintos escritores, también  historiadores, que van a interpretar la historia según los vencedores. Y yo les  digo que no es así, el vencedor escribe las cosas a su manera, hay que leer  varios autores, varias versiones, sacar conclusiones y entender el por qué  ocurrieron las batallas, las conquistas, la expansión de territorios, la  pérdida de territorios, cómo afectó todo eso a la economía. 
Teníamos una ventaja, prácticamente no  existía la religión, entonces se iba avanzando bastante en investigaciones, y  eso era lo importante. 
  
Era muy respetado también en la parte  de artes marciales, nombrar a Bruno Dosher era nombrar al invencible. Después  de mi primera pelea, derrota por sumisión, jamás me derrotaron, y si bien a los  ochenta y cuatro años -veintiocho años terrestres-, tenía a jóvenes de sesenta  años quizás más agiles, pero lo mío pasaba por la rapidez mental, y no la  rapidez mental de pensar porque pensar te hacía perder décimas de segundos, la  rapidez mental de no pensar. 
  
Si bien existen para vosotros los  llamados engramas automáticos, existe también la mente reactiva automática, es  la que yo usaba en mis combates de artes marciales mixtas y siempre me adelantaba  una décima de segundo a mi oponente venciendo sus defensas, inmovilizándolo  hasta tocar tres veces en señal de rendición o directamente el árbitro nos  separaba porque ya estaba inconsciente mi rival o bien caía nocaut. ¿Qué puedo  decir? Quizás me sentía orgulloso, ya rozando la vanidad. 
Salía de la facultad, me alimentaba  con alimentos sanos, podía beber una copa de un producto similar a lo que  llamáis vino -se lo llamará así ahora en adelante para que entendáis-, pero no  tomaba; mi líquido, era el agua, cuanto más pura mejor. Cuidaba mi peso, mi  presión arterial, mi colesterol... Obviamente consultaba al médico, me hacía  análisis. Nunca tuve una fractura, eso quizás les molestaba a mis padres porque  consciente o inconscientemente deseaban que aunque sea, me sucediese algo  negativo, liviano, en beneficio de que luego deje lo que ellos llamaban hobby. Para mí era un modo de vida, y  como dije varias veces, no era bueno, era muy bueno. 
  
Ran II era casi un paraíso, el dinero  electrónico impedía usar el dinero sucio -lo que quizás en Sol III llamen el  dinero negro o lavado de dinero-, todo se abonaba electrónicamente. Siempre me  gustaba correr por la mañana a primera hora, luego ducharme y luego ir a dar  clases. 
El parque estaba bastante solitario,  un parque de muchas hectáreas, muy arbolado, con caminos de cemento centrales,  si bien me gustaba correr por el pasto iba cómodo por los caminos centrales. 
Una mañana nubosa, neblinosa, en  invierno, me encontré sentada una joven en un banco de piedra vistiendo ropas  extrañas, representaba unos setenta años. 
Me paré y respetuosamente la saludé. Me  presenté: 
-Soy Bruno Dosher, profesor de  historia. 
Me miró con la mirada perdida. 
-No sé donde estoy. 
-¿Cuál es tu nombre? 
-Hidden Fazer, tengo setenta y dos  años. -Hablamos de veinticuatro años terrestres. 
-¿De dónde eres? 
Negó con la cabeza. 
-No... no sé, no conozco este lugar,  huele distinto, el cielo está más claro. 
La miré, miré el cielo nublado, una  tremenda neblina, estaba lloviznando muy finito.  
-Más claro... Hay una tremenda neblina  y está fresco para frío. 
Me miró, tenía la mirada perdida, una  mirada que era casi tan extraña como sus ropas. 
  
Es todo por ahora. 
  
Voy a  canalizar Inner-El entidad angélica del plano 6 subnivel 2, Thetán de V. 
  
Entidad: Hubo una guerra mundial, una  guerra donde ganaron los malos, una guerra donde los malos con sus bombas  armadas por cohetes destruyeron las grandes ciudades de los países democráticos,  y un socialismo mal encarado, o un gobierno dictatorial disfrazado de  socialismo, se apoderó de todo Ran II. Mis padres me contaron esto cuando yo  era pequeña. 
  
Mi padre fue prisionero de guerra, de  niña me llevaron a un centro anónimo. Mi padre luego fue liberado porque de  alguna manera, como había sido parte de autoridades de nuestro país le dieron  trato preferencial pero a mí me dieron por muerta, me llevaron a unos campos de  trabajo. Desde mis quince años -cinco años terrestres-, hice trabajos forzados.  Por la tarde, en una celda con una mujer vestida toda de gris me enseñaban  lectura, escritura, matemáticas, historia. Por la mañana, aun en pleno invierno,  nos bañaban a todos con agua helada y antes de desayunar nos llevaban a hacer  orden cerrado, se le llamaba orden cerrado a un gigantesco balcón donde  hacíamos todo tipo de ejercicios, cuando equivocábamos algún movimiento nos  daban con un látigo de cuero en la espalda tanto a mí como a chicas y chicos  más grandes, y nos entrenaban en combate, en todo tipo de combate. El profesor,  el hombre más grande que yo jamás había visto en mi corta edad, medía poco más  de dos metros, pesaba cerca de ciento veinte de vuestros kilos y él decía "La  energía en sus manos para golpear está dentro, pero también está en la esencia  cósmica -Era pequeña, no entendía-, y la energía para soportar el castigo  físico también está adentro y también está en la esencia cósmica". 
  
Y fui creciendo, aprendiendo a leer, a  escribir, a incorporar las matemáticas a mi vida. Luego que nuestra profesora -la  dama de gris le decía yo-, murió, la reemplazó una profesora más joven, pero no  menos dura; cuando nos olvidábamos alguna lección, un golpe en la cabeza,  liviano, más para molestar, más para incomodar que para lastimar. Nos  humillaban. Y yo ya razonaba que la humillación es sometimiento. Luego el  profesor de combate nos alentaba y me parecía una contradicción: Humillación,  aliento, humillación, aliento. 
Y aprendiendo historia me di cuenta de  cómo se templaba una espada: Hierro candente, agua helada, hierro candente,  agua helada, y los golpes al metal con la maza, la maza golpeando al metal,  para darle forma. Entonces -quizás es mi opinión-, comprendí que la humillación  y el aliento, eran el agua helada y el hierro candente, y los golpes eran la  formación. 
  
A mis cuarenta y cinco años -quince  años terrestres-, prácticamente... -¿cómo puedo traducir el concepto para que  este receptáculo lo diga?-, mi cuerpo estaba muerto al tacto. Podía sentir un  abrazo, el estrechar las manos de una amiga pero no los golpes. Podía sentir  una caricia pero no un golpe. Algo en mi mente había apagado el control  nervioso de las recepciones fuertes, y cuando mi mano abierta con los dedos en  forma de garra traspasaban maderas de diez centímetros de espesor -casi cuatro  pulgadas de espesor-, entendí lo que era canalizar esa energía cósmica. 
  
Y luego nos dieron uniformes y dijeron  "Son nuestras mejores soldados, para que no vuelva otra vez el estado  anterior de antes de que vosotros nacierais". Así que éramos esclavas del  sistema. Pero por mi buena conducta, a los cincuenta y cuatro años -dieciocho  años terrestres-, por primera vez me permitieron salir, y lo primero que hice  fue visitar a mis padres, pidiendo a esa esencia cósmica que estuvieran vivos.  Y sí, lo estaban. Y nos abrazamos. Recuerdo que en siete días tenía que volver  al centro, donde tenía prohibido revelar la dirección, ni a mis padres se lo  podía decir so pena de castigo de alto grado. Disfrutaba comer afuera con ellos  y dos hombres mal entrazados nos cercaron en un camino. Padre dijo: 
-Si tenéis una lectora, tengo mi  tarjeta electrónica, sacad dinero de ella. 
Y miraban lujuriosamente a mami. En  eso me interpuse, solamente dos golpes con la mano abierta, un golpe en el  pecho a cada uno -en menos de un segundo di los dos golpes-, ambos vomitaban  sangre y cayeron inconscientes al piso. Mi poder, mi don de canalizar esa  energía cósmica se había multiplicado y era inmune al dolor. Padre y madre en  lugar de alegrarse de que los hubiera defendido me miraron horrorizados, me  hicieron sentir mal, me hicieron sentir como si yo fuera algo distinto, algo  aparte, me molestaba. Insinuaron que ya era necesario que volviera a ese centro  clandestino. 
-Eso pensaba -dije en voz alta. 
  
A la mañana siguiente tomé mi poca  ropa y me marche. Miré a mis padres y pensaba "No los volveré a ver, no me  conocen, no saben en lo que me convertí". 
Me molestó la falta de agradecimiento,  seguramente iban a golpearlo a padre hasta matarlo y a ultrajar a madre, y a mí  seguramente si no fuera quien soy. 
Volví al centro, cumplí en el centro setenta  y dos años, el equivalente a veinte y cuatro años terrestres. 
  
Ese monstruo gigantesco de poco más de  dos metros me llama: 
- Hidden, Hidden Fazer. 
-Señor. -Me puse de pie. 
-Hoy por primera vez practicarás  conmigo. 
-Señor... 
-Sin peros. 
-Señor, ¿es una práctica? 
-Tú sabes cómo son las prácticas, aquí  no hay prácticas, aquí es combate.  
-Señor, y si lo lastimo, ¿habrá  represalias? -Todos mis compañeros y compañeras lanzaron una fuerte carcajada. 
  
Yo medía un metro setenta, el hombre  media poco más de dos metros y era el doble de pesado que yo. Intercambiamos  golpes hasta que mi mano cansada de sometimiento lanzó un golpe con la mano  abierta, sin cerrar el puño, en su plexo solar. El hombre puso los ojos en  blanco y cayó desmayado, y no murió porque no intencioné golpear con todo ni  canalizar toda mi energía, si no, lo hubiera triturado el esternón y las  costillas. Todos miraban asombrados. El hombre fue a la enfermería. 
Me pusieron en una celda de castigo  pero como me necesitaban como soldado me dieron alimento abundante, de eso  nunca me quejaba, alimento sano y abundante. 
Pasaron tres días, mi mismo instructor  al que había vencido me dice: 
-Tendrás tu primera misión. -Me dio  una dirección-. Irás sin armas. Adentro habrá tres hombres trabajando con  planos, no vamos a enviar a las fuerzas de seguridad porque tienen espías. Me  vistieron con ropas comunes, no con uniforme gris y un calzado cómodo. Busca  con tu mente cualquier excusa, estás entrenada. Entra y acaba con los tres, y  trae el ordenador al centro. 
-Señor, sí, señor. Espero que no esté  molesto por... 
-Silencio. Es tu primera misión,  Hidden Fazer, y eres la mejor de nosotros. No esperamos menos de que la misión  esté completada. -Y Salí. 
  
Nunca me acostumbraba a ese olor  nauseabundo de la atmosfera, sentí como una especie de mareo. En la calle  solitaria vi como una especie de vórtex, de flash blanco que me envolvió y de repente me encontré en un parque, estaba confundida  y mareada. Vi un banco de piedra y me senté. Caían unas pequeñas gotas que me  mojaban pero me hacían sentir bien, estaba mareada y no sabía dónde estaba. 
  
Es todo por ahora. 
  
  
 
Sesión 28/03/2017 
      Médium: Jorge Raúl    Olguín 
      Entidades que se    presentarón a dialogar:   Inner-El 
La entidad relata que en Ran II tenía una misión que  llevar a cabo pero algo ocurrió, no reconocía a su mundo, un Ran II distinto. No  sabía si la habían drogado... Un desconocido la puso al corriente de donde  estaba. 
Sesión   en MP3 (3.606 KB) 
  
  
Entidad: Mi nombre es Hidden, Hidden Fazer. En  esa vida tenía setenta y dos años, equivalente a veinticuatro años de Sol III. 
  
Mi mundo, Ran II, era un mundo hostil,  el planeta ya no estaba en guerra pero estábamos bajo el  dominio de una tiranía. No me había acostumbrado, me había adaptado. Y era  especial, especial porque nos entrenaban como máquinas, para ellos no éramos  considerados humanos sino soldados, no importaba el género, varón, mujer. Si  les éramos útiles, adelante, si no, serviríamos para otras cosas, como  limpieza, como ayudantes. Yo era una máquina de batalla y mis instructores  estaban asombrados puesto que podía hacer foco con mis manos y canalizaba una  energía que con un sólo golpe podía matar. 
  
Pero no somos amos de nuestro destino.  Estaba confundida, había pasado por una luz, una especie de hueco, no sé como  describirlo y me encontré en un lugar distinto, una pequeña llovizna empapaba  mi rostro pero a mi nariz llegó el aroma del césped, algo que nunca había  disfrutado, una aroma tan hermoso y las flores y la madera de los árboles. La  región olía distinta pero no reconocía el lugar, no reconocía el lugar para  nada, me habrían drogado para experimentar conmigo los instructores. El hecho  de haber vencido a mi instructor jefe hicieron que tomaran represalias, me  drogaron, me hipnotizaron, pusieron en mi mente imágenes inexistentes pero no  podrían conmigo, les seguiría el juego. 
Se acercó un joven, de unos ochenta,  ochenta y cinco años. Respetuosamente me preguntó. 
-¿Te encuentras perdida? -Obvio que  seguiría el juego. 
-No, simplemente estoy disfrutando, vi  un banco con respaldo, un banco de madera y me senté. 
-Está mojado el banco. 
-¿Te piensas que porque el banco esté mojado  no voy a sentarme? -le respondí. Miraba sus ropas, el joven tenía ropas  coloridas. 
Paradójicamente él me dice: 
-¡Qué ropas extrañas usas! Un color  gris oscuro, un color sin vida. 
Me estarían probando, a ver cómo  reaccionaba, todavía estaría bajo los influjos de la droga 
-¿Dónde estoy? 
-En Ran II. 
-¿Pero dónde? 
-En la región Sur. 
-¡Ah!, bien, bien. ¡Qué raro que no  veo soldados! 
-¿Por qué habrían soldados? -Inquirió  el joven. 
-Porque en todos lados hay soldados y  te piden tu identificación y te revisan a ver cuánto dinero tienes. 
-¿Cómo, cuánto dinero tienes? -inquirió  de vuelta el joven-. Tenemos dinero electrónico. 
-Esperad, -Ya escapaba esto a mi  comprensión-, ¿cómo, dinero electrónico? 
-Claro, te manejas con tarjetas o con  chips y tu dinero es virtual. -Estuvo como quince minutos explicándomelo. 
-¿Cómo te llamas? 
-Bruno Dosher -respondió el joven-, soy  historiador. 
-Espera, espera, ¿tienes tiempo? 
-Sí, por supuesto. ¿Tú cómo te llamas? 
Respondí: 
-Hidden, Hidden Fazer, tengo setenta y  dos años. 
-¡Oh!, yo tengo ochenta y cuatro. 
-Dime, dime, Bruno, cuéntame la  historia de los últimos diez años. 
-¿De dónde eres? ¿Por qué vistes esas  ropas tan extrañas? 
-Yo pregunté primero. 
-Bueno, tuvimos una amenaza alienígena  hace treinta años atrás. 
Lo miré, fruncí el ceño: Tuvimos una  guerra. Una guerra donde murieron miles y miles y miles y miles y miles de  personas.  
-No -negó Bruno-, no fue una guerra,  fue algo subliminal, los jefes de seguridad y los jefes del ejército se  sometieron a la voluntad de los alienígenas, como si fueran sus sirvientes,  sometiendo al resto de la población creyendo que así iban a tener rédito. 
-No -dije yo-, yo te hablo de la  guerra, la guerra entre humanos en Ran II donde ganó el expansionismo, un  socialismo exacerbado que llegó al totalitarismo. Estaba en un campo de  concentración, luego por mis dotes de guerrera me llevaron a un campo de  entrenamiento, practicaba a diario orden cerrado.  
-¿En qué país fue eso? ¿En qué región? 
-¡En todo Ran! 
-Pero hace treinta años vencimos a la  amenaza alienígena, hemos prosperado, estamos en paz, nuestros ordenadores  holográficos son lo mejor. 
-No entiendo lo que me dices, tenemos  radios de onda corta, de onda larga... 
-Hemos puesto una base en la luna -me  dijo Bruno. 
-¿Cómo, una base en la luna? Los  cohetes no llegan hasta la luna. 
-¿No lees las noticias? De verdad,  cuéntame un poco de ti. 
  
Y le conté, le conté mi vida. Él me  contó la suya, me dijo que era historiador, que practicaba artes marciales  mixtas. 
Le pregunte qué era eso. 
-Un tipo de combate aplicando varias  técnicas. 
-¿Hasta que uno de los dos muere? 
 -No mujer, no, es a sumisión, abandono o a nocaut. 
-¿Qué es nocaut?  
-Cuando quedas sin sentido o  directamente no sin sentido pero no se está en condiciones de incorporarse y el  árbitro para la pelea. 
-¿Lo hacen para divertirse? 
-No, son torneos y nos pagan, gano mas  con las artes marciales, soy campeón, tengo una sola derrota de cuando empecé,  actualmente no me vence nadie y gano más en los combates que como historiador. ¿Quieres  cambiarte de ropa? ¿Quieres asearte? ¿Quieres arreglar tu cabello? Está... parece  una paja, no cabello. Te invito a mi casa. 
Lo miré alarmada. 
-Nunca nadie se aprovechó de mí, nunca  nadie lo hará, tú serás quien eres que dices pero puedo matarte en segundos. 
-Mujer, te estoy ofreciendo un lugar  donde puedas ducharte con agua caliente o ponerte en una tina, te puedes  perfumar. 
-Nos bañábamos con agua fría todas  juntas. ¿Tienes baño privado? 
-Todos tenemos baños privados -respondió  el joven. 
  
  
Tenía suma desconfianza pero acepté. Su  casa estaba cerca, veía muchísimos vehículos extraños y vehículos grandes que  llevaban decenas de pasajeros. Olía distinto, olía mejor, el aire era más claro.  Y se lo hice notar. 
-El aire más claro. 
-¡Todavía hay neblina! -me dijo Bruno-.  ¿De la región dónde vienes, entonces, era todo oscuridad? 
-Prácticamente siempre nubes, un tremendo  efecto invernadero. 
-Mira, yo soy historiador. Tengo un  amigo, es un señor grande, se llama Nambo Flagan, él ha estudiado otros mundos  que son mucho más antiguos que el nuestro, donde seguramente vivieron enormes  animales que se han extinguido y seguramente tienen restos fósiles, esto no  pasa aquí, somos un mundo nuevo,  yo  mismo como historiador digo que somos una excepción. No entiendo la  contaminación. 
-Hay regiones radioactivas -le conté-,  hay regiones donde se usa mucho el carbón contaminando la atmosfera, fábricas y  fábricas, chimeneas, tirando el humo del carbón que queman, lo mismo los trenes,  las locomotoras a carbón. 
-¡Locomotoras a carbón! 
-Sí, había eso en Ran II hace dos  siglos. 
-Pero no hubo una guerra mundial hace  dos siglos. Por un momento pensé que podías venir del pasado -alegó el joven. 
-Y por un momento pienso que esto es  el futuro. 
  
Su casa era un apartamento enorme, una  sala grande iluminada, un cuadro gigantesco en la pared que lo tocabas y se  encendía y transmitía. 
-¡Esto es un cine! 
-Es parecido, es una tv holográfica -Las  figuras estaban como que salían de la pantalla. 
-¿Se pueden tocar? -Trataba de  tocarlas y no, eran como luces hechas forma, no entendía, no entendía nada. 
-Mira, hace bastante tiempo conviví sólo  treinta días con una joven y era muy inestable psicológicamente y me dejó y  dejó también parte de su ropa. Es de tu talla, también hay ropa interior. El  baño es privado, puedes... Mira, aquí tienes dos crucetas, una es de agua fría,  una es de agua caliente, puedes mezclarlas si lo deseas. Allí tienes jabón, allí  tienes perfumes, este líquido cremoso champú para el cabello, te produce espuma  luego te enjuagas con el agua. Si lo deseas mañana te llevo a una peluquería. 
-No tengo dinero.  
-Mira lo que tengo. -Abrió su bolsillo  y sacó billetes y monedas, se veían rostros billetes de diez, de cincuenta, de cien. 
-¿Quiénes son? -Y me daba nombres  desconocidos. 
-¿Cómo no los conoces? 
-No, no los conozco. 
  
Creo que la droga es muy buena, me  está haciendo vivir una ilusión. Llené la bañera, sentí el placer del agua  tibia y indiqué (mezclé) como el joven dijo, di vuelta a la palanca de  seguridad para que nadie entre, me puse champú en mi cabello dos veces y luego  me enjuagué. Había una especie de pomo o de lata que lanzaba un chorro, el  joven me dijo que era desodorante, luego, me puse perfume, dejé la ropa vieja  en un cesto y me puse la ropa que me dio, era de colores, incluso de más  colores de la que tenía Bruno. Había un gigantesco espejo y me miré, parecía  otra, más... más mujer, más femenina. El calzado era cómodo, mejor que mi  calzado de lona y mejor que mis "Borceguíes" de cuero, estos eran de  cuero pero se adaptaban a mi pie. Salí del baño y me miró. 
-¡Guau! ¡Vaya que eres bella! No lo  tomes como una ofensa, ¿eh? 
-No. 
-Mira, aquí tengo un scanner. 
-¿Qué es eso? 
-Pones uno de tus dedos e  inmediatamente saca tu identidad. 
-¿Cómo? 
-Porqué todo el planeta está  registrado. 
  
Puse el dedo sobre una superficie que  parecía de vidrio o de plástico y por una pantalla empezaron a circular  imágenes, hasta que apareció una letra ¡que la entendía!, que decía "No se  registra". 
Bruno estaba desconcertado. 
-¡No existes! 
-Vaya, ¡qué fuerte es la droga! 
-¿Me permites un pequeño pinchazo? 
Lo miré con desconfianza: -¿Es una  droga? 
-No, no es común tenerlo pero de  capricho lo compré, es un analizador de sangre. 
Extendí la mano, y si llegaba a  molestarme le pegaba con mi puño en el pecho. Sentí un pequeño pinchazo, una  máquina con luces y el resultado era negativo. 
-No tienes droga en tu cuerpo, la máquina  me marca que no tienes droga.  
-¿Entonces qué pasó?  
-Vamos a comer algo. En la otra calle  hay un bar. 
-¿Alcanza el dinero que tengo? 
-Ese dinero no sirve, pero llévalo  contigo. Póntelo en uno de los bolsillos. 
  
Mi ropa era bastante cómoda, la olí,  era perfumada. Un mundo bello. La comida del bar era sabrosísima. 
-¿Quieres repetir? 
-Sí. 
  
Tomé una bebida espumante sin alcohol,  un gusto adictivo, dulce y a la vez amargo, me gustaba muchísimo. 
Y ahora, ¿adónde vamos? -le pregunté. 
-Ehh... Hay un profesor, se llama  Nambo Flagan, tiene más o menos unos ciento treinta i cinco, ciento cuarenta años,  no recuerdo, sabe mucho de astronomía y estudia fenómenos extraños. Cuéntale a  él la historia, a ver qué opina. 
-¿Es muy lejos? 
-Tomaremos en los carriles altos un  bus. Un bus, esos transportes que llevan a mucha gente. Lo abono yo, solamente  sale a dos créditos. 
-¿Créditos? 
-Sí, se le llama así a la moneda, es  una moneda electrónica. 
-Sí, me habías dicho. Todavía no me cabe,  no lo digiero. 
  
Subimos al bus, asientos mullidos,  cómodos, nada que ver con los asientos de madera de los trenes de donde yo  estaba. 
¿Esto es Ran II?, -pregunté. 
-Sí. 
-Pues parece otro mundo. 
-Eso lo va a responder el profesor  Flagan. 
  
Y así quedamos. Íbamos a ver al  profesor a que nos diera una orientación de dónde estaba, qué había pasado con  mi mundo. Alienígenas, el hombre que llegó a la pequeña luna... No entendía  nada. Espero que ese profesor me pueda aclarar un poco la mente. 
  
 Lo miraba de reojo al joven. Era atractivo,  musculoso pero no tenía la mirada dura, de odio como en mi región, tenía una  mirada clara, transparente. Había aprendido a estudiar los gestos de mis  enemigos y en él veía un gesto claro, ingenuo, transparente. 
  
No sé qué mas decir. No sé qué más decir, por  ahora.
  
  
 
Sesión 10/04/2017 
  Médium: Jorge Raúl    Olguín 
  Entidades que se    presentarón a dialogar:   Inner-El 
Venía de un universo alterno. Encontró un experto en  combate que la introdujo en el ambiente. Era buena como él, ganaba combates. Le  propuso entrenarle pero él tenía dudas, roles de ego... 
Sesión   en MP3 (4.068 KB) 
  
Entidad: Me siento mucho más segura en cuanto a  mi entorno, no en el sentido físico, en el rol de Hidden Fazer. Tengo como  defenderme y muy bien, segura en el sentido de haber ganado confianza con la  gente de mi entorno. El haberme criado en un campo de concentración, habiendo  hecho la mayor parte de mi vida orden cerrado, habiendo sido preparada para una  máquina de combate y de repente pasar a un mundo similar al que conocía pero  absolutamente distinto, donde no hay totalitarismo, donde los avances fueron mucho  más notorios, donde se respira libertad y hasta el aire tiene cierto aroma  agradable. Y sí, he ganado confianza. 
Al primero que conocí en ese mundo fue  a Bruno Dosher. Yo no entendía lo que era Artes Marciales Mixtas hasta que me  explicó que se trataba de sumar varias técnicas para poder sobrevivir en esos  combates, pero eran nada comparado con mi entrenamiento. 
  
Hacía días y días y días y días que  Bruno se venía preparando para un nuevo combate, para el título planetario que  ya había conquistado hace dos temporadas atrás. 
Y yo seguía combatiendo. Bruno se  molestaba conmigo, no entendía. 
Me decía: 
-Hidden, combates cada catorce días. En  el mejor de los casos yo combato cada sesenta días y si he llegado a tener un  combate muy duro espero ciento veintidós días, o sea un año entero, antes de  volver a combatir. 
-¿Y cómo ganas dinero? ¿Cómo te  depositan créditos de esa manera? 
Y me respondió: 
-Tengo mi trabajo. 
-Pero yo no -le dije-, por eso peleo  cada catorce días. 
-¿Cómo lo soporta tu cuerpo? 
-Es sentido común -le respondí-. Es  raro que me toquen, fíjate mi rostro. Veo luchadores varones y combatientes  mujeres que tienen más costuras en la cara que en la ropa. 
Sonrió. -¡Lo tomo como un chiste! 
-No, yo no lo decía como chiste, lo  decía en serio. Alguna vez en un descuido me pueden haber dejado una marca, que  no era nada con las marcas que yo tenía en el otro Ran II, en el Ran II  totalitario. Eso era un entrenamiento, no esto, esto para mí era nada. 
  
Joanna Silva, dieciséis victorias, diez  por nocaut combatió contra una  invicta del viejo continente de la región norte, una rubia de ojos claros que  tenía ocho combates, siete ganados por nocaut,  nunca vi una pelea tan corta, treinta segundos, bastó que el puño de Joanna  diera en el mentón de la rubia. Le contaron hasta cien, literalmente la sacaron  en camilla. 
Estaba en la platea, Joanna me señaló,  sonreí, es decir, hice una mueca. No me asustaba, mi mente estaba en otras  cosas. Mi cuenta bancaria crediticia había crecido mucho, recaudaba bastante y  era inteligente, no permitía que mi manager, que mis coordinadores lucraran  conmigo, no, yo decidía los porcentajes, yo decidía todo. 
En tan poco tiempo me había adaptado  perfectamente y todas las semanas iba a visitar a Raúl Iruti, un hombre grande  de ciento sesenta y cinco años, sería el equivalente a cincuenta y cinco años  de Sol III, y conversábamos sobre 'mi' Ran y él me decía: 
-Lo importante, Hidden, no es lo que  has pasado, lo importante es cómo lo has pasado, cómo te sientes ahora. La vida  en realidad no es un desquite, no es una revancha contra nadie. Por una  causalidad, porque no creo en las casualidades, tienes una oportunidad de ser  feliz en este mundo, te recomendaría que estudies algo porque no vas a vivir  permanentemente de las luchas. 
-No -le respondí-, pero cuando me  retire podría preparar a otras jóvenes para que sepan defenderse. Me interesa  mucho la gimnasia, la preparación física y estoy leyendo libros digitales sobre  alimentación, libros que jamás, ni siquiera de papel hemos tenido en 'mi' Ran  II 
Iruti sonrío y dijo: 
-Éste es tu Ran II ahora, no digo de  que te olvides de aquel Ran II, no, al contrario, tenlo siempre presente pero  que tu recuerdo sea neutro, que no tengas dolor, ni rencor, ni nada. 
Se acercó Alexis Anasio, me dio un  abrazo. Y me dice: 
-Hay algo muy importante, Hidden: tú. 
-Es difícil, señor Anasio. 
-No, no me digas señor, dime Alexis, a  pesar de mis ciento cincuenta y seis años me siento incómodo con el 'señor'. 
-Está bien Alexis. Vosotros sois raros,  tú y Raúl Iruti, ambos sois genetistas pero les interesa la parta espiritual. Ya  sé, ya sé que en este Ran no hay religión, no hay creencias absurdas, pero  entiendo que sí aceptan la hipótesis espiritual... 
Iruti dijo: 
-Es mucho más que una hipótesis, es  mucho más que una teoría, es una certeza. En mi mente -agrego Iruti-, siento,  no sé cómo expresarlo mejor, ciertos conceptos de otros planos invisibles para  nosotros. Sé que existe ese mundo más allá de lo tangible donde moran nuestras  almas, por así llamarlo, no es como aquí. 
-¿No hay combates? -pregunté. 
-No, no de la manera que tú los  conoces y los practicas. Puede haber, si se permite la expresión, combates  conceptuales.  
-Entiendo. Como una especie de debates  mentales, ¿no? 
-Es más profundo que eso, pero sí,  tienes noción -confirmó Iruti. 
  
Iba todas las semanas a descargar, de alguna  manera, esos recuerdos que yo pensaba que ya no me hacían mella, pero era tanta  la carga... Y de alguna manera, cuando pasaba las cuerdas, entraba al  cuadrilátero, ahí descargaba todo eso que tenía acumulado. Sé que a Iruti y  Anasio no les gustaba ese tipo de violencia, pero también sé que Iruti, hace treinta  años atrás de Ran II, tuvo que elegir porque hubo una avanzada alienígena y  muchos de Ran II creyendo que iban a recibir una recompensa se alinearon con  ellos y fueron muertos juntos con los alienígenas. Ya me había explicado Iruti  que cuando tienes una enfermedad muy grave que puede acabar contigo, como  pasaba muchísimas décadas atrás en este Ran II, tenías que extirparla para que  ese mal no te mate. Y eso fue lo que sucedió, por lo cual los combates actuales  eran pequeños detalles comparado con aquello. 
  
Fui al gimnasio a practicar. Me  encontré con Bruno que estaba golpeando con manos y pies la bolsa. Yo solamente  hacia elongación, estiramientos, abdominales, ejercicios de brazos, que ellos  llamaban lagartijas. No golpeaba en bolsa ni en punching ball no, no me interesaba. 
  
Ese fin de semana llegó el combate de  Bruno Dosher. El rival tenía un rostro que no decía nada; no mostraba sonrisa,  no mostraba tampoco ningún tipo de emoción. Siempre me acostumbré, como máquina  de combate en el otro Ran, a leer los rostros para entender si era peligroso o  amistoso, pero este joven llamado Atero di Mauro no le podía leer nada. Vi su  currículum, doce combates, los doce ganados por nocaut. Era nuevito pero mortífero. 
Y era el titulo planetario en  semifinales. Atero di Mauro había derrotado en cuarenta segundos, con una serie  de golpes, dejándolo severamente lastimado a su rival. Lo vi a Bruno confiado,  lo que no era negativo pero cuando estás demasiado confiado, cuando no mides al  rival, no estudias al rival porque confías en ti... No me dejaba tranquila, le  tenía mucho aprecio a Bruno y no quería que lo lastimen. Sí, es cierto, había  perdido su primer combate, pero ganó todos los siguientes y era muy fuerte. Y  si bien era mayor que Atero di Mauro lo veía sólido físicamente. 
  
Subieron al cuadrilátero. Atero di Mauro  era prácticamente un desconocido pero yo seguía mirando: doce combates doce  ganados por nocaut. 
Comenzó el combate y a toda costa  Bruno quería luchar en la lona, era experto en lucha en el piso. Atero di Mauro  le escapaba, era un bailarín en el ring y mandaba con su jab de izquierda. El primer round fue bastante aburrido. Miré la esquina de Bruno, su ojo derecho estaba lastimado  por el jab de izquierda de Atero di  Mauro. El segundo round fue tremendo, golpes de derecha de Atero di Mauro  lastimaron el pómulo y el ojo izquierdo de Bruno Dosher, que apenas podía ver. Un  golpe al hígado puso de rodillas a Bruno. Inmediatamente, como una tromba, se lanzó  sobre él Atero di Mauro, descargando uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez golpes  hasta que el árbitro los separó porque Bruno no respondía. El público no entendía  nada, el nuevo campeón planetario era Atero di Mauro que había sumado un nuevo nocaut. 
Bruno miraba, creo que en ese momento  no sabía dónde estaba. Podía caminar por sus medios, lo llevaron a la  enfermería y de allí a la clínica para que le hagan una resonancia, por  prudencia, para ver si no hubiera quedado ningún problema a nivel cerebral. Le  dieron de alta el día siguiente, no tenía ninguna secuela. 
Le toqué el portero visor y me hizo  pasar, estaba levantado mirando holovisión. Bajó el volumen. 
-Adelante, Hidden. 
Nos quedamos en silencio. Lo abracé y  le dije:  
-Lo lamento. 
-¿Por qué? Ya estoy prácticamente en  los ochenta y cinco años. He ganado bastantes créditos, me puedo dedicar  perfectamente a mi trabajo real. Tal vez mi cuerpo llegó hasta aquí y no quiere  que me castiguen más. 
-No digas tonterías -le espeté en el  rostro. 
  
A la semana siguiente me tocó combatir  con Joanna Silva, quien ya tenía diecisiete victorias, once por nocaut. 
No me descuidé, no me descuidé para  nada, no quería verme otra vez en la lona por descuido. Solté mis manos, no me  asustaba el cambio de golpes, sabía que mis puños eran mortíferos y no hizo  falta utilizar la mano abierta en el pecho. Un golpe de izquierda, un golpe de  derecha: Joanna Silva cayó sin sentido antes que terminara el primer round. Me había consagrado campeona  planetaria entre las mujeres, ahora más que nunca sería yo quien elegiría mis  rivales. Estaba perfecta, ni un moratón siquiera, prácticamente había sido un  entrenamiento.  
  
Fuimos a cenar con los managers, lo  invité a Bruno. 
-Te felicito -me dijo. 
-Yo no tenía dudas -le respondí. 
-Te envidio, seguirás combatiendo. Yo  seguiré con mi trabajo. 
-No digas tonterías -le comenté.  
-¿Como tonterías? -preguntó Bruno. 
-¿Tú eres lo que aquí en Ran II se  llama machista? 
-¡Por supuesto que no! 
Le inquirí: 
-¿Te incomodaría si te hago una pregunta? 
Bruno frunció el ceño pero sonriendo. 
-No me tengas intrigado, ¿qué  pregunta? 
-¿Te molestaría que yo te entrene? 
-¡Mujer! ¿Tú entrenarme a mí? 
-¡Eres machista! -le solté en la cara. 
-No soy machista, soy Bruno Dosher. 
-Sí, ya lo sé, Bruno Dosher, a quien  Atero di Mauro dejó fuera de combate. Eres Bruno Dosher... 
-Sí. 
-...el macho, el macho que salió  lastimado y tuvo que ir a la clínica. 
Bruno se molestó. Su rostro estaba  molesto, reflejaba su enojo interno. Tuvo más de diez minutos de lucha consigo  mismo entre ese ego que tanto lo taladraba y eso que vosotros llamáis mente  analítica, hasta que ganó la segunda. 
Levantó la vista y me dijo: 
-¿Y cómo me entrenarías? 
-Como me entrenaban a mí en mi ex Ran  II, muy duramente.  
-A ver si entiendo -insistió Bruno-. ¿Tú  quieres que vuelva a combatir? 
-Obviamente; todavía eres joven. Aunque  sea tres años más, puedes combatir.  
-¿Y que vuelva a desafiar a Atero di Mauro? 
-No, aún no. Pero sí, sí, reconquista  el título que has tenido en un momento y vuelve a ser campeón. Después retírate,  pero no te retires derrotado porque estuve viendo por vuestra red digital que  la mayoría de los luchadores arrasan con todo, los vencen una y dos veces y  empiezan a perder, a perder, a perder y no veo excepciones, es como que los quebraran  por dentro y ya cualquier principiante después los puede vencer. 
-Es cierto -dijo Bruno-, muchos de mis  compañeros pierden uno o dos combates y después sólo sirven para sparring o ni para eso, y hasta su mente  queda deteriorada de los golpes. 
-Por eso te digo –agregué-, no quiero  eso para ti. 
-Bueno, por eso me retiré. 
-Pero todavía puedes.  
-Me da extrañeza. 
Le dije: -¿Te extraña? 
-Sí -asintió Bruno-, que me entrene  una mujer, a mí. 
-Claro, al macho alfa. 
-No te burles. 
-No me burlo, no soy así, yo digo las  cosas como son, no tengo el don de la ironía ni del sarcasmo, como vosotros. En  mi Ran II moría gente, no nos tomábamos la vida en broma. Sólo digo que tú  puedes, si quieres. 
  
Sirvieron la comida, todos teníamos  apetito. Bruno comenzó a comer. Me miró y me dijo: 
-La próxima semana nos vemos por la  tarde, en el gimnasio. Quedo en tus manos. 
-Te entrenaré bien. 
  
Por último me hizo una broma, o no era  una broma: 
-¿Y tú, Hidden, ¿cuándo estarás en mis  manos? 
-Lo miré a los ojos y le dije: 
-No, no, no, no, no; yo solamente  quedo en las manos de la libertad, no en las manos de nadie. 
Y seguimos comiendo. 
  
Mañana sería otro día. 
  
  
 
Sesión 08/07/2017 
  Médium: Jorge Raúl    Olguín 
  Entidades que se    presentarón a dialogar:   Raeldan e Inner-El 
En Sol III, en una  sociedad decadente se mantenía en vida por el amor de su amado. La entidad  narra los momentos previos al largo viaje que, con su amado emprendería. 
Sesión   en MP3 (1.604 KB) 
  
Inner-El: Es muy  sencillo prejuzgar conductas de los distintos roles, el de Josephine  especialmente, el poner la vista en un mercader naval o en un banquero o  intentar disfrutar de la vida. Pero acaso no sabéis que siempre hay una causa.  Sí, sí hay una causa. 
  
Hubo una época en  que era inocente, fui inocente. Todo... todo lo que no sabía, todo de lo que  dudaba. Me sorprendía cuando me besaban, me sorprendía cuando me acariciaban  hasta que comprendí lo que era. Sentí malestar y me castigué a mí misma de la  misma manera que en épocas pasadas había quienes se flagelaban para agradar,  supuestamente, al dios de turno de la religión correspondiente. Yo me flagelaba  de mil maneras. Sí, llegué a ser masoquista disfrutando torcidamente del dolor,  pero a su vez, cual bipolar, odiaba a la persona que me lo causaba. Y confundía  amor con dolor, atracción con desprecio, recelos con pasión, ja, ja. 
  
Pero con Harry no  era así porque Harry instintivamente me quería de otra manera. Claro, había  atracción carnal, sí, por supuesto, pero a veces lo veía que me pasaba horas  mirando mi cuerpo, mi rostro. Yo levantaba la vista y él estaba ahí, viéndome,  pero no con una mirada lasciva, si bien me deseaba, pero era una mirada  distinta, un amor distinto. A veces se acercaba, me tomaba el rostro, me  acariciaba las orejas, acercaba su boca a la mía y se volvía a alejar y yo  quedaba ahí anhelante esperando ese beso que no me daba. 
Y entendí lo que  era el amor, un amor distinto, un amor que no manchaba, un amor que no dejaba  mácula. Pensaréis, ¿cómo puede decir eso en el rol de Josephine? Sí, sí, la  mirada era lasciva, anhelante, igual que mis gemidos, claro, claro, pero no, no  manchaba para nada nuestro amor. Y él me decía al oído mientras me acariciaba o  mientras estaba dentro mío: 
-Tenemos que  perdurar más allá de la vida, más allá de la muerte. 
-¡Cómo, amado mío,  cómo, cómo! Te he seguido desde París, dime cómo. 
-Tenemos que  inmortalizar nuestro amor. 
-Es lo que quiero  -le respondía-, pero cómo hago, cómo. Me parece algo imposible de lograr. 
-No es así, fíjate  lo que nos rodea: la crisis de la bolsa, las acciones, no me interesa nada de eso.  Mira esa vida turbia que hay en el exterior, mira, ¿qué ves allí? 
-Veo el verde. 
-Qué más. 
-Gente que camina  en forma automática por Central Park. 
-¿Qué más ves?, ¿qué  más? 
-Atrás tuyo,  muchísimos bloques, detrás en la calle Wall. 
-Qué ves. 
-Poder. 
-Mentira, se  derrumba todo. Avaricia. ¿Para qué? ¿De qué les sirve? Para que se tiren por la  ventana, pero ellos no se llevan nada. No es como nosotros que podemos  protagonizar ese momento. 
-Harry, esto no lo  tuve nunca, un amor así que me hace olvidar que fui usada, que me malenseñaron,  que me malentendieron. Me has hecho vencer ese odio, ese desprecio, esa  situación tan negativa que sentía el dolor, la angustia, la impiedad, ¡ahhh!, ¡no  puedo más con eso! Cuál es tu solución. 
-Morir, amada, y  más allá de la vida seremos el uno para el otro y nada nos separará. 
-Y nos  reconoceremos, seremos los mismos que ahora. 
-Claro que nos  reconoceremos, por supuesto que nos reconoceremos. 
-¿Y ese amor  perdurará? ¿Lo sentiremos como ahora? Esa agonía que a la vez te eleva ese  sufrimiento, ese desgarramiento de la piel que lo transformas en virtud, un  amor que es más grande al no consumarlo a pesar de lo que lo hemos consumado,  pero tú me entiendes; yo te veo cuando me miras una hora entera pero no con una  mirada lujuriosa. Me haces acordar a esas obras de Platón donde idealizan al  otro. ¿Tú me idealizas? 
-No, no a ti -me  decía Harry-, idealizo a nuestro amor porque es un amor eterno. 
-Quiero sentirlo ya  fuera de este cuerpo, pero no sé cómo hacer. 
-Yo te ayudaré. 
-Prométeme que  iremos juntos. 
-Claro que iremos  juntos a esa luz, a ese sentir distinto, a ese palpar distinto donde nuestros  sentidos serán otros. Claro, seremos eternos en esa inmensidad más allá de las  nubes, fuera de esta agonía, de este mal pasar, de esta necesidad inmunda donde  te miran y te desprecian, no, no. 
¡Ay! Qué bien que  me sentía en ese momento. 
-Prepárate. 
-Sí, quiero verte. 
-No, cierra los  ojos, te trasportarás mejor. 
-Quiero verte,  Harry. 
-No, cierra los  ojos, cierra los ojos que yo te seguiré. Claro que te seguiré, nada lo impedirá,  no tengo nada aquí, nada que me amarre a este mundo. ¡Ahhh! 
  
Y cerré los ojos. Y  de repente mi estado era un estado distinto, caótico, todo giraba entorno mío o  yo giraba en torno de la nada, pues si bien era una entidad angélica, esa parte  de mí que había encarnado en Josephine estaba como perdida y lo que  verdaderamente sentía era terrenal, era físico porque me engañaba. 
  
Pobre Raeldan, qué  rol. Pobre de mí, qué roles que hemos tenido. No quiero más repetir esas  circunstancias no, no, no, no. 
  
  
  
 
Sesión 11/06/2018 
  Médium: Jorge Raúl    Olguín 
  Entidades que se    presentarón a dialogar:   Raeldan e Inner-El 
El canalizador intenciona a dos entidades que ha  compartido vidas y dialogan sin reparo acerca de sus verdaderos pensamientos de  uno para el otro. 
Sesión   en MP3 (1.686 KB) 
Sesión relacionada 
Jorge  Olguín: Voy a intentar canalizar a Raeldan y a Inner-El simultáneamente para  que a través mío, mediante mi decodificador donde los conceptos se decodifican  y se codifican a lenguaje hablado, puedan expresarse. 
  
  
Raeldan: Bueno, con  vosotros Raeldan. He vivido muchas vidas, ¡ja!, muchísimas vidas. He tenido  aventuras que ni la mente más calenturienta soñaría. Trato de entenderme con  todas las entidades, quizá no lo logro tanto con Inner-El, entidad angélica,  ella se contacta conmigo desde el plano 6. 
  
Inner-El: ¿Y para  qué quieres que me contacte? ¿Me vas a contar las hazañas de tus roles? ¿Me vas  a contar tus experiencias en el plano físico? ¿Que eras un paladín de la  justicia? ¿Que tenías grandes amores? ¿No te das cuenta de que tus roles fueron  elementales, básicos, anodinos, predecibles, manejables? 
  
Raeldan: Pues te  responderé. Aunque eres una entidad angélica te responderé como mujer, como te  he conocido y como te sigo conociendo. Te piensas que tú las sabes todas. Juegas  al misterio, pues te tengo calada. Te conozco, sé quién eres. Eres una persona  muy sufrida que se esconde a través de una máscara. 
  
Inner-El: Así que  tú, Raeldan crees conocerme. Tú crees conocerme a mí. Pero si no te conoces ni  a ti mismo, no sabes cuál de tus roles es el favorito. Tienes una vida tan  pobre que vives de los recuerdos y me vienes a decir a mí que juego al misterio.  Y si juego al misterio es cosa mía porque lo hice en cada vida y nunca he  perdido. Siempre te he manipulado por gusto, por conveniencia o porque me venía  en ganas. 
  
Raeldan: Pues  Inner-El, tú dices que me has manipulado. Pues yo digo que te he disfrutado, yo  he gozado contigo y luego te he descartado, porque en todos los roles que nos  hemos encontrado yo llevaba la voz cantante. 
  
Inner-El: ¡Vaya! Pues  mira el ego que tienes; has sido guerrero, has sido samurai, has sido rey, has  sido príncipe, has acabado con tanta gente que me asombra que no estés en un  plano más bajo. ¿Así que me has manipulado? Eres como un caballo domesticado,  eres fácil de manejar, simplemente hay que coger las riendas y llevarte, y  hacerte creer que tú llevas la voz cantante. 
  
Raeldan: Eso es lo  que tú crees. A ver, a ver, Inner-El, ¿tú qué tienes contra mí? 
  
Inner-El: ¿Contra  ti? Pero tener algo contra ti o tener algo a favor tuyo sería darte importancia.  No me significas mucho, no me significas poco, no me significas nada. ¿Por qué  voy a tener algo contra ti? Eres insignificante. 
  
Raeldan: ¡Ja, ja,  ja! ¡Ay, Inner-El! Ahí, el que está hablando es tu desdén, tu despecho, como  mujer que has sido en todas las vidas y no soportas una derrota. 
  
Inner-El:  ¡Excúsame! ¿De qué derrota me hablas? Tú que montas un caballo y muestras una  figura varonil, qué suerte que tienes que los miedos, las inseguridades son  invisibles, que solamente yo las puedo ver a través de tu rostro. Siempre te he  manejado y eso es lo que a ti te molesta. Tú no sientes atracción por mi  persona, a ti te molesta el misterio, porque siempre te ha gustado dominar las  situaciones y cuando hay algo que no puedes dominar te molesta, te incomoda. Y  eso que aún no conoces todas las vidas en las que te he manipulado. 
  
Raeldan: Bien mujer.  Disculpa que te diga mujer, entidad angélica. ¿Por qué hablas de esa manera tan  despreciativa entonces? O sea, si yo no te significo nada ¿por qué te apasionas?,  ¿por qué te sientes como molesta?, te noto molesta. 
  
Inner-El: Tú no me  molestas, para nada. Simplemente que no soporto la vanidad. Y tú eres vanidoso,  que lo disfrazas, que te disfrazas de paladín. Tú no te montas en un caballo,  tú te montas en tu propia vanidad, tienes un ego gigantesco, un ego enorme. Quieres  figurar siempre, quieres ser el primero. Pero conmigo no, conmigo nunca ganas,  nunca vas a ganar; primero porque yo veo más alto que toda tu esencia, por el  plano en que estoy. 
  
Raeldan: Bueno  mujer, generalmente las entidades angélicas buscan ayudar. Si tú has visto en  mí tantas falencias ¿por qué no me has tendido una mano? 
  
Inner-El: Quizá te  la han tendido, quizá te la han tendido otros. De mí no querías que te tienda  la mano, querías someterme y creo que has elegido mal. 
  
Raeldan: O sea, que  entonces estamos peleados. 
  
Inner-El: Hombre,  no estamos peleados, uno se pelea con un igual, tú no eres igual, contigo no  puedo pelearme. Aparte, ¿por qué me voy a pelear?, no me has hecho nada. No me  interesas, no me interesas para nada. Y seguramente esto que te estoy diciendo  te va a molestar más porque tú necesitas tener la atención mía como tener la  atención de otros. Tú ya tienes quien pueda arrodillarse a tus pies. A mí  déjame. Yo no necesito arrodillarme ante nadie. Soy quien soy. 
Y te preguntarás  por qué no tengo karmas. ¿Qué sabes de mí? ¿Te piensas que si yo los tuviera yo  te los diría a ti? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Con qué necesidad? Tú no tienes por  qué saber nada de mí, yo soy Inner-El, soy la mejor. ¿Y tú quién eres? Eres un  hombre sudoroso de pelo largo. ¡Ja, ja, ja, ja!  
Recuerdo Umbro, el  vanidoso Ligor, el que monta los dragones. ¿Quieres que te cuente cómo te he  sometido? No. Te haré esperar. Te haré esperar. Yo relataré eso y lo  disfrutaré. 
  
Raeldan: Mujer, tú  sabes que como thetán tengo todos los recuerdos y sé todo lo que pasó. Mi 10%  no pero yo sí. Y no es tan así, tú no me has manejado, tú no me has dominado. Tú  te olvidas la experiencia que tengo en todas las vidas para que tú me manipules  a mí, eso te crees tú. He encarnado muchas más veces que tú y siempre he tenido  el papel preponderante. Así que no te la creas. Conmigo no. Conmigo no, mujer. 
  
Inner-El: Perfecto,  Raeldan, perfecto. Lo que tú digas. 
  
Raeldan: No,  tampoco te burles de mí. 
  
Inner-El: Noooo, yo  no me estoy burlando, Raeldan, para nada. Lo que tú digas está bien. Si tú lo  dices es como tú lo digas. Está bien. No digo más nada. 
  
Raeldan: Te estás  burlando. 
  
Inner-El: Para  nada, para nada. Tú eres el... el líder. ¿Quién puede contigo? Eres lo máximo.  Mira el rol de Ascardín, ¡aaah!, el rol de Lord Byron, el rol de Roger, el rol  de Arturo... ¡Oooh! Qué maravilla. 
  
Raeldan: ¿Y por qué?  ¿Qué tienes que decir? He logrado cosas increíbles. 
  
Inner-El: ¡Oh! Vaya.  Si tuviera manos te aplaudiría. 
  
Raeldan: Y sigues  burlándote, sigues burlándote. 
  
Inner-El: Pero  hombre, para nada. ¿Por qué te piensas que encarno como mujer? Porque podemos  más que vosotros, porque tenemos más intuición que vosotros. Os damos las  riendas para que vosotros creáis que manejáis las situaciones cuando en el  fondo sois nuestros sirvientes. 
  
Raeldan: ¿Ah, sí? ¿Y  qué pasa cuando los bárbaros asolan aldeas y violan a las mujeres? ¿Adónde  somos sirvientes? 
  
Inner-El: ¡Aaah! Mira  tú, mira lo que has sacado; te disgustas tanto con las cosas que te digo que  consciente o inconscientemente te pones a favor de los saqueadores y los  violadores. 
  
Raeldan: No, no, no,  yo no he dicho eso. 
  
Inner-El: Sí  Raeldan, no lo has querido decir, pero hay un maestro que dice que la mente  reactiva dice la verdad. Has dicho eso. Como que los bárbaros nos someten y por  eso las mujeres somos inferiores. Qué consuelo para ti, ¿no? 
  
Raeldan: No dije  eso. 
  
Inner-El: Sí que lo  has dicho, sí que lo has dicho. Nunca, jamás me vas a ganar una discusión a mí,  a Inner-El. Jamás. Y ahora te dejo con la palabra, yo me retiro. 
  
Raeldan: Mujer, aún  no he terminado, mujer aún no he terminado. 
Pues vaya, es  insoportable, es insoportable. Esta entidad angélica habrá sido una falla de  Eón. ¡Por favor! 
  
  
 
Sesión 12/06/2018 
  Médium: Jorge Raúl    Olguín 
  Entidades que se    presentarón a dialogar:   Raeldan e Inner-El 
La entidad relata que en Umbro murieron sus padres y  tuvo que vivir en el pueblo con un tío y un primo. Pero tenía un tema pendiente  que resolver. 
Sesión   en MP3 (3.634 KB) 
  
Entidad: No creo  que la vida maneje nuestro destino, nosotros programamos nuestro destino con  nuestras actitudes, nuestras acciones, nuestras decisiones, nuestra táctica,  nuestra estrategia. Sí. 
  
Había nacido en la  zona desierta, una zona rural con muy pocos habitantes. A alguna distancia  había un pequeño bosque. 
Mi nombre era  Randora. Tenía una hermana Melisa dos de vuestros años más joven que yo. ¡Ahhh!  Padre era una persona muy intolerante, cualquier excusa era buena para él para  golpearnos, maltratarnos. 
Por alguna razón mi  hermana Melisa, que era de muy poco carácter, tímida, obediente, era blanco de  sus ataques de ira. Recuerdo cuando tenía dieciséis años, Melisa tenía catorce,  y íbamos hasta el bosque cercano para cargar leña y ella para ahorrarse trabajo  se llevó una mulena y ¡jé!, lamentablemente se mancó y padre le dejó la espalda  al descubierto y se cansó de darle latigazos. Y eso no fue todo; mi hermana se  acostó en un catre llorando y padre cogió un puñado de sal gruesa y se lo tiró  en la espalda sobre las heridas. La pobre gritó, aulló como si fuera un lobo de  las estepas. ¡Ah! 
¿Madre? Madre, con  tal de que padre no vuelque la herida en ella no decía nada. Cuando padre se  marchó a trabajar, madre le lavó a Melisa las heridas y le puso un azúcar de  caña que tenía efecto coagulante. 
  
¿Qué yo la pasé  mejor? Relativamente. Alguna vez cometí algún error y padre me dio también  latigazos. ¿Si grité? No, jamás les iba a dar ese gusto. ¿Si lloré? Menos. No,  nunca iba a suplicar perdón, nunca iba a arrodillarme ante nadie. 
A veces iba al  poblado. En el poblado vivía el hermano de papá que era viudo y tenía un hijo,  un poco más grande que nosotras. Con mi primo me llevaba bien. 
Recuerdo que una  tarde fuimos hasta el poblado y al volver nos encontramos con una escena  lamentable: los cadáveres de nuestros padres yacían inertes en la tierra. Quizás  alguno en el poblado sabía que padre era muy avaro y guardaba muchos metales  cobreados, plateados y dorados y los mataron para quedarse con esa fortuna. 
Melisa no paraba de  llorar. Yo la miraba indiferente, miraba los cuerpos de mis padres. ¿Si sentía  pena? Vaya, seré cualquier cosa pero no hipócrita, nunca hipócrita. No, no  tenía pena, no tenía dolor, no tenía emociones porque había recibido de padre muchos  malos tratos. Y madre, si bien nunca nos maltrató, siempre fue su cómplice, su  cómplice silenciosa. 
Avisamos en el  poblado y vinieron las autoridades, un hombre grande y su ayudante y además un  montón de curiosos. 
Recuerdo que el  hombre, la principal autoridad dijo: 
-Sois menores, ¿qué  haréis? 
Le dije: 
-Tenemos familiares  en el poblado, un tío y un primo. 
  
Ellos se quedaron  con la propiedad y fuimos a vivir al poblado. Melisa no se acostumbraba, a mí  me daba lo mismo. Siempre traté de sacar ventaja de donde pudiera y en las  condiciones en las que estuviera. Tampoco me interesaba que me mantuvieran, así  que le dije al tío de trabajar en su negocio, en los almacenes atendiendo gente.  Sabía cómo ser simpática, sabía cómo ser compradora con la gente, como caerles  bien. Es más, el tío no solo aceptó sino que el hecho de que yo atendiera hizo  que las ventas aumentaran. 
-¡Qué joven  simpática! ¿Es su sobrina? 
-Sí, se llama  Randora. 
  
En un momento  determinado Melisa también quiso ayudar y le dije: 
-No, tú te quedas  en casa. Te ocupas de limpiar y de hacer la comida, no creo que seas tan inútil  de no saber cocinar. A lo sumo nuestro primo te ayudará y te enseñará a  preparar los cereales, las hortalizas, la carne, y que aprendas de una vez por  todas a hacer un buen guisado. 
Melisa se fue  acostumbrando de a poco, yo me fui adaptando de a poco. ¿Entendéis la  diferencia? Si no la entendéis no es mi problema, es vuestro problema. 
  
Recuerdo que un día  estábamos de descanso y fui al bosque, escuché pasos detrás mío. Un cuerpo  masculino me abrazó de atrás y sentí ¡Ah! su presencia atrás mío. Me di vuelta  y lo abracé y lo besé. ¿Con pasión, con amor? No, con cálculo: era el primo. 
-Randora, me  vuelves loco. 
-Tú también me  vuelves loca. -Lo abrazaba, lo tocaba. 
-Quiero amarte,  quiero tenerte. 
-Sí, ya me tendrás,  déjame que esté preparada. 
-¡He hecho tantas  cosas por ti! He hablado con dos de mis amigos... ¡Tú me has ordenado eso!  -exclamó mi primo. 
-¿Ahora me echas en  cara cosas? Después de todos los besos que te he brindado como a nadie, porque  nunca he sentido lo que siento contigo -le reproché. Caían mis lágrimas, esas  lágrimas de mentira para embaucar al primo. 
Él, con la cabeza  baja, decía: 
-Sí, está bien,  Randora, pero mira si hablan, mira si el pueblo se entera de que los he mandado  a matar a tus padres por orden tuya. 
-¡Psss! No digas  nada, nos hemos repartido el dinero y les hemos dado algunos metales a esos dos  inútiles. ¿Piensas acaso que no los hemos comprado? No te preocupes, no te  preocupes. -Me miró, su rostro palideció. 
-¿Porqué no debo  preocuparme? ¡Qué ha pasado! 
-¿Qué ha pasado?  Hace un par de amaneceres les dije lo maravilloso que cocina tu prima Melisa y  les he llevado un par de platos de comida. 
-No entiendo, ¿qué  pasó? 
-¡Ay! Primo, primo,  primo, por qué eres tan inocente, sabes que en la zona hay hongos venenosos que  apenas no tienen gusto, no tienen sabor y se han empachado de comida. 
-He estado ocupado,  ¿qué ha pasado? 
-¡Ay primo! ¿Cómo  qué ha pasado? ¿No te has enterado de que anoche los encontraron a los dos  muertos?, alguien los envenenó. 
-¡Randora! 
-Primo, silencio,  alguien los envenenó, nosotros no tuvimos nada que ver. ¿O tú has tenido algo  que ver? ¿Quieres que lo comentemos en el pueblo lo que hemos hecho? 
-Yo no he hecho  nada. 
-¿Ah, no? ¿Acaso tú  no has encargado que maten a mis padres? 
-Pero tú me lo has  dicho, que eras desdichada, que te maltrataba y que te manoseaba y que en un  momento dado te quería ultrajar. 
-Bueno, y tú has  hecho justicia. Entonces ¿cuál es el problema? 
-Pero me acabas de  decir que has matado a... 
-No, te acabo de  decir que los dos testigos ya no están más. Así que quedamos nosotros. ¿El tío  sabe algo? 
-Por supuesto que  no, por supuesto que no. 
-Entonces no veo el  problema, querido primo. 
-Todo lo hice  porque tengo necesidad de toda tu persona. 
-Yo también primo,  yo también. No sabes cómo me pones cuando me abrazas. 
-Y entonces ¿por  qué?, entonces ¿por qué todavía no podemos intimar del todo? 
-Sabes, sabes que  padre buscó abusarse de mí y es como que aún no me siento preparada. -Y volvía  a desparramar lágrimas, esas lágrimas de mentira. 
  
¡Ay! Pero pasó el  tiempo. Pasó el tiempo y primo se volvió muy denso, muy pesado, muy demandante.  En casa tenía un puñal. Lo bien que me llevaba con tío para que nuestro primo me  moleste. ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! ¡Ah! Había tomado bastante frío, había tomado  bastante frío. Llegué a mostrarle la parte superior de mi cuerpo al primo para  que se excite más y tenerlo bajos mis redes. Había pescado una pequeña tos,  pero valió el esfuerzo hacerlo. ¡Ja, ja, ja! 
Pero estaba harta  de sus demandas. Recuerdo que tomé el puñal y le corté el rostro y salí  corriendo para el lado del bosque, llegué a un camino y justo venía un guerrero  corpulento en un hoyuman. 
-¡Auxilio, por  favor, auxilio! -El hombre inmediatamente se bajó del equino-. ¡Auxilio! -Estaba  como a sesenta líneas pero me divisaba, primo atrás me corría. 
-¡Mira, me has  cortado la cara! 
-Toma -le dije. Le  lancé el cuchillo, pero se lo lancé verticalmente para que lo pueda coger del mango.  Y lo tomó. ¡Iluso! ¡Inútil! ¡Estúpido! Cuando el guerrero se acercó yo estaba  bañada en lágrimas con el rostro aterrado y atrás mi primo con el cuchillo-. ¡Me  violó, me ultrajó y ahora me quiere matar! -Me defendí. -El primo se acercó y  el guerrero lo atravesó con su espada quitándole la vida. Nadie compartía mi  secreto de haber asesinado a mis padres. 
-¿Estás bien,  mujer? 
-Sí, me siento  mejor, gracias por defenderme. Eres muy apuesto. 
-Mujer, acabas de  pasar por un trance, no... De repente te fijas en mi cuerpo. -Tenía que tener  cuidado, no era tan tonto este guerrero-. ¿Cómo te llamas, mujer? 
-Randora. Vivo con  mi hermana Melisa, somos huérfanas. Tiempo atrás mataron a nuestros padres,  fuimos a vivir de nuestro tío y mi primo, que se abusaba de mí hasta que yo no  podía más. El tío no lo sabe. -Me abracé al hombre-. Gracias por ayudarme. 
-Te acompaño hasta  el poblado a hablar con las autoridades y les contamos todo. 
-No, no, no, no, va  a ser un tremendo dolor para mi tío, prefiero decir que fue asaltado en el  camino. Si el tío se entera de que mi primo me ultrajaba es romperle el  corazón, encima es viudo. 
-Está bien, mujer,  te acompaño hasta el poblado. 
-No, no hace falta,  no hace falta. 
-¿Qué deseas que  haga? 
-Has hecho bastante.  -Me abracé a él, le acaricié el rostro. Me tomó del cuerpo y me separó. 
-Mujer, está bien,  está bien -Era difícil de manipularlo. 
-Gracias por  ayudarme, eres un paladín. Dime cuál es tu nombre. 
-Me llamo Ligor,  mujer. 
-Tú eres hombre,  pero me doy cuenta que eres distinto, jamás ultrajarías a una mujer. 
-Por supuesto que  no, mujer, nunca lo haría, he tenido mis conquistas pero se han entregado a mí. 
-¿Y ahora no tienes  mujer? 
-No, tengo una  amada con la cual hicimos una promesa, ella es doncella de una reina y mientras  la reina viva seguirá con ella. El día de mañana que la reina no esté, el día  de mañana que ella esté libre de ese compromiso seguramente nos uniremos, por  ahora soy un errante que va de aventura en aventura. 
-¿Me has dicho tu  nombre? 
-Ligor. 
-No me olvidaré de  ti, tengo una deuda contigo. 
-No tienes ninguna  deuda, mujer. Arréglate, arréglate la ropa. Mira, allí tienes un arroyo, puedes  lavarte el rostro, que no vean que has llorado. Si no precisas nada de mí me marcharé.  -Asentí con la cabeza. Volví a romper en llanto. El hombre me miraba y me  observaba pero creyó mi estado de dolor, mi estado fingido de dolor. Montó en  su hoyuman. 
Volví a agradecerle  y le dije con voz quebrada: 
-Gracias, espero  volver a verte. Hoy he vuelto a renacer, seguramente esta persona que por  circunstancias de aquel que está más allá de las estrellas era primo mío me  hubiera matado después de volverme a ultrajar. 
-Cálmate, ya ha  pasado todo. ¿Seguro que no quieres hacer la denuncia en el poblado? 
-No, no, Ligor, le  rompería el corazón a tío. Igual se pondrá mal cuando se entere. pero no es lo  mismo que piense que lo asaltaron a que sepa que él me violaba y me torturaba y  me ultrajaba noche tras noche bajo la amenaza de que si yo hablaba nos echaba  porque somos huérfanas. 
-Cálmate, cálmate,  mujer. Espero volver por vuestro poblado a ver cómo estás. 
-Por favor. Así  espero. Has cambiado mi vida. 
  
El guerrero no supo  que decir. Hizo un gesto con la cabeza y se marchó con su hoyuman al paso. Cuando  ya había pasado las cien líneas de distancia mi rostro cambió; un rostro seco,  enérgico, y caminé hacia el poblado. Fui a los grandes almacenes,  afortunadamente no había nadie comprando, llegué hecha un mar de lágrimas. 
-¡Tío, tío! No  sabes lo qué ha pasado, estábamos con el primo aprovechando que estábamos en  descanso y dos o tres hombres nos querían robar y a mí ultrajarme, y a primo...  a primo lo mataron. No sé cómo pude escapar y vine corriendo. 
  
Tío estaba pálido.  Fue con las autoridades hasta el lugar, encontraron el cuerpo de primo inerte.  Mi hermana Melisa, descompuesta de la impresión, me tomó del brazo y me dijo: 
-¿Tú estás bien,  hermana? 
-Sí, Melisa, estoy  bien, me salvé de ser ultrajada, pero mira, mira el pobre primo lo que le han  hecho. -Nos abrazamos las dos llorando. 
El tío habló con  las autoridades: 
-Miren mis pobres  niñas. 
Me abracé luego con  tío y le dije: 
-Te cuidaremos, tío,  eres todo lo que tenemos. 
El tío respondió: 
-Y vosotras sois  todo lo que yo tengo ahora que he perdido a mi hijo. 
  
¡Ay! Lo que es la vida.  La vida la programamos nosotros. Hay quien pierde y hay quien gana. Yo soy de  las que ganan. Como que me llamo Randora.
  
  
 
Sesión 24/06/2018 
  Médium: Jorge Raúl    Olguín 
  Entidades que se    presentarón a dialogar:   Raeldan e Inner-El 
Las dos entidades dialogan acerca de su relación en  vidas pasadas sacando más lo malo que lo bueno vivido. Raeldan, entidad espiritual.  Inner-el, entidad angélica. 
Sesión   en MP3 (1.784 KB) 
Sesión relacionada 
Jorge  Olguín: Voy a intentar nuevamente canalizar a dos entidades en forma simultánea  para que a través de mi persona puedan volcar sus conceptos en forma de diálogo.  Espero que sea diálogo y no discusión. Raeldan e Inner-El. 
  
Raeldan: Pues aquí  estoy nuevamente tratando de decir mis verdades como Raeldan, porque realmente  en la suma de mis vidas he hecho mucho más bien que mal. 
  
Inner-El: Pues eso  es lo que dices tú, vanidoso como eres. Y explico por qué. En las vidas que has  compartido conmigo, en las que has podido abusar de tu poder lo has hecho y muy  bien. Me has sometido, incluso en una vida siendo pequeña me has abusado, me  has ultrajado y luego has buscado cualquier excusa para justificarte porque siempre,  siempre, ¡déjame terminar!, siempre te has justificado. Siempre has querido que  te avalen, que sean permisivos contigo, que te endiosen. ¿Pero quién eres? ¿Quién  eres? 
  
Raeldan: Pues dime,  Inner-El, quién eres tú, una entidad angélica, un plano sexto, pero ¿te has  fijado en las vidas?, ¿te has fijado en lo que has hecho en las distintas  vidas? 
  
Inner-El: Claro que  me he fijado, lo acabo de decir. He sido víctima de abusos, acosos, de engaños.  ¡Je! Y tú, en las distintas vidas, te disfrazas de galante, de caballero, de  guerrero. ¿Por qué no dices de abusador? ¿La historia sabe la verdad de ese  poeta? No, no saben la verdad, no saben de tus perversiones. 
¿Paladín? Pero  paladín ¿de qué? 
  
Raeldan: Mujer, ¿tú  que puedes decir ahora que ha salido a la luz? Ha salido a la luz esa sesión de  Randora. ¿Qué me dices? 
  
Inner-El: ¿Qué te  digo? Que he sobrevivido, que busqué la manera de poder salir adelante. 
  
Raeldan: Y cuando  un mediocre se pone en el camino le dices que se corra (se aparte), y si no se  quiere correr lo aplastas, le pasas por encima. 
  
Inner-El: ¿Qué hay  de malo en eso? 
  
Raeldan: Mujer... Pero  has asesinado. 
  
Inner-El: ¡Oooh! ¡He  asesinado! ¡He sido cómplice! ¿De qué estamos hablando? De una época donde  asesinar era tan común como beber una bebida espumante. ¿Ahora te horrorizas?  En esa misma vida, tú como Ligor has matado tanta gente ¿y me vienes a decir a  mí? Has matado cien veces más personas que yo en esa vida. 
  
Raeldan: Mujer no  es lo mismo en el fragor de una batalla que planificar algo cruel, no es lo  mismo. 
  
Inner-El: ¿Por qué?  ¿Cuál es la diferencia? ¿En batalla tienes otro tipo de karma? ¿Hay calidades  de karmas? Tú no sabes de karmas. Es más, tú no sabes de calidad porque tú no  tienes calidad. Y tú, tú sabes que pasó después, como thetán, pero tú 10% no  sabe. Cuando muchos años después te puse una trampa gigante. 
  
Raeldan: Y todavía  lo dices, Inner-El, como justificándote. Lo que has hecho es bajo, muy bajo. 
  
Inner-El: ¿Lo que  he hecho? Simplemente que lo tenía que hacer. 
  
Raeldan: Pero mujer,  en esa vida como Randora y como Ligor, tú no tenías nada contra mí. ¿Por qué me  has hecho esa trampa? No te perjudiqué en nada. Al contrario, me usaste para  que acabara con tu primo. ¿Por qué años después me tendiste esa trampa? ¿Qué  pasó? 
  
Inner-El: A lo  mejor era mi vanidad. 
  
Raeldan: ¡Ah! Entonces  reconoces que eres vanidosa. 
  
Inner-El: -En este  momento conceptualmente me estoy encogiendo de hombros. Sí, puede ser que en  esa vida haya sido vanidosa y el hecho de que tú no te hayas fijado en mí mientras  que a otros los dejaba con la boca abierta. Y me molestó que no te haya podido  manipular, quise entrarte por el lado de la lástima y tú me frenaste. Bueno,  eso me quedó adentro mío como un rencor que fue creciendo, por eso la trampa  que te hice. 
  
Raeldan: Pero  mujer, sentías rencor por el hecho de que te respeté. Yo te creí que tu primo  te ultrajaba, que te perseguía para matarte. Te defendí y cuando tú intentaste  acercarte un poco más te frené, pero por respeto, por un especie de afecto  impersonal. ¿Cómo podías tener rencor si actué de la mejor manera posible? 
  
Inner-El: Yo lo  único que sentí fue tu rechazo. Y en aquel entonces no tenías una pareja  estable y me molestó. 
  
Raeldan: Pero  mujer, ¿cómo puedo discutir contigo siendo tan cerrada, tan cerrada? Trato de  decirte las cosas como son y te empacas como una mulena. 
  
Inner-El: Nada que  decir. 
  
Raeldan: No quieres  defenderte. 
  
Inner-El: ¡Je, je,  je! ¡Ja, ja, ja! ¿Defenderme? De qué voy a defenderme, estoy en un plano seis.  ¿De qué voy a defenderme? No me interesa defenderme. En ninguna vida me apego a  nada, en ninguna. 
  
Raeldan: Pues mujer,  eso no es cierto, hay vidas en las que hemos estado juntos en las que has  sentido algo por mí. 
  
Inner-El: ¿Quién lo  dice? Tú. ¿Cómo sabes que no te embauqué? ¿Cómo sabes que no te dije a todo que  sí para pasarla bien, para no pasarla mal? 
  
Raeldan: Mujer,  ¿qué te motiva, vengarte? ¿Manipular gente? Y no solamente varones, has  manipulado en la vida de Randora a tu primo, a tu tío... A tu primo lo has  hecho asesinar por mí, o sea, que... ¡A tus padres! ¡A tus padres! ¿Qué cosas  te motivan, no sientes amor por nada? 
  
Inner-El: Pues en  la vida de Randora sentía amor cuando miraba mi reflejo en el arroyo. 
  
Raeldan: ¡Je, je,  je! Ahora estás siendo irónica, te estoy hablando en serio. Mira, sé que como  Ligor no he sido perfecto, es verdad que estuve en muchísimas batallas y es  verdad que ha caído gente bajo mi espada, pero yo tuve sentimientos. Y tú ¿cuándo  has tenido sentimientos?, dices que los has fingido en todas, en todas las  vidas. ¿Qué puedo esperar de ti? 
  
Inner-El: ¿Por qué  habrías de esperar algo? ¿Qué nos liga, qué nos une? Nada. Tu mente afiebrada  piensa que tenemos un lazo, el famoso hilo rojo. Pero déjate de tonterías  Raeldan, déjate de tonterías, acá no hay ningún hilo rojo, no hay nada que nos  una, tu mente afiebrada piensa que algo nos une. Es más, no me interesa hablar  contigo, no me interesas. 
  
Raledan: Solamente  una pregunta, pero respóndeme de corazón: ¿Por qué me has hecho esa trampa,  como Ligor? ¿Por qué arruinar mi vida? ¿Porque cuando eras mucho más niña  directamente no quise abusarme de las circunstancias? 
  
Inner-El: No tengo  porqué darte explicaciones. Soy así. Se me acepta como soy o sigue tu camino. 
  
Raeldan: ¿Y qué pasó  en la vida de Ran II? Fuimos amigos, hemos aprendido cosas juntos. 
  
Inner-El: Pues como  decís vosotros en Sol III, me has venido como anillo al dedo: Tú me has  introducido a ese universo alterno. 
  
Raeldan: Bien, pero  ¿no has disfrutado nada de mi compañía? 
  
Inner-El: ¡Psss! 
  
Raeldan: Te he  enseñado un estilo de lucha mucho más potente que el de tu mundo y no lo  supiste aprovechar. Te das cuenta de que hasta en eso fuiste un fracaso. 
  
Inner-El: ¡Ja, ja,  ja, ja, ja! 
  
Raeldan: Mujer,  cómo puedes reírte así. 
  
Inner-El: ¿Porque  te saco de quicio? 
  
Raeldan: No voy a  entrar en tu juego. No pienso entrar más en tu juego. No me interesa entrar en  tu juego. 
  
Inner-El: No entres.  Déjame vivir mi vida, tú vive la tuya. Pero no me busques en esta vida, no me  busques en ninguna vida. Lo que pasó, pasó. Tú eres dueño de tu vida. Yo soy  dueña de la mía. Basta. 
  
Raeldan: Pero es  que... 
  
Inner-El: Basta. No  quiero hablar más. Yo decido cuando se termina la conversación. Y me retiro. 
  
Raeldan: ¡Ay! No  entiendo como una entidad angélica puede comportarse de esa manera, un plano  sexto. No me queda más nada que agregar, creo que el diálogo, debate o  discusión dice quién es cada uno. Me quedo tranquilo con mi forma de ser. 
  
Hasta todo momento.
  
  
 
Sesión 11/10/2018 
  Médium: Jorge Raúl    Olguín 
  Entidades que se    presentarón a dialogar:   Raeldan e Inner-El 
La entidad relata que ayudó a un gran señor a escapar  de una batalla y que trabó confianza al punto que él le permitió mitigar su  dolor. Era muy buena en lo que hacía. 
Sesión   en MP3 (2.322 KB) 
  
Entidad: Hacía  siete amaneceres que cabalgábamos, no me sentía cómoda en absoluto. 
-¿Por qué nos sigue  ese guilmo, Andahazi? 
-Ese guilmo estaba  en la fortaleza, sería el cachorro de algún joven de la feria feudal. 
-¿Y por qué nos  sigue a nosotros? 
-Porque habrá  escapado del infierno que hay allá dentro. 
-¿Piensas dejarte  la barba? 
-No quiero que por  ahora me reconozcan. Aparte, tú no hables. Te has teñido más oscuro el cabello  con esas hierbas en ese arroyo que pasamos, tampoco debes querer que te  reconozcan. 
-No lo hice por  eso. 
-Pero volveremos. 
-¿Cómo volveremos?  -pregunté. 
-Volveremos,  Randora, volveremos, juntaremos más gente de distintas regiones y nos  vengaremos de todos. 
  
En estos siete  amaneceres conocía más al hombre que gente que lo conoció durante siglos y  siglos. O quizás ahora estaba mostrando su verdadera mente, una mente que  desvariaba, una mente que estaba fuera de la realidad. ¿Por qué me uní? Siempre  busco sacar ventaja. Pero soy realista, cuando pierdo pierdo y busco otra meta,  otros horizontes, pero a este hombre le seguí el juego, por ahora, pero cada  día desvariaba más. 
  
A la tarde se largó  una tremenda tormenta; lluvia, relámpagos, nos refugiamos en una caverna. Tenía  un poco de carne seca, le tiré un poco al cachorro de guilmo. 
-¿Por qué  desperdicias en ese animal? 
-Porque está con  nosotros, Andahazi. 
Tiempo después la  lluvia paró, todavía no había anochecido, afuera se veía claro. Me alarmé  cuando lo vi a Andahazi en el borde de la caverna, casi asomándose para afuera. 
-¡Tú no me has  sabido conducir! -Lo miré, pensé que se dirigía a mí, pero estaba hablando con  alguien afuera. Me acerqué sin que se diera cuenta y no había nadie-. ¡Tú,  cuando eras niño, tendrías que haberte dado cuenta! ¡Mira en lo que me  transformaste! Podía haber sido el amo de todo Umbro y ¿qué fue lo que salió  mal? ¡Tú tienes la culpa! -Se dio vuelta y me miró, señaló para afuera-. ¿Lo  ves?: 
-No, negué. -Pregunté: 
-¿Quién es? 
-Soy yo, soy yo  cuando era niño. 
-¡Ah! ¿Y qué le  dices? 
-Él tiene la culpa  Randora, él tiene toda la culpa, él. No éramos nadie. Estuvimos bajo la  protección de un ser que yo no sé si me quería. En realidad nadie me quiso,  todos tenían temor de mí. 
-¿Y te hubiera  gustado que te quisieran? -inquirí. Me miró y de repente se endureció su  mirada. 
-No, no quiero que  nadie me quiera, quiero que me tengan temor, yo soy peor que cualquier plaga.  -Lo que yo veía no decía eso, veía un hombre derrotado, desencajado, un ser que  había tenido miles bajo su mando y perdió la batalla. ¿Cuántos hubieran querido  estar en su lugar, de ser dueño de una fortaleza? ¿Para qué expandirse más? Al  fin y al cabo, ¿cuántos ciclos vive una persona?, ¿para qué tanto poder? 
Me miraba y  preguntó: -¿Qué piensas? 
-Pienso que vamos a  lograrlo, vamos a volver. 
-Sí, claro que  vamos a volver y tú serás mi consejera porque eres astuta, pero nunca me  traiciones. 
-Por supuesto que  no, a mí me conviene estar al lado del que manda. 
-¡Ja, ja! -Andahazi  sonreía, pero sus ojos estaban desencajados ya no miraba para afuera. En su  mente él, cuando él era niño, se había ido, pero sus ojos no eran los de  siempre, miraba para un lado, para el otro, como si viera alimañas dentro de la  caverna. De repente se sentó y se tocó la frente-. Tengo que acabar con todos,  con todos. Son todos mis enemigos, tendría que haber previsto todo eso. Esos  bichos voladores, pensé que era mentira que no existían, por eso nos han  vencido. Esa mujer, esa niña que utiliza magia. 
-No, Andahazi, la  magia no existe, son dones que tienen. 
-No, no me  contradigas. -Se tocó su espada. Me encogí de hombros. 
-Entonces es magia,  pero sé como vencerla. 
-¿Ah, sí? ¿Y por  qué no lo has hecho antes? 
-Espera, espera,  porque estuve estudiando qué tipo de magia era. En ese momento no me di cuenta,  es una magia de los montes altos. 
Argumenté:   
-¿Dónde están los  montes altos? 
-Pasando el  desierto. Y hay una anciana que es la dueña de toda esa magia y tiene pociones.  En las alforjas he podido llevarme metales dorados le puedo comprar todas las pociones  para anular esa magia. 
-Claro, iremos,  iremos. De verdad que iremos. 
-No quiero ese  guilmo aquí. 
-No te preocupes,  ahora cuando salimos de la caverna acabaré con él. 
-Claro, eso Randora,  dame el gusto. 
-¿Quieres matarlo  tú? 
-No, no, no, mátalo  tú, mátalo tú, yo no quiero ver sangre. 
  
Y me quedé pensando.  Se quería apoderar de toda la región y era un ser con miedo, un ser que no sólo  estaba acabado sino que deliraba. Y aparte tenía miedo, miedo de su pasado,  miedo de su presente y de lo que le podía deparar el futuro. ¿Él estaba  convencido de que podía volver a ser quien fue? No lo creo, no lo creo, su  mente misma lo engañaba. Pero yo no tenía paciencia. 
  
-Randora, me duele  mucho el cuello, debo haber hecho un mal movimiento. 
-¿No te conté que  yo con mis dedos tengo un don que toco unos puntos en la espalda para que el  dolor se vaya? 
-¿Lo harías, lo  harías? Te recompensaría, te daría un par de metales dorados. -Hice con la  cabeza una señal de "pobre hombre", no se recuperaría. Y yo,  humildemente, era experta tanto en hacer sufrir como en aliviar el dolor de la  gente. Y en este caso había que aliviar el dolor, a él le dolía el cuello, la  cervical, la espalda y yo le aliviaría el dolor, no tendría más dolor-. ¿Me  saco la chaqueta? 
-No, no hace falta,  con mi dedo puedo presionar en los puntos justos. Agáchate un poco. 
  
Se sentó en la roca,  bien acomodado. Fui de atrás, de mi bota saqué mi puñal y con un certero  movimiento lo degollé, la sangre de su garganta brotó a borbotones. Miraba con  ojos asombrados mientras se le iba la vida hasta que su cuerpo quedó en el piso  inerte, inerte. 
Sequé mi puñal con  sus ropas, cambié sus alforjas por las mías, bastante pesadas, llenas de  metales. Cogí las riendas de su hoyuman y salimos de la caverna con el guilmo  dejando atrás el cadáver de Andahazi, el gran señor de Villarreal. 
  
Ahora tenía riqueza.  Y después me pregunté: ¿Soy tan distinta de Andahazi? Sí, soy distinta porque  yo no alucino, porque yo vivo en el mundo real y necesito vengarme. Y ya  encontré quien, en la lista tengo a Ligor, a Nuria, pero sé de la más fácil, la  más vulnerable: Mina Valey. Sí, me vengaré de ella y de esa manera le haré daño  a Aranet. Eso se llama estrategia, sí, eso se llama estrategia. 
Monté y llevé de  las riendas al otro hoyuman, el guilmo me seguía. Cambiaria mi ropa,  modificaría mi cabello a pesar de que ya lo tenía teñido un poco más oscuro y  volvería. 
¿Qué es la vida?  ¡Ja, ja, ja! Andahazi, el señor de Villarreal, en dos segundos acabé con él. El  ser más peligroso quedó ahí sin vida. Y yo soy una simple trotamundos, una  pobre trotamundos indefensa, como toda mujer... 
  
No es la primera  vez que degüello a alguien. Recuerdo que una vez en una taberna había un hombre  muy grande, muy corpulento y buen guerrero que se había obsesionado por mí. ¿Pensáis  que me iba a resistir? Para nada, al contrario; lo seduje: "Me  gustas". Estuvimos en la posada en el piso alto. No llegó a intimar  conmigo, lo acariciaba mientras lo degollaba. Eso sí, me tuve que lavar con  agua fría con un tacho porque me había manchado con su sangre. ¡Ah! Qué  molestos que son algunos hombres. 
  
Y me marché  tranquila. No es la primera vez que dejo cuerpos atrás y después me olvido de  ellos porque hay que vivir el presente, hay que ser práctica. ¿No soy buena,  acaso? 
  
  
  
  
  
   |