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Psicoauditación - Cdani - Dan-El
Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

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Sesión 2/12/2009

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Sesión 16/9/2011

Sesión 12/11/2012

 


Sesión 2/12/2009

Médium: Jorge Olguín

Habló sobre las dificultades del plano físico. Tuvo una vida en Aldebarán como mento donde se dedicaba a orientar. Explicó alguna de sus vivencias y diálogos que también le servían a él. Buscaba y busca su propio orden y muestra alguna contradicción que le genera engramas.

Sesión en MP3 (2.217 KB)

 

            Entidad: Estoy aquí nuevamente comunicado con vosotros. Mi nombre, Dan-El.

            Es para mí un tremendo gozo el poder ser útil, el poder servir a otros, el poder sujetar –conceptualmente- de una mano a aquel que está caído. Pero así como vosotros en el plano físico lleváis una barcaza a la mar y hay un viento huracanado que puede hasta hacerla zozobrar, en nuestro plano los engramas nos condicionan hasta frenarnos, hasta correr el riesgo de reactivar roles de ego, no es sencillo. Obvio que aquellos que estamos en el camino gozamos tanto el poder tender una mano conceptual que a veces los condicionamientos quedan atrás.

            Recuerdo, hace siglos, una vida en Aldebarán 4 donde encarné como mento. Mi nombre era Marcel y era de la raza de los mentos. Vivía en las cercanías del norte, en el viejo continente y la gran mayoría me respetaba. Tratábamos de no meternos con nadie, que nadie se meta con nosotros. Éramos lo que se podría decir consejeros espirituales.

De joven tuve una gran amiga, era una guerrera de a caballo, Aranza. Era una joven que no solamente luchaba con espada sino con una especie de doble guadaña. Teníamos largos debates al atardecer, tomando un brebaje muy similar al mate de esa región en Sol III llamada Argentina, un brebaje algo amargo pero muy sabroso.

            Aranza me decía: -Marcel, tú hablas de orientar pero sabes que hay razas en el norte a las que es imposible orientar por el simple hecho de que no razonan, buscan destruir, buscan someter.

            -Tienes razón, Aranza, tienes toda la razón pero así como el agua moja, nuestra tarea es orientar; es lo que hicieron mis antecesores, mi padre, mi abuelo, su padre, su abuelo y así sucesivamente.

            Una vez, ella partió en una barcaza rumbo al nuevo continente, al oeste y volví otra vez a mi eterna soledad.

Nuestra raza era rara, extraña, cooperábamos unos con otros pero era raro que un mento tuviera otro compañero mento porque vivíamos ocupados cada uno en su tarea. Nos era más fácil -bueno, a mí, por lo menos, me era más fácil- dialogar con otra raza guerrera o no guerrera, no importa, antes que con uno de mi misma especie.

            Recuerdo cuando conocí a Elsio. Elsio estaba en las montañas, Elsio lo que hacía era tocar su instrumento musical, aislarse de todo. Él decía que con eso llamaba a los dragones, que no lo atacaban. Seguramente, mi razonamiento me dictaba que a los dragones escuchaban ese tipo de música y les agradaba.

Elsio me comentaba: -¿Y qué haces de tu vida, Marcel?

            -Busco a quien orientar.

            Y Elsio me decía: -¿Y quién te orienta a ti?

            -Disculpa, pero yo encuentro mi norte, no preciso una orientación.

            -Sí, percibo tu enorme, pesada, densa soledad.

            -Tal vez porque me aboqué a brindarme.

            Elsio me respondió: -Sí, pero también debemos brindarnos a nosotros mismos.

            Siempre me daba charlas parecidas y me sentía como incómodo, como que yo fuera un especimen raro.

            Una vez, en un poblado, se burlaban de Igorik. Igorik era un hombre de indefinida edad, de rostro como de batracio terrestre, melena absolutamente blanca, bajo, algo encorvado, pero tenía una fuerza tremenda en las manos en las que llevaba un puñal que pesaría por lo menos un kilo terrestre y él soportaba las burlas de los parroquianos de las tabernas hasta que se cansaba y atacaba a diestra y siniestra dejando un tendal de heridos; nunca mataba a nadie.

Una vez nos encontramos en una de las tabernas que por la mañana estaba desierta. Tomé un brebaje caliente muy similar al café de Sol 3.

-Él dejó su hoyuman atado en un madero y me dice: -Te he visto.

-¿Me has visto qué?

-Te he visto en distintos poblados orientando, tratando de dar Luz.

-Y a ti, Igorik, ¿qué te hace falta? –le pregunté.

-Yo soy feliz.

-Espero que no te ofendas, pero la gente te toma por deforme, ignoran, yo no lo ignoro, que tu raza es de al sur de Aldebarán y sois así, con esa boca amplia, esos dientes como de roedor y caminas como a los saltitos y de eso se burlan.

-Pero Marcel, es un problema de ellos.

-Sin embargo he visto que te sacan, he visto que a veces pierdes el control y los atacas.

-Bueno, no sé si pierdo el control, lo hago para marcar pautas, para que sepan dónde se meten; si no lo hiciera, si de vez en cuando no mostrara mi carácter, no me dejarían tranquilo. Yo quiero estar, tomar una bebida espumante y evadirme un poco de la realidad.

-A eso me refiero, Igorik, ¿por qué quieres evadirte de la realidad si estás bien, según tú?

-Todos, tú también Marcel, en determinado momento buscas evadirte. Y no me lo puedes negar. Lo veo en tus ojos.

Uno nunca está excento de sorpresas porque quien veía a Igorik con esa sonrisa o un gesto que parecía una sonrisa, esos dientes de roedor, esa mirada como que no miraba… uno pensaría que hasta podría ser algo tonto. Ignoraban la tremenda inteligencia que tenía Igorik. Pero hay cosas que hacen mal, el forzar a cometer actos hostiles hace mal.

            En uno o dos viajes al norte, en el país de las nieves, me crucé con Impiro, un gigante que tenía un mangual de más de un metro terrestre de largo que pesaba como diez kilos y él lo manejaba como si fuera liviano como una pluma. Nos cruzamos en el camino, él se bajó de su emorme hoyuman y me dice: -A ti te he visto.

-Bueno, no eres el primero que me lo dice, espero que haya sido en una actitud no belicosa.

-Es lo que menos me importa, pero hoy me levanté excitado y así como otros tienen sed de beber yo tengo sed de combatir.

-Mira, Impiro, yo no combato, no tengo armas, me interesa solamente orientar.

En ese momento me lanzó un golpe con su tremendo mangual que apenas lo pude esquivar. El segundo golpe me rasgó la ropa y sacó sangre de mi brazo.

-Por favor, no permitas que yo te dañe.

Largó una tremenda risotada. –Al lado mío eres un enano, ni siquiera tienes armas.

Me concentré en él mentalmente, me concentré en su mente. Se tomó su frente y cayó de rodillas con un tremendo dolor y en ese momento lo solté, conceptualmente.

-¿Qué me has hecho? ¿Eres mago, eres un hechicero?

-No, Impiro, directamente tenemos una mente muy potente y podemos enviar energía que puede lastimar tu mente causándote hasta un sangrado y produciéndote la muerte pero munca la utilizamos salvo en casos extremos. A ti no te he dañado, solamente he aumentado un poco tu presión arterial en tu cabeza y por eso ese dolor. No quiero lastimarte, no me interesa, no soy un justiciero, soy un orientador. Sé que eres un peleador nato y que a veces destruyes aldeas y matas inocentes. No me interesa acabar contigo aún sabiendo eso, mi esencia es otra.

Me miró con desprecio y montó su hoyuman y se fue al galope.

Me quedé con el viento, con mi soledad y con un nuevo capítulo para contar. Parecía como las piezas de un puzzle o rompecabezas y buscas en qué agujero encajar. Y eso es un engrama, eso es un gran engrama.


Sesión 2/1/2010

Médium: Jorge Olguín

Relató una vida en Gaela, explicando diversos parecidos con la Tierra como países, religión, problemáticas… Ha encarnado varias veces allí hace aproximadamente unos 100.000 años. Esta vida era posterior a una guerra nuclear seguida de exterminios masivos. Conquistaron sin resistencia un planeta pacífico para obtener sus recursos, pero todos los colonos murieron por una enfermedad desconocida muy virulenta. Explicó su rechazo a causar dolor.

Sesión en MP3 (2.401 KB)

 

Queridos hermanos, nuevamente contactado con vosotros. Me conocéis como Dan-El y voy a relatar una vivencia en un mundo donde he encarnado más de una vez… en Gaela.

Gaela es un mundo similar a la Tierra que queda del otro lado de la galaxia, en otro brazo, un planeta muy similar a Sol III, una estrella muy similar al Sol, el tercero de un sistema de 9 planetas, y por lo menos 6 planetas enanos, con una disposición geográfica casi gemela a la Tierra, con una civilización muy similar.

Porísido, donde hubo grandes filósofos, era similar a vuestra Grecia. Lizia, un gran imperio, similar a vuestra Roma, donde hoy está Liziana, vuestra Italia. Nebrón, una tierra similar a la antigua Judea. Saeta en una Península, casi un calco de España. Amarís, mosqueteros, similares a la moderna Francia. Amber, una gran isla, como vuestra Inglaterra. Y del otro lado del Océano, Plena, similar a vuestra Argentina. Zavala similar a México, (je, je).... Larrebedo, donde también he encarnado, similar a vuestro Chile, Y Beta, que cada vez crecía más, similar a vuestros Estados Unidos de América.

En vuestro mundo encarnó el maestro Jesús, este gran ser de luz extraordinario, que dejó tantas enseñanzas, similares a las que había dejado Axxón en Gaela, hace exactamente 100.000 años atrás.

El actual cristianismo es mucho más “suave”, menos fundamentalista de lo que era en Gaela la orden de Amarís. La orden de Amarís que adoraba a Axxón, que lo representaba con un “rombo” de la misma manera que vosotros representáis con una “cruz” a Jesús.

La orden de Amarís era tan fundamentalista como otras regiones de Sol III, donde incluso se basa en extremismos para fomentar el terror, a través del terrorismo, ¿no?..., en Gaela también existía en Países de Medio Oriente (para que se entienda), otra orden fundamentalista que seguía a otro profeta que no era Axxón.

He relatado otras vidas en Gaela como si fuera el pasado de vuestro mundo. Encarné en el 500, en el 1000, en el 1200, en el 1500, en el 1800, en el 2000 de la era de Axxón, tanto en Saeta como en Amarís, una vez en Larrebedo y este episodio fue en el 2200...

Había habido una tercera guerra mundial, donde países, en otro momento enemistados, como Beta y Dosvi… Dosvi era similar a la actual Rusia… se aliaron contra otros enemigos que querían surgir y los aplastaron con armas nucleares. Pero Beta, luego de esa tremenda guerra, aprovechó para exterminar radicalmente, ¡¡¡ exterminar !!!, a países de Medio Oriente con sus armas nucleares en defensa de los “derechos humanos”, según Bred Chake, que era el presidente de Beta en ese momento. Os aseguro que muchos en Gaela respiraron tranquilos, porque si bien la orden de Amarís era fundamentalista, en el último siglo se había atenuado. En cambio, el otro fundamentalismo, el de Medio Oriente de Gaela, estaba más exacerbado y la población crecía en proporción de 4 a 1, con la población de Occidente, y se calculaba estadísticamente que en un siglo más, para el 2300, Medio Oriente se apoderaba de Gaela, y eso es lo que cortó Beta.

En encarnaciones pasadas en Saeta, más de una vez he soñado con paz mundial, pero lograr una paz mundial a través de un exterminio masivo no me parece grato..., y en el 2200 yo había encarnado en Beta, y era en parte responsable porque formaba parte del ejército. Pero, ¿por qué?, porque ya había naves, se había descubierto, mediante una energía de la luz vibratoria, que la entidad angélica Kar-El encarnada como científico femenino en Beta había dado a conocer hace un siglo, en 2100. Kar-El, encarnada como Anne Bosh, nunca quiso utilizar la vibración lumínica para daño, (suspiro)..., pero indirectamente fue así, porque no contó con la avidez de conquista del ser de Gaela, que pasó por cientos de guerras en doce siglos, y se mataba en el nombre de Axxón, ¡¡¡ je !!!, hipócritas, diría Axxón, si hubiera estado encarnado. Axxón estuvo encarnado en Plena en el siglo XX, a diferencia del maestro Jesús que no encarnó, por lo menos no encarnó aún en Sol III nuevamente.

Llegamos a un sistema solar a 180 años luz del sistema de Gaela. Era un mundo virginal, donde los nativos eran absolutamente pacíficos, amorosos… creíamos que no eran inteligentes, porque su raza era reptiloide, pero tú le mirabas los ojos y tenían no sólo inteligencia, tenían bondad, y tenían ingenuidad, ¡¡¡ una tremenda ingenuidad !!! Por supuesto que había animales depredadores salvajes en ese mundo, pero en general es como que ese planeta brillaba, ¡¡¡ como si tuviera conciencia propia !!!. Y lo conquistamos, había material bajo sus entrañas que Gaela codiciaba, un material maleable, pero que tenía muchas utilidades, y que no era tóxico como el mercurio, pero claro, para depredar el planeta no había problema mientras se extrajera todo el material…

Analizamos por supuesto la atmósfera y salvo alguna composición desconocida, era absolutamente respirable, quizá tenía un poco más de oxigeno que Gaela, lo que nos hacía sentir como “beodos”, pero había en el aire como un aroma dulzón, como los jazmines terrestres, ¡¡¡ era hermoso !!!

Los nativos que eran tan amistosos, luego de haber diezmado dos ó tres tribus, tenían un pavor tremendo de nosotros y eso que eran más grandes, tenían un promedio de altura de dos metros cincuenta  terrestres.

Seis meses estuvimos en este mundo, seis meses de Gaela, que eran meses similares a los meses terrestres..., hasta que empezamos a morir. Una bacteria desconocida, o un virus desconocido estaba acabando con nosotros. Teníamos grandes científicos, grandes biólogos, grandes aparatos para analizar nuestra sangre, nuestra saliva, nuestra linfa, ¡¡¡ y nada, algo nos iba matando !!!, como si estas bacterias fueran inteligentes e hicieran causa común con esos nativos, en menos de quince días no quedó nadie... Fui uno de los últimos en desencarnar, yo me ocupaba de la parte de astro-física y puedo decir que nunca levanté un arma contra ningún nativo, nunca… he llorado a escondidas al ver la masacre. ¡¡¡ Pero ya estaba embarcado en la aventura !!!, al contrario, ¡¡¡ cuántas veces me he encontrado en los bosques con nativos y los acariciaba y me acariciaban !!!, y hacían como un pequeño repiqueteo, que se lo traduzco conceptualmente a este receptáculo y su garganta no le permite (sonido de Jorge imitando repiqueteo), no le permite hacerlo; es un repiqueteo como un chasquido con la lengua, pero más agudo, pero el receptáculo no lo puede reproducir, y este repiqueteo era como una especie de risa de ellos.

Cuando estaba con altísima fiebre, caído en la tierra de ese mundo, lloraba por Gaela, pero sentía alivio por esa gente, porque sabía que iban a salir adelante, y si nuestra expedición no volvía, seguramente por muchos siglos, dejarían tranquilo ese mundo.
 ¡¡¡ Me duele solo de contarlo, no soporto que alguien hiera a otro, ni con un arma, ni con una palabra, ni con una acción !!!..., porque una cosa es hacerlo sin querer, y otra cosa es hacerlo adrede, y como dijo alguna vez Johnakan:  -No todo son engramas-..., hay espíritus que sí son crueles!!!!
Hasta todo momento: Dan-El.

 


Sesión 22/1/2010

Médium: Jorge Olguín

Habló sobre la ayuda que presta a un thetán inestable. Continuó el relato sobre su vida en Aldebarán como mento. Su padre estaba desequilibrado y abusó algunas veces de él. Como otros mentos fue de vida errante y solitaria buscando orientar. Explicó algún encuentro profundizando uno con Fondalar, el más destacado de los mentos.

Sesión en MP3 (3.739 KB)

 

            Entidad: Estoy aquí reunido de nuevo con vosotros. Mi nombre conceptual se pronuncia como Dan-El.

            Siempre conceptúo que hasta la elevación es relativa. Cuántas veces en nuestra historia hemos encarnado en lugares donde como thetanes luego pensamos “¡Oh!, en dónde me he metido”

            Obviamente que todo es aprendizaje, pero dentro del aprendizaje a veces quedan situaciones marcadas, como un thetán compañero cuyo 10% ha encarnado en otro continente al que vive mi 10% actual y cuando él estaba en el último grado de la primaria –ahora es un masculino de 60 años- aún siendo un niño de conducta ejemplar, su maestro –vaya a saber por qué razón- siempre lo molestaba o era irónico con él por una razón no determinada. Y este señor cuyo thetán está en el plano 4.1, un plano maestro, arrastra de esta misma vida engramas de insatisfacción en su niñez -porque aparte, era sumamente tímido, sumado a ello los malos tratos, sumado a ellos la sobreprotección de parte de la madre hoy hacen de él una persona infeliz incapaz de confiar en todo el mundo, con desequilibrios emocionales- y de alguna manera es como que considero a ese thetán compañero como vosotros consideráis en el plano físico a un conocido con gran afecto que aunque no llega a ser un amigo íntimo pero si le dispensáis un gran cariño. Tengo, obviamente, la ventaja de que me permite conceptuar, orientarlo y si bien su 10% encarnado como masculino tiene distintas crisis, de alguna manera contengo a su thetán porque al identificarse mucho con su 10% encarnado, por momentos se difuma la idea de que es un rol, y puede caer presa de roles del ego el thetán y bajar al plano 3. Por eso digo que en el plano físico todo es relativo y a veces nos marcan cosas que a los ojos de los demás son mínimas, mínimas, pero hasta nuestro concepto que podemos –y esta es una frase vuestra, ¿eh?- hilar más fino, no se nos escapa el implante engrámico.

            Encarné hace mucho tiempo atrás en Aldebarán 4, en la raza de los mentos, que eran seres que tenían un gran poder mental al punto tal de poder lastimar el decodificador de aquel que lo quisiera atacar. Obviamente éramos una raza absolutamente pacífica, sí bastante solitaria. Mi nombre de esa encarnación era Marcel y sé que en una sesión anterior relaté algunos diálogos que tuve con el rol de Marcel con otros seres de Aldebarán a quien los nativos llaman umbros.

De pequeño tuve un tremendo contraste. Mi padre se llamaba Armín, mi madre Herdonia -si queréis escribirlo, es con ‘H’ adelante, Herdonia- y de la misma manera que ella era absolutamente complaciente para conmigo llegando a ser sobreprotectora, mi padre era una persona muy estricta, demasiado estricta; religioso en el sentido de que creía en un dios de las tormentas -y es raro porque en la raza de los mentos éramos muy… cerebrales, valga la ironía, obviamente- pero quiero decir que éramos escépticos de muchas supercherías, fijáos que en la zona ecuatorial de Aldebarán se creía mucho en hechiceros, -en lo que es vuestra tierra de Sol III se llamarían chamanes- pensaban que había hierbas milagrosas que curaban todo cuando en realidad no es así, no es así, si bien hay hierbas sanadoras no hay panaceas en todo, ni siquiera la Energía Crística o Búdica pueden sanar lo que ya está predestinado para no perdurar y eso creo que muchos lo entendéis.

            Padre era una persona rara, una persona rara al punto de que no soportaba a madre y a mí me decía: “Marcel, tú tienes que formar tu mente porque sabemos que entre nosotros hay muchos enemigos, hay muchos seres que buscan sumar y sumar y sumar mentes para tener más poder”. Como thetán sé que existe un mundo donde hay seres mentales que pueden dominar la voluntad de uno o de varios y que suman el poder de esas mentes a su propia mente quitando la voluntad de los demás, hay seres que dominan hasta quinientos individuos de su mundo teniendo una gran potencia mental para sí mismos. Pero este no era el caso; nosotros, en Aldebarán 4, podíamos tener una mayor o menor potencia mental, podíamos lastimar y hasta llegar a quitar la vida de algún ser que quisiera agredirnos físicamente con algún arma de filo mortal pero no teníamos el poder de sumar potencia de otras mentes.

            Evidentemente, en todas las regiones del universo los decodificadores pueden funcionar bien, regular o mal y el decodificador de Armín, mi padre biológico, no funcionaba bien, él veía en mi como un futuro líder.

Había un mento solitario que tenía gran ascendencia sobre nuestra raza, era un ser muy querido, se llamaba Fondalar. Era, para que me entendáis, veinte años terrestres mayor que yo y tenía un gran poder mental, era como una leyenda entre los mentos, y cuando era niño escuchaba mucho hablar de él. Pero lo que me marcó de pequeño fue cuando madre, Herdonia, viajó al hogar de una hermana que quedaba a un día de distancia. Se llevó tantas prendas, tantos artículos como si fuera una mudanza en un carro tirado por dos hoyumans y me quede con padre, Armín.

Padre Armín me decía que el día de mañana yo iba a tener pareja y que él me iba a preparar para cómo lograr un apareamiento con esta pareja y me hacía dormir en su cama y si bien la cosa no se consumaba del todo sentía una incomodidad con su roce, con su respiración jadeante y era una incomodidad que nunca me pude quitar.

            A medida que fuí creciendo se acentuaba más en mí esa incertidumbre y ese rechazo por lo que había hecho mi padre, más aún teniendo en cuenta mi inocencia del tema. Cuando fuí adolescente mi padre tuvo lo que en vuestro mundo se llamaría un ataque cerebral y tuvo una larga agonía. No voy a ser hipócrita, no sentí una gran pena, sí sentí compasión, pero compasión desde el punto de vista de un mento hacia otro mento, de un ser encarnado hacia otro ser encarnado de lo mal que vivió su vida, incluso me cayeron lágrimas pero no lágrimas por él: lágrimas por lo que no tuve, lágrimas por lo que no me dio, lágrimas por lo que necesité, lágrimas por los engramas que me implantó.

Paradójicamente, madre falleció dos meses terrestres después de que falleciera Armín, mi padre. Cuando fallece mamá Herdonia, le abro los ojos, le miro las pupilas dilatadas, le acaricio los cabellos y le pregunto telepáticamente como si ella pudiera escucharme en cuerpo: ¿Qué has hecho de tu vida? Y después me pregunté a mí mismo: ¿Y qué podemos hacer de nuestra vida? Así fue que crecí, con muchos cuestionamientos, con unos deseos inmensos de debatir con distintas personas de distintas razas.

            Una vez me crucé con Ligor, el gran guerrero.

–Se lo saluda, Marcel.

-Se lo saluda, Ligor, permíteme hacerte una pregunta.

El guerrero me miró a los ojos haciéndome un gesto -hazla.

-¿Cuál es tu aspiración?

El silencio invadió el espacio entre nosotros.

-Yo esperaba conquistar una región, ser el más grande de los guerreros, ser un orgullo para mi padre –me respondió -no sé, de verdad no sé, porque va a llegar un momento en que mi mano y mi brazo apenas puedan sostener la espada y si no me retiro a un lugar apartado y formo una familia me buscarán para retarme a duelo y poder decir: “Yo vencí a Ligor”… a veces es que quisiera dejar todo. Había un rebelde de cabello blanco en el norte y tras una lucha extensísima lo vencí, era casi el doble de mi tamaño pero torpe, pero al día siguiente, otro tomó su lugar, y otro, y otro, o sea, es como si quisiéramos ir al océano y con una jarra, vaciarlo; el agua siempre se colma. Entonces, es como si espadeáramos contra el aire.

            Seguí camino y percibí como una voz dentro mío y veo un hombre de pequeña barba gris, de escaso cabello.

-Te saludo, Fondalar –exclamo.

            -Marcel, cómo has crecido.

            -Tú me habías visto varias veces, conocí a Armín, tu padre, tú eras muy pequeño las veces que visité la aldea.

            -Ven conmigo, voy caminando para la zona ecuatorial. No importa las jornadas que tardemos, podemos intercambiar ideas por el camino y…

            -No, –me negué –tal vez en otro momento; tengo mucho para pensar conmigo mismo, cosas que debatir conmigo mismo.

Fondalar dijo: -Es tu derecho; pero quizá pueda ayudarte, quizá pueda orientarte.

            -No. Quiero probarme, sentir que puedo.

            -Discúlpame que emita una opinión, Marcel, pero veo en tu rostro como cierta aprensión… ¿qué te ha pasado que te ha marcado tanto?

            Cerré inmediatamente mi cortina conceptual exclamando: -Nada de importancia.

            -Creo que todo tiene importancia en la vida física -me respondió Fondalar –pero nos veremos pronto.

            Caminé dos jornadas, llegué a una aldea y cuando se enteraron que era un mento muchos me miraron con absoluta desconfianza. Le pregunté al dueño de la posada: -¿Qué sucede?

            -Han matado a una pareja en el camino. No tiene ninguna herida. Les sangraron a ambos los oídos como que alguien les hubiera explotado el cerebro por dentro y le sacaron todo su dinero.

            -¿Pensáis…?

            -No, no, no. Tú eres joven. Hay un testigo, un granjero que vio a un mento mayor, unos veinte años mayor que tú y montaba en un hoyuman de color grisáceo.

            Tomé un refresco y comí algo muy frugal y seguí viaje.

            Por causalidad esa tarde me encontré con Fondalar y no pude con mi impulso y le pregunté: -¿En ese lapso que no nos vimos ha ocurrido algo que quieras contarme?

            Percibí que él tenía su cortina conceptual abierta pero no me atreví por pudor, por vergüenza, el visualizar su concepto.

            Se puso firme y me dijo: -Marcel, dime directamente lo que quieres saber.

            -Han matado a nivel mental a una pareja.

            -Disculpa, –no me atreví a mirarlo. Finalmente levanté la vista pensando en que vería un rostro ofendido, mortificado y lo único que vi fue una sonrisa y un gesto como de suficiencia pero no de suficiencia egoica–ya lo han atrapado, Marcel, se llamaba Inegueburo, lo han matado de dos flechazos de dos direcciones distintas, con dos ballestas, no se han acercado para evitar el contacto con su concepto mental. Lo revisaron y llevaba consigo joyas y dinero.

            -Disculpa, pero pensé que…

            -Está bien, es lógico, ¿por qué me habría de enojar? Te has cruzado conmigo, te han comentado que un testigo vio un mento similar a mí. Quítate esa desconfianza, Marcel, no permitas que por una situación incómoda de tu niñez todos sean medidos de la misma manera. Umbro es un mundo salvaje donde hay muchas guerras, batallas, envidias, rencores, atentados pero también hay mucha gente buena, hay mucha gente que nos divierte los fines de semana en las distintas ferias, los bufones, los actores de teatro, me encanta ver eso. ¿Sabes leer?

            -Sí.

            -Bien, hay libros que te puedo recomendar. Hay imprentas en la zona ecuatorial que tienen libros con letras grandes.

            Compartí con Fondalar tres jornadas. Ambos fuimos para la zona ecuatorial y antes de llegar nos desviamos, yo cogí para el oeste y él para la zona del océano. Es cierto que el haber estado con él y el haber debatido distintas jornadas sobre cientos de temas me alivió mucho parte de esos engramas que tenía de joven, y los que le afectaron a mi parte espiritual los quise relatar ahora. A propósito: el mento Fondalar es un rol que cumplió este receptáculo que me alberga.

            Gracias por escucharme. Con vosotros, Dan-El.

 


Sesión 24/6/2011

Médium: Jorge Olguín

Relató una vivencia en Umbro que le generó angustia a él y a sus compañeros, complementando el relato de Ardan-El. Aprendió mucho de esa experiencia. La incertidumbre impulsa a la búsqueda. Nuestra capacidad no va a poder abarcar todo.

 

Es un gusto comunicarme con vosotros. De verdad que sois personas encarnadas a las que les tengo un aprecio impersonal muy grande. Si bien desde mi plano 5º mi amor impersonal es para con todos sería hipócrita -y la hipocresía forma parte del ego y no podría estar, obviamente, en el plano 5º- si no confesara que os tengo un aprecio especial por la tarea que estáis haciendo junto con mi 10% encarnado, Daniel.

Voy a relatar un hecho que me ha dejado bastante perplejo y que otra entidad también ha tocado el tema, una entidad a la que aprecio mucho -se llama Ardan-El-, sobre el 4º planeta de Aldebarán, que los nativos llamaban Umbro.

Mi rol en esa vida era Marcel y nos encontrábamos un grupo de personas absolutamente disímiles: guerreros, guerreras, exploradores. Yo era un simple caminante, de la raza de los mentos, pero no tenía la potencia mental de Fondalar, quien en esa vida era el rol de Johnakan Ur-El. Sucedió que un par de noches, camino al mundo de los apartados, sentíamos como si fueran sueños lúcidos. En nuestra mente se presentaban imágenes. Recuerdo que una noche desperté y estaban todos absolutamente dormidos. Veía como figuras y con mi mente las rechazaba porque no podía concebir que tal cosa pudiera suceder.

Yo tenía una defensa. Cuentan que en vuestro mundo, Sol III, existen aparatos que puede saber si tú mientes o dices la verdad, el instrumento. Y el otro es el polígrafo. Pero el polígrafo obra al revés. Por ejemplo: Si tú te provocas, cuando vas a dar una respuesta, un pequeño dolor, tu mente va a estar puesta en el dolor y el detector te va a marcar verdad aunque digas una mentira. En cambio, en el instrumento, si tú te marcas un dolor va a marcar dolor. En ese mundo, en el rol de Marcel, pasé de pequeño y de adolescente muchísimo dolor, dolor físico y dolor moral, mucho dolor moral, abandono, abusos, circunstancias. Y ese dolor es como que, de alguna manera, me había puesto una especie de coraza, una especie de armadura que no es que me hacía inmune -como si fuera una vacuna- a otros dolores porque me dolía el dolor del otro en ese mundo pero no me dolía mi propio dolor, si se entiende a donde quiero llegar. El hecho de que no me doliera mi propio dolor también estaba como casi inmune a esas visiones y trataba de rechazarlas con mi mente. A veces, esas visiones, como dos ojos rojos flotando, me querían provocar en mi mente dolores y en mi cuerpo malestares y yo me ponía mentalmente como una especie de coraza y los rechazaba pero era tan grande la visión que trataba de pedir ayuda a los demás y los demás estaban todos dormidos, y yo los sacudía y no se despertaban.

Justamente hablando con Ardix él comentó una historia mucho peor: la joven Darvia había mostrado su rodilla izquierda y la tenía con sangre, mostrando que no había sido un sueño. Había como un puzle, como un rompecabezas que no podíamos armar. Fondalar había sido el único que no había sido tocado, quizá porque tenía una mente más entrenada que la mía como mento.

Y él dice: -Voy a resolver el misterio porque intuyo qué puede ser.

Lo miro a los ojos y le digo: - ¿Es algo que tiene que ver con nosotros?

-No directamente. Vosotros -dijo Fondalar-, a veces, metidos en vuestros propios dolores, en vuestros propios temores, en vuestras propias incertidumbres, en vuestros propios deseos -y eso pasa en cada vida- no podéis ver, percibir, captar, entender el miedo del otro porque cada uno está en su mundo.

En un momento dado me sentí como molesto porque Fondalar conoció parte de mi dolor pero no podía decir como que yo estaba en mi mundo. Después entendí que él generalizaba.

Esa noche volvimos a dormir, a sentir esas visiones y nuevamente pasó lo mismo.

El día siguiente le digo a Fondalar: -¿Qué has descubierto?

-Ya he descubierto lo que ha pasado. Sigamos caminando.

Hicimos una especie de conciliábulo, una especie de diálogo entre todos, y decidimos regresar.

Fondalar debatía con Ligor y Ligor decía: - He ido dos veces al continente oeste cruzando ese mar bravío con especies marinas que ni conocéis pero no puedo luchar contra seres incorpóreos. Es imposible: les lancé el rayo y el rayo volvió para mí.

Yo, atento, no interrumpía, tan sólo escuchaba.

Y Fondalar le dice a Ligor: -Ha sido tu mente; nadie te ha lanzado rayos.

-¿Y la rodilla de Darvia?

-Ha sido ella, despierta. Todos habéis estado despiertos.

-No -dijo Ardix-, porque yo os vi a todos vosotros dormidos.

-Lo mismo yo- dijo Jordi.

-Lo mismo yo- dijo Lormo.

Hasta Gerard, callado, hosco, dijo: -Yo no perdí mi compostura pero verdaderamente sentí como una especie de aprensión.

Darvia dijo lo mismo: -Todos estabais dormidos.

Y Fondalar insistió que no: -Estabais todos despiertos. El único que estaba dormido era yo.

-Hay algo que no me cierra, Fondalar, algo que no entiendo. Tú te despiertas al menor ruido.

-Es que eso que os ha pasado -explicó Fondalar- hizo que os despertarais sigilosamente, os alejarais de lo que sería el campamento y cada uno vivió una experiencia donde creyó ver dormidos a los demás. Y hay un responsable que tiene un tremendo poder en la mente y que puede causar esas visiones.

-¿Piensas que fui yo? -dije.

Fondalar me tomó del hombro y me dijo: -No, Marcel, por supuesto que no.

-¿Hay alguien más poderoso que tú?

-No se trata de ser poderoso -me dijo Fondalar-, se trata de tener la misma habilidad enfocada de otra manera.

Nos quedamos. La tercera noche ninguno durmió. Y todos despiertos esta vez. Ni siquiera encendimos una fogata.

Empezamos a visualizar esos ojos rojos, despiertos, absolutamente despiertos todos y esta vez no veíamos a los demás durmiendo.

Fondalar nos hace señas de que nos quedemos sentados.

Ligor, Gerard y Ardix quieren coger sus armas. Fondalar les dice que no y que esperen.

Me llama a mí. Titubeo. Insiste. Me paro. Trato de hablar y me tapa la boca. Caminamos en la obscuridad, muy despacio. A lo lejos vemos una figura que quiere escurrirse. Por un lado le corto el paso y la figura queda en el centro. Lanza como una especie de vibración mental. Siento como una especie de incomodidad en mi mente pero la rechazo puesto que soy también un mento. Fondalar cae de rodillas. Se concentra y hace que esa silueta caiga también de rodillas. Fondalar se para y toma de los hombros a esa figura. Yo me acerco. La tomamos uno de cada brazo y la acercamos donde estamos nosotros.

Ligor y Nadia encienden con unos maderos fuego. Es un joven aterrado pero de rostro noble, de una edad un poco más de dos décadas terrestres.

Le preguntamos: -¿Quién eres?

-Me llamo Morlok.

-¿De dónde vienes?

-Dejé la región de los apartados.

Lo miramos: ¿Tú eres un apartado?

-Fui adoptado por los apartados pero uno de mis progenitores tenía ciertos dones.

-Eres un mento -dijo Fondalar-. Tú has provocado alucinaciones en nosotros.

Morlok asintió con la cabeza.

Y yo le dije: -¿Pero por qué?

-Por temor.

Y ahí recordé las palabras de Fondalar que, a veces, nuestra incertidumbre, nuestros temores inconscientes no nos permiten captar el temor del otro, el miedo del otro, la incertidumbre del otro. Y sentí como una especie de afinidad con el tal Morlok porque lo veía inofensivo en ese momento, a pesar de lo que nos había hecho pasar, quizá no tanto a mí como a los demás que, al no ser mentos, sintieron la alucinación plena.

Darvia estaba de muy mal humor. Le gritaba: -¡Mira lo que me has hecho hacer!-, y le mostraba la rodilla.

-Os pido disculpas pero quería alejaros, que no os toparais conmigo. No me interesa causar daño pero tampoco me interesa que me lo causen a mí.

Fondalar le dijo, cariñosamente: -Pero podías habernos esquivado. No hay una sola ruta, no hay un sólo sendero, no hay un sólo camino. Tú, ¿para dónde vas?

-Voy para la zona ecuatorial. No quería toparme con vosotros pero en ese momento me sentí como acorralado.

-Pero, ¿por qué? Podías haber tomado por el bosque, nos podías haber esquivado perfectamente...

Nos miramos Fondalar y yo y a la vez dijimos: -Tú te querías probar, te querías probar con nosotros.

Fuimos conejillos de indias, como se dice en Sol III.

Temblaba.

¿Qué te sucede? -le pregunta Ligor-.

-Hace dos días que no como bocado.

Teníamos gromodan con sal. Le dimos un pedazo de pierna de gromodan y se lo comió con ansia. Luego bebió de nuestra cantimplora una bebida dulzona, muy similar a vuestro vino dulce y se sintió confortado.

No todos empatizaron con Morlok por lo que había pasado. Se cansó de pedir disculpas.

Lo hablé con Ardix, que se sentía muy molesto, como diríais vosotros -porque esa palabra no existía en esa época-, por su ego herido, porque él ha luchado contra todo...

Había un tremendo engrama de incertidumbre en todos, menos en Fondalar.

Ardix me decía: -Me siento mal por haber estado mal; me siento mal por haber tenido esa incertidumbre.

-No sé cómo calmar ese abatimiento tuyo.

Se acercó Fondalar y dijo: -Todos, incluso yo, en algún momento hemos tenido abatimiento, incertidumbre. Durante muchísimas revoluciones planetarias no supe nada de mi hijo, Jordi, hasta que finalmente le encontré. Podía no haberlo encontrado, porque el planeta es inmenso, pero aquel que está más allá de las estrellas nos hizo topar en el camino.

 El receptáculo está bastante agotado pero terminando…

Como Marcel, pensaba que la incertidumbre no es mala mientras te enseñe. La incertidumbre no es negativa mientras de esa incertidumbre saques conclusiones. Lo importante es sacar conclusiones… Y cuando tú encuentras esas conclusiones pueden ser conclusiones similares a datos estables o no pero, de alguna manera, es como que es un motor -palabra que no existía en esa época, sino que la utilizo para ti, interlocutor- que te impulsa, que te mueve, que te moviliza. Creo, y esto no es pesimismo bajo ningún punto de vista, que en el plano físico, por más avanzado que estés, por más clear que estés, vas a desencarnar con incertidumbre porque vives aprendiendo. Hay quien no aprende pero vives aprendiendo y no aprendes el total.

Como Marcel, Ardix piensa lo mismo, Ligor piensa lo mismo, Fondalar piensa lo mismo como roles: que quizá no haya incertidumbre en aquel que está más allá de las estrellas.

Y ahora, volviendo, como thetán, como Dan-El, sí que he aprendido muchísimo de esa experiencia.

Morlok, que es un rol anterior de un ser querido actual llamado Javier, también se sentía indefenso ante lo inconmensurable, ante la soledad... Dicen que el amor es inconmensurable pero la soledad, también. Y si no, cómo espíritu, fíjate en el Caos, que es inconmensurable. Hasta se puede mensurar la Creación pero, ¿se puede mensurar el Caos? ¿Se puede verdaderamente? No lo sé. Si digo no o si respondo sí puedo equivocarme de las dos maneras; entonces, me abstengo, lo dejo en tablas.

Me siento bien pero, por otro lado, el hecho de llevar a mi concepto de que en la vida física siempre hay una irrealidad que forma parte de la realidad. Quizá sea difícil de entender ese pensamiento tan avanzado pero hay una irrealidad dentro de la realidad, en cada uno de nosotros, y es lo más difícil de entender. No es difícil de entender para mí, es difícil de entender para otros. 

Va más allá de “todo es y no es al mismo tiempo”. Dicen que el iluminado tiene la percepción de Todo y, honestamente -y sabes que en el plano 5 no existe el ego-, no creo, como thetán, que un ser encarnado tenga la percepción total, esa percepción unitaria. Porque hay miles de millones de seres y ni siquiera puedes conocer a tu hermano, figurativamente hablando. Ni siquiera puedes conocer a tu hermano, ni siquiera puedes conocer sus reacciones, ni siquiera puedes conocer -y aquí me juego una carta- tus propias reacciones a veces.

Entonces, si estamos aprendiendo a conocernos a nosotros mismos, ¿cómo podemos pretender -egoicamente en el plano físico, no egoicamente en el plano suprafísico- tratar de conocer al otro? Intentamos conocer al otro, vibramos en sintonía con el otro, tenemos un aprecio tremendo por el otro -por lo menos, mi parte encarnada, Daniel, la tiene- pero no sabemos en profundidad los dolores del otro, la historia del otro, los sufrimientos del otro, las vivencias del otro, las pérdidas del otro. Pero me siento con euforia porque, aunque no conozcamos todo, el conocer parte ya nos hace parte. Acuérdate de esa expresión, que puede ser un aforismo: "El conocer parte ya nos hace parte". Gracias por escucharme.

Sesión mencionada


Sesión 16/9/2011

Médium: Jorge Olguín

Interlocutor: Karina

Relató una vida en Gaela donde tuvo una pareja con la que se entendía bien y podían crecer juntos. Al pasar unos años ella tuvo una enfermedad degenerativa de efectos similares al Alzheimer. Tuvo que cuidarla por 30 años hasta que desencarnó. Expuso diversos engramas generados. Con Karina comentaron la gran cantidad de cosas que quedan por investigar, y que lamentablemente no se avanza lo suficiente por intereses.

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Karina: Bienvenido, querido Dan-El...

Entidad: ¿Cómo estás, querida hermana?

Karina: ¿Cómo te encuentras?

Entidad: Me encuentro muy bien, ayudando a mis hermanos de Luz. He estado muchas veces, querida hermana, con tu thetán. Estoy en el plano 5 subnivel 7 y gozo cada día, cada instante, ayudando a los demás a que sean felices elevándose. A su vez sufro, como sufre todo espíritu de luz, por aquellos que aún no encuentran el rumbo pero, por supuesto, no me desespero.

Karina: Lo importante es la constancia y que estés cerca, de alguna manera.

Entidad: Somos muchos en la Luz. Tu mismo thetán estamos mancomunados cooperando con Jonakhan, con Kether y otras entidades que brillan permanentemente.

Karina: ¿Hay algo que te preocupe en este momento?       

Entidad: Mira, he hecho varias sesiones para mi 10%, Daniel, y no es la primera vez que encarna en un mundo que se halla del otro lado de la galaxia que se llama Gaela, en episodios que ocurrieron hace cien mil años. O sea, la luz que llega ahora de Gaela es lo que ocurrió hace cien mil años atrás. Gaela es un mundo similar a Sol III y he encarnado en distintas épocas. En esta última encarnación sería el año 2.200 de Sol III. O sea, que sería el futuro del Sol III.

Yo era investigador. Mi nombre era Dar-El y me había enamorado de una joven que era ayudante mía, Elana, y ella me correspondía. Me había enamorado de su carácter, de su paciencia, de su inteligencia, de su amplitud de criterio. Me sentía absolutamente cómodo con ella, lo mismo ella para conmigo. El amor era recíproco, nos respetábamos y dialogábamos permanentemente. Ambos teníamos padres muy mayores que desencarnaron antes de que pudiéramos comprometernos, en lo que aquí Sol III sería un matrimonio.

Karina: Te hubiera gustado que estuvieran ahí, ¿verdad?

Entidad: Así es. Formamos una excelente pareja. Cada uno se desprendió de su casa y nos mudamos en las afueras de la ciudad. Vivíamos en un país llamado Saeta.

Karina: ¿Fueron felices?

Entidad: Fuimos muy felices. En las afueras de la ciudad había jardines, como que se había respetado la ecología. El mundo había estado en riesgo porque en Porísido, que era otro país, se había trabajado con luz solida y, así como pasa en vuestro planeta hoy, que están en riesgo los reactores nucleares, allí hubo casi el final del mundo, hasta que finalmente lograron encauzar el sistema de lo que sería la luz sólida.

Karina: ¿Volviste a encarnar en otra vida con esta mujer, que aparentemente era una alma gemela tuya?

Entidad: Mira, sí. Tú sabes que la palabra alma gemela es algo relativo. Significa "espíritu que vive en sintonía" y no necesariamente se es alma gemela a nivel de pareja sino a nivel de amistad, a nivel de conocido, un compañero.

Karina: Se entiende. Eran dos almas que se llevaban bien.

Entidad: Yo era partidario de un juego -un juego tipo tridimensional se diría aquí en Sol III- muy similar a lo que es el ajedrez terrestre, y justamente fíjate que mi 10% actual juega al ajedrez. Tenía la ventaja de que mi pareja también jugaba, quizás no tan bien como yo pero hacíamos grandes partidas. Éramos felices trabajando, económicamente estábamos bien, no teníamos muchos amigos, mirábamos el holovisor. Existían películas -como aquí en Sol III- de fantasía y también documentales. Nuestra expectativa de vida era larga, pues superaba los cien años terrestres. Prácticamente teníamos un clima muy similar y la distancia a nuestro sol era similar también a la de vuestro sol.

Cuando ella cumplió cincuenta años -yo tenia cinco años más- comenzó a tener lagunas de memoria, se olvida de jugadas, ya no jugaba tan bien a lo que llamaríamos el juego tridimensional y por momentos dejaba su mente en blanco. Obviamente que la medicina estaba mucho más avanzada que la de Sol III hoy, y fuimos a un medico equivalente a lo que hoy sería un neurólogo. Le trataron con una luz halógena vibratoria, que era mucho más completa que lo que hoy sería la resonancia magnética nuclear.

Karina: ¿Algún tipo de escáner?

Entidad: Su cerebro estaba normal, quizás con algunas deficiencias en la comunicación entre neuronas, y no sabían a que lo atribuían.

Yo era científico, yo investigaba.

Existía lo que en Sol III se llama priones, que de alguna manera había 'invadido' la mente de mi pareja. Aun con lo adelantados que estábamos no había cómo…

Karina: ¿Revertirlo?

Entidad: No había cómo revertirlo. Yo era un ser muy noble, muy bueno, amaba impersonalmente a todo el mundo, pero nunca fui hipócrita. Como dice este receptáculo que me alberga: "El amor personal, cuando estáis encarnados, es más fuerte". Sentía una pesadumbre porque sentía que ella se alejaba de mí. Y fueron pasando los años y ya directamente había perdido mi compañera de juegos; todavía tenía mi compañera de diálogos pero le costaba entenderme, y mientras yo iba avanzando en dialéctica es como que ella iba retrocediendo. Y llegó un momento, cuando cumplió sesenta años, que me miraba y a veces hasta olvidaba mi nombre. No tenía nada que ver con ese mal que tenéis vosotros llamado Alzheimer, nada que ve, era un síntoma absolutamente distinto, con otras características, pero cada día veía que... no estaba.

En la antigüedad de Gaela adorábamos a Axxón, de la misma manera en que vosotros respetáis la figura del Maestro Jesús, y en lugar de una cruz teníamos un rombo. En los distintos siglos había una inquisición muy feroz. Para esa época ya tan avanzada eso ya había pasado. Pero a mí me sirvió para estudiar la historia de Gaela y para entender que -con otro nombre, con otro significado- existía un espíritu que albergaba un cuerpo.

Karina: ¿La fuiste dejando de amar?

Entidad: No, no...

Karina: Pero te sentías solo.

Entidad: Me sentía solo y no sabía qué amaba o a quién amaba, porque ella no estaba.

Karina: Como si estuviera su cuerpo pero su alma sentías que ya no estaba.

Entidad: Así como vosotros hoy tenéis un grupo que estudiáis el espíritu que encarna un 10% yo no tenía todo ese conocimiento pero tenía un conocimiento de lo que era el alma. Y hasta dudaba de que el alma estuviese en ese cuerpo, pero sí, estaba, porque ella respiraba, se alimentaba. Hasta que dejó de alimentarse y yo le tenía que dar de comer.

Karina: Pasada esa vida, luego que desencarnaran los dos, ¿comunicaron espiritualmente?

Entidad: Claro... El drama fue en ese momento porque una vez que desencarnamos -encarnamos con diferencia de años y ella desencarnó primero- yo tenía toda la comprensión como espíritu pero estando encarnado me sentía impotente, indefenso ante las circunstancias de lo que era la vida.

Quizás le reclamaba a ese dios qué era lo que había pasado. Tenía conocimiento del libre albedrío, tenía un conocimiento leve de lo que era el karma pero lo denominábamos de otra manera. No entendía qué karma podía tener, puesto que mi pareja había sido una mujer hermosa en todos los aspectos.

Cuando dejó de ser y se transformó en un autómata ya no me reconocía, no me hablaba. Se alimentaba, me miraba y, a veces, cuando me miraba, yo me movía hacia un costado y veía que su vista no me seguía; entonces yo me engañaba creyendo que me miraba.

A veces le proyectaba una luz en sus ojos para ver si se contraían las pupilas porque a veces pensaba que estaba sin vida.

Y me ponía a pensar qué es lo que amamos cuando estamos encarnados. ¿El espíritu? ¿La persona? ¿La totalidad de la persona y el espíritu? Y cuando la persona deja de ser la persona y tú, estando encarnado, no te puedes conectar con su espíritu, ¿a quién te diriges? ¿A quién amas? ¿Con quién dialogas? ¿Qué haces?

Karina: Es difícil lo que tú me planteas. Me gustaría saber si este engrama que tienes de alguna forma está repercutiendo en este momento en tu 10% encarnado.

Entidad: Lo voy a explicar utilizando toda la fidelidad de este receptáculo. Me sentía desamparado pero no por un abandono culposo -como puede pasar en muchas relaciones-, ni siquiera por un abandono responsable porque tampoco había responsabilidad.

Karina: ¿Como un abandono accidental?

Entidad: Un abandono accidental, como si la persona hubiera sufrido un accidente y hubiera muerto en ese instante.

Karina: ¿Tú comprendías que ella no tenía responsabilidad sobre el tema?

Entidad: Totalmente, absolutamente. Jamás la responsabilidad se la transferiría a ella por mi desamparo.

Karina: ¿Buscaste refugio en amigos o en actividades? ¿Pudiste llenar ese vacío de alguna manera?

Entidad: Tenía un amigo, Albersán -que era como una especie de filósofo, que se llamaría aquí en Sol III-, que me decía: -Su mente está. Tú háblale y te escuchará.

Hay técnicas aquí en Sol III que dicen que cuando una persona está en coma igual te escucha pero siempre fue muy lógico, muy racional y, honestamente, no le creí nada.

Cuando tú te ahogas quizás te aferras a un clavo ardiendo con tal de salvarte, aunque la mano se te queme. Mi clavo ardiente fue hablarle y recordarle aquellos momentos de amor, de caricias, de diálogos, de complicidad sana.

Por momentos es como que me invadía la zozobra y cierta ira -cogí el juego de tres pisos y lo hice añicos- pero entendí que era reactivo de mi parte hacer eso porque, ¿qué sentido tenía?, no tenía ningún sentido, como aquel que se golpea la cabeza contra la pared.

La cuidé, no por respeto a lo que era sino por respeto a lo que fue porque seguía creyendo que había un espíritu, allí o allá, o donde fuera.

A los setenta de sus años desencarnó y sentí alivio pero no alivio porque desencarnó, alivio porque si verdaderamente existía un espíritu, estaría pleno nuevamente. Yo tardé diez años más en descarnar y cuando desencarné no desencarné con pena, ni con zozobra, ni con angustias; desencarné feliz, porque lo primero que hice fue buscar conceptualmente a ese espíritu.

Karina: ¿Lo encontraste?

Entidad: Estaba en el plano 4.9, era un espíritu maestro. Nos sentimos muy cómodos conceptuando pero en el plano espiritual, en el mundo suprafísico, a diferencia del plano físico, no se forman relaciones de pareja ni amistad porque tenemos millones de seres con los cuales interactuar en beneficio de aquellos que están en plan de elevación.

Karina: Me preguntaba si aquello había sido un aprendizaje para ti.

Entidad: Siempre hay un aprendizaje. Pero sí es verdad que me quedó un engrama, no roles del ego porque si no, no estaría en el plano 5.7. Me quedó un engrama de temor, quizá, a un compromiso, pero no por miedo a un abandono o un desengaño o a que alguien te defraude, porque hoy mismo mi 10% es bastante lógico, bastante coherente.

Pero hay como cierta aprensión porque estamos hablando no de años sino de milenios y milenios. Sin embargo, los engramas quedan ahí, latentes.

Karina: ¿Te ha servido esta charla para poder desahogarte de esa vida pasada? ¿Cómo te sientes ahora?

Entidad: El hecho de haber relatado esa vida, mientras la relataba, sentía cierto agobio, porque personalicé. Como thetán siento gozo porque sé que...

Karina: Fue un rol, ¿verdad? Lo entiendes.

Entidad: Por supuesto. Ese espíritu no está encarnado, está en misión en este momento, cien mil años después. Ha encarnado muchísimas veces, incluso como masculino también.

Pero en el momento del relato, cuando tú personalizas, claro que hay un agobio que le hace sentir un dolor en la garganta al receptáculo, al que aprecio muchísimo. Pero me siento feliz porque sé que son roles de aprendizaje. Pero, aun no teniendo la emoción dolorosa en este momento, he desprendido el dolor. Sí sentí la soledad, el ruido del silencio en una casa en las afueras de una de las ciudades mas importantes de Saeta y con una persona al lado que está y no está, y que tú abrazas a un cuerpo que está vivo, que hay un 10% de espíritu encarnado, pero que tú, al estar encarnado, no te puedes conectar porque no tienes ese concepto. Y seguramente el 10% de ella ansiaba contenerme y obviamente no podía porque su decodificar no le respondía por algo que le había invadido, porque tenía algo similar a lo que al prión terrestre. Y aquí, con tanto ego que tienen los científicos, los biólogos no tienen la menor idea a todo lo que se enfrentan todavía, a todo lo que tienen por saber y gastan tanto dinero en cosas vanas...

Karina: O bélicas, cuando se podría usar para investigación, para ayudar a que no haya tantas enfermedades. Inclusive se sabe que hay solución a ciertas enfermedades y hay un grupo que no le conviene que se sepa.

Entidad: Eso lo sabes tú, lo sabe este receptáculo, lo sabe mi 10% y muchos lo sabemos, los que estamos encarnados. Sabemos que hay muchos males que pueden curarse y no lo hacen por intereses creados. Pero tu thetán y yo como thetán y el thetán de este receptáculo estamos gozosos de que seguimos aportando.

Karina: Siempre digo: no podemos cambiar el mundo. Seamos felices cambiando nosotros y cambiando nuestro entorno. Ya con eso debemos darnos por satisfechos. Cambiemos lo que podamos, lo que esté a nuestro alcance, y gocemos eso.

Entidad: En eso estamos.

Karina: Dan-el, no vas a estar solo ni ahora ni nunca, y eso tú lo sabes.

Entidad: Somos hermanos espirituales aunque tú seas una entidad angélica. A ti, 10% de esa entidad angélica, yo también te mando Luz.

Karina: Gracias. Toda mi Luz para ti también. Estamos en contacto permanente.

Entidad: Estamos en contacto permanente, de verdad. Contigo, con todo mi amor y con toda mi Luz, Dan-el.

Karina: Hasta todo momento.

 


Sesión 12/11/2012

Médium: Jorge Olguín

Tiempo después de despedir a un grupo de amigos encontró a una joven por quien sintió afecto, pero por distintos sucesos violentos en un pueblo, ella le espetaba por su inacción no entendiendo que Marcel era tan objetivo como ella intolerante. Ella se marchó y él quedó angustiado por todos los acontecimientos ocurridos.

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Entidad: Encarné dos veces en Umbro, como Carobelius y posteriormente como Marcel, en la raza de los mentos. Siempre me refugié en mi soledad y pensé que luego de que mi gran amiga de la juventud, Aranza, se marchó iba a estar siempre en compañía de mi soledad. Pero no fue así: he conocido mucha gente hermosa por dentro, cada uno de ellos con su mundo interno, convulsivo seguramente, tratando de descifrar su volcán interno.

Caminaba otra vez en soledad luego de haber estado con lo que a mí me parecía una multitud entre guerreros, guerreras, lomantes. Me despedí de todos: de Fondalar, de su hijo, de Ligor, de Lormo, de la joven guerrera, de todos, y marché otra vez con soledad con un doble sentimiento o quizás una doble emoción. Por un lado el anhelo de querer estar con ellos pero no podía ser porque se habían separado todos. Ardix en busca de su amada obscura, Fondalar se sentía cómodo con Émeris y su hijo también tenía afán de nuevas aventuras. Se habían dado un abrazo emotivo y Fondalar y Émeris marcharon con los lomantes.

Luego de tres amaneceres llego a un poblado y me encuentro con una joven con su rostro curtido por la luz de nuestro sol rojo, con su semblante curtido por todo lo que debe haber pasado en un viaje que había hecho al nuevo continente. Nos sentamos a una mesa en una de las dos posadas que había en ese poblado, allí por la zona ecuatorial, y me relató que conoció a unos indígenas que le habían hablado de que había venido un guerrero, mucho tiempo atrás, a liberarlos de las hordas del norte.

-Sería Ligor -le respondí.

Se sorprendió de que conociera a Ligor. Ella me confesó que había tenido un fracaso afectivo con un guerrero oriental, Tamiro, con el cual viajó al nuevo continente. Me comentó que Tamiro, muchos amaneceres después, intentó retomar esa relación pero Aranza ya no confiaba en él. Poco tiempo después lo mataron: lo asaltaron en un camino dos vagabundos que apenas sabían usar la espada. Es irónico. Pero quizá la vida sea irónica, quizá la vida sea irónica porque tú planificas con tu libre albedrío un camino, un sendero, un proyecto pero quizá aquel que está más allá de las estrellas tiene otra cosa planeada para ti.

Sentí un tremendo afecto por Aranza y ella también por mí pero como si fuéramos hermanos, no teníamos atracción física uno por el otro, aunque nos conocíamos desde muy jóvenes. Decidimos quedarnos un tiempo en ese poblado.

Aranza era muy pasional. Uno de los amaneceres que encontraron una pequeña semidesnuda, violada. La población estaba enardecida, Aranza me dijo:

-Ayudemos a los pobladores, tratemos de ver en las montañas si hay algún hombre que esté allí solo y haya cometido este hecho.

Le respondí: -¿Adónde buscaríamos? Podría ser cualquiera. ¿Y por qué en las montañas? Podría ser un campesino, el mismo dueño de la posada, el de las grandes tiendas o aquellos de allí, míralos, los que están en la obra de teatro.

Aranza me miró y me dijo:

-Pero no te puedes quedar así, inactivo. Evidentemente te has acostumbrado mucho a tu soledad, no mueves un dedo por nada.

-No, no muevo un dedo por nada, tienes razón. Yo pienso que quizá la búsqueda es estéril y tú piensas de mí que me desentiendo del dolor pero no me conoces.

-Seguro que no te conozco -dijo ella-, no eres aquel Marcel que yo conocí antes de viajar.

-Cuando tú me conociste yo vivía en las cercanías del norte y nos hicimos amigos. Recuerdo que teníamos largos debates tomando un brebaje.

-¿Qué pasó con aquel soñador?

-No pasó nada. Logré metas pero sigo en la búsqueda y trato de tener soluciones aunque sé que es difícil en esta vida.

Se marchó. Me quedé solo en mi habitación. Casi no podía dormir por la noche. Aranza no volvió a dormir, yo tenía un oído fino y la hubiera escuchado llegar a la habitación vecina. Esa noche no dormí.

Al amanecer siguiente encontraron a un joven guerrero muerto, con una herida de un puñal en el pecho. Era una herida que no había atravesado su cuerpo, por eso se supo que no había sido una herida de espada. Entre sus ropas encontraron un par de prendas pequeñas de la niña ultrajada.

Dentro del dolor que tenía la familia de la niña festejó esa muerte junto con el resto del poblado. Aranza tenía un gesto entre triunfante y despectivo. Miraba sus ojos. Ella torció su rostro y me vio. Su boca era un rictus amargo pero sus ojos eran desafiantes.

-Estoy contenta. Me hubiera gustado a mí acabar con él; seguro que tú dormiste bien.

-No -le respondí-, no dormí. De todas maneras aquí está la venganza.

-No es venganza, Marcel -me dijo Aranza-, es justicia.

Tragué saliva y sentía como una congoja tremenda que me afectaba a la garganta. En lugar de tomar un jarro caliente de leche de uno de los camellos que allí había me pedí un trago con alcohol y luego me sentí descompuesto. Normalmente soy racional pero mi mente reactiva me había empujado a beber eso.

Con Aranza tuve largas charlas. Ella me comentó que pronto se iría del poblado y volvería al norte, a su tierra, para ver si encontraba vivos a algunos de su familia.

Una de las tardes se encontró muerto al anciano tendero y le habían deshecho su tienda, seguramente robándole metales plateados o dorados. Otra vez la misma escena: el pueblo enardecido buscando al ladrón asesino. Aranza me miró. La miré. Fue caminando hacía el establo y montó su hoyuman y se marchó sin dirigirme la palabra.

Pasaron dos amaneceres y encontraron a un hombre apuñalado, al igual que el violador. Encima le encontraron algunos metales dorados y más allá un hoyuman y una alforja donde reconocieron que había objetos de la tienda. Le dieron los metales y los objetos a la viuda del tendero y la mayoría del poblado puso metales para colaborar con la viuda. Aranza tenía el mismo gesto: triunfante pero despectivo. Me comentó:

-¿Ves, Marcel? Tarde o temprano se hace justicia.

-¿O venganza? -pregunté yo.

-Seguramente -me dijo- hubo un solo ejecutor pero no es lo mismo estar recostado en un lecho sin hacer nada que estar en la búsqueda cabalgando, explorando, porque es uno solo el ejecutor.

-Pero por lo menos los demás estamos con la conciencia tranquila de que buscamos.

Nuestros debates se habían reducido a la mínima expresión; teníamos poco de que conversar. Ella me reclamaba por mi inacción.

Yo le decía: -No es así, no es así. Son distintas maneras de entender una situación, son distintas maneras de ver; quizá yo sea más objetivo.

Su respuesta fue: -Al no compromiso ahora le llamas ser objetivo.

-¿Y qué es comprometerse? -inquirí-. ¿Estar en una búsqueda inútil? ¿Y dónde está el ejecutor? ¿Es el mismo que mató al violador? ¿Algún justiciero? ¿Por qué no da la cara?

Aranza me respondió: -Seguramente porque no le interesa ser vanidoso.

-Cobarde sé que no es y tampoco se sume en la inacción y en la desesperanza.

-Has cambiado, Marcel.

-Quizá has cambiado tú, Aranza, quizá estás mas desgastada. No tienes la misma tolerancia.

-Han pasado más de mil amaneceres.

-Muchos más, diría yo, desde la última vez que nos vimos.

-Todos cambiamos, para bien o para mal. No siempre la experiencia da sabiduría, no siempre el conocimiento es útil.

La vida es un laberinto y no se trata de salir de él, se trata de resolverlo, de entenderlo, de captarlo, de digerirlo, de saber el para qué. Nosotros estamos en una búsqueda pero tú miras en la tierra y ves los insectos que llevan pequeñas hojitas y están en un eterno laborar y… ¿para qué? ¿En qué nos diferenciamos? ¿En qué pensamos? ¿No estamos en un eterno laborar, en un eterno conceptuar? Y, ¿cuál es la conclusión?

Tenía una angustia tan grande que no me dejaba tragar. Había más cosas para resolver en ese poblado, muchas más cosas.